La transformación de los países del llamado tercer mundo en potencias puede lograrse al haber una ruptura con modelos ideológicos de dominación mundial, fundamentados en el liberalismo económico, que han justificado durante años la existencia de economías basadas únicamente en la producción de materias primas y con un bajo nivel de industrialización que impide su […]
La transformación de los países del llamado tercer mundo en potencias puede lograrse al haber una ruptura con modelos ideológicos de dominación mundial, fundamentados en el liberalismo económico, que han justificado durante años la existencia de economías basadas únicamente en la producción de materias primas y con un bajo nivel de industrialización que impide su desarrollo.
Tal proceso de ruptura es definido como «insubordinación fundante», teoría propuesta por el investigador argentino Marcelo Gullo, quien sostiene que países como Inglaterra y Estados Unidos basaron su desarrollo en el impulso estatal y la aplicación de medidas proteccionistas que robustecieron sus economías, sin embargo, han ejercido su dominación en este campo haciéndole creer a los países subdesarrollados en la atomización del Estado como estrategia de crecimiento, apegados a una supuesta teoría económica que sustenta al pensamiento liberal burgués.
En entrevista con la Agencia Venezolana de Noticias, Gullo explicó que la teoría propuesta parte de la hipótesis de que «todos los procesos emancipatorios, de construcción de poder nacional y de desarrollo exitosos han sido resultado de una insubordinación ideológica contra el orden establecido por la potencia hegemónica, más un adecuado impulso estatal».
Sostiene el también politólogo que este proceso de insubordinación es necesario en este momento luego de una etapa de dominación iniciada por Gran Bretaña durante la segunda mitad del siglo XVIII, con la Revolución Industrial, y adoptada después por Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial.
«A partir de ese momento Inglaterra conquistó el mundo imponiéndole algo que ella vendía como ciencia, pero que en verdad no era ciencia, sino que era una ideología», precisa para referirse al liberalismo económico y la tesis de la división internacional del trabajo, con lo que el país europeo «conquistó para sí más mercados», mientras que los países subdesarrollados fueron conminados a la monoproducción agrícola o minera en África y Latinoamérica.
«Lo peligroso de esto es que Estado Unidos, después de haber sido durante 100 años proteccionista, al final de la Segunda Guerra Mundial, toma esta teoría inglesa y se convierte también en garante y promotor en el mundo del liberalismo económico, para dejarnos a todos nosotros un estado de subdesarrollo endémico y perenne», explica el historiador.
El investigador parte de hechos históricos concretos como el proteccionismo gubernamental impuesto por la reina Isabel I de Inglaterra (1533-1603), que produjo el crecimiento de la actividad comercial, al otorgar tierras a quienes las trabajaran, establecer un salario mínimo que permitió la conformación de un mercado interno y un intervencionismo estatal que abrió las puertas a la industrialización.
Asimismo, Estados Unidos, luego de su independencia (1776), se convierte en un estado promotor de la industria, aplica el proteccionismo e incluso llega a prohibir la inversión extranjera en actividades como la minería «luego cuando salió victorioso de la Segunda Guerra Mundial, se transformó en paladín del libre comercio diciendo que era un pecado poner barreras proteccionistas», señala Gullo.
Como respuesta a la irrupción de esta dominación ideológica, Gullo resalta la estrategia de Alemania, país que recién unificado (1871) aplicó la insubordinación fundante al rechazar la visión paradigmática de Inglaterra y utilizar el proteccionismo para impedir la llegada de productos británicos al tiempo que iniciaba su desarrollo industrial. «Para que haya la insubordinación, un país dominado tiene que rechazar la ideología (del país hegemónico)», explica el investigador.
En 2010, a través de Horacio Ghilini y Mario Morant, dirigentes del Sindicato Argentino de Docentes Privados, Gullo hizo llegar su libro La insubordinación fundante. Breve historia del poder de las naciones, a las manos del comandante Hugo Chávez, quien valoró esta teoría como tesis orientadora de la política exterior venezolana y a quien el autor considera como el primer mandatario de la región en la historia contemporánea que se trazó la meta de «pasar a la etapa de una Venezuela como potencia industrial», cuyo antecedente más cercano fue Juan Domingo Perón (1946-1955) en Argentina.
Resalta que con el proceso revolucionario venezolano Chávez sentó las bases para alcanzar una insubordinación fundante que permita a Venezuela eliminar la dependencia de la renta petrolera, «ha ido en ese camino, lo que falta ahora es poner en acción ese camino», expresa al tiempo que destaca este objetivo como uno de los lineamientos en los que más ha insistido el presidente Nicolás Maduro.
También sostiene que para allanar el camino para un desarrollo económico alternativo al modelo hegemónico actual, que justifica valores, formas de vida y un aparato estatal mínimo, «el poder popular debe estar muy claro de que acá hay una ideología de dominación, y esa ideología de dominación es el liberalismo económico, la división internacional del trabajo».
Esta ideología debe ser rechazada por un poder popular «que acompañe la conducción política en la construcción de una Venezuela potencia, dentro de una suramérica potencia», señala el académico, quien visitó Caracas para participar en el Primer Encuentro Internacional por la descolonización de la Educación, realizado en diciembre, y presentar su libro en el Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional que forma parte de la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela.