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Teoría literaria Un libro sobre Edward Said: Dialogando con Said

Fuentes: Diario El Mercurio

Edward Said murió el 24 de septiembre de 2003. Fue el último de los pensadores que hicieron su trabajo en conexión con el programa de los movimientos de liberación nacional, descendiente en este sentido de Frantz Fanon, y el primero de los poscoloniales, de los que desde la contemporaneidad filosófica y política analizan y cuestionan […]

Edward Said murió el 24 de septiembre de 2003. Fue el último de los pensadores que hicieron su trabajo en conexión con el programa de los movimientos de liberación nacional, descendiente en este sentido de Frantz Fanon, y el primero de los poscoloniales, de los que desde la contemporaneidad filosófica y política analizan y cuestionan la herencia no siempre admirable de esos movimientos, como Gayatri Spivak u Homi Bhabha. Discípulo confeso de Fanon, Said asumió la causa de la liberación palestina como una causa identitaria y nacional, aunque situándola en un contexto universal. Precursor de Spivak y Bhabha, entendió que esa causa no podía ser excluyente; que la nación por la que él bregaba no era el reciclaje de una esencia sino una realidad por inventarse, dentro de la cual las diferencias podían convivir.

El libro que hoy comento es la traducción de uno que publicó la Universidad de Chicago en 2005. Editado por Homi Bhabha, crítico y profesor en Harvard, y W.J.T. Mitchell, director de la revista Critical Inquiry, reúne colaboraciones de diecisiete intelectuales del más alto vuelo como son Daniel Barenboim, Noam Chomsky y Gayatri Spivak. Amigos, seguidores, admiradores todos ellos de Said, entre lo que unos y otros tienen que decir se va configurando el retrato de una conciencia libre y alerta. Profesor, crítico literario consumado, músico, activista político, en todos y cada uno de los planos en que le cupo actuar Said les (y nos) dejó un legado de conocimiento e inteligencia, honestidad y coraje.

Buenos amigos tenía Said. Este volumen, que no quiere ser una serie de estudios formales sobre su obra, ni menos todavía de estudios sobre cosas heterogéneas escritos «en su homenaje», sino más bien un diálogo amoroso (aunque no siempre condescendiente, algo que a él no le hubiese gustado) con su personalidad intelectual, mantenido por quienes lo conocieron de cerca es, francamente, una fiesta. Está escrito a propósito de su muerte, eso es verdad, pero nos lo muestra vivo y disfrutando de buena salud, como alguien con quien es perfectamente posible, y los autores de los artículos lo comprueban una y otra vez, «continuar con la conversación». Ya se quisiera uno tener amigos como estos: ex alumnos, como Timothy Brennan y el propio W.J.T. Mitchell; colegas, como el filósofo Akeel Bilgrami; historiadores del Este Asiático, como Harry Harootunian; subalternistas, como Ranajit Guha; neocomparatistas, como Aamir R. Mufti (discípulo, además); críticos culturales y poscoloniales, como Bhabha y Spivak, o como Gyan Prakash; músicos, como Barenboim; luchadores de la causa palestina, como Saree Makdisi; o activistas en el escenario global, como Chomsky.

La biografía es conocida: Said nació en Jerusalén, en 1935 y se educó primero en El Cairo y después en Estados Unidos. Estudiante universitario en Princeton y en Harvard, se doctoró en literatura comparada a cuya enseñanza se dedicó más tarde, sobre todo en la Universidad de Columbia, sin abandonar por eso sus aficiones musicales. Todo eso hasta 1967, cuando se produce la ocupación por parte de Israel de Gaza y Cisjordania, y Said reclama un puesto junto a la causa palestina.

Desde 1967, la preocupación política se constituye en un factor determinante de su vida y su trabajo. Fue consejero y amigo de Arafat y posteriormente su crítico a raíz de los llamados «Acuerdos de Oslo», que a principios de los 90 intentaron resolver el «problema» de los palestinos transando algunas de sus demandas principales. De ahí en adelante Said siguió solo o con unos pocos adherentes. Renunció a su condición de miembro del Consejo Nacional Palestino y su posición sobre el conflicto y mantuvo una posición sin cambios afirmando la posibilidad e incluso de la necesidad de un Estado binacional. Chomsky, quien fue su compañero de aventuras improbables, opina que el Estado binacional fue algo concebible entre 1967 y 1973, cuando, habiendo conquistado los territorios, Israel estaba «en posición de resolver el problema», pero que después, «a mediados de los 70, el tema de un Estado binacional había desaparecido porque para esa época el consenso internacional por primera vez tomaba forma, y tomaba forma alrededor del establecimiento de dos Estados». Esto finalmente condujo a lo de Oslo, donde se estaba fraguando, según Chomsky, «una completa traición por parte de Arafat».

Por eso, Said se hizo a un lado, aun cuando no abandonó su pasión crítica. En esta vena, había publicado Orientalismo, su libro más famoso, en 1978, todavía bajo la influencia de Foucault, y Cultura e imperialismo, en 1993, donde se saca a Foucault de encima e inicia una recuperación de su humanismo inicial. Junto con eso, otros libros (me limito a lo básico), como Out of place, su conmovedora autobiografía, en el 99. Pero, además, artículos en The Nation, The Guardian, Counterpunch y varios otros medios, sobre literatura, arte, música y política. En uno de sus últimos trabajos, Humanism and Democratic Criticism (2004), Said, que había escuchado el alegato antihumanista de Foucault y en general el de los postestructuralistas, recoge las riendas, hace la crítica de eso y reivindica, como dice Paul Bové en este libro, «la supervivencia de la especie humana». Le escribe Brennan: «Luchaste por no ser absorbido por las variantes morfológicas de los tropos de ‘hibridez’ y ‘migrancia’ que dominaban el ambiente de la crítica poscolonial a principios de los 90. De hecho, tu término crítica de contrapunto fue ideado como alternativa a la hibridez, invocando imágenes más de armonizaciones y contactos independientemente orientados que de mixtura y complicidad». Con eso solo, creo yo, la vigencia actual y futura del maestro está más que asegurada.

http://www.palestinalibre.org/articulo.php?id=3087#
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