El 26 de diciembre del 2004 se produjo una matanza peor que la del 11 de septiembre del 2001. Un sismo en Aceh y la ola que éste produjo provocaron uno de los peores cataclismos de los últimos siglos. La respuesta que están dando los líderes planetarios al catástrofe del sudeste asiático son, pese a […]
El 26 de diciembre del 2004 se produjo una matanza peor que la del 11 de septiembre del 2001. Un sismo en Aceh y la ola que éste produjo provocaron uno de los peores cataclismos de los últimos siglos. La respuesta que están dando los líderes planetarios al catástrofe del sudeste asiático son, pese a ello, de mucho menor envergadura con relación a la inmediata, contundente y billonaria reacción comandada por Bush ante la voladura de las Torres de Nueva York. Mientras, la diplomacia se ha centrado en la ‘guerra anti-terrorista’, la ‘madre tierra’ ha vuelto a demostrar que los cambios geológicos o climáticos son, como vienen advirtiendo muchos científicos, mucho más peligrosos que todos los bombazos de Al Qaeda.
En las vísperas del día de los inocentes, la Tierra castigó a millones de inocentes. Se calcula que los muertos pueden llegar a ser cien mil o más. Esta cifra de por sí es mayor que la de todos los muertos producidos en todos los bombazos ‘terroristas’ juntos de toda la historia. Sin embargo, debido a las epidemias y a la falta de comida y agua potable las víctimas podrían duplicarse, tal cual advierte David Nabarro de la organización humanitaria mundial.
Hasta la fecha los ataques simultáneos más audaces de al Qaeda han sido hechos contra blancos geográficamente relativamente cercanos. El atentado telúrico del 26-D ha golpeado simultáneamente a cientos de pueblos esparcidos en el Norte, Oeste y Este del Indico, el tercer océano del planeta. El sismo ha afectado a una docena de países, algunos de los cuales nunca han tenido mayor contacto comercial o cultural entre ellos. El asesinato en masa ha afectado a pueblos de Tanzania y Tailandia, separados por más de 6,000 kilómetros de mar y lenguas, comidas, historias y religiones que casi no se han entrecruzado.
Tanto por su sorpresividad, amplitud global y efecto sanguinario los atentados telúricos son mucho más letales que cualquier atentado que haga un grupo clandestino. Este sismo habría movido el eje terráqueo y sepultado una veintena de islas.
No existe un sistema de prevención internacional de tsunamis
Los sismos no son cosas extrañas en la tierra. Cada año se producen varios de ellos. Nuestra planeta se mueve, los continentes de desplazan y hay constantes choques entre placas tectónicas. Dennis Smith (New York Times) daba cuenta que el terremoto chileno de 1961 produjo ola de hasta doce metros que viajaron 10,000 kilómetros hasta Hawai. No obstante, una ola 50 veces mayor a ésta o a la de del 26-D se dio en 1958 en la bahía Lityya (Alaska) donde un tsunami produjo olas de más de 500 metros de alto. Hace 71,000 años otro sismo en la misma isla de Sumatra, donde se dio el reciente tusnami, habría llenado de tanto carbón la atmósfera que ello dificultó el ingreso de rayos solares y abrió una edad de hielo.
Indonesia ha producido otros cataclismos que han afectado la vida a miles de kilómetros de distancia. Son célebres los del Monte Tambora (1815) y Krakatoa (1883).
Pese a ello, no ha existido un sistema de prevención internacional de tsunamis en el Indico, cosa que si hubiese para el Pacífico. La construcción de un sistema de alerta para la región hubiera costado apenas $ 250,000, la cuarta parte de lo que cuesta un misil lanzado sobre Bagdad.
El mundo requiere de una red de prevención de sismos
El descuido ha sido mucho mayor. El observatorio de Hawai habría pronosticado el arribo de olas pero no tenía como comunicarlo o, lo que es más grave, algunos receptores se negaron a implementar medidas bajo el argumento que eso podría espantar turistas. Eso es lo que pasó en Tailandia, nación que acoge anualmente a 10 millones de turistas y tiene 1,5 millón de personas trabajando en esa industria. El resultado es que no sólo se han perdido vidas sino que ahora las agencias no recomiendan a los viajeros ir a ese país.
El mundo requiere de una red de prevención de sismos y luego, cuando éstos se producen, de reacción humanitaria inmediata.
El terrorismo telúrico puede atacar cualquier continente. El 26-D se dio casi en el 96 aniversario del terremoto del estrecho de Messina que asesinó similar número de personas en Italia. Un peligro latente está en Las Palmas (Islas Canarias) donde se prevé que tarde o temprano allí se producirá un tsunami que podría arrasar Nueva York.
La doble política empleada por los aliados generará más resentimientos en el mundo islámico y el subdesarrollado
La tragedia del sudeste asiático podría ser utilizada por los líderes mundiales, y en especial de la coalición anti-terrorista, para mostrar cuanta dedicación tienen para proteger vidas. Sin embargo, cuando ya ha pasado más de media semana ninguno de estos líderes y ni sus ministros de relaciones externas han visitado cualquiera de los países afectados (donde están India e Indonesia, dos de los cuatro países más poblados del mundo). Mientras Kofi Annan ha cancelado sus vacaciones, Blair considera que la escala letal no merece que él interrumpa las suyas propias.
El 28 de diciembre EEUU dijo que donaría 15 o 35 millones de dólares para los damnificados. Esta cifra equivale a lo que ha costado una a tres horas de bombardeos sobre Iraq. Dicho anuncio no era un chiste dicho en el día de las bromas, sino una confesión de cuales son las prioridades mundiales de Bush.
El reciente terremoto iraní, pese a que produjo unas 50,000 muertes, tampoco mereció mayor ayuda anglo-americana. Miles de veces más ambas potencias gastaron en las guerras a los dos vecinos de Irán.
EEUU sigue sin suscribir el protocolo ecológico de Kioto o dejar de ser la nación que más anhídrido carbónico produce y daños a la capa de ozono genera. No elimina sus armas nucleares y bioquímicas con las cuales puede arrasar varias veces a toda la humanidad.
Con una fracción de lo empleado en espiar y combatir a Al Qaeda se puede montar sistemas de prevención telúrica y de ayuda inmediata en muchas regiones.
El hecho que la prioridad sea una guerra cuyo trasfondo es buscar mayor poder y también control sobre el petróleo es algo que, a la larga, puede ir contra Europa y Norteamérica.
Los dos lugares donde el terrorismo telúrico más ha golpeado (Indonesia y Sri Lanka) son considerados los dos principales ‘nidos de terroristas’ y ‘bombas humanas’ del sud asiático. Aceh, epicentro del sismo, es el reducto de un añejo movimiento separatista musulmán en medio del país con la mayor población musulmana del mundo: Indonesia (república donde viene creciendo al Qaeda y desde donde irradia propaganda y activistas que actúan en las vecinas malasia, Tailandia y Filipinas).
La doble política empleada por los aliados generará más resentimientos en el mundo islámico y el subdesarrollado. Diversos movimientos interesados en hacer crecer el sentimiento anti-imperialista podrán ahora mostrar inconsistencias. Podrán aducir que EEUU gasta billones en invadir otros países (aunque Bin Laden siga libre y allí la mayor parte de las víctimas nada tengan que ver con Al Qaeda), mientras que poco hace por ayudar a los damnificados.
Una tragedia tan terrible como la del 26-D es ver cómo los principales líderes mundiales siguen pensando que el enemigo central son núcleos secretos de terroristas, cuando hay problemas más graves que resolver, los mismos que, de ser afrontados y solucionados, logran que el mundo sea menos desigual y que la población mundial pueda mirar con otros ojos a los líderes occidentales.