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TLC, otro detonante social en Ecuador

Fuentes: Rebelión

Sin supuestamente comprender la fuerza de los movimientos sociales así como el posible daño que podría sufrir la economía, el gobierno ecuatoriano del presidente Alfredo Palacios se apresta a concluir el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos. A principios de marzo, durante una visita efectuada a la ciudad de Miami, Palacio afirmó a […]

Sin supuestamente comprender la fuerza de los movimientos sociales así como el posible daño que podría sufrir la economía, el gobierno ecuatoriano del presidente Alfredo Palacios se apresta a concluir el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos.

A principios de marzo, durante una visita efectuada a la ciudad de Miami, Palacio afirmó a la prensa que su país firmará el TLC pero busca algunas soluciones favorables sobre todo en la agricultura y la propiedad intelectual.

El mandatario se autoproclamó un defensor a ultranzas del libre comercio y que desea la conclusión del Tratado pues esos acuerdos son beneficiosos en la era de la globalización.

Ecuador, Colombia y Perú, iniciaron en mayo de 2004 negociaciones en conjunto para un TLC con Estados Unidos pero los dos últimos alcanzaron acuerdos con máxima premura y por separado con los estadounidenses.

Las conversaciones entre Quito y Washington se reanudarán el 23 de marzo próximo y se espera cerrar los diálogos en el menor tiempo posible.

Desde hace meses la situación se ha ido caldeando en Ecuador con protestas sindicales por mejoras salariales, paralizaciones en las zonas petrolíferas por falta de pagos a los trabajadores y en los últimos días por la decisión de numerosas organizaciones sociales de realizar un levantamiento popular si se firma el TLC.

Los pasados 8 y 14 de marzo, organizaciones estudiantiles, campesinas e indígenas, trabajadores y jubilados efectuaron paros preventivos como preludio a manifestaciones mayores si no se oyen sus demandas.

El Frente Unitario de Trabajadores (FUT) exige al gobierno que eleve en 30 dólares el salario mínimo vital, cifra que fue aprobada en enero por el Consejo Nacional de Salarios pero impugnada por los empresarios y el Ejecutivo, que finalmente aprobó un aumento de solo 10 dólares. Tras las protestas, el gobierno aceptó abrir nuevas negociaciones.

Asimismo, la producción de petróleo en las provincias amazónicas de Napo, Orellana y Sucumbios, donde se asienta la mayor parte de esa industria en Ecuador ha sufrido constantes paralizaciones debido fuertes protestas obreras.

Unos 2 000 trabajadores pertenecientes a firmas privadas que ofrecen servicios a Petroecuador bajo la modalidad de subcontratación de personal, exigen a la estatal que pague una deuda de 51 millones de dólares a sus compañías para recibir sus salarios.

La protesta del día 14 fue convocada por la Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE) demandando el retiro inmediato de las negociaciones del TLC, la nacionalización del petróleo, la expulsión de la empresa petrolera estadounidense Occidental y la convocatoria a una asamblea constituyente.

Ecuador tiene una de las deudas más caras de la región pues gran parte del débito externo tiene tasas de interés de 12 % (bonos globales 2012 que reemplazaron a los bonos Brady) por lo que su servicio o pago es oneroso para el país al restarle recursos para los sectores sociales.

Para cancelar su abultada deuda externa que se ubica en cerca de 15 500 millones de dólares, y poder adquirir nuevos fondos financieros, el anterior gobierno de Lucio Gutiérrez decidió, bajo presión del FMI, dedicar más de la mitad de sus ingresos al pago de ese compromiso mientras se dirige a la salud y la educación apenas el 10 %.

La mayoría de los ingresos del petróleo son absorbidos por las transnacionales que reciben beneficios de hasta un 80 % de las ganancias como es el caso de la española Repsol y de la norteamericana Occidental (Oxy).

Además, las compañías son exoneradas del pago del impuesto a la renta y por tanto, realizan un saqueo indiscriminado de las riquezas del país.

Hace seis años, en el país andino se decretó la dolarización de la economía y desapareció la moneda nacional como una vía para enfrentar la hiperinflación y resolver todos los problemas. La medida bajó la inflación, pero no reactivó la economía pues la actividad no petrolera solo crece como promedio un 2 % anual.

Pese a sus abundantes recursos exportables como petróleo, banano, camarón, cacao y café, en Ecuador el 70% de sus 12 millones 500 000 habitantes, viven en la pobreza.

El Programa de naciones Unidas para el Desarrollo PNUD, puntualizó que el crecimiento de ese índice se encuentra íntimamente relacionado con el aumento de la desigualdad en la distribución del ingreso pues el 20% de la población ecuatoriana más pudiente, absorbe el 60% de ese rubro a nivel nacional, mientras el 25% de las personas más desposeídas solo recibe el 4% del Producto Interno Bruto.

Los índices de desempleo y subempleo, alcanzan unidos, la cifra del 46% de la población económicamente activa.

Resulta sintomático que Alfredo Palacios, cuando aun era vicepresidente de la República (antes del derrocamiento popular de Lucio Gutiérrez en abril de 2005) reconoció que «se han reducido las asignaciones para la educación, la salud y todo lo que es obra social…y deberíamos invertir en eso y en la reactivación productiva para no tener que depender del préstamo ni de las migajas.»

Con la entrada en acción del TLC, lo que queda aún de Petroecuador acabaría en manos de las transnacionales que están ansiosas además por abrir más de 140 pozos de crudo que se han cerrado por falta de financiamientos. Dirigentes sociales aseguran que las pequeñas y medianas empresas estatales tendrán que ceder ante el empuje financiero y las prebendas que se le otorgarán al capital privado en detrimento de las grandes mayorías.

El presiente del Frente Unitario de Trabajadores, Mesías Tatamuez explicó que los paros han sido solo un llamado a las autoridades y que el grueso de la protesta se prevé para fines de este mes.

El dirigente sindical Nelson Erazo señaló que las calles se volverán a llenar de manifestantes pues el TLC acrecentará los estómagos vacíos de los trabajadores y frente a eso nadie va a poder detener la lucha social y popular que se avecina.