‘Comida es un instrumento de control y hay que utilizarlo de tal forma para que ningún país ligado a EEUU nos traiga problemas’. John Bloch, ex secretario de agricultura. Tanto se ha escrito sobre lo nefasto de los Tratados de Libre Comercio (TLC) bilaterales entre los países desarrollados y los subdesarrollados, en especial entre Estados […]
‘Comida es un instrumento de control y hay que utilizarlo de tal forma para que ningún país ligado a EEUU nos traiga problemas’. John Bloch, ex secretario de agricultura.
Tanto se ha escrito sobre lo nefasto de los Tratados de Libre Comercio (TLC) bilaterales entre los países desarrollados y los subdesarrollados, en especial entre Estados Unidos y sus vecinos del Cono Sur, que es completamente incomprensible cómo hasta ahora los gobernantes del Perú, Colombia, Panamá, Costa Rica y de algunos otros países centroamericanos se hacen de la vista gorda y no quieren entender que la firma de estos documentos elaborados en EEUU con unas 400 páginas llenas de trampas, anulará la soberanía nacional abriendo camino a la invasión silenciosa norteamericana en términos económicos, políticos, militares y culturales.
En ninguno de los países involucrados fueron publicados o discutidos los puntos de estos tratados con la participación del pueblo. En realidad fueron impuestos por Norteamérica a esos presidentes cuya seguridad financiera y jurídica dependen de la voluntad del Gran Patrón que conoce los lados oscuros de cada uno de ellos. Ansiosos de sobrevivir, los gobernadores criollos movilizan todos los medios de comunicación a su servicio para crear una ilusión más sobre ‘el bienestar y la riqueza que traerá el TLC a la población’. Pero, Ay, ninguno dice, que los países industrializados jamás en su historia firmó alguno de estos tratados sin llegar antes a un alto nivel del desarrollo socioeconómico y sin crear barreras proteccionistas para su economía nacional.
Actualmente, todo el Sistema Económico Mundial está regido por 100 megacorporaciones pertenecientes a los países desarrollados y a cuyo servicio está cada uno de estos Estados. Entre cien economías más grandes, 51 son corporaciones multinacionales, como Wal Mart, por ejemplo, cuyo ingreso de unos 200 mil millones de dólares supera tres veces todo el
Producto Bruto interno del Perú. Son megacorporaciones las que elaboran el contenido del TLC para cada país con el propósito de no solamente apoderarse de los recursos naturales, sino de toda la infraestructura de cada país tomando el control sobre la salud, educación, agua, saneamiento, energía, bancos, turismo, transporte, construcción, correos, servicios jurídicos, servicios inmobiliarios, publicidad, bibliotecas, medios de comunicación etc., etc.
En el modelo económico neoliberal que implantan en cada país involucrado, no queda ningún espacio para las comunidades campesinas cuyo modo de producción colectiva es antagónico al neoliberal. Entonces, las primeras víctimas son las comunidades. En México después de 13 años del TLC con EEUU y Canadá cuatro millones de campesinos mayormente pertenecientes a las comunidades, empujados por el hambre, tuvieron que abandonar sus pueblos e inmigrar a las ciudades o a Estados Unidos. Los indígenas de Costa Rica, el país próximo a firmar el TLC contra la voluntad de su pueblo, dieron un grito de alarma frente al peligro que les espera de perder las pocas tierras que aún quedan en sus manos. En opinión del dirigente indígena e investigador de la Universidad de Costa Rica, Alí García, ‘nuestros derechos se violarán todavía más con el TLC, sobre todo el acceso a nuestro territorio. Si nuestro modelo de vida no encaja en el TLC vamos a desaparecer ya que no hay ninguna mención en estos tratados que ponga en alto la existencia de nuestras comunidades’.
Siendo la agricultura segunda prioridad después de la energía para Estados Unidos, debido a la escasez de alimentos que sufrirá el planeta en los próximos 20 años, el TLC está diseñado para que Norteamérica tome el control de la producción de alimentos en cada país involucrado, haciendo desaparecer los productos autóctonos e imponiendo los cultivos genéticamente alterados que traerán fabulosas ganancias a las corporaciones como Monsanto, Dupont y algunas otras. México ya perdió su Banco de Maíz con su fondo genético de este millonario cultivo.
El Banco de Papa del Perú está bajo el control norteamericano y no cabe duda que con el TLC se perderá el fondo genético de papa que incluye miles de variedades de este producto originario del Perú. Para los dirigentes como Oscar Arias, Felipe Calderón, Alan García, Alvaro Uribe y muchos otros las ganancias de Monsanto son más importantes que la sobrevivencia de sus pueblos.
Que la Pacha Mama nos proteja.