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Una historia sobre los "sin techo" en Venezuela

To exist is to resist

Fuentes: Rebelión

Estas palabras nacieron sobre una pared de Palestina donde la poesía de su asociación hace frente a la ironía de su situación. Nacieron del pincel de un combatiente zapatista y ya nunca dejaran de seguir la ondulación de una mano dibujando «To exist is to resist»… Se trata de una disociación entre la existencia y […]

Estas palabras nacieron sobre una pared de Palestina donde la poesía de su asociación hace frente a la ironía de su situación. Nacieron del pincel de un combatiente zapatista y ya nunca dejaran de seguir la ondulación de una mano dibujando «To exist is to resist»…

Se trata de una disociación entre la existencia y existir cuya única aproximación se hace gracias a un reactor que no distingue resistencia de resistir. Esto podría haber sido un concepto común si hubiera sido filosófico haciendo referencia a la lucha diaria de cada uno, pero no se trata de eso. Si es común es por la indiferencia que causa o por el número de personas a quienes se refiere pero siempre dentro de esta indiferencia, algunas veces mesurada, puesto que es también pasión que puede provocar.

Está allí. En nuestros campos, en nuestras calles, en nuestras universidades o en nuestros barrios. Está allí para hacer frente a un sistema asesino excluyente, excluyendo a la gente en nombre del dinero. Pero su existencia está en la resistencia puesto que es para existir que eligieron resistir…

Año 2007. Caracas, Venezuela. El contexto internacional envía imágenes al mundo entero que definen el bien y el mal, haciendo del país de Chávez un tema de Política Exterior que molesta, campo de toda clase de manipulaciones recordándonos que el mundo no es un remanso de paz tranquilo. Que el mundo es una lucha para cada uno, quién quiera que sea…

Es aquí donde surge el encuentro con Eduardo, mochila clavada sobre los hombros, gorra negra, el paso adelantado saludando a camarada tras camarada. Hace cerca de 30 años que Eduardo es «el» pintor de la plaza Bolívar, centro histórico de una capital símbolo de su país, dividida en dos, «mundializada», y fuente de una ebullición vital para una sociedad que se atreve al cuestionamiento. Tiene 59 años, el tinte mate en recuerdo de su padre criollo y es el primer vocero de los Obreros de las Artes, un pequeño taller improvisado en un terreno abandonado a algunos pasos de la avenida Urdaneta tras una toma. Son 9 a residir allí. Pintores, escultores, artistas plásticos, todos cincuentones o más, sin olvidar de defender la revolución que les permitió tener este espacio, aunque las condiciones no sean perfectas. En la actualidad, existen. Y luchan por sus condiciones de vida y el ejercicio de su arte, reflejo de su historia, a veces guerrillero, a veces olvidado de las calles, a veces padre olvidado.

«Sin Techo»

A algunos pasos de allí se encuentra la sede de los «Sin Techo», también obtenida tras una toma, punta de lanza de la organización popular. Agrupan más de 40.000 familias en todo el país y tienen en su palmares más de 160 edificios tomados… Existen para responder a una necesidad común a todos, la de tener un techo ; derecho retirado a numerosas personas lejos de las perspectivas de igualdad y de justicia y lejos de los centros de las ciudades, agrupadas en «ranchos» o haciendo de la calle un hábitat forzado.

Su historia está vinculada a la de la Revolución Bolivariana, nacida el mismo año, luchando por ella y fundando sus esperanzas de consagración en la que transpone sus problemáticas en los que la sostienen. Esto porque la lucha de los «Sin Techo» representa seguramente el corazón de un volcán en llamas, la unión de numerosas personas demasiado tiempo expuestas en situación de exclusión social que han decidido auto-organizarse para no tener que vivir más en esta calle común a todos, y asesina para algunos…

A partir de los primeros años de la República Bolivariana, Venezuela se posicionó en contra de uno de los principios de opresión más desarrollados en las democracias modernas estableciendo una política de participación activa. Comités, consejos comunales, asambleas… el número de organizaciones populares registró un neto crecimiento que permitió una puesta en común de la problemática, de los objetivos, yendo hacia una perspectiva de acción antes difícilmente posible para numerosas personas. Es en este contexto que se surgieron los «Sin Techo» que algunos años más tarde convocaron cerca de 500.000 personas para una manifestación por el derecho al alojamiento…

Un contexto muy positivo que toleró un cuestionamiento de la propiedad privada pero que no olvidó transmitir también sus contradicciones. La deriva presupuestaria del Gobierno en cuanto a la orientación de los créditos hace que a menudo las estructuras populares estén en búsqueda de fondos y que deban concentrarse en una autofinanciación difícil mientras que los petrodólares llenan las cajas de Miraflores y no sólo eso… El hecho de que la población esté dividida en dos ha implicado confrontaciones con la policía municipal de algunos municipios dirigidos por la oposición que han llegado hasta intercambios armados y la pérdida de camaradas. Una guerra submarina llevada a cabo por los propietarios de los edificios que se traduce también en detenciones abusivas o tentativas de desalojo que hace que los «Sin Techo» están en una zona de no derecho entre tolerancia y opresión.

Las Tomas

Pero durante estos años, después de su primer acto de desobediencia civil que fue la toma del edificio que es actualmente su sede, los «Sin Techo» establecieron un trabajo administrativo que ha permitido el censo de 40.000 familias intentando ponerlos en relación con los distintos servicios de ayuda disponible (FONDUR, etc). Aun así el número de personas necesitadas y la urgencia de la situación hizo que el corazón de la lucha tomara su sentido en las ocupaciones de edificios, las tomas, el acto de resistencia más importante. No solamente por su sentido simbólico sino sobretodo por el hecho de que tras esta lucha «callejera», han sido 2,3,4,30 ó 40 familias que han podido dormir bajo un techo señal de esperanza.

La toma en si misma es un acto comunitario que tiene como objetivo la ocupación y la instalación de familias en los edificios. Después de localizar el «objetivo», un lugar desocupado, el acto reúne a todos los miembros de la comunidad para forzar el pacto que permitirá a los nuevos inquilinos de emplazarse. Manifestación de lucha por excelencia, 100 personas se reúnen bajo las farolas del centro de la ciudad, impacientes por ver las puertas abrirse bajo la presión que ellos, personas del pueblo, habrán producido entre rabia y sufrimiento. La entrega llega en el momento en que los primeros cruzan la puerta y cuando finalmente todos entran. No en sus casas, sino en «la toma». Y entonces las familias se apropian del sitio y ocupan el lugar que será objeto de negociaciones forzadas con el propietario de estas paredes anestesiadas por el tiempo para que el que tiene acepte a los que, como él, son…

Los «Sin Techo» tienen un funcionamiento contra-asistencial promocionando a su vez la auto-organización. Una vez en el edificio, la única norma decretada es la constitución de organizaciones comunitarias de vivienda (OCV), puesto que nadie será propietario sino que se vivirá en convivencia. Deberán responder los unos por los otros debiendo desarrollar normas comunes. Los consejos locales existen para administrar la vida comunitaria y permitir la instauración de proyectos que miren hacia el futuro, el único punto por el cual los «Sin Techo» permanecen en relación con el edificio…

La propiedad social

Su combate comienza realmente tras la resolución de su problema aceptando el hecho de que la solución propuesta no puede ser sino parcial, que su lucha no se detiene en obtener un techo sino en construir un modo de vida basado en otros valores.

Todos se enfrentan con su situación personal definida en la exclusión social puesto que es en la calle donde crecieron o en un «ranchito» donde se construyeron, pero esta confrontación es sobre todo contra un mundo que los consume y contra el cual eligieron la insurrección.

Y para eso se basan en algo muy simple que todo ser humano está en capacidad de aceptar pero que constituye la base de nuestra economía moderna atreviéndose al cuestionamiento de la propiedad : que la tierra no pertenece a nadie. Que cada ser humano tiene el derecho de respirar, de vivir y de poder dormir bajo un techo sin tener que prostituirse. Que la propiedad privada va en contra de la libertad y de la igualdad favoreciendo una especulación de la que sacan provecho unos pocos. De ahí nació un concepto de propiedad social que se define en su interés colectivo y que por tanto defiende que no se puedan poseer 50 apartamentos por puro interés comercial. Un concepto que afirma también que la tierra no puede ser objeto de privatización ya que debe de estar cultivada porque la soberanía alimentaria es primordial a toda escala y que muchas son las personas que sufren de desnutrición al destinarse campos de remolacha para hacer golfs. Un concepto que acepta la propiedad sólo a escala humana, respetando las necesidades primarias de cada uno y de todos y participando en la doctrina de Rousseau que hace que no haya «ciudadanos suficientemente opulentos para comprar a otros ni otros de suficientemente pobres para ser obligados a venderse».

Para eso hacen y repiten las tomas. Para eso desarrollan la auto-organización. Para eso establecen proyectos de emancipación como el de Charallave.

El proyecto Charallave

A que podría parecer una toma en pleno campo? ¿Cuál sería el interés de ir a buscar un techo allí donde no lo hay?

Charallave es una ciudad a medio camino entre La Guaira y Caracas bordeada por la autopista y el ferrocarril. Una ciudad entre industria y agricultura que se convirtió con el paso del tiempo en ciudad dormitorio pero que cuenta con unos terrenos desocupados de carne y hueso y también de asfalto y cemento. Hace varios meses que los «Sin Techo» preparan este proyecto por medio de numerosos campamentos improvisados in situ y la construcción de la planificación de lo que constituye la última fase de lo que quieren representar : una apertura hacia la auto-construcción en donde reunirse permitirá la creación de una comunidad que construirá su hábitat, sus cooperativas de trabajo, su autogestión. Un proyecto en donde se sobrepasa el marco de la búsqueda de un techo. En donde se permitirá pasar de la opresión a la emancipación.

Así pues, 40 familias forman parte de este proyecto. Algunos tomaron cursos de arquitectura para dibujar los planos de las futuras casas comunes, otros utilizaron sus conocimientos para hacer una lista de los materiales necesarios y todos se concentran en las cooperativas de trabajo que se pondrán al servicio de la comunidad : transporte, educación, salud, comercio.. se decide todo en concertación y gracias al apoyo interno de los «Sin Techo» y de otras organizaciones que pueden aportar un apoyo externo. Ciertamente, esto no oculta los problemas intrínsecos a tal iniciativa, acentuados en el caso de una población que tiene un acceso limitado a la educación y a la esperanza, y se puede asistir a una falta de participación de algunos, de concienciación. Sin embargo, lo que es seguro hoy es que Charallave ya no es para ellos un proyecto sino el nombre de la ciudad que los acogerá mañana. Las primeras casas se construirán en diciembre de 2007 con el acuerdo del propietario que prefirió suscribirse a la causa más bien que de enfrentarse a la presión popular.

La lucha por el sueño

Eduardo por su parte no irá a vivir a Charallave ; demasiado vinculado a su taller y a su lucha para la cual «Patria, Socialismo o Muerte» no es sólo un simple lema. No es solo su caso, ya que muchos son los que están agradecidos a esta revolución y a los «Sin Techo».

Los «Obreros de las Artes» se han beneficiado, y continúan beneficiándose de las tomas que ofrecen perspectivas de alojamiento pero también salas de exposiciones, de producción de TV y musical, gabinetes de odontología, espacio para las cooperativas de trabajo. Son cerca de 50 grupos los que se crearon dentro de la estructura y que están vinculados a este combate sobre el derecho al alojamiento aunque saben muy bien que en paralelo debe efectuarse un trabajo de concienciación importante : «juventud Guevarista» para las actividades deportivas, el «Canto Hindú Afroamericano» para la música, Soberana TV… al igual que Eduardo, Arrap, Corupe o Norelis. Ellos trabajadores de las artes, obreros de los sueños…

Sueños que transmiten cada semana a estos 30 niños que vienen a aprender a dibujar en lo que han soñado, siendo por el momento el papel su sola herramienta para expresarlo.

Compartir una vida en un taller no es cosa fácil; cada uno posee su vida, su historia, sus dificultades, el elemento estable para luchar sigue siendo la dignidad porque es para existir que eligieron resistir.

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