Los acontecimientos y vicisitudes que vive la revolución bolivariana, día a día confirman los argumentos de quienes afirman que el proceso de transformaciones está dirigido (contenido) por una corriente con prácticas de derecha que tiene el toro agarrado por los cuernos. Una vez más el poder de decisión de esa corriente política «bolivariana», aprovechando la […]
Los acontecimientos y vicisitudes que vive la revolución bolivariana, día a día confirman los argumentos de quienes afirman que el proceso de transformaciones está dirigido (contenido) por una corriente con prácticas de derecha que tiene el toro agarrado por los cuernos. Una vez más el poder de decisión de esa corriente política «bolivariana», aprovechando la conmemoración del derrocamiento de la Dictadura de Pedro Carmona el breve e1 día 13 abril de 2002, se montó sobre la consigna que años atrás levantaron sectores populares, sin reflexión alguna sobre el significado que la misma contenía, cuando gritaban en las marchas «si vienen como el 11 saldremos como el 13». La consigna revelaba un conocimiento político de la lucha de los pueblos, el imperio y sus perros de presa sólo comparable con la de un infante o de un aprendiz de brujo; sin ninguna reflexión sobre la historia de las consignas revolucionarias en América Latina, por lo menos. No pasarán; No volverán; No nos moverán; Venceremos; etc., etc. Esa consigna popular coreada por los colectivos populares luego del 13 de abril de 2002, sirvió a la corriente de derecha «bolivariana» para cabalgar sobre la conmemoración popular de la victoria sobre el Golpe de Estado de Pedro Carmona Estanga, y asestar otro golpe al pueblo revolucionario venezolano y mundial, escudados en que la misma idea la puso en circulación el colectivo social caraqueño años atrás. Por lo tanto «Todo 11 Tiene su 13» tiene un origen popular. Lo que no quiere decir que por tener un origen popular sea una consigna que promueva una idea revolucionaria.
Esta corriente de derecha «bolivariana» poseedora de conocimientos profesionales y técnicos en materia de comunicación, publicidad y propaganda la hizo más sintética, más manipuladora, desorientadora, exaltadora y en extremo sutil, condensándola en tres sílabas y dos números haciendo alarde maestro en el manejo de la simbología y la nemotecnia. «Todo 11 tiene su 13». «Todo 11» con un tétrico fondo de banderas negras, y «Tiene su 13» con un colorido fondo de banderas tricolores. Todo muy pero muy chévere. Una estupenda consigna para los intereses del imperio y la oligarquía, desmovilizadora y vendedora de ilusiones al pueblo bolivariano. Cumple el objetivo de alejar al pueblo de las acciones que confronten las arremetidas reales futuras de la oligarquía y el imperio. La consigna exalta la emoción popular fijando en la mente del pueblo un triunfo anticipado sobre toda repetición del efímero golpe de estado del 11 de abril de 2002, con una no menos triunfal respuesta popular a todo complot contra la revolución bolivariana similar a la del 13 de abril de 2002. Todo, elucubración y subjetividad puras. La susodicha consigna despliega un holograma frente a la visión de cada hombre y mujer del pueblo bolivariano, impidiéndole ver el real horizonte futuro de riesgos y amenazas que habrá que confrontar y conjurar.
Una comparación para ayudar a comprender
La consigna fue elaborada para producir la exaltación romántica del sector límbico del cerebro de las mayorías populares bolivarianas, diseñada con los aprendizajes profesionales enseñados por las academias para la dominación y la dependencia, fue concebida para actuar sobre el subsconciente de un sujeto social que transita el ajetreo y la rutina de lo cotidiano, el cual agotado por la explotación constante y en aumento del imperio, las transnacionales y la vieja oligarquía criolla (que está vivita y coleando) más su competidor representado en los nuevos amos del valle emergentes «bolivarianos», está incapacitado de descubrir sin una reflexión profunda el caballo de Troya oculto en esta «aterradora» consigna, hecha para «contener» a los enemigos de la revolución bolivariana;»Todo 11 tiene su 13″.
Con la consigna para conmemorar la fecha de 13 de abril de 2002 sucede algo similar a lo que sucedió con el logo de VTV, cuando lo desaparecieron y luego tras meses de mareo con un logo rechazado por todo el mundo, devolvieron al pueblo revolucionario, que lo exigía con vehemencia, algo que también es otro caballo de Troya, y no el logo símbolo de los triunfos revolucionarios más significativos de los años 2002 y 2003. El «símbolo» devuelto es una cosa construida para herir a los revolucionarios, al pueblo bolivariano y del resto del mundo cada vez que mirando las imágenes de VTV se expongan al nuevo logo. Es un objeto repelente e irritante camuflado en la V y mimetizado por los colores del tricolor nacional. Los responsables de la comunicación revolucionaria bolivariana nunca devolvieron al pueblo el logo que este conquistó a la oligarquía y al imperio en la batalla del día 13 de abril.
Las huellas de la acción devastadora de un poder antipopular
Alguien con mucho poder en el gobierno bolivariano se ha encargado de hacer lo mismo que los carniceros de Bush y Blair hacen en Irak a sangre y fuego mediante la invasión y el bombardeo diario. El imperio rompe y destruye los símbolos de los pueblos con el objetivo de quebrar su arquetipo cultural y dejarlos indefensos ante cualquiera de sus arremetidas. La única y más peligrosa diferencia con Irak es que aquí se realiza lo mismo, en algunos sectores, mediante políticas de Estado implementadas por la burocracia pública del gobierno bolivariano. Hasta ahora, no se ha necesitado bombardear a Venezuela para realizar una porción de la destrucción cultural que el imperio realiza en Irak: acabar con su cultura civilizatoria. Y esa es una terrible y significativa diferencia. Acá es mucho más peligroso y preocupante porque estas políticas imperialistas se realizan encubiertas por la propaganda revolucionaria y la movilización popular alrededor de las misiones y el desarrollo del proyecto político emancipador e integrador que representa la revolución bolivariana. Y también, es más preocupante aún, porque estos problemas políticos culturales no son del interés de la Misión Cultura, hasta ahora, el bastión revolucionario que tendría a cargo la construcción del ente futuro que se encargará del sector cultura en la revolución bolivariana.
Otro ejemplo de la acción de los bárbaros en la revolución bolivariana
El Cuartel San Carlos, una construcción militar edificada en el período colonial y reconstruida en dos oportunidades, el cual sirvió durante la IV República como cárcel política para los revolucionarios y luchadores sociales, no se ha podido proteger contra la destrucción de la mayoría de los vestigios que sus espacios contenían de más de tres décadas de represión política al movimiento popular y revolucionario. Los defensores de la cultura bolivariana no han podido, no han sabido o no han querido proteger los calabozos donde Hugo Chávez y demás comandantes de la rebelión militar 4 de febrero del 1992 estuvieron detenidos; mucho menos han protegido los vestigios de las anteriores generaciones de presos políticos. Nadie se encargó de ponerlos a salvo de la acción destructora de los demoledores «revolucionarios»: las empresas «restauradoras». Dos proyectos mil millonarios, cuyas partidas ya fueron consumidas, asignadas para la reconstrucción del Cuartel San Carlos, convertido por gobiernos anteriores en patrimonio histórico de la nación, se han encargado de destruir los más significativos vestigios de la represión política del puntofijismo y de los sucesos que desde allí conmovieron al sistema, como lo fue la famosa Fuga del Cuartel San Carlos. Los «restauradores» demolieron los túneles y vestigios de los calabozos que simbolizaban ese hecho. Y aún hoy, están a la espera de la aprobación de más presupuesto para culminar la demolición del resto de los vestigios políticos del lugar y convertirlo en un depósito o museo de arte; y no en el Cuartel del Poder Popular como lo exigen las comunidades reunidas hace poco en el lugar, convocadas para participar en la toma de decisiones acerca de su uso
El logo de VTV otro ejemplo de una acción bárbara
El Logo de VTV conquistado por el pueblo el día 13 de abril de 2002 no es un símbolo cualquiera, ni un menos símbolo que pertenece a la IV República como alegan en defensa de la medida de eliminarlo tomada por los burócratas bolivarianos. A las nuevas fichas del burocratismo pro imperial poco o nada les importa que ese mismo día 13 de abril de 2002, el logo pasó a convertirse en el primer trofeo de una lucha revolucionaria conquistado por una insurrección popular del siglo XXI, una conquista popular lograda por la primera revolución del siglo XXI: la revolución bolivariana.
Eso fue lo que destruyó la autoridad bolivariana que aprobó primero el cambió del logo, y luego de la protesta general contra un descarado símil del logo de Globovisión (Globoterror), lo reemplazaron con una cosa que tampoco es el logo de los triunfos populares sino un objeto hiriente, punzante, que atemoriza al detallarlo de manera detenida mimetizado con los colores del tricolor bolivariano. El logo actual no acompañó ninguna de las batallas populares de los años 2002 – 2003, por lo tanto, para el pueblo bolivariano no representa absolutamente nada sino un acto de traición cultural, traición a la revolución. La acción de una política comunicacional errada o quizás contrarrevolucionaria hizo que la audiencia de VTV tuviera una caída vertical, excepto el programa Aló Presidente. El logo actual no es el símbolo que conquistó el pueblo venezolano el día 13 de abril, ni menos el que reconocieron los pueblos del mundo a través de las imágenes de la televisión e Internet.
Ese golpe contra la cultura popular fue certero, dirigido también contra todos los pueblos del mundo que miran la revolución bolivariana como un ejemplo a apoyar y seguir; no fue sólo un golpe contra el pueblo venezolano. Al imperio y la oligarquía, como a todas las élites en general, les da pánico ver un pueblo izando sus símbolos en el campo de batalla; y entran en pánico si ese pueblo iza un símbolo que conquistó y arrebató a ellos mismos en una dura batalla.
Desmontando la parte I de la consigna del 13 de abril de 2007 «Todo 11 tiene su 13»
Aquel terrible día 11 de abril de 2002, el país bolivariano sucumbió. Fue derrocado. La revolución se desplomó sin pena ni gloria. Ese día fue día de duelo popular nacional, latinoamericano y mundial. Su desplome fue algo que sorprendió a los propios fascistas, al punto que los paralizó. El gobierno, o mejor dicho, los conductores de la revolución, ese día 11 de abril de 2002 fueron sorprendidos por la oligarquía y el imperio. Basta mirar con una visión crítica los videos y las declaraciones de los propios líderes de la revolución en los diversos documentales que existen sobre aquellos sucesos, entre ellos el film la revolución no será televisada, para darse cuenta de la «inocencia» antiparabólica e irresponsable de algunos dirigentes simbólicos de la revolución bolivariana, quienes desconocían sus propias fuerzas, desconectados (o aislados como ahora) de la realidad del movimiento social y militar que habían puesto en marcha con sus propios (o prestados) discursos y acciones.
Los revolucionarios no podemos conmemorar el día 11 de abril, día de la felonía, día de la humillación popular, día la derrota de la revolución bolivariana, una derrota a consecuencia de sostener en el gobierno mandos en puestos de poder de decisión política crítica en base a relaciones de amistad, nepóticas y clientelares cuarta republicanas (que todavía se mantienen), y no en base a relaciones políticas revolucionarias. Además, es algo elemental deducir que el imperio y la oligarquía no repetirán ningún 11 de abril de 2002. Éstos, a no ser que sean imbéciles o sufran de una epidemia colectiva de mongolismo, nunca repetirán las debilidades y errores que tuvieron ese día 11 de abril de 2002. Las superarán desde el principio. Eso quiere decir que si vienen a derrocar el gobierno y acabar con el movimiento popular, lo harán no como el 11 de abril de 2002 sino con un probable terrorífico baño de sangre por delante, transmitido en vivo por radio y televisión. Panamá, Chile e Irak serían los escenarios más probables, si es que no vienen con una sorpresa peor, más terrorífica.
La tarea de los revolucionarios desde este momento, y desde hace tiempo, no es prepararse para esperar un ya conocido 11 de abril, cuyo triunfo tuvo una efímera duración, irrepetible, sino impedir y anticipar cualquiera maniobra y atentado del fascismo criollo, el imperio y sus lacayos en adelante. Las consignas tienen que invitar a actuar y no a reaccionar. Esperar que el imperio y la oligarquía ataquen para contraatacar es demasiado peligroso, es una actitud más bien temeraria, se corre el riesgo de quedar muy débil en la primera embestida enemiga, sin capacidad para reaccionar por sobrevalorar las propias fuerzas y menospreciar las contrarias.
Es una tarea revolucionaria no dejar pasar el engaño que se realiza a las mayorías populares para que esperen la nueva arremetida del imperio y la oligarquía tal como el 11 de abril de 2002, fecha que nunca volverá a repetirse. El pueblo manipulado así, de manera romántica en su imaginación se ubica ocupando posiciones más temerarias, asumiendo posiciones de vanguardia que el 11 de abril de 2002 no asumió por desconcierto u otros motivos. La valentía que presenta el pueblo al asumir la consigna «Todo 11 tiene su 13», como un amuleto que garantiza el triunfo sobre los enemigos de la revolución bolivariana, se basa en el conocimiento que tiene sobre el triunfo popular del 13 de abril de 2002, una fecha que aunque se planifique, nunca se volverá a repetir. La historia es irrepetible.
El motor de toda revolución social es la energía de los pueblos
La energía que con alegría y valentía derrochan los pueblos en fechas memorables como el 11 y 13 de abril de 2002 en Venezuela y Playa Girón en Cuba no es algo muy común, más bien es algo muy raro, sólo se repite luego de un prolongado período de recuperación de las energías gastadas, emergiendo en un nuevo momento de auto convocatoria del pueblo en defensa un interés de importancia universal. Lo mismo es válido para las fuerzas populares que respaldaron a la derecha el día 11 de abril de 2002. La energía popular que gastó la derecha y el imperio en el triunfo que obtuvieron sobre la revolución bolivariana ese día 11 de abril de 2002 sólo la pueden reponer hoy con traidores, mercenarios, paramilitares, una invasión de los marines yanquis, o en un supuesto negado, como dice el propio comandante Hugo Chávez, por una auto convocatoria masiva ante una traición abierta de la dirigencia revolucionaria; eso si, con excepción del recurso del magnicidio, una amenaza latente y posible. La «amenaza» de un nuevo 11 de abril de 2002 es algo tomado en serio por ignorantes políticos, novatos revolucionarios y las mayorías explotadas debido a la labor de zapa que realizan los manipuladores y quinta columnas. Es un gran engaño.
Desmontando la parte II de la consigna del 13 de abril de 2007 «Todo 11 Tiene su 13»
La segunda parte de la consigna, «Tiene su 13», es todavía más tramposa, canalla. Aquí sus significados ocultos son más dañinos porque golpearán el subconsciente popular, atormentándolo sin compasión alguna, noche y día, dependiendo en mayor o menor medida de la frecuencia con que el pueblo se exponga a la consigna. No es casualidad el regalo masivo de la consigna como un recuerdo simbólico que representa una fecha memorable, impresa y tejida en cintillos, brazaletes, gorras y franelas que por miles se diseminaron entre los partidarios de la revolución bolivariana a lo largo y ancho del país, como símbolo del triunfo de la revolución bolivariana.
El 13 de abril de 2002 el pueblo gastó su energía para reponer un gobierno revolucionario derrocado dos días atrás, el 11 de abril; es decir, el pueblo, los descamisados en su mayoría, al poner ese día en tensión todas sus fuerzas para exigir el regresó al poder del Presidente Hugo Chávez se decidieron a echar el resto, lo que culminó con la victoria y su agotamiento, sin reparar en el significado de un regreso a ciegas, sin poner condiciones de ningún tipo al gobierno derrocado, respaldando el argumento legal (barrido por los golpistas días atrás y muy movilizador para el pueblo en ese momento) que consagra el derecho al ejercicio de gobierno que tienen todos los electos por el voto popular. También hay que dejar en claro que la movilización masiva del pueblo fue una condición necesaria, muy importante, pero no fue determinante para el regreso al poder de la dirigencia de la revolución bolivariana. Esa misma dirigencia revolucionaria que fue sorprendida por el imperio y la oligarquía, dirigencia que regresó al ejercicio del poder como el camarón, caminando hacia atrás y desaprovechando oportunidades únicas e irrepetibles, como la confianza y el derroche alegre y decidido de la energía popular puesta en la tarea, desperdiciando el momento para haber sacudido al Estado venezolano de traidores, quinta columnas, criminales, manipuladores y de miles de bichos vividores, adulantes y chupasangres que medran en su interior y atentan a diario desde posiciones de gobierno contra la revolución bolivariana con total impunidad.
La dirigencia bolivariana que el pueblo contribuyó a regresar al poder tomó la decisión política de desperdiciar ese momento, absteniéndose de ejercer el poder y castigar con legítimo y legal derecho a los enemigos del pueblo, en un momento en que nadie en el planeta habría protestado de manera pública y creíble por ello; excepto los familiares de los golpistas, debido a la intervención imperial puesta de manifiesto por el Departamento de Estado y los medios de comunicación criollos, quienes quedaron al descubierto por sus propias declaraciones y actuación descarada de apoyo al Golpe de Estado los días 11, 12 y 13 de abril de 2002, sin protección alguna que les sirviera de excusa para impedir el castigo a los golpistas.
El día 13 de abril de 2002 fueron el imperio y la oligarquía los sorprendidos de ese nuevo momento político, en esa nueva oportunidad fue la dirigencia bolivariana la que se paralizo. Quedó sorprendida por el inesperado triunfo popular sobre los golpistas. Fue así como del lado de la revolución, nadie entre la dirigencia que el pueblo contribuyó a regresar de nuevo al poder, tomó decisión política alguna para aprovechar la situación y hacer avanzar la revolución. En adelante, en su mayoría se dedicaron a la tarea de negociar los espacios burocráticos clientelares en las diversas instancias del Estado con los partidarios de los golpistas. La nómina mayor de PDVSA botada de manera pública por Chávez en un programa de Aló Presidente, fue restituida a sus cargos y el propio Hugo Chávez les pidió perdón en una entrevista y declaración pública días más tarde.
Desaprovechar el esfuerzo popular del 13 de abril de 2002 sirvió también para consolidar la impunidad. Esa misma impunidad que hoy hace estragos a lo largo y ancho de toda la República. Esa misma impunidad eterna que durante siglos protegió a la oligarquía. Impunidad que ésta oligarquía, a través de sus medios de comunicación, denuncia como un producto de la revolución bolivariana y no suyo.
El inoportuno discurso que pidió perdón (de manera ingenua o bajo la presión del susto recibido) a los golpistas la madrugada del 14 de abril de 2002, condujo al país directo a una impunidad galopante, caldo de cultivo de una corrupción que acecha todos los poderes públicos en general, las empresas del Estado, los cuerpos policiales y militares, etc. No debe sorprendernos que Pedro Carmona Estanga primero y Carlos Ortega después, seguido de Carlos Fernández se hayan fugado y «dejado sin vista» a sus custodios y captores, tal como lo hizo días atrás el ex gobernador Eduardo Lapi al «escaparse» de la cárcel de Yaracuy. Por el contrario, lo que de verdad debería sorprendernos es que en presencia de tanta impunidad no se hubieran escapado el primer o segundo día. Lo sorprendente es que ante la realidad de la impunidad y la corrupción del sistema de administración de justicia (de injusticia, es más real) demasiados días estuvieron detenidos.
Y de la mano de aquella impunidad consagrada por el perdón de la madrugada del 14 de abril de 2002, caminamos de nuevo guiados por los enemigos de la revolución, directo y sin frenos, siete meses más tarde, al golpe petrolero. Una vez más, en noviembre del mismo año 2002, nuestra dirigencia revolucionaria derrocada el 11 de abril de 2002 fue por segunda vez «sorprendida» por los golpistas y el imperio. Grandes problemas que cursa la revolución bolivariana, y ese desgaste permanente de fuerzas que realiza el pueblo peleando colinas una y otra vez, las que se abandonan a su suerte tras ganar las batallas, se originan en la actuación y decisión política que tomó la dirigencia bolivariana ese 14 de abril de 2002.
«Todo 11 tiene su 13» es una abstracción simbólica de distracción popular, un trapo de color para engañar al pueblo igual al usado por los ilusionistas en sus trucos de magia, un elemento que se agita con una mano para desviar la atención del movimiento importante de la otra mano durante la realización del truco. La palabra abril que da concreción a la fecha memorable que reconoce el pueblo, no aparece en la consigna conmemorativa por ninguna parte, lo cual no indica que de tenerlo la haría una consigna revolucionaria, sino que puesto – el mes de abril – en la consigna convertiría la frase en algo menos abstracta y más expuesta a la crítica, al razonamiento y al desengaño popular. Un 11 y un 13 pueden ser una fecha o cualquier otra cosa nada específica; 11 y 13 son símbolos abstractos que usados fuera de su verdadero contexto poco o nada significan.
El día 13 de abril de 2002 fue un día de triunfos populares, pero también es necesario reconocer que a la vez fue un día de derrotas no visibles para el pueblo. Marcó ese día, lo reconozca o no la autoridad bolivariana, el camino de una mayor impunidad. Actuar con mano dura contra los golpistas y los medios de comunicación habrían evitado muchos muertos, penurias, y las pérdidas mil millonarias, que nadie nunca pagará dejadas por el golpe petrolero y las guarimbas. Sin contar con los desmanes e ilícitos que realizan algunos burócratas bolivarianos abusando del poder que les concedió el pueblo. Poder que usan de manera despótica para enriquecerse, otorgar beneficios clientelares, así como engañar y reprimir al pueblo que apoya sin condiciones la revolución bolivariana cuando éste, se atreve a protestar contra estas prácticas. Todo esto amparado en la impunidad ampliada que derivó del perdón del 14 de abril del año 2002, situación que el pueblo reclama a viva voz en importantes eventos políticos, lo que en varias ocasiones ha causado molestias al Presidente Chávez quien defiende a toda la plantilla de su gobierno sin distinción aparente; excepto de aquellos que se salen de los límites permitidos por una nueva élite en construcción.
La decisión del Tribunal Supremo de Justicia TSJ de la República Bolivariana de Venezuela de liberar de responsabilidad en el Golpe de Estado abril de 2002 a los oficiales del ejército y de la armada que lo llevaron adelante, también tiene también su conexión con la decisión del gobierno recién restituido aquella madrugada del 14 de abril de 2002. Si el gobierno que fue derrocado perdonó a los medios de comunicación (léase, la rancia y criminal oligarquía) los autores intelectuales, instigadores y también autores materiales del Golpe de Estado del lado civil, así como a las otras fuerzas reales que lo planificaron y promovieron, por qué el Tribunal Supremo de Justicia iba a condenar a los custodios y defensores, de los intereses de la oligarquía en ese momento, cuando estos fueron los chivos menores de la conspiración.
Tampoco hay que olvidar que ese día 14 de abril de 2002 se selló la suerte de la autonomía del movimiento popular. El abandono de los Círculos Bolivarianos por sus responsables, desde mucho tiempo antes de esa fecha, a su propia suerte, no les impidieron el despliegue de su capacidad de movilización y fuerza de combate popular que demostraron los días 11, 12 y 13 de abril de 2002, cualidades populares que hicieron temblar a la oligarquía y atemorizó a la nueva élite bolivariana. El Presidente Chávez se hizo eco de ese miedo y cargó contra ellos en su primer discurso al regreso a Miraflores la madrugada del 14 de abril de 2002, sellando con ello la suerte de los Círculos Bolivarianos. Hugo Chávez acabó así con una gigantesca auto organización popular cuya creación tuvo como autor al propio Presidente.
Descubriendo al lobo
Si ahora luego de todo lo expuesto más arriba reflexionamos sobre el texto completo de la consigna «Todo un 11 tiene su 13», así como también se presta atención a situaciones que cada quien vivió esos días y de allí en adelante, estamos seguro que sin un gran ejercicio intelectual se podrá percibir la consigna de manera diferente. Y se podrá ver al mismo tiempo con claridad lo que tras ella y otras acciones como esta se oculta: el antichavismo con Chávez.
La nueva paradoja de este momento político
Introducimos este nuevo concepto en el momento en que la lucha política por la construcción de la democracia del socialismo del siglo XXI necesita de argumentos para avanzar y esclarecer el campo político de los revolucionarios y el pueblo bolivariano. El antichavismo con Chávez, es a nuestro juicio, la verdadera latente amenaza interna. No así el chavismo sin Chávez, una supuesta amenaza a la revolución que resulta ser otro trapo de color de la contrarrevolución para engañar al pueblo, algo abstracto e inverosímil. Una amenaza que no amenaza por ser increíble no existe. Sin Hugo Chávez Frías no habrá más chavismo en el poder. Sin Chávez gobernará la oligarquía y el imperio, salvo traición de su líder al pueblo, algo que nadie contempla con seriedad en ningún análisis; o quizás algo todavía más lejano, que la revolución y el desarrollo político del pueblo superen a Hugo Chávez y este se resista al hecho sin dar paso a lo nuevo.
En momentos en que el líder de la revolución bolivariana pregona a los cuatro vientos la necesidad de la organización popular en los Consejos Comunales y la creación del Partido Socialista Unido de la Revolución PSUV, se presenta la encrucijada que representa esta otra paradoja. El poder del antichavismo con Chávez en esta situación política se debe en gran parte al propio Hugo Chávez, porque es el máximo líder de la revolución bolivariana, y no otro, quien les concede a estos sujetos poder por diferentes motivos. No todos tácticos ni estratégicos, como suelen «argumentar» diversos aduladores y justificadores profesionales y sus ingenuos devotos (mas no seguidores del liderazgo que ejerce el Presidente de la República), para soslayar la crítica que se realiza a todos los errores políticos que se cometen en la conducción y ejecución de las acciones de la revolución bolivariana.
El antichavismo con Chávez y sus lacayos son defensores a ultranza de todos los errores, incoherencias y malas prácticas cometidas por los revolucionarios y la dirigencia contra la revolución bolivariana y los nuevos valores que esta promueve.
De esta «revolucionaria» forma el antichavismo con Chávez construye de manera acelerada una enorme olla de presión social, al poner bajo el vapor hirviendo de la ignominia y el despotismo a la confianza de la dirigencia popular y la esperanza del pueblo. Día tras día llenan la olla y aumentan su presión con nuevos y peores desengaños, desilusiones, frustraciones, atropellos y pillerías que sufre el pueblo en defensa de la revolución bolivariana, bajo las manos y el poder del antichavismo con Chávez, que se suman al despotismo y explotación de la oligarquía y sus aliados las transnacionales. La olla de presión social ya está bastante llena y la continuarán llenando hasta llevarla al punto de su explosión. Lo hacen igual como sucede antes el estallido violento y en mil pedazos de una caldera, la cual explota a causa del calor incontrolado que recibe.
Los integrantes del antichavismo con Chávez gobiernan junto a Hugo Chávez y sólo tendrán poder mientras Hugo Chávez gobierne asociado u aliado (o secuestrado como dice el pueblo) a ellos; también mantendrán poder si el gobierno que preside Hugo Chávez les da empleo en puestos de decisión importante en los organismos del Estado. El antichavismo con Chávez es el enemigo interno más peligroso de la revolución bolivariana, un enemigo oculto bajo el chantaje de la amenaza de un inminente y abstracto chavismo sin Chávez.
Las interrogantes para la discusión y el debate
Para contribuir a la reflexión del momento político haremos unas preguntas que dejaremos sin contestar para que sirvan como un ejercicio político; así cada quien les dará respuesta y las llenará de contenidos. Quedan abiertas las respuestas para la discusión y debate con argumentos, sin descalificaciones como suele hacerlo el antichavismo con Chávez contra todo aquel que se atreve a utilizar su derecho al libre, democrático y saludable ejercicio de la crítica.
Volviendo a la consigna «Todo 11 tiene su 13» nos hacemos de manera abierta las siguientes interrogantes: ¿Tenemos que prepararnos para resistir y contraatacar a una nueva asonada o para anticiparla y conjurarla? ¿Cuántas maneras de ataque a la revolución se ha imaginado usted que podrían intentar? ¿Piensa usted que el 13 de abril representa un día de castigo para los enemigos de la revolución? ¿Cuánto piensa usted que ganó o perdió política, económica, social y culturalmente el pueblo venezolano el día 13 de abril de 2002? ¿Cuánto ganó o perdió la revolución bolivariana? ¿Cuánto ganó o perdió la ética y la moral revolucionaria? ¿En situación análoga a los días 11, 12 y 13 de abril de 2002 permitirá el pueblo que sus líderes esgriman el argumento del perdón a la oligarquía sin evaluar el daño causado y el problema de la impunidad? ¿Si el pueblo otra vez y en situación diferente, logra rescatar de las garras del fascismo y el imperio, a una otra vez sorprendida dirigencia revolucionaria, le regresaría usted el poder sin ninguna condición como lo hizo el día 13 de abril de 2002? ¿No hay que entregárselo sin ponerle condiciones? ¿Además de su líder Hugo Chávez Frías, a quién más contribuyó el pueblo a regresar al poder el 13 de abril de 2002? ¿Puede usted reconocer alguno de estos personajes regresados al poder del gobierno revolucionario tras el día 13 de abril de 2002? ¿Sin caer en una cacería de brujas y con ello aumentar la confusión del pueblo bolivariano, cuántos integrantes del antichavismo con Chávez podría usted reunir en un listado de uso personal, para su propio análisis político de coyuntura?
Antes de culminar estas líneas es oportuno también hacer la siguiente mención. Entre la opinión del pueblo, producto de su desesperación ante su impotencia política y su falta de poder, se manifiesta la necesidad imperiosa de una misión de justicia, algo así como la Misión Fuente Ovejuna, la cual no sería otra cosa que la misión de un pueblo arrecho ante la impunidad tomando en sus propias manos la justicia que le niegan sus autoridades; misión que de manera sarcástica y jocosa, por ahora, algunos le llaman Misión Paredón. Ésta, pronunciada entre risas nerviosas, sería la Misión de Misiones. Carlos Marx nos diría ante esto: «Nada humano me es ajeno». ¡Cosas veredes Sancho!
¡¡¡ Viva el pueblo que batalló contra la oligarquía y el imperio en abril de 2002..!!!