Miles de personas inundan cada día la fortaleza colonial de San Carlos de La Cabaña, en el litoral de la bahía habanera, con la obsesión de comprar todos los libros que su bolsillo permita, contemplar volúmenes en exposición y al menos darse el placer de acariciar los considerados inaccesibles. A 15 años del inicio de […]
Miles de personas inundan cada día la fortaleza colonial de San Carlos de La Cabaña, en el litoral de la bahía habanera, con la obsesión de comprar todos los libros que su bolsillo permita, contemplar volúmenes en exposición y al menos darse el placer de acariciar los considerados inaccesibles.
A 15 años del inicio de la peor crisis económica que ha afrontado el sistema socialista de Cuba, la edición anual de la Feria Internacional del Libro de La Habana sigue siendo una suerte de «paraíso» para una población que por décadas tuvo acceso a ediciones millonarias que se vendían a precios muy baratos.
«Quería comprar el último libro de Daniel Chavarría, pero con Daniel siempre pasa igual: la gente se mata por entrar a la presentación y los libros nunca alcanzan», dijo IPS Nidia Sánchez, una cubana de 32 años que «pidió el día libre en el trabajo» para pasarlo en la feria con su pareja y un grupo de amigos.
«Príapos», la novela presentada en la Feria por el escritor uruguayo-cubano, es la historia de un médico que presta servicios en un pequeño pueblo de Cuba donde se reporta una alta incidencia de «priapismo», una enfermedad que produce la erección permanente del órgano sexual masculino.
Más de 500 editoriales y unos 110 expositores de 30 países están presentes en esta edición de la feria, que se abrió al público el 4 de este mes y se extenderá hasta el día 12 en el recinto habanero. Después se trasladará a 35 ciudades del interior del país, donde estará abierta hasta el 5 de marzo.
Dedicada en esta ocasión a Venezuela, la feria fue inaugurada el día 2 con la presencia del presidente de Cuba, Fidel Castro, y su homólogo de Venezuela, Hugo Chávez.
La ocasión fue aprovechada para la firma de un convenio bilateral de creación del Fondo Cultural para la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), una iniciativa integradora promovida por Venezuela en contraposición al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que impulsa Estados Unidos.
«Yo siempre persigo los libros de Chavarría y esta es la oportunidad. Si no lo compro ahora, lo más probable es que después ya no los encuentre. Los libros se han vuelto muy caros, muchos se venden sólo en divisa y las librerías en pesos cubanos suelen tener una oferta muy limitada», comentó Sánchez.
La dualidad monetaria vigente en Cuba desde inicios de la década del 90 tiene su expresión en la existencia de un doble mercado interno, uno en moneda nacional y otro en divisa. Desde el año pasado, el llamado peso cubano convertible desplazó a la moneda estadounidense de la circulación y se vende a 25 pesos cubanos u 80 centavos de dólar.
Paralelamente, la crisis de la industria editorial provocó primero un desabastecimiento masivo y después la aparición de librerías que vendían sólo en dólares. Desde comienzos de esta década, hay síntomas claros de una reanimación editorial, aumentaron los establecimientos de comercialización en moneda nacional, pero aún son considerados insuficientes y, sobre todo, muy caros.
«Yo crecí comprando libros. De niña, mis padres me llevaban casi todas las semanas a La Moderna Poesía, la mejor librería de Cuba. Podías encontrar cosas buenísimas por un peso cubano y unos cuantos centavos», recuerda Sánchez.
Ahora, cuando La Moderna Poesía vende sólo en divisa, «la librería en pesos del barrio apenas tiene oferta» y los expendios privados de libros viejos exhiben precios exorbitantes para las personas que viven de su salario. Sánchez tiene bien claro que su gran opción es la feria.
El salario medio en esta isla caribeña, con 11,2 millones de habitantes, ronda los 300 pesos cubanos, equivalentes a unos 15 dólares, según la cotización en las casas de cambio gubernamentales.
«Ahorro dinero para la feria y compro cuánto puedo. Podía venir el sábado o el domingo, pero en esos días la feria se pone insoportable. La Fortaleza se abarrota de familias enteras con niños que se pasan en día aquí, las colas (filas) son kilométricas y no hay quien logre mirar un libro con tranquilidad», comentó Sánchez.
Unos 9,5 millones de personas visitaron la muestra en sus tres últimas ediciones, según fuentes oficiales.
Sólo el pasado fin de semana se calcula que 250.000 personas pasaron por los recintos de exposición, según medios de prensa locales en manos del Estado. En esos dos primeros días, se vendieron 79.000 ejemplares, informó María Mederos, presidenta de la Cámara del Libro de Cuba.
Mederos aseguró que hasta para el cierre de la cita cultural en la sede habanera, el día 12, se espera llegar al medio millón de visitantes. Las cifras crecerán cuando la feria salga de la capital cubana y se extienda por todo el país.
«Mucha variedad. No es sólo lo que se puede comprar, son las presentaciones, las conferencias, la posibilidad de encontrarte con escritores que has admirado toda la vida», opinó Abel Pérez, un estudiante universitario que asistió a la presentación de «En busca de un espacio: Historia de mujeres en Cuba», del historiador Julio César González Pagés.
Entre los libros más perseguidos por el público está la novela de Chavarría. «Por más que sea una novela para desternillarse de risa o para estimularse en el amor, o para vivir la intriga policíaca, no me doy por satisfecho si no hay un elemento de reflexión», dijo el autor de novelas como «El ojo de Cibeles», residente en Cuba hace más de 30 años.
El público busca también «Latinos en el Béisbol», del escritor estadounidense James Cockcroft, una recopilación de cuentos cubanos sobre rock, la última novela del escritor cubano Leonardo Padura, «La neblina del ayer», y espera con ansiedad la presentación de un libro del cantante español Joaquín Sabina.
«¿Vendrá Sabina?», es una de las preguntas más escuchadas en los pasillos de la feria. (FIN/2006)