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Argentina, muestra de que la moratoria no implica el caos, afirma el activista francés

Touissant afirma que América Latina se encuentra de nuevo sujeta a una «hemorragia de recursos»

Fuentes: La Jornada

El ingreso por remesas se ha convertido en la mayor fuente de capital para la región

Al término de 2004, América Latina ha pagado siete veces el monto de la deuda externa que tenía hace dos décadas y los pasivos no han hecho más que multiplicarse. «Es una hemorragia silenciosa de recursos, que ahora se ha agudizado con la transferencia de renta a las trasnacionales que participaron de la privatización de activos en la región, y sobre la cual no hay un debate», expone Eric Toussaint, presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM), una organización con sede en Bélgica.

El tema de la deuda ha tratado de ser sepultado del debate por varios gobiernos de la región, entre ellos de manera destacada el del presidente mexicano Vicente Fox Quesada, que lo ha considerado como algo del pasado. La reciente oferta hecha por la administración del presidente argentino Néstor Kirchner a los acreedores de esa nación para liquidar sólo 60 por ciento de su deuda externa por 102 mil millones de dólares, que se encuentra en moratoria desde diciembre de 2001, ha dejado de manifiesto que el punto está más presente que nunca.

«América Latina ha regresado a una situación como la que se encontraba en los años 80», relata Toussaint, al aludir a la crisis de la deuda externa de hace más de dos décadas, que abrió el paso para el inicio de las reformas de liberalización comercial y financiera y privatización de empresas públicas. «La diferencia ahora -añade- es que no hay un problema de insolvencia: las tesorerías de los Estados latinoamericanos hacen puntualmente los pagos, mientras que de 1982 a 1987 varios gobiernos los suspendieron por algunos meses. Ahora hay una transferencia tremenda, masiva y silenciosa de capital hacia los acreedores o hacia las trasnacionales; hay que decirlo: los gobiernos están, sin protestar, transfiriendo una parte muy significativa de la riqueza producida por los pueblos latinoamericanos».

En un reporte de hace tres semanas, la Comisión Económica para América Latina (Cepal) indicó que en 2004 la región realizó una transferencia neta de recursos al exterior por 77 mil 826 millones de dólares, el doble de los recursos que entraron por inversión extranjera directa (IED). Esa transferencia estuvo representada por el pago de intereses de la deuda y las ganancias que las trasnacionales obtuvieron en los países de la zona y remitieron a sus sedes corporativas.

Eric Toussaint, en una conversación telefónica con La Jornada desde la sede del CADTM en Lieja, Bélgica, expone: América Latina registra transferencias netas de recursos desde 1996, pero no eran tan notorias por el ingreso de IED, puesto que seguían algunas privatizaciones. Pero ahora, las trasnacionales que participaron en la compra de esos activos públicos están transfiriendo ganancias, sin que haya nuevas inversiones para mejorar el aparato productivo. «Están intentando acumular riqueza vía la transferencia de ganancias haciendo el menor gasto posible».

Destaca que para la región el único flujo positivo de recursos desde el Norte es el de las remesas, que en el caso de México alcanzarán este año la cifra sin precedente de 17 mil millones de dólares. «Para dar un análisis de clase -plantea Toussaint- mientras los capitalistas latinoamericanos evaden sus capitales al norte, son los migrantes los que ayudan a sus economías nacionales con las remesas que mandan a Latinoamérica. Son dos comportamientos de clase totalmente antagónicos».

El asunto es que, según datos del Fondo Monetario Internacional, el Banco de Pagos Internacionales y el Banco Mundial, relatados por Toussaint, los depósitos líquidos de los empresarios latinoamericanos en los bancos de Estados Unidos y Europa alcanzan 310 mil millones de dólares, con un crecimiento significativo en los últimos años. Pero los bancos de las naciones industrializadas sólo mantienen empréstitos para los países de la región por 230 mil millones de dólares. «Es decir, otorgan préstamos por sólo dos terceras partes de los depósitos latinoamericanos», añade Toussaint, cuyo CADTM es uno de los animadores de iniciativas como el Foro Social Mundial, que se ha realizado ya en América Latina, Asia y Africa y constituye uno de los ejes del movimiento altermundista.

Además de los préstamos directos de los bancos del norte, los países latinoamericanos tienen deuda con organismos financieros internacionales y gobiernos de países industrializados por otros 600 mil millones de dólares.

Este es el tema de fondo que el gobierno argentino ha puesto sobre la mesa. Según datos del Banco Mundial, Latinoamérica tenía en 1980 una deuda externa de 157 mil millones de dólares. Entre ese año y 2003, el más reciente dato disponible, ha reembolsado un billón 99 mil millones de dólares por pago de intereses y amortización, es decir, siete veces la deuda original. Pero en cambio, el pasivo de la región con el exterior se mantiene ahora en 830 mil millones de dólares.

«Argentina suspendió sus pagos a acreedores privados desde diciembre de 2001. No pagó el servicio de la deuda, que alcanza 102 mil millones de dólares, desde entonces. Son más de tres años y cuando se anunció la moratoria muchos pronosticaron una ola de represalias financieras y comerciales sobre el país. Se había pronosticado un caos. Pero la realidad fue que Argentina creció 8 por ciento en 2004 -el doble de México-, con lo que demostró, aunque de manera parcial, que es perfectamente posible para un gobierno decidir el no pago de la deuda externa, o al menos una parte, y mejorar la condición económica y el nivel de vida de su pueblo. Esa es una primera lección», apunta Eric Toussaint.

El presidente del CADTM piensa que la oferta de pagar 60 por ciento a los acreedores, hecha por el gobierno del presidente Kirchner esta semana, «todavía es demasiado». Pero, destaca, esa actitud es mucho más combativa que la adoptada por los presidentes Fox o el brasileño Luiz Inacio Lula da Silva sobre el mismo tema.

«Visto en una perspectiva más amplia, América Latina está otra vez en un momento histórico, en el cual la alternativa tendría que ser la unidad continental de los países al sur del Río Bravo para tener mercados comunes y mecanismos de protección para prevenir que los movimientos de capital se conviertan en una hemorragia de recursos. Si los gobiernos y los pueblos no se unen para construir un mercado común y abren sus fronteras internas entre ellos creando políticas para complementarse y coordinarse,