Mujeres que prestaron 10, 15 y hasta 50 años de servicios en la empresa de trajes de baño y ropa interior Sel-Fex (Grupo Lony), permanecen resguardando sus instalaciones, desde mediados de diciembre, para evitar que sus dueños, supuestamente declarados en quiebra, se lleven la maquinaria. Detrás de las vallas del grupo Lony, donde sonrientes y […]
Mujeres que prestaron 10, 15 y hasta 50 años de servicios en la empresa de trajes de baño y ropa interior Sel-Fex (Grupo Lony), permanecen resguardando sus instalaciones, desde mediados de diciembre, para evitar que sus dueños, supuestamente declarados en quiebra, se lleven la maquinaria.
Detrás de las vallas del grupo Lony, donde sonrientes y bellas modelos exhiben las últimas colecciones de trajes de baño y ropa interior para damas, se escondían las más deplorables condiciones laborales. Mujeres que dieron gran parte de su juventud a esta empresa textil, hoy denuncian, desde las instalaciones de Sel-Fex en Caracas, los abusos cometidos por los propietarios de esta firma contra los trabajadores, además de desmentir la supuesta quiebra de la fábrica.
El pago de una serie de derechos adquiridos como trabajadoras, y la defensa de sus puestos de trabajo para el futuro, mantienen a estas mujeres custodiando esta empresa textil. No es la primera vez que estas productoras luchan a favor de sus reivindicaciones. A mediados del año pasado ganaron judicialmente una demanda que consistía en sustituir la comida que ofrecían los dueños de esta empresa por cestatickets o bonos alimenticios. Sin embargo, hasta ahora no se los han cancelado y forman parte de una de las más de 30 denuncias procesadas por el tribunal laboral.
Alimentos descompuestos
El comedor donde almorzaban las trabajadoras de Sel-Fex quedaba en el último piso del edificio, junto al departamento de electricidad y de tintorería. Las sillas donde se sentaban para comer eran las mismas que utilizaban para trabajar. «Eran tan incómodas» que las costureras debían hacerse unos cojines, con la tela restante de su trabajo, para aguantar más de 8 horas sobre ellas. «La mayoría de las mujeres que trabajamos en esta empresa estamos enfermas de la columna», dijo Rosa Sojo, una de las trabajadoras afectadas por el cierre de la textilera, mientras se fumaba un cigarrillo.
María Teresa Bravo, otra de las trabajadoras afectadas, comentó que la mayoría de las veces les llevaban para almorzar alimentos en mal estado. «Sólo preparaban pollo y arroz, y en ocasiones pasta, todo para ahorrarse dinero»… «A veces hacían una sopa de maicena y avena, era horrible»… «La comida no cumplía con las condiciones mínimas alimenticias y de higiene, y el espacio para comer menos».
Una vez, contó Rosa, una de las «mejores» trabajadoras de la manufacturera se dirigió a recursos humanos para que el encargado de ese departamento observara el mal estado de la comida que habían preparado ese día. Éste le contestó que no se veía mal. La despidieron a los pocos días. «Yo hacía sostenes, y solamente tenía derecho a trabajar, a más nada, si nos quejábamos por algo nos botaban», cerró Rosa.
En las universidades nacionales del país (en Venezuela), cuando la comida del comedor se encuentra en malas condiciones, los estudiantes se dirigen al rectorado a exigir la mejora de la misma. Muchos de ellos, tras la indiferencia del rector, lanzan el plato de comida contra la entrada del rectorado.
Esperando a justicia
Más de doscientas trabajadoras del grupo Lony, que prestaron 10, 15 y hasta 50 años de servicios se mantienen firmes, día y noche, dentro de las instalaciones de esta manufacturera, esperando a que se haga justicia, sin importar haber sido amenazadas por el hijo de una de las propietarias de esta empresa, quien les comentó una vez que no se hacía responsable si siete hombres encapuchados, con pistola en mano, violentaban las puertas y entraban a la fuerza.
Hoy día las trabajadoras se jactan de su primera victoria judicial. El pasado jueves 9 de febrero de 2006 se realizó el primer embargo en la fábrica a favor de las productoras. Funcionarios del tribunal laboral incautaron del depósito de Sel-Fex 50 millones de bolívares en mercancía (trajes de baño y ropa interior) y dos camiones pertenecientes a la firma para cubrir el monto de las primeras 30 demandas que se habían introducido contra los dueños de la manufacturera.
Tiempos que no volverán
En las instalaciones de Sel-Fex operaban diferentes talleres manufactureros: el de costura, el de corte, el de materia prima, el de diseño, el de telas de licra y de hilo. También funcionaba un depósito donde se almacenaba la mercancía para ser vendida, una tintorería, el departamento de tintes y electricidad, además de dos tiendas pertenecientes a la firma.
Rosa comentó que después de haber trabajado 15 años en el taller de costura, conoció por primera vez los demás departamentos de la empresa, así como los nombres de los dueños de la firma: Anna María Beer de steiner, Tom Zaidman Allina, Eleonora Steiner Beer, Sylvia Sabarsky Lara y Julia Lara de Sabarsky.
El horario de trabajo era de lunes a viernes de 7:30am a 12:00 del medio día y de 12:30 a 5:00pm. «Teníamos 30 minutos para almorzar y diez para desayunar»… «No nos alcanzaba el tiempo para comer», comentó María Teresa riéndose.
La dinámica de trabajo era un poco agotadora según contaron María Teresa y Rosa. «Nuestros supervisores inmediatos, con un cronómetro, nos tomaban el tiempo que nosotras tardábamos haciendo una pieza para calcular si éramos eficientes o no»… «Todas nos poníamos muy nerviosas, era muy difícil trabajar con tanta presión, a veces nos equivocábamos por eso», dijeron.
La producción del día dependía del modelo de ropa interior o traje de baño que debían realizar. Tenían que producir aproximadamente 70 piezas (sostenes o pantaletas) por hora. Si era una prenda sencilla, cada costurera debía sacar por lo menos 10 cajas diarias. Estas cajas contenían cuatro docenas de pantaletas o sostenes. Al final de cada semana, si sacaban la cantidad de producción que exigía la empresa, les daban un bono de 5 mil bolívares, unos 2 dólares aproximadamente.
Rosa recordó también que en el año 1997 obligaron a todos los trabajadores de Sel-Fex firmar un poder que permitía a los dueños de la manufacturera tomar las prestaciones sociales que habían acumulado sus productores durante varios años. Hoy día ese documento no tiene ninguna validez en Venezuela, todo poder que firma un trabajador en contra de sus derechos es totalmente nulo, inservible.