Quienes viven en Estados Unidos trabajan más horas y toman menos vacaciones que los ciudadanos de cualquier otra nación industrializada. Los que viven en el vecino país trabajan mil 800 horas al año comparadas con las mil 450 de los alemanes. Dos veces más de lo común; laboran más de 48 horas/semana. En promedio, los […]
Quienes viven en Estados Unidos trabajan más horas y toman menos vacaciones que los ciudadanos de cualquier otra nación industrializada. Los que viven en el vecino país trabajan mil 800 horas al año comparadas con las mil 450 de los alemanes. Dos veces más de lo común; laboran más de 48 horas/semana.
En promedio, los trabajadores de la gran potencia militar obtienen vacaciones sólo dos semanas por año. Los europeos disfrutan seis. Casi dos tercios de los trabajadores del guardián del mundo admiten que no toman todo su tiempo de vacaciones. Además, dos de cada tres parejas con hijos pequeños laboran más de 80 horas a la semana. Uno de cada cinco trabajadores de Estados Unidos se lleva regularmente tarea a casa. Algunos nunca se desconectan de la oficina, debido a su adicción a los pasatiempos electrónicos, teléfonos celulares, computadoras portátiles, etcétera.
La presión incesante de aumentar la productividad está afectando negativamente la salud de los empleados (depresión, ansiedad, hiperactividad), lo que conduce a aumentar los costos de los servicios de salud. Como resultado, 57 millones de personas sufren alguna enfermedad crónica que requiere atención médica constante. Por ejemplo, diabetes, depresión, males cardiacos. Veinte millones sufren desórdenes depresivos. Por eso el número de estadunidenses que toman medicinas antidepresivas se triplicó en la última década. Es notable el uso de drogas ansiolíticas (Xanax, por ejemplo), cuyo consumo se incrementó considerablemente en los últimos años.
De acuerdo con una encuesta, 30 por ciento de los trabajadores dijo que «a menudo» está bajo presión. En otra, 62 por ciento aseguró que su carga de trabajo había aumentado en los últimos seis meses.
Un estudio encontró que los empleados de negociaciones pequeñas son más susceptibles a ausentarse de sus labores por enfermedad y sufrir males cardiacos que quienes prestan sus servicios en empresas relativamente estables o prósperas.
Los servicios de salud constituyen uno de los costos que más se elevan en los presupuestos de las empresas, si no es el que más. Por ejemplo, este año dichos servicios aumentaron más de 8 por ciento. En 2003 las primas de servicios de salud aumentaron 13.2 por ciento en las empresas grandes y 15.5 por ciento en empresas con menos de 200 empleados. Sin embargo, en 2002 más de una cuarta parte de quienes trabajan a destajo no tenían seguro. El número de los que no gozan de ese beneficio aumenta año con año.
Los costos más elevados de los servicios de salud, combinados con las acciones para obtener mayores ganancias, han llevado a las empresas a:
1) Que sean los empleados quienes paguen las primas mayores de seguro.
2) Cancelar el pago del servicio de salud.
3) Suprimir el pago del servicio de salud para los retirados.
4) Contratar más empleados de medio tiempo sin paquetes de beneficios.
5) Incursionar en otros países donde los servicios de salud son proporcionados o subsidiados por el gobierno.
En el último año 29 por ciento de las empresas estadunidenses más grandes han cambiado su forma de cubrir los servicios de salud. Como fruto, ha habido un incremento de la falta de dinero de los empleados que se enferman más.
De quienes cuentan con seguros privados y tienen problemas para pagarlos, 10 por ciento asumen el costo, 30 por ciento retardan los pagos y 43 por ciento no surten sus recetas debido al costo de las mismas.
Los especialistas en salud, empleo y productividad de nuestro socio comercial coinciden cada vez más en que elevar los costos de los servicios de salud, combinado con las presiones que ejercen las empresas para incrementar la productividad y obtener mayores beneficios, enferma más a los integrantes de un país, Estados Unidos, que presume de contar con una calidad y modo de vida que deben ser ejemplo a seguir en muchas partes. En México, por ejemplo, donde, según afirma Carlos Monsiváis, ya nació la primera generación de estadunidenses.