Los primeros meses del gobierno han demostrado el predominio de las posiciones más conservadoras, que al mismo tiempo han impulsado entusiastamente el TLC con Estados Unidos, y han tenido una dinámica contraria a la integración regional sudamericana. No solo en la posición adoptada en la CAN, sino en la prioridad otorgada a un arco pacifico […]
Los primeros meses del gobierno han demostrado el predominio de las posiciones más conservadoras, que al mismo tiempo han impulsado entusiastamente el TLC con Estados Unidos, y han tenido una dinámica contraria a la integración regional sudamericana. No solo en la posición adoptada en la CAN, sino en la prioridad otorgada a un arco pacifico hemisférico, iniciativa norteamericana para reemplazar el fracasado ALCA con el agrupamiento de todos aquellos países que han firmado o quieren firmar un TLC con ellos. En los acuerdos sur-sur, la prioridad ha sido Chile, no solo en el TLC firmado por el Ejecutivo, sino en la subordinación a las estrategias impulsadas por ese país en el escenario internacional. La tibieza frente a la integración regional se ha manifestado inclusive en la negociación de un acuerdo norte-sur, como es el que se está afrontando con la Unión Europea donde se está entorpeciendo la negociación en grupo y se anuncia eventual retiro de la CAN. Lo mismo en acuerdos con algunos países asiáticos (Tailandia, Singapur, Japón, Corea, Nueva Zelanda), especialmente con China ya que en vez de afianzar un liderazgo andino con miras al acuerdo APEC 2008 se pide ayuda a Chile para que lo asesoren, como con la UE (1). La subordinación a EEUU y Chile como prioridad, ha buscado ser en algún grado camuflada con los fuegos artificiales de TLCs con múltiples países que se visitan o que visitan Lima.
TLC con EEUU
Señalamos en su oportunidad que los demócratas no se contentaban con las cartas adjuntas como mecanismo para incorporar las modificaciones que consideraban mínimas para aprobar un TLC con Colombia y Perú. No solo en el ámbito laboral, sino también observaciones en propiedad intelectual y otros rubros que les permitiera la impresión de un TLC que beneficie a las poblaciones mayoritarias de ambos países (dado el contexto electoral norteamericano).
Los plazos se van cumpliendo y las probabilidades de aprobación inmediata van disminuyendo. La reciente gira de Bush no ha cambiado el panorama. Un presidente con baja popularidad, un Ejecutivo de salida que ha perdido el Congreso de la República y la cercanía de las elecciones, no son precisamente el mejor escenario. Más allá de las promesas y compromisos de Bush en Colombia en su virtual escala técnica (solo estuvo escasas horas) respecto al TLC, lo que queda son sus reiteradas afirmaciones de que su país es compasivo y generoso y que además en el TLC se generarían mecanismos de cooperación para buscar disminuir la pobreza, sobre todo con acciones en la educación y salud.
Esa supuesta voluntad de socios para el desarrollo, se vio totalmente contrastada con el gesto de los miembros de su seguridad que revisaban a los guardias que el Estado colombiano había asignado, no solo revisando sus armas sino sus cuerpos en un acto humillante no solo para los que sufrían el examen sino para el pueblo colombiano.
Esa actitud de subordinación también la han tenido diferentes sectores en el país y gobierno. La contratación cada vez de nuevos lobbies en EEUU como el llamado para que ministros y el propio presidente viajen a pedir la aprobación del TLC, la condicionalidad en la política antidrogas, así como cualquier cosa que se tomará como pretexto para señalar que atenta contra el TLC y había que modificarlo. Es inaceptable hacer concesiones adicionales a las que ya se han hecho (2), lo que procede es una renegociación (acción a la que el gobierno le tiene pánico).
TLC con Chile Aquí se suscribió un acuerdo que subordina la economía nacional a la chilena, consolida un patrón norte-sur de comercio, otorga las mismas condiciones en inversiones y disciplinas que las que se les ha dado a EEUU, estableciendo instrumentos jurídicos que crean condiciones para nuevos conflictos de consecuencias imprevisibles (3).
Todos los gestos de buena voluntad del gobierno, son tomados solo como signos de debilidad, Chile exige y está logrando más. En vez de enviar el TLC al Congreso para su revisión, están avanzando en secreto sobre el mismo. En vez de cancelar la licencia a Gildemeister, doran la píldora y la mantienen en la lista de proveedores del Estado junto con otras empresas chilenas. En vez de eliminar la Quinta Libertad en el acuerdo de cielos abiertos y los beneficios otorgados a Lan Chile, están negociando la renovación de sus privilegios. En vez de utilizar el Gas de Camisea para cambiar la matriz energética nacional, están creando las condiciones para su entrega a Chile como materia prima. En vez de comprar las Grúas Pórtico en el Callao y limitar la presencia chilena en la provisión de servicios, están boicoteando a ENAPU y ofreciéndoles nuevas facilidades a los sureños. En vez de abandonar la fracasada política de «cuerdas separadas» sigue la actitud genuflexa a pesar de la Ley Arica-Parinacota, el desconocimiento ya no solo de la existencia de un problema pendiente de límites marítimos, sino de la frontera terrestre consagrada en el Tratado de 1929.
Mientras esas son las prioridades y se buscan disfrazar ante la población las concesiones y sumisiones, se plantean como en feria ofertas y anuncios de nuevos TLCs con varios países del mundo, pero en concreto se debilita la integración regional.
Acuerdos Regionales Cada vez es más hostil la posición de funcionarios del gobierno frente a la integración andina. Se ha llegado al extremo de la declaración del Ministerio de la Producción de que están evaluando retirarse de la CAN. Tal situación solo se presentó en la época del fundamentalismo neoliberal de los años 90, que luego de sistemáticos conflictos provocados por el gobierno de entonces, terminó retirando al Perú de ese acuerdo de integración (aunque afortunadamente por poco tiempo).
Esos intentos neoliberales también se dieron durante la administración de Toledo, pero a pesar de intentos de representantes del consenso de Washington como PPK, no tuvieron éxito en su tarea. Sería el colmo que en un gobierno aprista que tiene como bandera fundacional la integración, se produzca un retiro otorgándole éxito al neoliberalismo que dirige la política comercial en los últimos 20 años, y que hasta hoy no pudo conseguirlo. El alineamiento con el TLC con EEUU contribuyó a la crisis del acuerdo regional, y también los ataques y polarización innecesaria con el Presidente de Venezuela. La nueva correlación andina con las recientes elecciones en Ecuador, parecen haber alarmado a miembros del Gobierno que prefieren liquidar el proceso de integración regional, a que opciones de cambio respecto al neoliberalismo y a los TLCs tomen la hegemonía. Puede que sea por iniciativa propia, pero parece parte de una estrategia mayor que por encargo están cumpliendo. Sería muy interesante que Venezuela retorne a la CAN, ya que se podría consolidar el bloque regional y también la integración sudamericana.
Acuerdos extraregionales Uno de los más importantes es el que se está negociando con la UE, pero el gobierno busca romper el bloque andino creando condiciones para una eventual negociación bilateral (sobre el que los europeos han adelantado que no están interesados). Esto no solo por las recientes declaraciones de un Ministro, sino por la reducción unilateral de aranceles que se hiciera tiempo atrás, y los enfrentamientos con posiciones de otros socios andinos que plantean la necesidad de que en la negociación se exija un mayor énfasis en el tratamiento de las asimetrías, trato especial y diferenciado, y en exclusiones de sectores y temas que repercuten en mayores beneficios del acuerdo biregional para los andinos.
El acuerdo con Europa es fundamental. No es solo comercial, asegura acceso a mercados con el SGP Plus, y también tiene componentes políticos y de cooperación. Es un factor de cohesión de la integración andina, que las recientes actitudes del gobierno peruano están debilitando de manera importante. Con Europa existen además coincidencias en aspectos de la agenda multilateral, y en la construcción de un mundo multipolar.
Las relaciones con Asia también son fundamentales, y es positivo que se busquen acercamientos, en especial con un país como China. No solo debería darse en el plano comercial, sino de manera multidimensional y estratégica incluyendo la cooperación militar.
Sin embargo, esto no pasa por un TLC amplio, que afectaría severamente a sectores importantes de la industria nacional, si no se toman las debidas precauciones. Se podría avanzar como ha hecho Chile en un acuerdo de alcance parcial que no incluye los sectores sensibles en un acuerdo inicial, y de manera gradual avanzar posteriormente en una ampliación planificada que beneficie a los dos socios.
En suma, en la feria de los TLCs que comentamos hay subordinaciones que comprometen el margen de maniobra del Estado y el futuro del país y la Nación misma (TLC con EEUU y especialmente con Chile). Hay otras iniciativas fundamentales, como es el caso de China si se actúa con prudencia. Y hay otras que serían sumamente positivas como con la UE si en vez de boicotear la integración andina optáramos por una acción unitaria que no sólo fortalezca la CAN sino la integración sudamericana.
Esto implica cambiar los TLCs a la carta que ordenan y cumplimos para EEUU y Chile, y ampliar el menú hacia Europa y Asia desde la integración regional y sudamericana y no buscando su resquebrajamiento y/o destrucción.
Notas: 1) Véase artículo Relaciones Económicas Internacionales: Política del «Colabórame»?. La República, enero de 2007. 2) Ver para mayor detalle Fairlie, Alan y otros. Tratado de Libre Comercio Perú – EEUU: Un Balance Crítico. 2006 3) Ver para mayor detalle Fairlie, Alan y Queija, Sandra. Relaciones Económicas Perú – Chile: Integración o Conflicto?. 2007