Entender la actual ( y segunda ) globalizaciónDaniel CohenEd. Katz difusión, 130 páginas Este libro es un breve pero denso ensayo que está basado en tres conferencias de Daniel Cohen, economista de prestigio en Francia que ya presentó una hipótesis polémica con una publicación anterior, Riqueza del mundo, pobreza de las naciones Este libro […]
Entender la actual ( y segunda ) globalización
Daniel Cohen
Ed. Katz difusión, 130 páginas
Este libro es un breve pero denso ensayo que está basado en tres conferencias de Daniel Cohen, economista de prestigio en Francia que ya presentó una hipótesis polémica con una publicación anterior, Riqueza del mundo, pobreza de las naciones
Este libro es interesante en el planteamiento pero algo desigual en su resultado. Resulta algo irregular, ya que aunque las dos primeras conferencias tienen una coherencia entre sí y con la introducción, la tercera conferencia y la conclusión acaban dando al conjunto un aspecto algo disperso. Hay ideas sugerentes para entender mejor cual es la etapa actual del capitalismo aunque elude casi totalmente este término, quizás por no parecer ( ¿ o ser ¿ ) radical. Y ser radical, no lo olvidemos, no significa ser extremista sino precisamente centrar el tema yendo a su raíz.
La introducción y las dos primeras conferencias entran en la cuestión fundamental de cómo abordar lo que acostumbramos a llamar el capitalismo globalizador. Aquí Cohen recuerda con buen sentido crítico que no nos olvidemos que ya hubo una primera globalización hace un siglo y que esta presentaba unos flujos financieros y humanos superiores a la actual. Y que, además, profundizó aún más que en la presente las desigualdades sociales. Por lo tanto estos elementos no pueden considerarse como novedosos, mientras sí lo es la nueva división internacional del trabajo y el efecto que tiene en el imaginario colectivo ( cuyos efectos son reales y no virtuales). Esta nueva división del trabajo tiene que ver con el título del libro, que es el del declive de la sociedad industrial. Ésta podemos definirla como la que giraba alrededor de la empresa entendida como firma y como producción, la cual estructuraba a su alrededor unas clases sociales jerarquizadas unidas por una promesa de promoción social interna y por la fidelidad a la empresa. Como el sociólogo Richard Shennett afirmaba en un ensayo llamado «la corrosión del carácter» esta estabilidad era la que definía al trabajador del siglo XX. Pero actualmente ya no es la firma ni la producción lo que constituye el núcleo central de la empresa. La inversión se efectúa fundamentalmente en el diseño y en la publicidad y no en la producción, la cual cada vez cuesta menos por la robotización y la descolocación de las empresas, que se dispersan por todo el planeta en fábricas tercermundistas. Antes habían accionistas que delegaban en ejecutivos la dirección de la empresa y a partir de ellos se desplegaba una estructura piramidal que llegaba a unos trabajadores que aunque no cualificados formaban una plantilla estable. Ahora los mismos directivos se transforman en accionistas y trabajan herméticamente en sus oficinas separados de una legión dispersa de trabajadores precarios que operan en todos los niveles necesarios. Hay también una nueva división internacional del trabajo en el sentido que los países ricos exportan trabajo inmaterial ( tecnología, comunicación) a cambio de producción material.
Otro tema que presenta Cohen como propiamente específica de la globalización es la relación entre lo imaginario y lo real, cuyo papel es clave y tiene un carácter paradójico. Por una parte la distancia entre lo imaginario y lo real es cada vez más pequeña ( y aquí cita sin desarrollar el tema lacaniano del declive de la función simbólica) y al mismo tiempo las expectativas imaginarias cada vez son más globales ( produciendo efectos reales como el descenso demográfico). Por otro hay cada vez un abismo más grande entre estas exceso en las expectativas imaginarias y la realidad de un mundo real pobre y limitado.
Cohen toca también el tema de la ruptura cultural que acompaña a esta nueva globalización recogiendo otra hipótesis lacaniana que es la que plantea que el Mayo del 68 representó la victoria del discurso universitario ( científico-tecnocrático) sobre el autoritario del viejo capitalismo. En este sentido sostiene que son los dirigentes revolucionarios de los años sesenta los que forman las nuevas élites que han sido capaces de transformar la institución escolar, la familia y la empresa.
El libro es también sugerente porque recoge ideas interesantes que sin ser suyas lo son de autores cuyos estudios son desconocidos en nuestro país. Por ejemplo la triple genealogía del Estado del bienestar: la liberal ( modelo anglosajón), la corporativista
( modelo alemán) y la socialdemócrata ( modelo sueco). Y lo peculiar del caso mediterráneo, modelo mixto muy influenciado por la solidaridad familiar.
Otro punto que señala Cohen es el de la crisis de lo social, que se manifiesta en una deriva que lleva a la disgregación y en su límite a la segregación. El comunitarismo se convierte entonces en la respuesta a este proceso y se centra en la identidad religiosa. Vale la pena tener en cuenta la necesidad que señala el autor de construir identidades ciudadanas de carácter laico que puedan ofrecer otras alternativas, aunque no creo que sean las instituciones ( como él plantea) las que tengan capacidad de hacerlo.
Hay un último punto, algo marginal en el libro pero que también quiero citar, que es el la contradicción que tiene la sociedad francesa entre una tendencia a la democratización de la enseñanza ( que se concreta en el acceso a la universidad) y otra selectiva respecto a las escuelas elitistas de formación de los dirigentes políticos y económicos. Señala que esta diferencia en lugar de disminuir ha aumentado, con lo cual se siguen garantizando en la educación los mecanismos de reproducción de las clases sociales a pesar del aparente igualitarismo. Otro aspecto al que se refiere es el la impotencia del sistema educativo francés para integrar a los jóvenes de los suburbios en un sistema educativo que se universaliza generalizando una escuela pensada para el estudiante medio( que es el de la clase media).
Un ensayo, por tanto, con ideas interesantes para recoger y trabajar, pero pienso que en una línea que desarrolle una crítica más radical que la que plantea el autor del libro..
Luis Roca Jusmet