(2’09» / 512 Kb) – La acción militar brasileña que integra la Misión Especial de las Naciones Unidas en Haití (Minustah) costó a Brasil aproximadamente US$ 185 millones. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) también repasó más de US$ 100 millones para el mantenimiento de las tropas. Estos valores se gastaron entre junio de […]
(2’09» / 512 Kb) – La acción militar brasileña que integra la Misión Especial de las Naciones Unidas en Haití (Minustah) costó a Brasil aproximadamente US$ 185 millones. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) también repasó más de US$ 100 millones para el mantenimiento de las tropas. Estos valores se gastaron entre junio de 2004 y junio de 2007, y fueron presentados por el ministro de Defensa, Nelson Jobim, durante su visita a Haití esta semana.
Los US$ 185 millones corresponden a más de la mitad del presupuesto del Fondo Nacional de Seguridad Pública, utilizado para financiar acciones y equipamiento para que los estados combatan la violencia en Brasil. El enviado de la Orden de los Abogados de Brasil (OAB) a Haití, Anderson Bussinger, preparó un informe crítico a la acción militar en el país y defendió que la intervención brasileña asuma otro carácter.
«Si Brasil quisiera enviar médicos, profesores y alimentos a Haití sería otra situación. Ahora, ¿cuál es el presupuesto de la Misión Especial de las Naciones Unidas? 85% es militar y destinado a las actividades represivas. Esta intervención que Brasil realiza en Haití es en los moldes de la intervención de los Estados Unidos en otros países. Bloqueo de barrios pobres, mantenimiento de un estado de coacción moral, presión psicológica, que yo llamo de asedio militar. No tiene, a mi modo de ver, nada de humanitario.»
Para el ministro Nelson Jobim, la experiencia de las tropas brasileñas en Haití es una posibilidad de formación y entrenamiento para actuación en guerras urbanas. Bussinger afirma que el tipo de represión aplicado en Haití es muy semejante a la actuación que la policía viene desarrollando en las favelas de Río de Janeiro. Y, según él, lo que están llamado de «política de seguridad» en la ciudad de Río es el exterminio de jóvenes y la criminalización de los pobres.