Con su jerigonza habitual, el presidente norteamericano Donald Trump profirió la pasada semana la más grave de las amenazas que ha recibido la Revolución Bolivariana en toda su existencia y probablemente la más grave de estas desde el bloqueo de los puertos venezolanos entre diciembre de 1902 y febrero de 1903 realizado por las marinas […]
Con su jerigonza habitual, el presidente norteamericano Donald Trump profirió la pasada semana la más grave de las amenazas que ha recibido la Revolución Bolivariana en toda su existencia y probablemente la más grave de estas desde el bloqueo de los puertos venezolanos entre diciembre de 1902 y febrero de 1903 realizado por las marinas de guerra del Imperio Británico, el Imperio alemán y el Reino de Italia que reclamaban la inmediata cancelación de los supuestos daños sufridos por sus súbditos en Venezuela durante la guerra civil .
«Tenemos muchas opciones para Venezuela. Y, por cierto, no voy a descartar una opción militar. Tenemos muchas opciones para Venezuela, es nuestro vecino. Estamos en todo el mundo, tenemos tropas en todo el mundo, en lugares que están muy muy lejos. Venezuela no está muy lejos y la gente está sufriendo y está muriendo. Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluyendo una posible opción militar si es necesario», dijo el pasado viernes 11 de agosto Trump .
Interrogado por una periodista sobre si esa «opción militar» estaría liderada por Estados Unidos, el mandatario imperial afirmó: «No hablamos de eso, pero una operación militar, una opción militar es algo que ciertamente podríamos perseguir».
La amenaza de Trump fue el corolario de una larga serie de conversaciones que el magnate-presidente ha tenido con algunos gobiernos «aliados» en las que se manejó el tema de Venezuela y cómo se podría presionar la caída del presidente Nicolás Maduro.
Pero, además, intenta por esta vía de amenazas lograr lo que sus representantes diplomáticos no han podido lograr en la Organización de los Estados Americanos (OEA), pese a contar con el respaldo entusiasta de su secretario general, el felón Luis Almagro.
Tampoco los Estados Unidos han podido lograr que los diversos organismos de la Organización de las Naciones Unidas, particularmente la Asamblea General y el Consejo de Seguridad, hayan emitido condenas contra Venezuela.
Y no es porque no hayan presionado, amenazado, chantajeado y adulado a los representantes de todo el planeta. Más bien abundan los testimonios de este tipo de presiones.
Tampoco es porque no hayan presionado económicamente que no han logrado la caída del gobierno legítimo del presidente Nicolás Maduro. La guerra económica contra Venezuela ha sido salvaje y de esto también hemos escrito en esta columna y sobran los testimonios.
No se debe a que el imperio norteamericano no haya puesto en juego todo su arsenal mediático y propagandístico al servicio de la causa que pretende hacer caer a la Revolución Bolivariana. Basta prender la televisión y encontraremos referencias adversas de Venezuela desde los noticieros hasta las series de entretenimiento.
Las últimas acciones no hacen además sino complementar la campaña antivenezolana que ya se había iniciado durante las guarimbas fascistas de 2014 (caramba, que coincidencia) que ocasionaron la muerte de 43 personas y cientos de heridos, cuando el presidente Barack Obama declaró a Venezuela una amenaza para la seguridad y los intereses de los Estados Unidos.
Ante la abierta y brutal amenaza del presidente de Estados Unidos, los gobiernos y pueblos de todo el planeta se manifestaron inmediatamente en contra de tan bárbara agresión. Incluso gobiernos que han pretendido inmiscuirse en los asuntos internos de Venezuela o que tienen graves diferendos ideológicos con la Revolución Bolivariana, han señalado la gravedad de esta «trumpada» y han rechazado cualquier posibilidad de resolver las diferencias internas en Venezuela por vía de la violencia.
Incluso la derecha venezolana agrupada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se vio obligada a suscribir un documento en el que «rechaza el uso de la fuerza, o la amenaza de aplicar la misma, por parte de cualquier país en Venezuela», a pesar de que varios de sus personeros se han paseado por Washington y diversos foros internacionales reclamando injerencia e intervención (incluso militar) en Venezuela.
Golpes bajos
El pasado 21 de julio, en el Foro de Seguridad de Aspen, Mike Pompeo, director de la tristemente célebre Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés), dijo los siguiente: «Cada vez que tienes un país tan grande, y con la capacidad económica de un país como Venezuela, Estados Unidos tiene profundos intereses en garantizar que el país esté tan estable y democrático como sea posible. Así que estamos trabajando duro para hacer eso. Yo siempre tengo cuidado cuando hablamos de Sur y Centroamérica y de la CIA. Hay muchas historias».
Este último comentario hizo las delicias del auditorio, que acompañó con risas lo que para América Latina es la presencia permanente de la injerencia norteamericana en el continente.
Pompeo continuó: «Así que quiero tener cuidado con lo que digo, pero basta señalar que estamos muy optimistas de que puede haber una transición en Venezuela, y la CIA está haciendo lo mejor de sí para entender la dinámica allá para que podamos comunicársela a nuestro Departamento de Estado y otros, los colombianos (sic). Acabo de estar en Ciudad de México y Bogotá la semana antepasada, hablando sobre este tema precisamente, intentando ayudarles a entender las cosas que podrían hacer para poder lograr un mejor resultado para su rincón del mundo y nuestro rincón del mundo».
No fueron la de Trump y la de Pompeo las únicas amenazas.
El secretario de Seguridad Nacional de ese país H. R. McMaster fue interrogado por el periodista Hugh Hewitt en la cadena televisiva MSNBC sobre si habría en Venezuela «una violenta guerra civil, refugiados masivos y cualquier intervención militar tendría que venir de Colombia y/o Brasil». McMaster se despachó con la siguiente afirmación: «Creo que su valoración es correcta. Que, ya sabes, la democracia se ha acabado en Venezuela. (…) ¿Podría haber un golpe? Bueno, ya lo hubo. Fue un golpe de Estado lo que sucedió. Maduro no le ha permitido al pueblo venezolano decidir su propio futuro. Y así, con la instalación de esta asamblea constituyente, llega un punto de inflexión. Y es una tragedia para el pueblo venezolano que esté sufriendo todo tipo de privaciones basadas en las políticas fallidas ya de dos regímenes ahora. Y es realmente una situación intolerable desde la perspectiva del pueblo venezolano. Y lo que estamos tratando de hacer es trabajar con socios en la región y trabajar a favor del pueblo venezolano para ayudar a rescatarlos de esta dictadura».
El periodista insiste: «Si no hay una intervención, General, Maduro tiene el potencial de convertirse en un nuevo Castro. pero uno aún más peligroso que de lo que fue Castro en el ’62 cuando los soviéticos pusieron misiles allí’. Es un país más grande, es un país más rico».
McMaster responde: «Hay grandes consecuencias obviamente, principalmente para el pueblo venezolano. Pero también hay consecuencias para la seguridad de la región. Y entonces sabemos que Maduro se nutre muy fuertemente del apoyo de los cubanos. También tiene a los chinos y los rusos ahora cubriendo a este fracasado régimen. Esta dictadura autoritaria. Por lo tanto, hay implicaciones para la seguridad regional y, como ya vemos todos los días, consecuencias devastadoras para el pueblo venezolano».
Nuevamente Hewitt -que también es buena ficha- le pregunta a McMaster si Trump está dispuesto a otro Panamá, a lo que este contestó: «Bueno, usted sabe, hay una larga historia en la región de la intervención estadounidense, y eso ha causado, ya sabes, problemas en el pasado. Y creo que somos muy conscientes del hecho de que no queremos dar a este régimen u otros la oportunidad de decir: «Bueno, ya sabes, este no es un problema con Maduro. Esto es lo que hacen los yanquis. Esto es ellos son la causa del problema». Ustedes han visto a Maduro, tiene algunos intentos patéticos para tratar de hacer eso ya. Así que creo que es importante para nosotros colocar la responsabilidad de esta catástrofe en los hombros de Maduro. Él es quien lo ha causado, y él es quien lo perpetua».
Los pueblos del continente y del mundo ya saben qué sucede cuando los marines llegan a proteger los derechos humanos, o a rescatar la democracia, o cuando se utiliza cualquier clase de excusa para imponer los gobiernos que le son obedientes.
En esta columna no hemos hecho sino poner a la vista las bárbaras amenazas injerencistas y belicistas de Estados Unidos contra Venezuela por parte de algunos de sus principales dirigentes de gobierno.
Ahora que usted, lector, lo sabe, es hora de desplegar la solidaridad con Venezuela por parte de los pueblos de todo el continente. Parafraseando a Karl Marx, ha llegado la hora de hacer por el pueblo de Venezuela algo más que amarlo.
Fuente: http://cajaderespuestas.blogspot.com.es/2017/08/trumpadas-imperialistas-contra-venezuela.html
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