Poca broma porque TUI AG se presenta como «la corporación turística líder en Europa». Su portafolio de negocio comprende tres divisiones: TUI Travel (como touroperador), TUI Hotels & Resorts y TUI Cruises (que incluye Hapag-Lloyd). En conjunto, tiene unos 30 millones de clientes, maneja unas 170.000 habitaciones en unos 261 hoteles en Europa, emplea a […]
Poca broma porque TUI AG se presenta como «la corporación turística líder en Europa». Su portafolio de negocio comprende tres divisiones: TUI Travel (como touroperador), TUI Hotels & Resorts y TUI Cruises (que incluye Hapag-Lloyd). En conjunto, tiene unos 30 millones de clientes, maneja unas 170.000 habitaciones en unos 261 hoteles en Europa, emplea a unos 71.000 empleados y el año pasado su volumen de ventas se situaba por encima de los 16.000 millones de euros.
Vale la pena hablar de ello ahora porque nos permite comprender las profundas transformaciones que está sufriendo el sector durante la crisis y explicar también su nuevo atractivo en el mercado de inversiones global. De entrada, hay que saber que desde otoño de 2008 el valor en bolsa de las corporaciones turísticas ha caído en picado. En el caso de TUI, el histórico de cotización muestra cómo entre octubre de 2008 (11,67 euros por acción) y octubre de 2011 (¡3,88!), !), ha perdido dos tercios de su valor en bolsa. Para una comparación, Meliá Hoteles, la primera corporación hotelera española, la caída es de 8,3 euros por acción en junio de 2008 a 4,9 ahora mismo, es decir, de un 41% en tres años. Las causas de este dramático descenso del valor de las transnacionales turísticas tiene poco que ver con la merma del número de turistas por la crisis, ya que si en 2008 eran 913 millones en 2010 fueron superados de largo, con 935 millones. Buena parte del misterio es el fin del petróleo barato también para las compañías aéreas y los tour-operadores. Así, en diciembre de 2008 el petróleo brent valía menos de 42 dólares el barril y ahora mismo se eleva por encima de los 100$. Como resultado, es muy posible que los aumentos oficiales del gasto turístico de los últimos años sean un espejismo porque, en realidad, correspondan apenas al incremento de los precios del transporte. De hecho, la IATA reconoce que el altísimo precio actual del petroleo costará, solo en 2011, 42.000 millones de euros a las compañías aéreas del mundo, las cuales, además, se habrían desplomado un 15% en bolsa en un año.
Con el crash de 2008 y la caída del valor bursátil de las corporaciones turísticas, se paralizaron también la inmensa mayoría de proyectos inmobiliarios en forma de resortes y servicios asociados, desde campos de golf hasta puertos deportivos y casinos como es bien sabido. Pero -y aquí topamos con el segundo nivel de explicación del posicionamiento global del turismo en el mercado inversor- resulta que estos últimos meses se han reactivado con fuerza numerosas operaciones de megaressorts turísticos e inmobiliarios, tanto en EEUU como en el Caribe así como a China y el sudeste asiático e incluso en África. En plena crisis del crédito sin fronteras, con las bolsas por el suelo, el rastro nos lleva a dos hipótesis de financiación no necesariamente contradictorias pero sí extraordinarias. De entrada, la captación de capitales de los fondos soberanos de estados como China o las petrodictaduras del Golfo Pérsico, que sube en estos momentos a unos colosales cuatro billones de dólares, el equivalente al 10% del valor de las bolsas mundiales, con una tendencia a duplicar su volumen de aquí al 2020. El peso de las inversiones chinas y los emiratos es ya demasiado llamativa en el sector turístico en todo el planeta como para ser ignorado. El otro fuente de capital es un clásico aunque parece que ahora, haciendo caso del viejo dicho de que «el tiempo de crisis es tiempo de oportunidades», está entrando a saco en la compra de compañías y oportunidades de inversión en precio de saldo. Estamos hablando del dinero de la economía criminal, de origen oscuro o mafioso y, en todo caso, ajeno al control de las haciendas públicas. TUI, precisamente, acaba de optar por este «seguro». Así, este mes pasado el «oligarca» (o «magnate») ruso Alexei Mordashov se convirtió en el primer accionista del primer grupo turístico europeo al controlar directamente más del 25% de las acciones. El proceso habría comenzado en 2007, cuando compró el 3%, subió al 10% al principio de la crisis bursátil en 2008 y ahora ya dominaría totalmente la compañía. Es interesante recordar que este papel dominante la ejercía desde 2004 el conglomerado español RIU hoteles, la CAM (4,9%) y el Grupo Matutes (2,4%). Mientras tanto, la participación española se ha reducido a la mitad: Abel Matutes vendió por 70 millones de euros su paquete al prohombre ruso, RIU retiene solo el 5,1% y una CAM en fallida técnica y recientemente intervenida por el Banco de España sigue, increíblemente, poseyendo el 3,28% de TUI.
¿Quién es este potentado Mordashov, que figura como en el número 29 de la lista Forbes de los multimillonarios del mundo? Bueno, según un portal de denuncia la fuente de su fulgurante fortuna -apenas tiene 46 años- es haberse convertido en uno de los dos hombres fuertes de la industria del acero en Rusia y compaginar esto con haber sido en 2004, con ocasión de las elecciones presidenciales, el representante legal de Vladimir Putin, el primum inter pares de la «oligarquía» rusa (por favor, no penséis en la mafia: «en Rusia no hay»). Ahora, reina en la sede del primer consorcio de Europa, a través de Mordashov Capital, un chiringuito financiero de aquellos que han llevado al mundo al abismo. Naturalmente, la pregunta inquietante y obligada a hacerse es: ¿qué tiene la inversión de proyectos y compañías turísticas que la haga tan atractiva para personajes tan oscuros como Mordashov? Quizás la facilidad de echarle dinero negro que hace turismo vía paraísos fiscales para que acabe blanqueado en forma de mega-ressorts y urbanizaciones? Y perdonen la mala educación: ¿sobrevivirá la estrategia de Responsabilidad Social Corporativa de TUI a la entrada de Mordashov Capital?
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