Para el Mercosur, un acuerdo de liberación comercial con la Unión Europea, incrementaría su subordinación a los vaivenes del mercado mundial, señaló el economista, docente e investigador de las universidades nacionales de Buenos Aires y Quilmes, Eduardo Lucita, integrante del colectivo Economista de Izquierda.
¿Cual es su opinión sobre la alternativa que se concrete inmediatamente el acuerdo de liberalización Mercosur- Unión Europea?
Conviene señalar que se trata de un acuerdo entre dos bloques en crisis. La UE ha perdido peso en el concierto internacional y en los intercambios comerciales, todavía no se ha repuesto de las crisis del 2008, y las economías de sus países periféricos quedaron muy debilitadas y busca colocar sus excedentes industriales y financieros. El reciente bloqueo de la administración Trump a los Acuerdos Transpacífico y con la UE (TPP y TTIP)), el brexit, el auge de los nacionalismos y separatismos agudizan la crisis. El Mercosur está estancado desde hace años, los objetivos originales pergeñados bajo las administraciones Alfonsin – Sarney no solo no se han cumplido sino que a partir de Menem-Collor de Melo se transformó en una simple unión aduanera al servicio de las corporaciones, especialmente la industria automotriz, que ha usado al Mercosur como escudo protector frente a 3ros. países y que obliga a Argentina y Brasil a negociar permanentemente los términos de ese intercambio. Más de 20 años después el arancel común es una ficción vulnerado por múltiples excepciones y acuerdos transitorios. Paraguay y Uruguay han sido convidados de piedra.
El apuro por cerrar este acuerdo es claramente político, porque hasta ahora las negociaciones si bien son secretas, como siempre en estos casos, los transcendidos indican que hay acuerdos en varios puntos pero que las diferencias centrales permanecen. Pero hay indicios que estarían dispuestos a firmar un acuerdo general en el marco de la OMC y más adelante precisarlo. Para los países del Mercosur la firma sería una muestra de la adhesión de los cuatro gobiernos al libre comercio y suponen que puede sacar al bloque de su estancamiento y recomponer las relaciones internas muy deterioradas. Para el gobierno Macri que se firme el acuerdo sería una carta de presentación y un impacto político ante la reunión ministerial de la OMC, que se reunirá en Bs. As a su pedido y de la cual no se esperan mayores avances. Esta reunión será la antesala de la del G20 en 2018, y hay que tener en cuenta que el gobierno Macri aspira, frente a la defección de Brasil, a ser el interlocutor de la región frente a los grandes países.
¿Cuáles son las ventajas y desventajas que puede traer aparejado para nuestras economías y sociedades en general la mayor apertura?
Uno de los puntos en discusión es el ritmo de las desgravaciones que los europeos quieren acelerar y los sudamericanos ralentizar hasta tanto su sector industrial se reconvierta. En nuestro país esto puede incentivar la reestructuración que el gobierno Macri ha propuesto para el sector productivo distinguiendo los sectores competitivos, los que no lo son y deben desaparecer y aquellos que hay que estimular para mejorar. Pero es claro que debilitará el mercado interno y el gran perdedor será la industria y los empleos que genera. El retroceso de la industria favorecerá el avance de la primarización del las economías. Está también la apertura de los mercados de obras públicas a nivel nacional, provincial y municipal, lo que afectará a las PYMES, de los servicios y del comercio electrónico, que en general evaden normas y pagos impositivos, y la imposición de propiedad intelectual, marcas y patentes que las multinacionales buscan monopolizar.
Se supone que mejorará la exportación de biodiesel de Brasil y Argentina, mientras que los sectores agrarios piensan que podrán exportar hasta 400.000 mil toneladas/año, pero aquí colisionan con los granjeros de Francia, Irlanda, Polonia… para quiénes el Programa Agrario Común (PAC) es una valla protectora y uno de los pilares constitutivos de la unión.
¿Qué efectos puede tener un acuerdo amplio con Europa sobre la integración y complementación regional europea y latinoamericana?
Para la UE sería una respuesta ante el fracaso del TTIP y una muestra de la efectividad de la alianza Merkel-Macron, sustentada en concepciones neoliberales y que junto con China está dispuesta a asumir el liderazgo de la globalización mercantilista, ocupando espacios cedidos por los EE.UU. de Trump. Adicionalmente tiene un contenido geopolítico, ampliará su influencia económica y política en la región, accediendo a un mercado de más 200 millones de habitantes.
Para el Mercosur incrementaría su subordinación a los vaivenes del mercado mundial. Hay que tener en cuenta que las administraciones de los cuatro países hoy comparten su adhesión al libre comercio y al multilateralismo. A las asimetrías no resueltas en nuestro bloque se agregarían ahora las que se tienen con la UE, obviamente favorables a esta. La firma del acuerdo significaría también una suerte de libertad para Uruguay y Paraguay, que nunca fueron tomados muy en cuenta por sus socios mayoritarios, de liberarse de las ataduras que impone el Mercosur y adherir a cuanto TLC se les proponga. Conviene recordar que normalmente los TLC tienen normas más laxas que las que impone la OMC.
Así el acuerdo «puede poner en movimiento al Mercosur» como dice nuestro Canciller, pero también puede incentivar su disgregación.
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