Es imposible que alguien en pleno juicio y con un elemental sentido de humanidad pueda pensar que no exista el bloqueo económico, financiero y comercial que durante más de 60 años Estados Unidos ha mantenido y reforzado contra Cuba. Los datos y hechos son abrumadores.
El canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, en una reciente conferencia ante la prensa informó que Cuba llevará por trigésima ocasión a la Asamblea General de Naciones Unidas el documento la Necesidad de poner fin al bloqueo contra Cuba, el cual se debatirá los días 2 y 3 de noviembre.
En el informe se detalla que entre agosto de 2021 y febrero de 2022, las pérdidas ocasionadas por el bloqueo fueron3 806 millones de dólares, un monto récord histórico para un período reducido de solo siete meses. El Producto Interno Bruto de Cuba, según datos muy conservadores, pudo haber crecido, pese a las circunstancias adversas que enfrenta la economía cubana, en 4,5 % en ese período, de no haberse aplicado esas medidas.
Agrega que en los 14 primeros meses del gobierno de Joe Biden los perjuicios ocasionados por el bloqueo ascienden a 6 364 millones de dólares, o sea, más de 454 millones de dólares mensuales en daños y perjuicios. En los 60 años transcurridos, a precios corrientes, los daños acumulados suman 154 217 millones de dólares.
En cuanto al valor de la onza de oro, tomando en cuenta las depreciaciones, los perjuicios acumulados alcanzan la enorme cantidad de 1 billón 391 mil 111 millonesde dólares. Cifra exorbitante para una economía pequeña, sin grandes recursos naturales y una nación subdesarrollada.
El líder de la Revolución, Comandante en Jefe Fidel Castro, se refirió en varias ocasiones a esa criminal medida: “El bloqueo es algo más que prohibir la venta de mercancías de Estados Unidos, impedir comprar o vender en Estados Unidos, es una feroz presión y una feroz persecución para evitar que nosotros hagamos operaciones comerciales de ningún tipo, y todo ese poderío inmenso está concentrado hoy contra nuestro país”.
En otro discurso puntualizó: “Para nosotros es inaceptable la cuestión del cese del bloqueo a cambio de concesiones políticas, concesiones que corresponden a la soberanía de nuestro país. Es absolutamente inaceptable, es indignante, es irritante, y, realmente, preferimos perecer a renunciar a nuestra soberanía”.
Estados Unidos se ha guiado todos estos años por el memorando escrito el 6 de abril de 1960 por el subsecretario de Estado Lester Mallory al entonces presidente D. Eisenhower en el que exponía: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro…el único modo previsible de restarle apoyo interno es mediante el desencanto y la insatisfacción que surjan del malestar económico y las dificultades materiales”…Y de esa forma “provocar hambre y desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.
El bloqueo viola flagrantemente, el derecho internacional y en particular la libertad de comercio e inversión. Niega créditos y ayuda financiera a países y entidades que cooperen con Cuba y establece que las compañías de cualquier país del mundo que tengan tratos con la Isla pueden ser sometidas a represalias legales. Prohíbe incluso a potenciales inversionistas la entrada a Estados Unidos.
Trump reforzó el bloqueo con 243 nuevas medidas y no hizo nada para flexibilizarlo por razones humanitarias ante el avance de la pandemia global. Al contrario, promovió una campaña mediática de descrédito contra los médicos cubanos, multiplicó los proyectos de subversión interna e hizo lo imposible por impedir la adquisición de medicamentos, medios de protección, pruebas diagnósticas e insumos básicos destinados al combate contra la epidemia y a la fabricación de vacunas en la Isla.
En su intervención, el canciller cubano puntualizó que en esa dirección, la política del presidente Joseph Biden contra la Isla “es lamentable e inercialmente la misma republicana. No se han introducido cambios en esa política.
En la actualidad se continúa persiguiendo cada ingreso, cada fuente de financiamiento y de suministro del país por lo que el bloqueo es el elemento central que define la naturaleza de la política de Estados Unidos hacia Cuba.
Aunque medios de comunicación hegemónicos ignoran los efectos de esas medidas, lo cierto es que Cuba no puede adquirir tecnologías, equipos, partes, piezas, tecnologías digitales o software, que tengan un 10% de componentes estadounidenses, lo cual es un impacto directo como el de la carencia de divisas para garantizar suministros.
Se persigue a navieras y barcos contratados para la importación de combustible y otros suministros vitales bajo amenaza de sanciones. Son multimillonarias las multas impuestas a bancos internacionales por la más mínima transacción que involucre a Cuba.
Durante el octavo Congreso del Partido Comunista, el General de Ejército Raúl Castro calificó al bloqueo, como “la guerra económica más abarcadora, desigual y prolongada que se haya desatado contra nación alguna”
Seguramente que a principios de noviembre cuando Cuba presente por trigésima ocasión a la Asamblea General de la ONU el informe sobre la Necesidad de poner fin al bloqueo contra la Isla, la abrumadora mayoría de sus miembros votarán nuevamente por eliminarlo.
Aunque el prepotente y decadente imperio estadounidense haga caso omiso a ese pedido universal y siga aferrado a la idea de derrocar al gobierno revolucionario con esas perversas, inhumanas y dañinas medidas, Cuba continuará resistiendo los embates como lo ha hecho durante más de 60 años.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.