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La Fábrica de Sueños. Dersu Uzala (1975), de Akira Kurosawa

Un canto a la amistad entre un racional y un idealista

Fuentes: Rebelión

Los humanos nunca deben olvidar que sólo se nos ha asignado un lugar muy pequeño en la Tierra, que vivimos rodeados de la Naturaleza que fácilmente puede recuperar todo lo que alguna vez le dio al hombre. RAY BRADBURY (1920-2012)

Para convivir humanamente inventamos la economía, la política, la ética y la religión. Pero en los últimos siglos lo hicimos bajo la inspiración de la competición que genera el individualismo. Ese tiempo terminó. Ahora tenemos que inaugurar la inspiración de la cooperación que genera la comunidad y la participación de todos en todo lo que interesa a todos. LEONARDO BOFF

Aprender no nos hace sabios: hay quienes tienen conocimiento y quienes tienen entendimiento. El primero requiere memoria y el segundo filosofía. ALEXANDRE DUMAS

Desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños, vía Cine-Club Al Filo del Tiempo, se llega al término del primer ciclo de homenaje a la vida y obra de Akira Kurosawa con Dersu Uzala (1975), filme con base en la novela homónima, 1923, de Vladimir Arseniev. Obra en suma tan humanista como las memorias de dicho Cp., el canto a una amistad fuera de serie, una exploración no sólo de la Tierra sino de la condición humana, en fin, un filme que muestra como pocos el desigual combate del hombre en su lucha contra la Naturaleza y cómo ésta termina por imponerse a aquél cada vez que intenta dominarla para sacudirse sin remedio. La amistad, fruto del trabajo (hecho clave), es la del etnógrafo, explorador y militar ya citado, V. A., y el aventurero y Gohl o cazador apasionado, modesto, pero ‘nada humilde’ (Arseniev dixit) y parte inseparable de árboles, animales y nubes, a los que Dersu entiende como nadie; también, claro, la historia de un aprendizaje mutuo del lenguaje de la Naturaleza.

Lenguaje que surge de la observación, la admiración, el respeto, en fin, de esa forma acendrada de la inteligencia que es la intuición, todo ello dentro del manejo de una ética sin mácula alguna. Lo que es fácil de comprobar en c/u de los simples, aunque hondos hechos narrados, tanto en espacios de calma y serenidad como de tempestad y vértigo. Mientras la novela se inicia en el Valle de cristal (1902) (1), el filme en Korfovskaya (1910), localidad en Jabarovsk, extremo oriental de Rusia. Prólogo. Arseniev busca la tumba del amigo Uzala, a quien había enterrado tres años atrás, episodio con el que termina la novela (Cap. 31, La muerte de Dersu); (2) así titulada, Dersu Uzala – La taiga del Ussuri, subtítulo que en lengua siberiana es El bosque del río, ya que taiga es bosque y ussuri río. Sitio donde hubo un cedro y un abeto, árboles altos que ya no están: ‘Tal vez los talaron, cuando construían el poblado’, señala el campesino al Cp. Arseniev, como si a la vez le hablara de los efectos del ‘progreso’.

Justo cuando el Cp. cita en voz baja su nombre, surge el título: Dersu Uzala (cuyo acento es prosódico, no ortográfico). 1902: año en que se inicia la novela; los soldados cantan, junto a sus caballos. El Cp. recuerda que ese año le encargaron pasar por Shchotovo, zona de Ussuri, para hacer la topografía del terreno. Caso curioso: son siete hombres con sus bestias, como los siete samurais del filme de 21 años atrás (3). El Cp., junto a sus soldados, se acuesta y siente que es una noche de miedo por las figuras que se reflejan en rojo y negro; él y uno de los hombres piensan que es un asalto: ‘No, es una piedra que cayó’, supone Arseniev. Pero, se trata de quien dice: ‘Mí es gente’, pero no la vulgar gente de bien de hoy, sino decente de verdad. Entonces, surge Dersu Uzala, con su singular presencia: bajo, regordete, piernas torcidas, japonés/chino o coreano, con fusil en el brazo derecho y morral a la espalda. Sujeto de la etnia hezhen, que acompañó a la tropa del Cp. en varias expediciones a la zona siberiana.

En particular, a la región siberiana de Sijote-Alin, célebre por ser una cantera del poderoso medicamento ginseng (4). Saluda al Cp. que, mientras otros especulaban con que era un oso, señala, con humor, ‘realmente es un hombre’. Dersú alista su pipa, es invitado a comer y dice que tiene mucha hambre: ‘Hoy, no comí’. ‘¿Chino, coreano?’ ‘Mí, es golde’ (sic, en el filme) aunque en la novela figura ‘gold’, pero es Gohl por la tribu. ¿Es cazador? ‘Mí siempre caza’ responde Dersu, no tiene otro trabajo. Por eso, entre otras cosas, no tiene casa. Porque, ¿qué sentido tiene tener casa cuando no se hace otra cosa que cazar, como en algún punto dice la novela? Por ello, cuando un soldado le pregunta dónde vive, contesta: ‘Mí no tiene casa’. Vive en el monte, hace camino y duerme. Uzala es un hombre sin tiempo. Preguntado por su edad, le responde al Cp. que no sabe: ‘Mí vivir mucho-mucho’. No tiene a nadie, su familia murió hace décadas. Tuvo esposa, hijo e hija. La viruela acabó con todos. Ahora está solo…

Arseniev le cuenta que investigan los alrededores de Korfovskaya (Korforovskaya en la novela): cordilleras, collados, pasos, ríos, y le propone ser su guía, el de todos. Lo pensará. Al día siguiente, ya marcha al frente del grupo. Sólo él sabe que por esa ruta pasaron dos chinos, cosa que luego el Cp. confirma con las cenizas mojadas de lluvia, el lecho de hierbas, un pedazo de seda china. Dersu le encarga a aquél fósforos, sal y arroz, pensando no en volver sino en los que pasarán: mientras haya leña seca y con qué prenderla, nadie morirá de hambre. Arseniev no sólo es previsivo sino que tiene sentido cooperativo. El gohl ha admirado al Cp. por su enorme clarividencia, hecha con su vida en ambiente de taiga; además, ‘tenía un alma real’. Se ha preocupado por una persona a la que no conocía ni es probable vuelva a toparse. Dersu sabe que cuando termina la lluvia, los pájaros empiezan a cantar y entonces sale el sol. Para él, el fuego, el agua, el viento, son tres personas fuertes. Y eso hace reír a los soldados.

Dersu se detiene frente al fuego donde por la viruela murieron su esposa e hijos, como relata al Cp.: mientras el joven anda en puntas de pie, el viejo se apoya en el talón. Así sabe que la noche anterior estuvo un viejo en el lugar. Pasados varios días, Dersu halla al viejo chino, tal como cuenta el Cp.: se llama Li Tsun Bin, de 64 años, vive en su casa en Tyan Tiny. ‘¿Cómo llegó aquí?’, le pregunta el Cp. a Dersu: ‘Tuvo mujer. La tomó el hermano. Se fue al monte. Lleva 40 años solo’. La tarea final de la expedición de Arseniev y su tropa fue investigar la zona alrededor del lago Janka; tendrían que cruzar grandes pantanos y terrenos intransitables. La mayor parte del grupo y de caballos fue enviada a Chernigovka, asentamiento urbano del óblast de Zaporiyia, Ucrania. Y junto con Dersu, Olenetiev y Krshinov fueron al lago en una balsa. En el silencio del lago Janka, el Cp. advierte ‘una amenaza para el ser humano’. ‘Hay que volver rápido’, le dice Dersu pues el viento cubre las huellas de ambos, esto es, las borra.

De pronto, en medio de la tundra húmeda, Dersu dice lo que ya hasta el espectador sabe: él y el Cp. han perdido el camino. Se salvan gracias a la recursividad del primero: para hacer la choza, más que cabaña, utiliza el trípode de topografía y la hierba aledaña. Secuencia que contiene unos de los más hermosos y terribles, y terriblemente hermosos, planos del filme, con esos dos seres en estado de indefensión ante su majestad la Naturaleza. Lo que, a su vez, permite extrapolar que lo que ella alguna vez le dio al hombre, en un parpadeo de éste lo puede retomar, como puede verse también en el cuento La ciudad, de Hesse (5). El Cp. parece conocer la ruta, pero ¿cómo pasar entre tanta agua? Para poder pernoctar en el lugar, el Cp. y Dersu disponen de poco tiempo pues la noche llega y ellos pueden morir. La tensión va creciendo tanto como los movimientos de ambos en su lucha contra la Naturaleza, en especial del Cp. que cae al suelo agotado, vuelve a pararse y sigue cogiendo hierba. Al respirar aceza.

El viento arrastra la hierba con facilidad, es el desequilibrio entre el hombre y el ambiente, la escena es sencillamente de terror: un terror natural, eso sí, igual que es natural el carisma de uno y otro protagonista, no como el terror y el carisma de Hollywood, que son tan artificiales como el guion deliberado que de su Historia escribe día tras día, como ocurre con las invasiones cotidianas de EE.UU a muchos países del mundo. Dersu corre a levantar a Arseniev, quien acompañado por el bramido del viento se hunde en la oscuridad. No sabe cuánto durmió. El humor del cazador no da espera: llama al Cp. ‘¡Oso!’ y le pide salir de la osera pues el sol ya lo hizo. Cuando éste le agradece diciéndole ¿qué haría sin ti?, la sabiduría de Dersu refulge con humor: Juntos andar, juntos trabajar, así que no hay que dar gracias. El Cp. cree que viene Olenetiev y, en efecto llega con otro soldado: personaje, aquél, que en la novela tiene mayor protagonismo y que en el filme va a la sombra del genial nanai/cazador.

Como señala Arseniev, en adelante todo se puso más duro: frío, cansancio, hambre. Lo que ya se dijo, ahora lo dice aquél: El hombre es muy débil frente a la gran naturaleza. A la luz de la luna, los hombres avanzan por la estepa, resbalan y caen una y otra vez y, sin embargo, saben que tienen que seguir adelante. Dersu detecta el olor del humo: alguien fríe pescado. La comida los espera. Ya de día, todos comen: una mujer atiende a los cuatro viajeros. La familia que los recibe tiene cuatro miembros: padre, madre, hijo e hija. Como la que tuvo Dersu y perdió por la viruela. Ante la pregunta de éste, el Cp. le cuenta que al día siguiente parten para Chernigovka, donde los espera el grupo. Después, irán por tren a Vladivostok. E invita a Dersu, quien con anticipación sonríe, a viajar con él: En la ciudad es bueno, cómodo. Sí, cómo no, parece señalar el gesto de aquél. ‘No, gracias’, dice, en efecto: allí no podrá cazar, su razón de vivir, su pasión vital, en fin, su único recurso ante la pérdida de la familia.

Y también frente a la soledad. Al Cp. le basta el consuelo de que Dersu lo acompañe a la estación, en otra secuencia memorable de la I parte del filme: otras dos son la de tener fósforos, sal y arroz antes de dejar la cabaña que los cobijó; y la del extravío en el paraje helado y desértico. Si se exceptúa a la religión, por el manejo que políticos, dirigentes, clero y autoridades civiles y militares han hecho de ella, habría que convenir que Boff tiene razón en el resto y ello se aplica de hecho al dúo protagonista de Dersu Uzala: Dersu y Vladimir conviven armónica y humanamente gracias al manejo de los recursos, a su sentido de la ética y la política que en ningún momento los lleva al desencuentro o a la polémica inútil. Ellos viven por y para la cooperación y se distancian del individualismo, el ego, la competencia y el dudoso e incierto éxito. Ellos y los soldados, todos, participan en todo lo que interesa a todos. En tal sentido, el Cp., v. gr., se ofrece a buscarle comida y dinero al gran hezhen Dersu.

Pero, a Dersu no le hacen falta dinero ni comida: primero, es un hombre digno; segundo, un ser humano autosuficiente que además se conforma con poco. Él sabe que, si no fuera así, no se conformaría con nada: su vida, se dijo, se basa en el cooperativismo, no en el capital. Aun con las apariencias, lleva una vida elevada, no rastrera, pese a los eventuales anzuelos que pretenden pescar su acción antes que su verbo. Sólo le resta buscar algo que es como dinero, las cibelinas: bosques poblados de jóvenes marales o la forma siberiana del wapiti o ciervo canadiense. Con su mirada, parece decirle muchas cosas al Cp., sin abrir la boca un segundo. Plano secuencia de por sí conmovedor, con el que termina la I parte, a partir de la mirada profunda, sincera, que sin hacer daño alguno parece atravesar la humanidad del Cp., que incluso en la mudez parece lanzar avisos de tristeza al no poder viajar con su amigo: la luz en sus rostros parece reflejar sentimientos mutuos, solidaridad, su senti/pensar de camaradas.

Al erguirse Dersu, el Cp. y los dos soldados parecen admirar la grandeza de ese hombre pequeño de talla, con sus piernas chuecas y su desmesura en el autocontrol. Sin embargo, cuando el Cp. le pregunta qué pasa, rápido confiesa: ‘Yo, mala gente’. Y al pedirle explicación, delante del dúo de soldados/testigos, agrega que quiere ‘poco-poco cartucho’, y el Cp. le pide a Olenetiev darle todo el que quedó. El Cp., pese a la milicia y su rigor, también es una persona cooperativa, no capitalista. Ahora es Dersu quien agradece. Y anuncia que al otro día parte. Va a encontrarse con las etnias Tanbishe, Ulahe y Futsin: afirma que al parecer hay allí muchas cibelinas. Por su partida, cuando la anfitriona les trae más comida, ninguno recibe, en señal de respeto por la figura y las palabras de D. Uzala. Ya en los rieles del tren, éste se despide: ‘Hasta la vista, milicos’. Cp.: ‘Buena suerte, viejo’. Olenetiev: ‘Adiós, ojalá nos veamos de nuevo’. El Cap. le desea suerte y lo bendice. Quizás se vean en otra ocasión…

Aquí termina la I parte. Dersu Uzala, II Parte. 1907. En la primavera, el Cp. de nuevo emprende un viaje por la zona del Ussuri. El hielo se quiebra. Tres meses por la taiga. Rápido, el verano reemplazó a la primavera. Investigaron un vasto sector. El Cp. lamenta la ausencia del amigo y guía pues con él habrían logrado hacer mucho más. Todo ese tiempo, ha pensado que quizás se lo tope de nuevo. Se pregunta dónde puede estar, y mira para todos lados como si, con ello, lo viera de verdad. ‘Por el arroyo arriba’, grita a sus hombres desde lo alto de las Da-dian-chan o ‘montañas puntiagudas’, las de la cordillera de Sijote-Alin, cuya longitud es de mil km. Turtyguin informa al Cp. que a dos km halló a un cazador que le inquirió sobre el grupo y Arseniev termina por saber que no le dijo nada a Dersu puesto que guardan los secretos militares. El cazador no se quedó ahí, se apresuró y recogió sus cosas. El Cap. coge el fusil de Pavlovich y sale en busca del incierto Dersu, convencido de que lo va a encontrar.

Como a veces el cine es como la vida (u otras, mejor), lo encuentra. Fuerte abrazo. Luego, conversan a la luz de la fogata junto a la tropa. Para el Cp., Dersu no cambia ni envejece. Los soldados cantan. El Cp. se pregunta cómo Dersu ha vivido todos esos años, si cazó muchas cibelinas. ‘Mucho’, dice, ‘gané mucho dinero’. El Cp. lo celebra como si fuera un triunfo al alimón, que en cierta forma lo es, como parece ratificarlo la risa cómplice de ambos. No falta el humor economicus de Dersu: ‘Pero, todo ese dinero desapareció’. ‘¿Cómo así?’ Lo invitó un comerciante rico, hubo mucho vodka, le entregó el dinero a aquél para que lo guardara; después, nadie sabía del mismo, por qué, Dersu no entiende. Los soldados en coro, vuelven: ‘Ah, mi águila valiente, ¿dónde has volado tanto tiempo? He volado todos los montes, donde hubo mucho silencio’. Por la mañana, una oscura neblina cubre la taiga. Al frente del grupo, el Cp. y Dersu. Ahora que éste está, aquél anda tranquilo y le pregunta si habrá buen tiempo.

‘Sí’, contesta Dersu, mientras sudan tierra, monte, bosque. ‘Pronto habrá muy buen tiempo’. Para el Cp. el grupo se diluye: ‘Ya es hora de que nos alcance. Esperemos’. Dersu ha perdido su pipa. Se ha hecho viejo o su cabeza está agujereada. Llama al Cp. y siente que Ambah los sigue. Ahora, ambos, alerta. Detrás de ellos, Turtyguin se disculpa por la demora, relata que dos caballos se atascaron en el pantano y le da la pipa a Dersu: éste observa que Ambah nunca hace mucho ruido. Cerca hay un tigre, de ahí Ambah. ‘¡No te molestamos! ¿Por qué andas tras nosotros? ¿Acaso no hay espacio para todos?’ Pregunta que podría ampliarse a las élites para averiguar lo mismo con respecto al planeta y en especial por lo que toca a Palestina y al genocidio de Israel y EE.UU, de Biden y Netanyahu. De pronto, todos paran: al parecer hay una tala en el lugar. El Cp. le pregunta a Dersu qué es esto: ‘Ludiova’ o animales que van a tomar agua, buscan darle vuelta y caen en fosas: comerciantes los sacan y venden sus pieles.

El Cp. pide a Ivanoshkin, Zagurski y Zajarov que lo acompañen. Dersu descubre una trampa al tirar una piedra pesada. Sacan a un ciervo y hallan a otros animales. Andreiev ha caído en otra fosa. Hay todo un desolladero de bichos. Un chino malo lo hizo, dice Dersu, quien cree que es una mierda matar animales sin necesidad. Hay diez bandidos en la zona que roban dinero, pieles, mujeres y matan a los hombres: Dersu descubre que robaron a tres mujeres, pero no entiende dónde están los hombres. Los tres aparecen amarrados en el Ussuri o río. Los ayudan a recuperar. Hay muchos tábanos: en la noche, la cara se hincha, duele, luego la víctima muere. Dersu: No son bandidos, es Tchan-Bao. La II Parte tiene dos segmentos: uno, luminoso, el de los recuerdos más felices en vida del Cp. y Dersu; otro, sórdido, con la locura repentina, delirium tremens, de Dersu, con el fantasma de Ambah. Aquí, la paleta de colores oscila entre rojo/azul y verde y negros y grises, con la maestría de pintor y cineasta de A. K.

Del primer segmento, cabe destacar, esta vez, la inclusión del b/n dentro del color, no al revés como en El infierno del odio (6). Hay históricas fotos de 1906 del Cp., también naturalista y cartógrafo, y su guía y apasionado cazador Dersu en su faena diaria. Del segundo, la furia de la Naturaleza que aplaca todo afán del hombre por dominarla. Tchan-Bao y sus hombres se encargan de los diez bandidos que asolan la zona. Dersu queda solo en la balsa, el Cp. y su tropa lo siguen, inquietos, por la orilla. Luego, se tiran al río. Antes de que la balsa se despeñe, Dersu se tira sobre un tronco y allí espera su rescate. Entre la lluvia, nota que acaba el verano y viene el otoño. El Cp. saca una foto a Dersu y Turtyguin, pero antes éste le pone su gorra a quien no le agradeció por hallar su pipa: no por vulgar sino por avatares del momento. Luego Turtyguin fotografía al Cp. y a Dersu. ‘Los recuerdos más agradables con Dersu se vinculan al inicio de aquel otoño’, escribe el Cp. en su diario y ahora rememora en el filme.

De las fotos a la expedición y, por fin, al encuentro con Ambah. Dersu le advierte al tigre que hay soldados con armas y que mejor se vaya: no quiere maltratarlo ni, menos, matar sin necesidad. En un plano que oscila entre la lucidez y la locura, dispara y cree haberlo matado, pese al concepto opuesto del Cp.: ‘No’, dice Dersu, ‘Ambah siempre correr hasta morir’. Ahora es presa del miedo y del estrés, porque si bien tal vez el tigre muerto no le hará nada, como cree el Cp., ‘Kanga, sí’, porque enviará otro Ambah o Sambar. Kanga es el espíritu de la taiga o bosque, al cual idolatran los gohls, como Dersu. A partir de ahí, devino enojadizo y malhumorado. Un soldado arranca un signo sobre una hoja: Dersu lo reprende y le recuerda que quizás hay ginseng en la zona, esa planta de prodigio, cuyo nombre en chino es ren shen o raíz con forma de hombre y que sirve al sistema inmunológico, memoria, contra fatiga y estrés. También regaña al soldado que tira carne al fuego y cuando lleguen otros la comerán.

Vendrán, entonces, coyote, glotón, cuervo y rata: en un bosque tan diverso muchos bichos hay. El otoño en Ussuri es corto y con la entrada del invierno, el Cp. envía parte del grupo y caballos al golfo de Olga. Dersu huele gente, o sea, jabalíes. Al respecto, el Cp. no siente nada. Dersu dice que ve mejor con su nariz que con sus ojos. El Cp. ignora que ese evento es aviso de trágicos sucesos. Ve otro Ambah, Dersu pregunta dónde y luego de que no da en el guante, se arrodilla y con impotencia que desgarra le confiesa al Cp. que él siempre fue el primero en ver una alimaña, que al disparar siempre daba en el blanco, en fin, que ahora es un fracaso. Con sus ojos malos, ¿para qué vivir en la taiga? Mientras, parece estar firmando su propia sentencia de m… El Cp., devastado/compungido, lo invita a Jabarovsk: ‘Mi casa es tu casa’, le dice con una compasión que acojonaría al más canalla de los canallas. Llega el Año Nuevo, una noche extraña para el Cp. porque Dersu cree que Ambah ha venido a matarlo.

Parece necesitar un exorcismo, acepta lo de mi casa es tu casa y sus ojos están tan graves que según él Kanga ya no quiere que viva en el bosque. Para el Cp., lo que Dersu llama Ambah, parece ser la magadaña o espectro de su pánico a la taiga, creado desde la vacilación por no ver bien o por la fantasía de un ser que envejeció. Jabarovsk. Dersu se calienta frente a la chimenea en casa del Cp. Su esposa, Anna, dice que Vóva grabó a Dersu, quien de paso piensa que para él no hay trabajo en la ciudad, mientras el Cp. sí tiene uno. Anna apunta que a aquél no le gusta la vida urbana: aunque ingenuamente el Cp. crea que se acostumbrará. Su hijo piensa que Dersu no malgasta palabra, ni teme a nadie, sea lobo, jabalí u oso; ni a un vendaval de nieve o a una inundación. Anna dice a su esposo que aquél es un héroe para Vóva. Como para Santiago y yo son Aaron Bushnell, aviador que se inmoló en Washington, y su amigo Levi Pierpont, objetor de conciencia y crítico de las guerras hechas por USA (7).

Dos héroes de nuestro tiempo, como aquél que da título a la nunca bien ponderada novela del ruso Mikhail Lermontov. El Cp. recuerda que más de una vez Dersu le salvó la vida. Pero, recuerda Vóva, él nunca habló de ello lo cual habla muy bien de su ética, talante, sabiduría. Algo corriente para él, suscribe el Cp.: ‘A la mayoría, por el contrario, le gusta hablar de esto exagerando sus méritos’. Si no, pregúntenle a Chucky, Varito, Porky. El Cp. y Anna buscan a Dersu, lo hallan con su hijo, guardan distancia con respeto, igual que la cámara en picado: uno que, por contraste, aquí engrandece a los personajes… y es que Dersu le explica a Vóva que ‘con esta gente [su cayado o bastón de pastor] anduvo muchos años por la taiga’. Luego de recibir un diente de oso, Vóva le pregunta si no tiene unas uñas de tigre y aquél le responde que ‘matar tigre es muy malo’. Su saber está basado en lo simple, no en la pedantería de tanto intelectual de pacotilla que cree enredar a los demás, sin notar que él hace rato está en la fosa.

Al citar al tigre, entra en un desequilibrante mutismo. Cuando Dersu observa que Anna da dinero al surtidor de agua, la insta a no hacerlo: por qué pagarla si en el río hay mucha agua. Al respecto, el mundo debería seguir el ejemplo que muchas décadas después daría el filme También la lluvia (2010), de Icíar Bollaín, sobre cómo los bolivianos recuperaron el agua como bien público en Cochabamba: c. 2005, 30 mil de 60 mil personas seguían sin agua. La protesta fue tal que la firma Bechtel dejó el mercado boliviano, el contrato del agua se canceló y bajo control público una nueva compañía entró a operar. Y luego Dersu le dice al surtidor por qué tomar dinero por agua. ‘¿Qué le pasa?’, le responde. ‘Tú, mala persona’, le suelta como siempre que alguien la embarra. Dersu se pone triste cuando Anna le dice que la ciudad no es un monte para disparar. Cuando el Cp. le pregunta cómo está, él se cuestiona sobre cómo puede estar la gente en unas cajas. Aquél cree que es cosa de cambiar el empapelado…

Y hacer el cuarto más amañador. El Cp. le pide ubicarse en su despacho y Dersu que no se preocupe: él pondrá una tienda en la calle y allí dormirá, sin molestar a nadie. Así no es en la ciudad, le plantea el Cp. No se puede disparar en la ciudad (aunque pase) ni dormir en la calle (aunque también). La cosa se pone jodida, parece decirle Dersu y de paso le cuenta que le falta mucho el aire. Vóva entra corriendo al despacho y le dice a su padre que a Dersu lo arrestó la policía por talar un árbol en el parque público. En medio de una serena sesión, con piano a bordo, que parece el preaviso de otra tragedia, Dersu se para y le pide el favor al Cp. de que lo deje ir a los montes, él no puede vivir en la ciudad, como ya se temía cuando de por medio hay un cazador apasionado y, ante todo, un hombre libre. El malo se va y así se lo dice al Cp., a Anna y al ‘pequeño Cp.’ Vóva, con un respeto que impone, un respeto extremo para reconocer lo buena gente que son todos, la calidad de convivencia que es posible lograr.

Sí, la calidad de convivencia que es posible lograr cuando la gente es digna, es decir, respetuosa de sí misma y, por ende, de los demás: no como cuando la gente pierde la dignidad y, entonces, opta por el facilismo de creer que los demás no la tienen. Mientras, el Cp. sale y regresa con su fusil: se lo da como regalo, le advierte que es liviano, tiene buen visor, e incluso con su mala vista no fallará el tiro. Al agradecer Dersu, es Vóva quien deja la sala y corre. Sin dilaciones, arriba un telegrama: en el bolsillo del occiso está la tarjeta del Cp., a quien le piden asistir para identificar el cadáver. Llega, ve el sitio desde lo alto, y se pone de rodillas ante su amigo, al que cubre una burda lona de tienda, como las de la cabaña que se citan en El Testamento, Cap. 28, de 31, de la novela, y que le confieren un cierto confort. El funcionario le pregunta si lo conoce: ‘Fuimos amigos’. Fue llamado Dersu Uzala (con acento en la última sílaba). Oficio: cazador. Raro, no tenía arma. ‘Debería tener, un fusil moderno’.

‘No, no hubo nada, sólo su tarjeta de visita’. Se trató de un robo. El delincuente quiso quitarle el fusil y lo mató. ‘Listo, señor’, dice un subalterno al funcionario fúnebre. Éste, ordena enterrarlo. Dos personas lo recogen del suelo y lo depositan en la urna de ocasión. El Cp. firma el certificado de defunción, pero antes de hacerlo, como se demora, tiene que aguantar la presión de la burocracia, ahora sí de afán: ‘Perdóneme, pero estoy ocupado’. Como si el Cp. no lo estuviera. Ya ni ante la muerte hay paciencia, podría pensar él, pero prefiere callar ya que es un hombre tan recto, discreto y respetuoso como el amigo que acaba de irse. El funcionario se marcha y Arseniev sigue inmutable en su sitio, ve cómo se evapora una amistad de modo inexorable cuando al frente está la dama de la guadaña, la última y más cruel y peor de las sorpresas. PPP y un PG enmarcan la trascendencia del hecho: el dolor de un ser humano por la partida de otro, íntegro, como él. La impotencia ante la tristeza suprema.

En conclusión, V. Arseniev, D. Uzala y, en otro contexto, más reciente, A. Bushnell (8), son tres héroes de nuestro tiempo; incluso, hay un cuarto: su amigo Levi Pierpont. Los mismos que por su intrínseca grandeza, no precisan ser reconocidos por nadie: el trabajo de toda su vida sella su devenir. Etnógrafo/explorador; cazador gohl; aviador, técnico en operaciones de defensa cibernética y opositor al genocidio de Palestina (9), que dio su vida frente a la desidia del mundo, sistema Lawfare, políticos sin ética; el cuarto, objetor de conciencia. Dichos héroes tienen conocimiento y entendimiento en dosis iguales, lo que los hace sabios sin tener que aprender: los cuatro, tienen memoria, filosofía, dignidad. Epílogo: El Cp. se acerca a la cripta de su amigo, recoge su cayado, lo entierra junto a él y dice: ‘Dersu…’ Nada más: y es que nada más hay que decir; todo lo demás, sobra. Lo único que cabe reiterar: el filme es un canto a la amistad entre un racional y un idealista que acaban siendo ambas cosas.

A Santiago, tan idealista como racional, tan sensible como inteligente, tan amoroso como cooperativo.

A Valentina, la niña que fue mujer, la mujer que jamás dejó de ser niña, el motor de mi vida siempre.

A Marthica, por ser desde el fin de mis 40 hasta hoy la savia vital y la sabia sonora de mi existencia.

Notas, enlaces y bibliografía:

(1) ARSÉNIEV, V. Dersu Uzala – La taiga del Ussuri. Grijalbo Mondadori, Barcelona, 2000, 341 pp.: 13.

(2) Íbidem, 2000, 341 pp.: 331.

(3) https://rebelion.org/el-hecho-de-sobrevivir-no-implica-que-haya-ganadores/

(4) Íbidem, 2000, 341 pp.: 8.

(5) https://es.scribd.com/document/684440120/Hesse-Hermann-La-Ciudad

(6) https://rebelion.org/el-odio-no-hace-que-merezca-la-pena-seguir-viviendo/

(7) https://www.nytimes.com/es/2024/03/01/espanol/aaron-bushnell-embajada-israel.html

(8) Nota en Rebelión: Tributo a una gesta impagable – Aaron Bushnell, un héroe de nuestro tiempo.

(9) https://rebelion.org/genocidio-sobre-los-palestinos-no-guerra-de-israel-contra-hamas/

FICHA TÉCNICA: Título original: Dersu Uzala. Castellano: Dersu Uzala. País: Japón / URSS. Año: 1975. Gén.: Historia / Aventuras / Drama. For.: 35 mm; color / b/n; 143 min. Dir.: Akira Kurosawa. Guion: V. Arseniev / A. K. / Yuri Nagibin, basado en Sin etiquetar y Dersu Uzala, de V. A. Prod.: Yoichi Matsue / Nikolai Sizov. Mús.: Isaak Shwartz. Fot.: Asakazu Nakai / Yuriy Gantman / Fyodor Dobronravov. Int.: Dersu Uzala (Maxim Munzuk); V. Arseniev Yuri M. Solomin); Anna Arsenieva (Svetlana Danilchenko); Vóva Arseniev (Dima Korshikov); Tchan-Bao (Suimenkul Chokmorov); Turtyguin (Vladimir Kremena); Olenetiev (Aleksandr Pyatkov). Prod.: Mosfilm. Dist.: MOKÉP. Premios: Festival de Cine Moscú, Mejor Película (1975); Oscar a Mejor Filme Extranjero (1976); David de Donatello, Academia de Cine de Italia (1977). Estreno: jul.1975, Festival de Moscú / 2.ago.1975, Japón.

Luis Carlos Muñoz Sarmiento (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine, de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín Cultural de EE, 5.jun. 2012; columnista, 23.mar.2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por la UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución, con su ensayo sobre MZO y su novela Changó, el gran putas, fue lanzado por la UFES, el 20.feb.21. Invitado por Pijao Editores al Encuentro Nacional de Narrativa Colombiana vista desde las Regiones (Ibagué, 1º a 4 nov.23) Invitado por UFES al Congreso Literatura, Soberanía Nacional y Multipolaridad (Vitória, Brasil, 25.nov.23). Autor en ARC, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en Rebelión, Magazín EE, Las2Orillas. E-mail: [email protected]

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