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Un combate entre núcleos de poder y una oportunidad para dar el paso a la siguiente fase

Fuentes: Barómetro Internacional

Dos cuartillas son suficientes para logra una aproximación a la realidad de este episodio que coloca en juego el equilibrio del mundo: Es un espacio que sitúa en el máximo nivel a los intereses geopolíticos y geoeconómicos para poder configurar proyectos globales; en este sentido Venezuela es el cuadrilátero, el teatro de operaciones para el […]

Dos cuartillas son suficientes para logra una aproximación a la realidad de este episodio que coloca en juego el equilibrio del mundo: Es un espacio que sitúa en el máximo nivel a los intereses geopolíticos y geoeconómicos para poder configurar proyectos globales; en este sentido Venezuela es el cuadrilátero, el teatro de operaciones para el combate entre grupos de poder representados en actores, países y corporaciones; los de mayor capacidad para fabricar medios de producción; los de mayor desarrollo científico, industrial, económico y con capacidades armamentísticas para disputar un orden mundial; me refiero a China, Rusia, India, Turquía e Irán, Vs. Reino Unido, Israel, Estados Unidos de Norteamérica y países aliados a sus intereses.

Estos grupos se disputan y colocan en juego la permanencia de los países «no alineados» (NOAM, 93), los de África y de mayor importancia los de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), entre otros. Una relación de fuerzas que se expresa 55 con las mayores capacidades industriales, frente a 138 poseedores de los recursos y riquezas materiales más importantes del planeta, entre ellos, la mayor reserva de petróleo existente (314.350.000.000 de barriles) un recurso sobre el cual descansa toda la estructura política, económica y de desarrollo civilizatorio. Indispensable para todo proyecto global.

Venezuela, se hace notar ante el mundo por ser un factor de primer orden en esta batalla de quinta generación: Poseer ese reservorio, que dé no ser administrada su extracción, distribución y consumo bajo lineamientos de una organización soberana y sólida como lo es la Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP; coloca en riesgo las relaciones de fuerzas antes mencionadas quebrantando el carácter y fundamento del Sistema Internacional, su equilibrio. Venezuela representa en esta contienda la continuidad, sostenimiento y desarrollo de países que albergan más de las tres cuartas partes de la población mundial y requieren acceder a la energía (petróleo) de forma continua, segura y oportuna como se cumple actualmente para su progreso; Venezuela representa la contención para el sostenimiento de la organización de países OPEP y esto se argumenta de la siguiente forma:
Del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica (un empresario) cristalizar su objetivo de apropiarse del manejo y control de la «Faja Petrolífera del Orinoco», sumergiría en dos décadas aproximadamente (20 años), al 78% de los países del mundo a la esclavizaste dependencia de petróleo.

El multimillonario empresario Donald Trump, quien invirtió todo su poder económico para obtener uno de los máximos renglones políticos del mundo como lo es la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, busca su consagración como el máximo poder político-económico obtenido por algún hombre en el mundo, Síndrome de Ubris: «Patología medica que se expresa en un exagerado deseo de poder»; articularia con la corporatocracia energética mundial Chevron, Royal Dutch Shell, ExxonMobil, ConocoPhillips, Lukoil, y Valero entre otras para controlar el mercado de los hidrocarburos y negarle el acceso a quienes no se alinean a sus intereses.

Con la gran capacidad de extracción y procesamiento de crudos que tienen estas empresas y el control sobre la mayor reserva del mundo; EE.UU. consumiría este recurso a una velocidad proporcional a su mismo desarrollo científico, tecnológico, industrial y militar, generando una brecha abismal entre su desarrollo y aquellos deseosos de desarrollarse. Una verdadera hecatombe.

Con el control del mercado por parte de estas corporaciones, el precio del barril de petróleo fluctuaría entre los 7 y 10 dólares nuevamente, y con esto, una minusvalía inducida a todos los países miembros de la OPEP, y en especial a los productores del Golfo Pérsico; arrodillaría a la monarquía saudí, como a Emiratos Árabes Unidos; mermaría el avance de los mayores productores de gas como lo son Rusia, Qatar, Irán, Azerbaiyán, Kazajistán y Bolivia entre otros. Se detendrían el proyecto económico global conocido como la «Rusta de la Seda» planteada por China que supera a Estados Unidos en Producto Interno Bruto (PIB) según el Banco mundial y caería India por ser el tercer consumidor de petróleo del mundo; afectaría de forma directa a todas las economías del Sur Oeste Asiático: Malasia, Filipinas, Tailandia, Indonesia, Vietnam y Singapur porque les negaría el petróleo; se detendría el proceso de desdolarización del mercado petrolero donde Venezuela incorporo su moneda «El petro», y finalmente, Donald Trump, el empresario, se consagraría como el máximo fabricante de medios de producción y bienes de capital para satisfacer las necesidades humanas en gran parte del mundo, obteniendo la supremacía mundial y asegurando la esclavitud global, porque para esto se requiere es energía «petróleo»

Lo expresado en este análisis desafía al mundo y obliga madurez de todos los actores dentro del Sistema Internacional; los países del mundo se pronuncian en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, se expresó la máxima autoridad de la Iglesia Católica y la Cruz Roja Internacional. Esto debe ser interpretado como una sabia y justa expresión del mundo, y respecto a Venezuela, está obligada a absolver del núcleo de poder que la acompaña, el conocimiento y su tecnología, para que junto al emprendimiento transforme los recursos e ir a la fabricación de medios de producción, es el elemento que da mayor fortaleza en la interacción entre los países por la dependencia que genera.

Solo así podremos ser un actor con verdadera fortaleza ante el mundo; de lo contrario estamos condenados al subdesarrollo y a la eterna dependencia de estos núcleos de poder. Como diría el gigante «Estaríamos apagando las luces del amanecer venezolano», la Venezuela de hoy está inmersa en un combate entre núcleos de poder y se le abre una oportunidad para avanzar a la siguiente fase histórica e indispensable, fabricar medios de producción.