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TLC Colombia-EE.UU.

Un convenio de león a mono

Fuentes: Rebelión

El presidente colombiano Juan Manuel Santos esta obsesionado con la idea de concluir la obra iniciada por su predecesor Álvaro Uribe: la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre su país y Estados Unidos. Con enorme diligencia, Santos llegó a principios de abril a Washington para conversar con su homologo Barack Obama y con […]

El presidente colombiano Juan Manuel Santos esta obsesionado con la idea de concluir la obra iniciada por su predecesor Álvaro Uribe: la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre su país y Estados Unidos.

Con enorme diligencia, Santos llegó a principios de abril a Washington para conversar con su homologo Barack Obama y con representantes de la Cámara y el Senado para suplicar que Estados Unidos acabe de dar el visto bueno al TLC entre ambas naciones.

Las entrevistas y conversaciones fueron muy amigables y de total comprensión según el presidente colombiano y Obama se comprometió en aprobarlo en el menor tiempo posible.

Desde el 2004, Uribe había hecho lo imposible para concretar el TLC y no desecho ninguna condición señalada por Washington, por leonina que fuera. Santos también se subió a ese tren.

Un análisis realizado por Carlos Andrés Rendon de la Facultad de Ciencias Empresariales y benefactor del TLC, contradictoriamente reconoce las enormes desventajas que representa para su país ese acuerdo.

Randon señala que «Colombia se encuentra en total desventaja con respecto a Estados Unidos pues este tiene mayor capacidad de competencia y producción».

Otras desventajas citadas por el autor son «la poca infraestructura del país andino para controlar y hacer un tratado de esas características, así como las repercusiones negativas en dos sectores esenciales de nuestra economía: el campo o sistema agropecuario y las PIMES (pequeñas y medianas empresas).

Este analista empresarial favorable a las leyes de mercado y de neoliberalismo, indica que el campo colombiano no se encuentra preparado para competir con los productos norteamericanos que además disfrutan de leyes proteccionistas, mientras los PYMES desaparecerán o serán adquiridos por empresas foráneas.

Dice que si el gobierno colombiano no los apoya, los campesinos se desplazaran en masa hacia las urbes, el desempleo subirá, junto a la violencia, la hambruna y falta de violencia.

Los años de neoliberalismo han llevado a Colombia a tener 23 millones de pobres, es decir, más de la mitad de la población total que es de 45 millones.

La política llevada a cabo durante los ocho años de gobernación uribeista, expandieron el hambre, la miseria, la falta de viviendas y de desatención pública a las familias, al privatizarse los servicios de salud, educación y otros beneficios de los cuales antes disponían en menor o mayor grado.

La distribución de la riqueza tomó ribetes extremos pues el ingreso del 10 % de la población más rica resulta 40 veces superior a la del conjunto de los pobres.

Ni Uribe ni Santos han escuchado al presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Luis Augusto Castro, cuando solicitó al gobierno a buscar soluciones ante lo que llamó «el cáncer de la exclusión con personas que escasamente tienen un dólar diario para vivir y otras que tienen menos de uno, con más de 1 500 000 niños en estado de desnutrición».

Uribe, para que Estados Unidos aprobara la firma del TLC, abrió la industria y de servicios a la privatización y compañías transnacionales o los ricos nacionales controlan hoy la mayoría de esos sectores.

El Estado vendió casi todas las acciones que poseía en los bancos, las empresas eléctricas, producción y refinación de petróleo, fabricación de químicos, purificación de agua, así como en la salud, educación, riesgos profesionales y seguros.

En el turismo también los grandes consorcios como Hyatt, Milton, NH, Marrito, Honesta y Fronpeca controlan el sector que reporta altas ganancias las que en su mayoría salen hacia el extranjero.

Con la entrada en acción del TLC, las importaciones libres de arroz estadounidense serán más de 90 000 toneladas, las de maíz 2 055 000 toneladas, la carne de cerdo, los lácteos y sus derivados ingresarán en el país sin arancel y sin regular su cantidad.

Serán eliminados los controles en los precios de los medicamentos y las transnacionales de ese sector se adueñarán del mercado, mientras la población más necesitada quedará al libre albedrío.

Colombia no cuenta con posibilidades de competir en algún sector con Estados Unidos y el resultado final del Tratado de Libre Comercio será la de un país dependiente económica y políticamente de Washington, mientras su población padecerá con mucha más fuerza los estragos de la globalización neoliberal.

 

 

 

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.