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Banco del Sur

Un diez por ciento para crear un banco

Fuentes: Página 12

La idea se habló en Puerto Ordaz durante la última reunión de Kirchner y Chávez, que decidieron darle vida al proyecto del banco con la décima parte de sus reservas. Ecuador y Bolivia quieren participar. Los fondos se usarán para proyectos de desarrollo. Brasil, con las mayores reservas de la región, sigue renuente a la idea.

«Lo vamos a hacer», le dijo Néstor Kirchner a Hugo Chávez en su encuentro de hace diez días en Puerto Ordaz. El presidente venezolano respondió a esa definición con una sonrisa amplia, llena de satisfacción. Quienes presenciaron la escena comentan que fue palpable la voluntad política de ambas partes para avanzar con la idea. Y sobre todo el entusiasmo del bolivariano, empeñado promotor del proyecto desde hace más de un año. Lo que las máximas autoridades de Argentina y Venezuela aseguran que van a hacer es crear el Banco del Sur, una entidad estratégica para financiar proyectos de desarrollo en el marco de la integración. En esa reunión ocurrió algo más, un segundo hecho trascendente, revelado a Página/12 por importantes funcionarios argentinos: los presidentes hablaron de invertir el 10 por ciento de las reservas internacionales para darle vida a la institución. No se quedaron en palabras, sino que conformaron una comisión técnica que deberá analizar la cuestión durante los próximos 120 días.

La cifra que se alcanza con ese aporte es considerable, suficiente para que el banco arranque con buenas perspectivas. En este momento serían 7000 millones de dólares, con 3500 millones de dólares -en números redondos– atesorados por los bancos centrales de cada nación. Argentina terminaría este año con unos 10.000 millones más en sus reservas, mientras que Venezuela también atraviesa un período de rápida acumulación gracias al masivo ingreso de petrodólares. Por lo tanto, la suma a integrar para el Banco del Sur podría ser mayor. «Néstor está muy embalado con el proyecto», confió a este diario un hombre del Gobierno, quien fue testigo de la declaración política de que los países podrían conformar la entidad binacional -en su inicio- con una décima parte de sus reservas.

Rafael Correa, presidente de Ecuador, y Evo Morales, de Bolivia, acercaron su adhesión y confirmaron su intención de plegarse. El respaldo político ayuda a instalar la idea, pero sus aportes monetarios no podrían ser otra cosa que modestos, dado que las reservas del primero superan apenas los 2000 millones de dólares y las de Bolivia trepan a 3000 millones. Lo que marcaría reales diferencias sería el ingreso de Brasil, con 100.000 millones de dólares en reservas. Sin embargo, el gobierno de Lula da Silva por ahora se muestra renuente y trajina para conseguir apoyo a otras propuestas de integración regional.

¿Argentina y Venezuela están en condiciones de «resignar» el 10 por ciento de sus reservas para constituir el Banco del Sur? Según un miembro del directorio del Banco Central, un funcionario de Economía y otro de Cancillería, la respuesta afirmativa a ese interrogante fue lo que llevó a Kirchner a dar la orden de avanzar con pasos firmes. El Presidente mostró por primera vez esa decisión en la cumbre del Mercosur del 18 y 19 de enero en Río de Janeiro. Al regreso de ese viaje, Kirchner reunió a Felisa Miceli y a Jorge Taiana para transmitirles que pusieran gente a trabajar en el proyecto. La instrucción fue extendida al Banco Central y al Banco Nación.

Una semana después, el 25 de enero, Roberto Feletti, vicepresidente del Nación, viajó a Río de Janeiro como coordinador de un grupo argentino de análisis de la iniciativa. En esa ciudad brasileña se celebró un encuentro con participación de doce países latinoamericanos, en el marco de la Comunidad Sudamericana de Naciones. Fue allí cuando Brasil expuso sus propuestas, que dejan para más adelante el esfuerzo de crear de la nada un banco de desarrollo como sería el Banco del Sur.

El país anfitrión planteó discutir un escenario de integración más diversificado. Sus prioridades son el plan para reemplazar al dólar por las monedas locales en las operaciones de comercio exterior, la constitución de un mercado de capitales regional (algo así como lo que están haciendo Argentina y Venezuela para la colocación de títulos de deuda) y la creación de un «Fondo de estabilización de corto plazo». Esto último también demandaría aportes de cada nación aprovechando sus excedentes de reservas, sólo que el objetivo no sería promover la inversión productiva, como se propone el Banco del Sur, sino generar una masa de recursos que haga más sólida a la región frente a eventuales shocks externos. El dinero estaría disponible para asistir a los países que sufran desequilibrios financieros transitorios.

En la visión de Kirchner y Chávez, en cambio, el Banco del Sur no debe ser un FMI chiquito, un prestamista de última instancia, sino un organismo para apuntalar el desarrollo de la economía real. En particular, de los sectores productivos. Esa diferencia de enfoque y el hecho de que Brasil ya cuente con una institución de esas características, el poderoso Banco Nacional de Desarrollo (BNDS), que el año pasado otorgó préstamos por nada menos que 24.000 millones de dólares, distancia a Lula de sus habituales aliados. En Brasil creen ver, además, que Venezuela y Argentina decidieron cortarse solos porque encontraron una oportunidad de discutirle su liderazgo regional.

El Banco del Sur, de hecho, arrancará con esos dos países. Así lo dispusieron Kirchner y Chávez en Puerto Ordaz: firmaron un documento que establece la creación de una comisión que deberá trabajar los próximos 120 días para redactar los estatutos de la entidad, diseñar su estructura y ordenar su funcionamiento. La casa central estará en Caracas, el mejor reflejo de que fue Chávez quien más insistió con la propuesta. «El memorándum de entendimiento que firmamos para poner en marcha el Banco del Sur determina que se pueden sumar, cuando lo deseen, todos los países de Sudamérica», aclaró Kirchner hace diez días. «Es decir -agregó-, nace bilateralmente, pero sin abandonar la filosofía multilateral, que es lo que pretendemos, lo que deseamos y el fin último a lograr».

El contexto económico y financiero de Argentina y Venezuela es el que permite a los gobiernos poner en la agenda la creación del Banco del Sur. Ambos registran exportaciones record y saldos comerciales favorables, niveles de reservas también record y una relación deuda-PBI que es la más baja en décadas. Venezuela, además, tiene una perspectiva muy favorable gracias a su producción de hidrocarburos. «¿Dónde están nuestras reservas? ¡En los bancos y entes financieros del Norte! Y muchas veces con ese dinero, que es nuestro, por el que nos pagan un interés bastante bajo, nos hacen préstamos a nosotros mismos, a tasas altísimas», describió Chávez en Puerto Ordaz, para explicar por qué es necesario darle forma al Banco del Sur.

Ese día, Kirchner aportó otro argumento: «Lo que queremos del banco es que apoye todas aquellas inversiones que tiendan a la reconversión productiva, a la integración física de nuestros países y al desarrollo de proyectos estratégicos». Chávez anunció que el Gasoducto del Sur será «uno de los primeros en ser financiados» por la entidad.

Quienes están pensando en el Gobierno argentino en la fisonomía que tomaría el banco mencionan que el objetivo es contar con un instrumento financiero que permita darles un mejor uso a las reservas. La prioridad serían los proyectos de «conectividad física y productiva». Se financiarían empresas binacionales, que integren cadenas de valor. Por ejemplo, en la industria metalmecánica, en la producción de bienes de capital, en maquinaria agrícola y en el sector energético. «En el caso de la industria de la madera y el mueble, una compañía argentina puede aportar la madera y otra venezolana la tecnología para su tratamiento, y una tercera el diseño para los muebles. Las cosas que se pueden hacer son innumerables», se entusiasmó un funcionario argentino vinculado al proyecto. Y mencionó que existen varias experiencias exitosas en el mundo de entidades de ese tipo, como el Banco Asiático de Desarrollo y el Banco Africano de Desarrollo.

En América latina ya existe la Corporación Andina de Fomento (CAF) y hay otras entidades como el Fond Plata e incluso el BID, pero esas instituciones «están más volcadas a proyectos de infraestructura y contención social», describió el funcionario. El Banco del Sur se enfocaría en el financiamiento de empresas, para ganar competitividad en mercados extrarregionales.