Durante cinco días, 500 delegados de 32 países analizaron en el Palacio de las Convenciones de La Habana las acciones para contrarrestar los Tratados de Libre Comercio
Si los Encuentros Hemisféricos de Lucha contra el ALCA ayudaron a frenar este mecanismo de control neoliberal diseñado por Estados Unidos, ahora las acciones deben estar dirigidas a enfrentar los TLC bilaterales por su dañina consecuencia para los países de la región.
Esta fue una de las conclusiones a la cual llegaron los más de 500 delegados que participaron del 7 al 11 de abril en La Habana, en el VII Encuentro Hemisférico de Lucha contra los Tratados de Libre Comercio (TLC) y por la Integración de los Pueblos.
Estos eventos se desarrollan desde el 2001, primero para enfrentar al ALCA y desde el 2007 contra los TLC. Y ha sido de esa forma porque el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) ha cambiado y ahora se presenta con el rostro de Tratado de Libre Comercio, sin que desaparezca su esencia norteamericana de querer controlar el comercio, la economía y hasta la soberanía de los pueblos que se acojan a sus directivas.
Innegablemente, el activismo de los movimientos sociales logró un primer triunfo pero la ideología neoliberal del libre comercio aun persiste e incluso intenta tomar un nuevo impulso en una segunda oleada neoliberal.
Tratados con Estados Unidos ya tienen firmados Canadá, México, Chile, Perú, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Guatemala y República Dominicana; están pendientes de ratificación los de Colombia y Panamá.
A la tesis norteamericana de controlar a Latinoamérica mediante vínculos comerciales, se ha unido la Unión Europea, endulzando sus intenciones con propuestas de Acuerdos de Asociación Económica y de Cooperación , que aunque se diferencian en algo a los elaborados por Washington, en el fondo, por su contenido son similares, y ya se han acordado con México, Chile; avanzan en Centroamérica, el Caribe y en las naciones andinas.
Esta incursión desde el Norte ocurre cuando estos cierran sus mercados e insisten en que sean abiertos los de los pobres; se estancan en un callejón sin salida los temas sobre el desarrollo del Sur a través del trato especial y diferenciado, la relación entre comercio, deuda y finanzas y transferencia de tecnología.
En tiempos recientes, los organismo y medios de comunicación internacionales ha levantado una fuerte propaganda sobre el crecimiento del Producto Interno Bruto en América Latina y así como la especialización en sus exportaciones de productos básicos y minerales, lo cual confirman la dependencia y la subordinación de esos países frente a los países del Norte.
En una conferencia especial, el presidente del Comité organizador del evento y del Centro de Estudios de la Economía Mundial (CIEM), Osvaldo Martínez, dijo que «el crecimiento más alto en los últimos años, efectuado sobre las bases neoliberales de la mayoría de las economías de la región e insertada en el patrón de relaciones de explotación Norte-Sur, no ha hecho más que enriquecer a los ya ricos y apenas alcanzar con residuos a los 200 millones de pobres, 53 millones de hambrientos y 42 millones de analfabetos».
Seguidamente argumentó que esas personas necesitan alimentos, trabajo, educación y salud, en vez de libre comercio o una nueva oleada neoliberal de ingreso de transnacionales ávidas de controlar los recursos naturales que en el Norte escasean y los productos básicos ahora con precios más altos.
La lucha por las verdaderas reivindicaciones de bienestar social para los pueblos debe incrementarse en todos los ámbitos de la vida nacional y contrarrestar acciones como los proyectos de sembrar grandes extensiones de terrenos para dedicarlos al cultivo de cereales y alimentos que después serán convertidos en combustible que serán quemados por los autos de los países industrializados mientras los alimentos se encarecerán en detrimento, mayormente, de las inmensas aleadas de pobres existentes en el mundo.
En los cinco días de reuniones, representantes de organizaciones sociales, indígenas, campesinas, ambientalistas, pacifistas, intelectuales y sindicales de América Latina y el Caribe denunciaron «los intentos de hacer creer que la deuda externa es un capítulo cerrado cuando, por el contrario, los flujos de endeudamiento siguen aumentando en beneficio de países industrializados».
A juicio economista Eric Toussaint, los eficientes métodos para calcular intereses y la creciente importancia de las deudas internas bajo el control de bancos internacionales continúan desangrando a las economías pobres.
«El FMI y el Banco Mundial (BM) pretenden la hegemonía de las adecuaciones al sistema neoliberal, para asumir la planificación que corresponde a los gobiernos soberanos», señaló el experto.
El evento realizó un minucioso análisis sobre la importancia de continuar la proliferación, concatenación y unión de los movimientos sociales pues aunque el ALCA fue detenido como conglomerado de colonización, Estados Unidos y los países industrializados buscan otras formas para mantener el sometimiento de las naciones pobres.
Esas mutaciones tienen distintas y numerosas aristas como el empleo por Estados Unidos y sus aliados de la militarización de las sociedades latinoamericanas, de leyes antiterroristas y de enormes campañas de propaganda para mantener su poder.
En ese sentido, la mexicana Ana Esther Ceceña, del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, destacó el persistente empeño de la Casa Blanca de fortalecer su sistema de bases militares para defender los intereses de sus transnacionales y entrenar a los ejércitos de las oligarquías locales.
La ecuatoriana Irene León se refirió a la estructuración por esa derecha neoliberal de la ideología de la seguridad y la vigilancia como la nueva cara de la globalización, que se extiende a todos los aspectos de la vida desde lo militar propiamente dicho hasta la ayuda humanitaria.
De ese modo, argumentó, los gobiernos burgueses criminalizan toda movilización, manifestaciones, paros, huelgas y hasta la existencia de sindicatos, lo cual tiende hacia el establecimiento de sociedades intolerantes.
Los delegados de las 32 naciones reunidas en el evento reafirmaron que solo la unión y la fuerza de los movimientos sociales podrán contrarrestar esas acciones emprendidas contra los pueblos del Sur y ayudar a impulsar los cambios democráticos y nacionalistas que han tenido lugar durantes la última década en América Latina y el Caribe y con los cuales Estados Unidos está en completo desacuerdo.
De ahí la importancia en mantener reuniones de intercambio como el recién finalizado Encuentro Hemisférico de lucha contra los TLC, los cuales ayudan a esclarecer ideas y trazar líneas de trabajo para beneficio de los pueblos latinoamericanos.