Incongruencias y restricciones: una introducción necesaria Oficialmente, los primeros dos casos de Covid-19 en Venezuela se reportaron el 13 de marzo, cuando la vicepresidenta Ejecutiva, Delcy Rodríguez, informó que dos personas que habían viajado a Estados Unidos, Italia y España resultaron positivas (Vargas, 2020). Pero el 29 de marzo, el ministro de Comunicación e Información, […]
Incongruencias y restricciones: una introducción necesaria
Oficialmente, los primeros dos casos de Covid-19 en Venezuela se reportaron el 13 de marzo, cuando la vicepresidenta Ejecutiva, Delcy Rodríguez, informó que dos personas que habían viajado a Estados Unidos, Italia y España resultaron positivas (Vargas, 2020). Pero el 29 de marzo, el ministro de Comunicación e Información, Jorge Rodríguez, notificó el fallecimiento de un habitante de Antímano que presentó síntomas desde el 29 de febrero. Según relató, era un hombre de 60 años de edad, “de oficio y ocupación taxista”, que tenía diabetes, era fumador y buscó ayuda cuando ya estaba “en las últimas”(Rodríguez, 2020).
Este evidente desfase de pacientes y fechas nunca fue aclarado, aunque deja lagunas sobre el inicio de la epidemia y genera dudas hasta en los sectores más favorables a la gestión oficial. Prueba de ello es el pronunciamiento en Twitter del comunicador popular Luigino Bracci. “Si el primer caso de coronavirus Covid-19 en Venezuela fue anunciado el 13 de marzo, ¿cómo es que el taxista de Antímano presentaba síntomas desde el 29 de febrero?”, se preguntó el mismo 29 de marzo (Bracci, 2020).
Este ejemplo evidencia el manejo que hizo de la crisis de la Covid-19 —en un primer momento— el gobierno del mandatario Nicolás Maduro, entre avances iniciales y críticas sostenidas: decretó estado de alarma y ordenó cuarentena a partir del 16 de marzo, aplicó una encuesta para que las personas reportaran síntomas compatibles con la enfermedad y comenzó a realizar pruebas rápidas masivamente para detectar el virus. A la vez, creó una comisión presidencial —dirigida por Delcy Rodríguez— a la cual no hay forma de hacerle preguntas o con la cual contrastar datos —al menos si se trata de periodistas que no trabajen en medios oficiales—, porque solo presenta reportes por la televisora del Estado y el sistema de medios públicos.