Las evaluaciones electorales en general han indicado al PT y el PSDB como los grandes vencedores de las elecciones municipales. Alardean el fortalecimiento de éstos dos partidos como señales, además, de la modernización de la política brasileña. Vale la pena ver hasta que punto este análisis refleja la realidad y hasta donde revela exageración, unilateralidad […]
Las evaluaciones electorales en general han indicado al PT y el PSDB como los grandes vencedores de las elecciones municipales. Alardean el fortalecimiento de éstos dos partidos como señales, además, de la modernización de la política brasileña. Vale la pena ver hasta que punto este análisis refleja la realidad y hasta donde revela exageración, unilateralidad Los números son reveladores por sí mismos, en particular en el caso del PT: duplicó el número de municipios; eligió 7 alcaldes en los grandes centros, venció en el primer turno con votaciones arrasadoras, en Aracaju y Recife; obtuvo aún Macapá, Palmas, Boa Vista, Rio Branco, ganó Belho Horizonte con holgura, el tercer centro electoral del país, y va para el segundo turno en 9 capitales, entre ellas Porto Alegre, Belém, Fortaleza, Vitória, y la decisiva Sao Paulo. El PSDB ganó en ciudades menos importantes, pero largó al frente en Sao Paulo, con Serra llegando a un 43% de los votos. Así, dependiendo del resultado de la capital paulista, la balanza de la elección se mueve de un lado a otro.
PT y PSDB: los hermanos siameses en la delantera
Aunque el PMDB haya vencido en un número mayor de municipios, el PFL haya ganado en el primer turno en Rio de Janeiro, con César Maia, y dispute el segundo turno en Manaus, Salvador y Fortaleza (otros partidos menores ganaron en el primer turno o siguen la disputa en algunas capitales, como el caso del PPS, que disputa Porto Alegre con el PT) es cierto que tanto el PT cuanto el PSDB salen fortalecidos como aparatos electorales que disputan el espacio de representación política nacional, ambos preparándose para las elecciones generales de 2006 y tratando de lograr con sus candidaturas presidencias como jefes de alianzas más amplias. César Maia, reelegido para gobernar el Río de Janeiro por la tercera vez con casi 70% de los votos, ya se pronunció por la alianza del PFL con el PSDB.
Es notorio también que la Red Globo, señalado como un verdadero partido político de las clases dominantes, articula y promueve esta tentativa de alzar a los dos partidos como los jefes de los dos bloques políticos nacionales. Hoy parece hacer más propaganda para el PT que cualquiera otra cosa, mañana parece apostar por el PSDB, como en las elecciones de Sao Paulo, que intentando equilibrar la correlación de fuerzas y jugar como fiel de la balanza en la definición de las líneas políticas y de poder, en la orientación económica y en la elección de los nombres representativos de cada bloque y en la función fundamental de ideólogo y de reproductor de las relaciones de producción y de poder.
Pero la posición de la Red Globo no es ambigua. Refleja bien la opinión común de las principales fuerzas económicas burguesas, cuya hegemonía apunta al PSDB y al PT como representantes fieles de sus intereses. Además, de una unidad burguesa alrededor del programa económico y en la determinación de utilizar a éstos dos partidos como sus portavoces. El primero, con vínculos históricos con un pasado intelectual más sólidamente arraigado en los intereses de la clase dominante. El segundo, recientemente llegado a la rueda de la fortuna y novedad de la revista Caras, pero con lazos históricos junto a los sectores populares, la clase trabajadora, a los movimientos sociales organizados. Mucho más capaz, por tanto, de desviar, amortiguar y hasta disolver la lucha y el desarrollo de la conciencia del pueblo trabajador. Son dos opciones en esencia iguales, los hermanos siameses apuntados por Chico de Oliveira: uno encabezado por intelectuales de los cuales buena parte se convirtió en banquero, y otro por dirigencias sindicales que se convirtieron en administradores de fondos públicos en general y de los fondos de pensión en particular, contendiendo espacios de poder, intentando asumir la representación política prioritaria de los mismos intereses de clase.
Crece el escepticismo con los partidos
El fortalecimiento de las dos opciones partidarias como los jefes de bloques políticos burgueses concurrentes debe, sin embargo, ser matizada. No solo porque otros partidos burgueses ganaron innumerables municipios, como los ya citados del PMDB, pero sobre todo, debido a la naturaleza de este fortalecimiento: se trata, antes que nada, de un fortalecimiento de aparato, apoyado en una máquina financiera promotora de campañas millonarias, de manipulación de masas y compra de aliados. Es lógico que engañan con eso sus resultados electorales. Indica, también, que una parte importante de los trabajadores y del pueblo sigue depositando su voto en el partido de Lula, sin romper todavía con él en este terreno.
De modo general las elecciones municipales dejaron visible algo que ya sospechábamos: el enorme desgaste de los partidos políticos. Antes, en otras elecciones, aunque el propio proceso electoral de conjunto ya sufriese algún nivel de descrédito, las esperanzas populares, su disposición política de encontrar y construir un canal de defensa de sus propios intereses, se identificaban con la izquierda en general y concretamente en el apoyo y en el voto al PT. Esta vez no. El partido de Lula ahora parece ser lo que es: un partido como los demás o muy parecido. El fenómeno inmediato de la campaña electoral petista expresó directamente la esencia misma del «New» PT.
Hubo victorias expresivas como Belho Horizonte, Recife, Aracaju, sin embargo sus victorias electorales y sus alianzas con partidos burgueses y políticos tradicionales (hasta con el PFL la dirección petista se abrazó en algunos municipios), mostró menos el apoyo al PT del que a la opción electoral por el mal menor. Un voto sin entusiasmo, una campaña sin militancia. Además, el PT perdió en polos industriales importantes como Campinas, São José dos Campos y en la cuna de Lula, San Bernardo. En la ciudad de Río de Janeiro cosechó un desastre electoral, cayendo de una media histórica del 15% para un 6,3%.
Las campañas electorales de la llamada izquierda petista, con una excepción que luego abordaremos, fueron iguales al del campo mayoritario. Raúl Pont, en Porto Alegre, incluso siendo un político sin los lazos orgánicos con la burguesía como los de Marta Suplicy, fue un fiel defensor del gobierno Lula, realizando una campaña en el mismo estilo de Marta Suplicy, con sus finanzas bancadas por grandes empresarios, su propaganda electoral pagada y alianzas con partidos burgueses como el PTB y el partido de derecha, ligado a los evangélicos, el PL.
Excepciones y brechas de izquierda
En las candidaturas petistas podemos apuntar una excepción con relación al sentido general de la campaña. Se trata de la candidatura de Luizianne Lins en Fortaleza. La cúpula federal del PT no quería su nombre. Fue lanzada contra la dirección nacional que desde el inicio boicoteó su candidatura. En las encuestas comenzó con 8%, mientras el candidato defendido por el gobierno federal, el diputado Ignacio Ruda, del PC do B, estaba con 36%. Todo apuntaba a la disputa de Ignacio con Moroni Torgan (PFL). La militancia petista decidió no acatar los órdenes de la dirección nacional y del gobierno federal. Insistió en la campaña. Cuando más insistía más el gobierno federal despachaba ministros para apoyar Ignacio. La respuesta digna de diputados de la izquierda petista declarando apoyo a Luizianne polarizó el PT. Y el pueblo de Fortaleza parece que resolvió entrar en la disputa y dar el veredicto: Luizianne evolucionó del 8% a un 18% y terminó con 22%. Ignacio cayó y quedó en tercer lugar.
Una opción masiva cuyo sentido fue encontrar una candidatura que simbolizaba la renovación se dio en João Pessoa, en Paraíba. Ricardo Coutinho del PSB -un ex petista identificado como de izquierda, aunque en nuestra opinión no lo sea de modo coherente- recibió el apoyo de la mayoría de los electores y ganó en el primer turno.
El sectarismo y su resultado
Su proeza fue realmente increíble a pesar de contar con su tiempo en el horario electoral de la televisión. En vez de atraer a los potenciales electores del P-SOL -imposibilitado de participar electoralmente debido a la antidemocrática legislación- el PSTU fue a la televisión para atacar a nuestro partido y acabó recibiendo un resultado electoral muy malo. Con su política no podría ser diferente. Vale añadir que el fracaso del PSTU no es apenas más de lo mismo. En otras oportunidades electorales pudieron atribuir sus dificultades al peso electoral del PT. Esta vez, las elecciones fueron en el momento de la decepción con el PT. Incluso así, no pudieron capitalizar siquiera en el terreno electoral esta ruptura de masas que ya comenzó… aunque no esté dicha la última palabra. La tragedia fue que el P-SOL no tuvo posibilidades de participar. Si hubiera podido, la historia de las elecciones sería otra.
La ruptura de sectores de masas con el PT es irreversible
De conjunto podemos decir que la experiencia de sectores de masas con el PT no tiene retorno, no tiene marcha atrás. Y la decepción aumenta también con la nueva imagen petista desde el punto de vista ético y moral. Mismo en este terreno, el PT sucumbió. Y no podría ser diferente. La gobernabilidad (en la lógica burguesa) exige que los resguardos de la «ética en la política» sean liquidados. El último escándalo es el acuerdo PT-PTB: R$ 10 millones a cambio de algunos minutos de TV, donde el PT lo necesitase. Un escándalo que solo no fue mayor porque el gobierno cuenta con la benevolencia de los medios de comunicación, particularmente de la Red Globo.
Hasta figuras carcomidas como el señor Bornhausen -hasta Collor trabajó para él- se animan presentarse como defensores de la moralidad pública. Un grand favor que el PT hace a los corruptos de siempre, igualándose a ellos y usando su prestigio para intentar limpiar la cara de todos. Pero no funciona bien. El desgaste de las instituciones de la democracia burguesa, el vaciamiento y la corrosión de la credibilidad del régimen político son evidentes. Entonces, si durante dos décadas el PT ayudó a legitimar las instituciones de la democracia liberal y drenó las energías populares hacia los procesos electorales, su decadencia y degeneración aumenta, no exactamente en la misma proporción, pero con dinámica irreversible. El desgaste del régimen como un todo es hecho irreversible.
Es evidente que no hay aún, ni en el horizonte más próximo, una superación a los ojos de las masas de las elecciones como mecanismo principal para cambios políticos. No hay un proceso de auto-organización democrática del movimiento de masas que permita la visualización de una alternativa global en los mecanismos de la política, en el contenido de clase del poder ni de sus formas. Por eso, dar la espalda a las elecciones significa dejar a la inmensa mayoría de la población sin alternativa en este terreno, justamente en un momento donde el interés por la política de una forma u otra alcanza a millones. De la misma forma, simplemente agitar durante las elecciones de que el voto no cambia la vida, es condensar la política a un recetario de verdades abstractas y sustituir la pedagogía de masas por la propaganda sectaria.
De nuestra parte, creemos fundamental saber aprovechar los procesos electorales para avanzar en la construcción de una alternativa de poder político. Este proceso pasa necesariamente por el estímulo a la movilización y a auto-organización del movimiento de masas y por la defensa de puntos programáticos claros vinculados con las necesidades de los trabajadores, con sus demandas, y que sean de fácil comprensión para multitudes. Son muchos los que apuestan a cambios de verdad, desengañados con las campañas que venden ideas huecas y falsas, discursos abstractos, promesas fantasiosas.
* Miembros de la coordinación del MES (Movimento Esquerda Socialista) y del P-Sol (Partido Socialismo e Liberdade)
Traducción de revista Movimiento