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Un farsante en Naciones Unidas

Fuentes: Brasil 24/7. Bolsonaro durante la grabación del discurso para la 75ª Asemblea General de la ONU. Créditos: Marcos Corrêa/PR. Fotos Públicas

Traducido del portugués para Rebelión por Alfredo Iglesias Diéguez.

«El temido discurso de apertura en las Naciones Unidas no decepcionó: la mentira predominó en prácticamente todas las declaraciones», escribe la jurista Carol Proner sobre el discurso de Bolsonaro en la ONU.

Esta es la gran semana de la diplomacia mundial, que celebra los 75 años de existencia de la Organización de las Naciones Unidas, entidad creada para la promoción de la paz, la cooperación internacional y la contención de las guerras. Ahora, si bien es cierto que el mundo no vivió una nueva guerra mundial, tampoco significa que haya sido un lugar pacífico.

Los conflictos y las catástrofes humanitarias prosiguen por todas partes: desde la guerra del Vietnam hasta las ocupaciones africanas, pasando por dictaduras militares con fuerte injerencia externa, intervenciones “dichas” humanitarias, ‘revoluciones de colores’ y golpes de nuevo tipo, constituyen modos inéditos y diversos de conflicto que prosperan sin cesar y comprometen la vida de miles de seres humanos.

La inminencia de una nueva guerra fría como amenaza a la supervivencia humana estuvo entre las noticias destacadas en la apertura de la Asamblea General de la ONU, dadas las señales cada vez más hostiles en el contexto de las guerras comerciales y en la carrera armamentista entre las grandes potencias. Pero la tónica de este aniversario no podría ser otra que la pandemia de la covid-19.

El Secretario General, António Guterres, destacando el desafío de las soluciones multilaterales y cooperativas para lidiar con la pandemia, resaltó el fracaso del populismo y del nacionalismo. De hecho, el discurso oficial de la entidad parecía hecho expresamente para los Estados Unidos y Brasil, o directamente para Trump y Bolsonaro, gobernantes que ostentan el macabro podio de primer y segundo lugar en la responsabilidad por las muertes por covid-19.

La violación del deber de proteger a la población ya fue señalada, por relatores y organismos de la ONU, como en franco incumplimiento en Brasil, en especial la vida y la salud de las poblaciones más vulnerables. Como ya comentamos en otra oportunidad, son más de 50 denuncias en órganos internacionales contra el actual gobierno y el país será blanco, en breve tiempo, de una avalancha de informes que traerán consecuencias negativas para la imagen y la economía de Brasil.

Algunos efectos ya se están sintiendo, aún antes de la conclusión de los informes oficiales. Productores brasileños ya se encuentran con dificultades para comprobar el cumplimiento de los criterios ambientales, sociales y de gobierno. Incluso sectores del agronegocio se quejaron, en carta reciente enviada a Bolsonaro (con copia a Mourão, a los ministros de Agricultura, Medio Ambiente y Ciencia y Tecnología, e incluso para embajadas de países europeos), alertando de los riesgos en el descontrol en la protección ambiental. Entre las acciones propuestas por la JBS, Klabin, Natura, Unilever, entre otras empresas, esta la “intensificación de acciones de fiscalización de los responsables de órganos como el Ibama, el Instituto Chico Mendes de Biodiversidad (ICMBio) y la Funai”. Es como mínimo curioso que, en un país como Brasil, el agronegocio llegue al punto de pedir fiscalización del Ibama y de la Funai.

Y Jair Bolsonaro, ¿cómo responde ante el mundo?

El temido discurso de apertura en las Naciones Unidas no decepcionó: la mentira predominó en prácticamente todas las declaraciones. Sin embargo, algunas mentiras fueron más ultrajantes que otras. No deja de ser asombrosa la afirmación de que la actuación frente a la covid-19 fue la correcta, combinando preocupación por la vida y por el desempleo. ¿Y los eventuales malos resultados? Responsabilidad delegada a los gobernadores y alcaldes. Y en cuanto a los problemas medioambientales, los incendios de la Amazonia y del Pantanal, Bolsonaro jura que fiscaliza, combate y protege y culpabilizó de los incendios a los hábitos vitales de los caboclos (término utilizado en Brasil para designar al mestizo de europeodescendiente con indígenas americanos) y de los indios. Tal vez el único momento en que dijo la verdad fue cuando admitió la ampliación del uso de la hidroxicloroquina en el tratamiento frente a la covid-19 y la explícita sumisión a los Estados Unidos en relación con Venezuela, dos prácticas que ponen en peligro la vida de la población.

Pues bien, Bolsonaro nos avergonzó una vez más, nos humilló ante los jefes de Estado y las autoridades de todo el mundo. Y sin las salvaguardas imperialistas que da a Donald Trump el derecho a minusvalorar a la ONU, Brasil lo pagará caro.

Fuente: https://www.brasil247.com/blog/um-farsante-nas-nacoes-unidas

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