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Un Gulag en el Seniat

Fuentes: Aporrea

No es frecuente que me dedique a comentar asuntos familiares en una columna de opinión, a menos que se trate de algo que lo amerite. Y es el caso de hoy, porque lo que voy a comentar es lo suficientemente grave como para dejarlo pasar sin levantar mi voz de protesta. Mario Villegas, mi hermano […]

No es frecuente que me dedique a comentar asuntos familiares en una columna de opinión, a menos que se trate de algo que lo amerite. Y es el caso de hoy, porque lo que voy a comentar es lo suficientemente grave como para dejarlo pasar sin levantar mi voz de protesta.

Mario Villegas, mi hermano y colega periodista, es funcionario del SENIAT desde hace varios años, y cumple labores como redactor en la Oficina de Prensa de esa dependencia oficial. Por todos es conocida la postura inequívocamente opositora que él viene asumiendo desde su columna semanal en un vespertino caraqueño. No han sido pocas las discusiones que hemos sostenido por nuestras diferencias políticas, y , en algunos momentos del pasado llegaron a decibeles a veces peligrosos entre seres humanos y , particularmente cuando se trata de familia tan cercana.

Para no darle más vueltas al asunto, Mario ha sido notificado por el SENIAT de su traslado hacia Santa Elena de Uairén, muy al sur del Estado Bolívar, y a dos horas de carretera de Boa Vista, capital del brasileño Estado de Roraima. Y quizás, por los rumores que corren en ese organismo, la ya de por sí insólita medida se va a transformar de un momento a otro en despido. Mi hermano me ha exigido que no haga ninguna gestión para impedir este atropello. Y así lo he aceptado. Pero es imposible guardar silencio.

Como conozco muy bien a mi ganado, -y me refiero a Mario Cruz- estoy plenamente convencido de que esta decisión es un pase de factura por sus posiciones políticas, y nunca porque Mario haya dejado de cumplir con sus responsabilidades. Y a riesgo de que alguien piense que cada pulpero alaba su queso, Mario es excesivamente escrupuloso con sus obligaciones laborales. Podrán acusarlo, por ejemplo, de que no se quiso poner una camisa o una gorra roja, pero jamás de que dejó de hacer su trabajo como periodista. De paso es bien odioso y reaccionario, y nada revolucionario, eso de obligar a la gente a vestirse de determinado color, y aún a sabiendas de que no comulga con la ideología de quien da la orden.

El envío de Mario a ese GULAG seniatizado es una señal preocupante. No hay tres erres que valgan. Te mando al lugar más lejano posible para que tus ideas no me ladillen. Y si me reviras te boto y punto. Esa , mi estimado José David Cabello, es de las cosas que hicieron fracasar unas cuantas revoluciones, incluida la soviética. Por eso la referencia al GULAG, lugar de trabajo forzado que no tiene nada que ver con Santa Elena de Uairén ni con la hermosa Gran Sabana pero que sí se emparenta con las intenciones de quienes ordenaron, y me imagino que con tu consentimiento o con tus instrucciones, el traslado y un eventual despido de Mario.

Si pretendían que con esta medida apestosa a stalinismo doblegarían la posición política de Mario, pues creo que están plenamente equivocados. El ejercerá las acciones y los recursos que la ley estipula. Y, como es su característica, un derecho a pataleo tan ruidoso como se le antoje. Es una paradoja que , en medio de una revolución que proclama la defensa de los trabajadores, un luchador social como Mario, de destacada trayectoria sindical dentro y fuera del gremio periodístico, sea víctima de un atropello de esa naturaleza, el cual también ha afectado, aunque en menor medida, a otros trabajadores de esa institución. Quien tenga ojos que vea y quien quiera callar que calle.

Solidaridad

Nuestras condolencias a la familia Buroz por la dura y cruel situación que les está tocando vivir. En especial nuestro abrazo solidario a René, por la incalificable pérdida que significa la muerte de un hijo, sobre todo en circunstancias tan absurdas.