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EEUU

Un halcón bate las alas sobre los puertos

Fuentes: IPS Noticias

Frank Gaffney fue la primera personalidad del neoconservadurismo estadounidense en oponerse al acuerdo por el que una empresa de Emiratos Árabes Unidos operará seis de los principales puertos del país norteamericano. Se lo ame o se lo odie, nadie puede negar la efectividad de Gaffney, fundador y presidente del Centro para Políticas de Seguridad, pequeño […]

Frank Gaffney fue la primera personalidad del neoconservadurismo estadounidense en oponerse al acuerdo por el que una empresa de Emiratos Árabes Unidos operará seis de los principales puertos del país norteamericano.

Se lo ame o se lo odie, nadie puede negar la efectividad de Gaffney, fundador y presidente del Centro para Políticas de Seguridad, pequeño grupo de expertos financiado por fabricantes de equipo militar, sionistas conservadores y fundaciones de extrema derecha.

Fue Gaffney quien emitió en público las primeras críticas al aval del gobierno de George W. Bush al acuerdo por el que la firma Dubai Ports World, propiedad del emirato de Dubai, compró por 6.800 millones de dólares británica Peninsular and Oriental Steam Navigation Co.

Peninsular, cuarta operadora portuaria del mundo, administra los puertos de Baltimore, Filadelfia, Miami, Nueva Jersey, Nueva Orleans, Nueva York, entre unas 85 terminales de 19 países.

La operación, formalizada el 13 de este mes, ya fue aprobada por el comité oficial estadounidense a cargo de autorizar las inversiones extranjeras, integrado por delegados de varias agencias gubernamentales y presidido por el secretario del Tesoro (ministro de Finanzas).

«¿Cómo se sentiría usted si, luego del 11 de septiembre (de 2001), el gobierno de Estados Unidos hubiera decidido contratar para la seguridad aeroportuaria al país donde se procesó la mayor parte de la planificación operativa y la financiación de los ataques?», preguntó Gaffney.

«Parece seguro que usted, como la mayoría de los estadounidenses, pensaría que es una idea lunática, que podría allanar el camino a más terror en este país», agregó, en su columna semanal para el diario derechista The Washington Times, publicada el 14 de febrero.

«Si el presidente no lo hace, el Congreso (legislativo) debe asegurarse de no confiarle a Emiratos ningún puerto estadounidense», señaló.

Estas declaraciones aludían al hecho de que dos de los 19 secuestradores de aviones que participaron en los atentados que segaron 3.000 vidas en Nueva York y Washinghton el 11 de septiembre de 2001 procedían de Emiratos.

Con la ayuda de otros columnistas de derecha que rápidamente acudieron a su llamado, la advertencia de Gaffney ayudó a convertir, en apenas siete días, una decisión gubernamental relativamente rutinaria en el caso más sonado en Washington.

Ocho días después de su primera arremetida contra el acuerdo entre Dubai Ports World y Peninsular, y muchas apariciones televisivas y radiales más tarde, Gaffney cantó victoria, esta vez en un artículo que escribió para la publicación electrónica National Review Online.

Después de que el presidente Bush hubiera anunciado que vetaría cualquier iniciativa legislativa dirigida a anular el acuerdo, Gaffney escribió que el presidente «mantiene su posición en una lucha que seguramente no puede ganar». «El tratado será abortado», vaticinó.

Fue una actuación típica del infatigable Gaffney, para quien su Centro para Políticas de Seguridad constituye «las fuerzas especiales en la guerra de las ideas».

Desde su fundación en 1988, el Centro apuntó sucesivamente contra la Unión Soviética y sus aliados reales o supuestos, China, el proceso de paz en Medio Oriente iniciado en Oslo, los árabes –especialmente los palestinos– y la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

También fustigó a cualquiera que se opusiera al mayor presupuesto de defensa de la historia de Estados Unidos y a los muy caros –y tal vez impracticables– programas de defensa misilística.

Y, más recientemente, hizo blanco en los «islamofascistas», denominación que, según él, abarca elementos tan disímiles como Al Qaeda, Arabia Saudita, Emiratos e Irán.

Otras enemigos identificados por Gaffney son los expertos en Medio Oriente del Departamento de Estado (cancillería) y la Agencia Central de Inteligencia (CIA), e incluso el ex primer ministro israelí Ariel Sharon, a cuya retirada unilateral de Gaza, en agosto de 2005, calificó de «amenaza al mundo libre todo, incluido a su líder, Estados Unidos».

Gaffney comenzó su vida política adulta a comienzos de los años 70 como un demócrata conservador pero liberal, al igual que otros neoconservadores, entre ellos el ex jefe de los asesores civiles del Pentágono, Richard Perle, y el principal consejero de Bush para asuntos de Medio Oriente, Elliot Abrams.

Trabajó en el equipo del ex presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, Henry «Scoop» Jackson, firme partidario de Israel, conocido como «el senador de Boeing» por su tendencia a aceptar toda sugerencia de esa corporación.

En los años 80, Perle, entonces un alto funcionario del Pentágono bajo el gobierno de Ronald Reagan (1981-1989), contrató a Gaffney, quien ascendió hasta convertirse en el máximo funcionario del Departamento (ministerio) para políticas de seguridad internacional.

En ese rol se volvió un manifiesto defensor del programas de «guerra de las galaxias» de Reagan, y un acérrimo enemigo de las transferencias de armas de alta tecnología a los aliados europeos de Washington.

Pero Gaffney fue destituido en 1987 por los moderados que se hicieron cargo de la seguridad nacional estadounidense tras el escándalo conocido como «Irangate».

Cuando dejó el gobierno fundó el Centro de Políticas sobre Seguridad y, con la ayuda de Perle, rápidamente obtuvo el respaldo de poderosas compañías de equipamiento bélico, particularmente los beneficiarios de la «guerra de las galaxias» de Reagan.

También encontró apoyo entre los seguidores estadounidenses del derechista partido israelí Likud. Entre ellos, el más notorio fue Irving Moskowitz, «rey del casino» de California, que envió millones de dólares a los elementos más agresivos del movimiento de colonos judíos en Cisjordania.

Como Perle, su mentor y también miembro del Centro de Políticas sobre Seguridad, Gaffney influyó desde los años 70 sobre figuras clave del sector neoconservador, como la ex embajadora en la ONU Jeane Kirkpatrick y el ex director de la CIA James Woolsey, así como sobre nacionalistas belicistas como el vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y el embajador ante la ONU John Bolton.

Más recientemente, por ejemplo, se desempeñó en organizaciones como la Fundación para la Defensa de las Democracias, grupo pro-Likud formado dos días después del 11 de septiembre, en Estadounidenses por una Victoria Sobre el Terrorismo, en el Comité sobre el Peligro Actual, y en Liberen Estados Unidos, flamante coalición de judíos neoconservadores y ambientalistas dedicados a reducir la dependencia estadounidense de las importaciones de petróleo.

Y también estuvo estrechamente asociado con el Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense.

La junta del Centros de Política sobre Seguridad incluye a Charles Kupperman, vicepresidente de los sistemas de defensa misilística de la empresa Boeing, a M.D.B. Carlisle, otrora principal cabildero del Pentágono, y David Steinmann, presidente del Instituto Judío Para Asuntos de Seguridad Nacional.

Como otros derechistas y siendo consistente con su obsesión por la defensa misilística, a Gaffney le preocupaba más la amenaza de países extranjeros –particularmente China, Corea del Norte, Iraq y Siria– que el terrorismo, hasta que ocurrieron los ataques del 11 de septiembre.

A fines de los años 90 montó una gran campaña contra el arrendamiento, por parte de la empresa Hutchison-Whampoa, de dos instalaciones portuarias en cada extremo del canal de Panamá. Alegó que el contrato era parte de una conspiración para cerrar el canal a buques de guerra estadounidenses en una futura crisis.

Luego del 11 de septiembre, sin embargo, abrazó la guerra mundial contra el terror como el nuevo imperativo, y redefinió al principal enemigo como el «islamofascismo», término que «deja en claro que la guerra es por mucho más que Iraq y Afganistán».

El combate al terrorismo incluye, en su concepción, a aquellos países –Arabia Saudita, Irán, Siria, Pakistán, Corea del Norte, China, Cuba, Venezuela y Sudáfrica– que apoyan directa o indirectamente «la lucha mortal contra nosotros».

Sus ideas más recientes son expuestas en el libro «War Footing: Ten Steps America Must Take to Survive and Prevail in the War for the Free World» («En pie de guerra: Diez pasos que Estados Unidos debe dar para sobrevivir y prevalecer en la guerra por el mundo libre»), escrito junto con varios de sus colegas del CSP y Michael Rubin, otro protegido de Perle en el American Enterprise Institute.

Si bien proteger a los puertos estadounidenses de los islamofascistas es su prioridad actual, Gaffney está particularmente preocupado por las ambiciones nucleares de Irán.

En un reciente foro del Comité sobre el Peligro Actual en el Congreso, advirtió que «Teherán está procurando desarrollar una capacidad (de ataque) tal que podrá destruir a Estados Unidos tal como lo conocemos».

El programa de misiles de Irán, aseguró, parece diseñado para detonar un arma nuclear «en el espacio, muy por encima de Estados Unidos, desatando un poderoso pulso electromagético» que destruirá la red eléctrica del país.

El resultado podría reducir a Estados Unidos «a una sociedad preindustrial en un parpadeo», concluyó.