El deber de los revolucionarios es estar siempre a la altura de sus pueblos, lo cual es imposible si no se practica uno de nuestros más altos valores, que es LA LEALTAD como conducta que en gran medida nos define desde el punto de vista ético, porque se puede ser leal sin ser revolucionario, pero no se puede ser revolucionario siendo desleal.
Es indignante ver cómo ciertas personalidades políticas progresistas, se prestan a ser punta de lanza en la campaña sucia de la ultraderecha continental y el imperialismo norteamericano contra la fuerza revolucionaria bolivariana en Venezuela, encabezada por el Presidente Nicolás Maduro, un nombre que ya está inscrito en las páginas más gloriosas de la lucha revolucionaria de los pueblos por la libertad, la justicia social, la paz y en defensa de la dignidad nacional y la soberanía.
Nicolás Maduro es un revolucionario con un talento político poco común, que fue capaz de derrotar una ofensiva violenta de la derecha en su país con el arma de la legitimidad política y jurídica, cuando logró acabar con las guarimbas [1] mediante la convocatoria a una Constituyente, en lo que fue una verdadera proeza cívica, patriótica y revolucionaria sin precedentes. Ahora Venezuela se enfrenta victoriosamente, bajo su certero liderazgo, a la guerra económica y el saqueo de sus recursos por parte de todas las potencias imperialistas de la Tierra, unidas en bloque contra el heroico país bolivariano, que a pesar de eso viene avanzando cada vez más en la superación de la situación económica provocada por esa nueva variante de guerra sucia a la que cualquier país sin una revolución en marcha habría sucumbido hace tiempo, en lo que constituye otra gran proeza en defensa de su dignidad, su soberanía y su derecho a construir su propio modelo socioeconómico en beneficio del pueblo venezolano, que antes de la Revolución Bolivariana se debatía en la más espantosa miseria y desigualdad social, invisibilizada por quienes se beneficiaban de aquel sistema oprobioso e injusto, contra el cual se rebeló para siempre el pueblo de Bolívar y Chávez.
Esos políticos progresistas que se pronuncian criticando al líder bolivariano, muy preocupados por defender esa fraudulenta democracia burguesa cuyas sacrosantas instituciones ya llevaron injustamente a la cárcel a uno de ellos, que es el Presidente brasileño Lula da Silva, deberían mostrar esa misma preocupación cuando los portavoces de la derecha venezolana anuncian descaradamente que si el resultado de las elecciones no les favorece, no lo reconocerán. En cambio, lo que hacen es criticar a Maduro en base a una tergiversación de sus palabras cuando previno contra el baño de sangre que muy posiblemente habría en Venezuela en el remotísimo caso de que la derecha llegara al gobierno, pero no lo dijo como una amenaza, sino cumpliendo con su deber de prevenir semejante escenario, que evidentemente no sería provocado por los revolucionarios bolivarianos, sino por una ultraderecha envalentonada y revanchista que ya ha demostrado de lo que es capaz en términos de violencia, así como los revolucionarios de ese país han demostrado su capacidad de lucha y su inquebrantable voluntad de no dejarse someter por quienes sueñan con un pasado que no volverá, porque el pueblo consciente, unido, organizado y movilizado, no lo permitirá. Y ese mismo pueblo, que también está armado, tampoco permitirá que la ultraderecha haga realidad sus sueños revanchistas contra la Revolución Bolivariana, que incluyen represión y matanzas.
Pero en vez de denunciar el rechazo antidemocrático de la derecha venezolana a reconocer los resultados electorales si le son adversos, lo que lamentablemente hace Lula, a quien a pesar de todo seguimos apreciando, es atribuir a Maduro esa posición al decirle que “si uno pierde, se retira y espera la siguiente elección”, cuando el Presidente venezolano jamás ha dicho que desconocería los resultados en la casi imposible circunstancia de que ganara la derecha las elecciones.
Lula, quien ya ha sido víctima del revanchismo de la derecha, debería usar su bien ganado prestigio (del que carecen otros, como el Presidente chileno Gabriel Boric) para enfrentar, junto a quienes apreciamos los aportes del gran líder brasileño a la unidad latinoamericana y al bienestar de su pueblo, al enemigo común que nos ataca a todos por igual y que es quien verdaderamente sueña con baños de sangre en nuestros países: el imperialismo norteamericano y sus secuaces en Brasil y Venezuela, que son los mismos, y que han hecho hasta lo imposible por deshacerse de él y del líder revolucionario venezolano Nicolás Maduro.
Quienes han impulsado en sus países políticas progresistas, pero se prestan al juego sucio del enemigo común de TODAS las fuerzas progresistas y revolucionarias, se ilusionan pensando que la derecha los va a tratar mejor por atacar a los revolucionarios bolivarianos o a nosotros, los sandinistas, como también suelen hacer, sobre todo en el caso de Boric. Nos apiadamos de sus honras y de su triste destino, si siguen por ese camino que al menos en el caso del chileno, parece no estar dispuesto a abandonar. Nuestros pueblos tendrán siempre la última palabra, y no está de más recordar que, como ya hemos dicho alguna vez, LOS COBARDES NO TIENEN DERECHO A VENCER.
El deber de los revolucionarios es estar siempre a la altura de sus pueblos, lo cual es imposible si no se practica uno de nuestros más altos valores, que es LA LEALTAD como conducta que en gran medida nos define desde el punto de vista ético, porque se puede ser leal sin ser revolucionario, pero no se puede ser revolucionario siendo desleal. Esto lo aclaramos porque sabemos que ser revolucionarios no es pretensión de quienes desde ciertas poses progresistas practican el servilismo con el imperialismo y la derecha que los despreciará siempre, pero aun así es legítimo invitarlos, en aras de la coherencia, a tener un mínimo de decencia política, si no por ética, al menos por sentido común, porque en el baño de sangre con que sueña la ultraderecha continental de la que se vuelven cómplices, también los incluye a ellos, y esto lo sabe mejor que nadie, el heroico pueblo chileno.
Carlos Fonseca Terán, dirigente del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN )de Nicaragua. Hijo de Carlos Fonseca Amador, fundador del FSLN, muerto en combate contra la dictadura de Anastasio Somoza Debayle el 8 de noviembre de 1976.
(Postdata: El fundador de la banda Pink Floyd, Roger Waters, defensor de las causas justas de la humanidad, le envía un mensaje claro y directo al Pueblo de Venezuela, en apoyo a nuestra soberanía, a la Revolución Bolivariana y al Presidente @NicolasMaduro.)
Fuente: https://hojasdebate.es/opinion/un-llamado-a-la-lealtad/
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