«Sé muy bien -continuó Bruno haciendo un gesto con la mano como para barrer una objeción que Michel no había hecho- que el universo de Huxley se suele describir como una pesadilla totalitaria, que se intenta hacer pasar ese libro por una denuncia virulenta; pura y simple hipocresía. En todos los aspectos, control genético, libertad […]
«Sé muy bien -continuó Bruno haciendo un gesto con la mano como para barrer una objeción que Michel no había hecho- que el universo de Huxley se suele describir como una pesadilla totalitaria, que se intenta hacer pasar ese libro por una denuncia virulenta; pura y simple hipocresía. En todos los aspectos, control genético, libertad sexual, lucha contra el envejecimiento, cultura del ocio, Brave New World es para nosotros un paraíso, es exactamente el mundo que estamos intentando alcanzar, hasta ahora sin éxito. Actualmente sólo hay una cosa que choca un poco con nuestro sistema de valores igualitario, o más bien meritocrático, y es la división de la sociedad en castas, dedicadas a tareas diferentes siguiendo su naturaleza genética. Pero ése es precisamente el único punto sobre el que Huxley fue un mal profeta; justamente el único punto que ha llegado a ser más o menos inútil, con el desarrollo de la robotización y del maquinismo.»
Michel Houellebecq, «Las partículas elementales«
Una de las pocas ventajas de hacerse viejo es haber vivido en directo lo que las nuevas generaciones sólo conocen por YouTube. En el año 1984 todavía existía el telón de acero, el símbolo del Gran Hermano aún no había sido abducido por la telebasura, y la informática empresarial estaba en manos de IBM. En esas circunstancias históricas, el anuncio de Ridley Scott tenía un destinatario muy evidente.
«En Alejandría se ha dicho que sólo es incapaz de una culpa quien ya la cometió y ya se arrepintió; para estar libre de un error, agreguemos, conviene haberlo profesado». Las palabras de Borges en La busca de Averroes deberían ser lectura obligatoria en las multinacionales, pero desgraciadamente los hábitos lectores de los ejecutivos son bastante limitados: Sun Tzu y pare usted de contar. Si IBM ha de ser recordada en los libros de historia, será precisamente por haber aprendido de sus errores, y por no haber perseguido la fabricación de clónicos del PC compatible: gracias a ello, estamos hoy donde estamos.
La distopía totalitaria de Orwell se ha fragmentado en miles de Pequeños Hermanos que vigilan a diario nuestros hábitos de consumo, para vender su información a los grandes intermediarios globales. Es mucho más real el estúpido Mundo Feliz pronosticado por Huxley: un mundo infantilizado por quien se las daba de hippie en los ochenta. Quienes lanzaban martillos en 1984 se han convertido hoy en los peores adversarios del software libre.
Quizás tenga razón Jorge Herralde, y la pasión por los gadgets se esté convirtiendo en el nuevo opio del pueblo: una masa «yonki de la tecnología» y absolutamente inconsciente de la explotación que subyace tras la cadena de montaje del nuevo fetiche: la palabra «cadena» nunca fue tan apropiada.
En fin: lo dije hace meses y lo ratifico ahora. Ya pierdo demasiadas horas al día con Internet, y por las especiales características de mi trabajo no necesito un aparato que me haga perder concentración. Me resulta más útil un lector de tinta electrónica, cuya mayor virtud es la autonomía, que permite llevar la educación a cualquier rincón de Africa, sin necesidad de enchufes.
Pero como también comprendo a quienes hacen cola para comprar maquinitas de colores, me van a permitir una maldad. En las mismas fábricas y en el mismo país donde se suicidan los obreros que fabrican el nuevo talismán multiusos, ya ha empezado a forjarse un nuevo martillo contra la uniformadora estupidez. Más pequeño y con un corazón de software libre.
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/jaqueperpertuo/2010/05/28/un-martillo-contra-la-estupidez.html