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Un millón de menores son comercializados en el mundo

Fuentes: La Jornada

La explotación sexual de menores dentro y fuera de la actividad turística es una práctica añeja; sin embargo, la lucha para combatirla inició apenas hace siete años por parte organismos internacionales y gobiernos locales. Las cifras obtenidas durante los primeros años de trabajo son estremecedoras: alrededor de un millón de menores son comercializados en todo […]

La explotación sexual de menores dentro y fuera de la actividad turística es una práctica añeja; sin embargo, la lucha para combatirla inició apenas hace siete años por parte organismos internacionales y gobiernos locales.

Las cifras obtenidas durante los primeros años de trabajo son estremecedoras: alrededor de un millón de menores son comercializados en todo el mundo por unos cuantos dólares, los países pobres se han convertido en proveedores y los desarrollados en consumidores.

Se estima que cada año 250 mil turistas acuden al sudeste asiático exclusivamente a sostener relaciones sexuales con menores, y que cerca de 300 mil españoles viajan a Latinoamérica con el mismo fin.

Incluso se ha hecho una clasificación de abusadores en ocasionales, que son los que aprovechan el anonimato que les da estar fuera de su país de origen; los preferenciales, quienes buscan a niños o niñas menores de 18 años, de preferencia que nunca hayan tenido relaciones sexuales, «para evitar contagios», y en tercer sitio están los pederastas con todas las perturbaciones mentales que eso representa, explicó la presidenta de la fundación Infantia, Rosa Martha Brown.

«Se trata de gente que al salir de su país se transforma, se escuda en el anonimato, la falta de leyes o la facilidad que hay en países subdesarrollados para violarlas y salir impunes.

Por si fuera poco los abusadores se justifican al argumentar que pagan el servicio y que eso en países tan pobres debe ser de gran ayuda para los menores, cuando en la realidad las personas de menos de 18 años siempre son víctimas, estén concientes o no de que tienen relaciones sexuales».

Coincidió con Alberto Colorado, de la Dirección de Promoción de Servicios Turísticos de la Secretaría de Turismo (Sectur), señaló que la explotación sexual comercial infantil (ESCI) tiene como origen la pobreza, «aunque no todos los pobres se dedican a prostituirse», así como la migración a los centros urbanos, la falta de oportunidades, la desintegración o disfunción familiar, y una constante: «la mayoría de los abusos sexuales contra menores se originan dentro del seno familiar».

El sexo no es el negocio de los empresarios turísticos, advirtió Rosa Martha Brown, quien mediante Infantia se dedica a combatir la explotación de menores en el turismo, en coordinación con organismos gubernamentales, las organizaciones Mundial de Turismo (OMT), Internacional del Trabajo (OIT) y no gubernamentales.

La empresaria rechazó que las agencias de viajes -giro al que pertenece-, los hoteleros o cualquier prestador de servicios turísticos se dediquen a promover el sexo con menores de edad como atractivo turístico. Por el contrario, dijo, esa es la peor carta para un destino al que le llevó años consolidarse en el gusto de los visitantes, porque es una actividad rechazada por la mayoría de la gente, «se satanizan las plazas».

Cuando un lugar hace fama de que ahí se prostituyen niños, el daño es mayúsculo, diversos segmentos de visitantes prefieren viajar a otros sitios, y eso representa pérdida de empleos, explicó, por eso entre las tarea de Infatia está sensibilizar a todo el personal de los hoteles que deseen recibir el curso que no se lleva más de una hora.

Lo más importante es crear conciencia entre los propios trabajadores de la gravedad del daño que se ocasiona a los menores, y que ellos son una de las mayores riquezas del país. Se les pide no permitir el ingreso de extraños y menores solos a las habitaciones de los hoteles, que no den información sobre los lugares en donde se practica la prostitución infantil y que denuncien cuando detecten algún caso.

Precisó que dentro del sector los más involucrados en atacar este delito son la Asociación de Ejecutivas de Empresas Turísticas y la Federación de Empresas Turísticas, apoyadas en un programa de la OIT dedicado a combatir las peores formas de trabajo, aunque la prostitución de menores no sea un trabajo como tal, pero sí una forma de explotación, esto en coordinación con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).

Rosa Martha Browm detalló que hasta el momento se han capacitado cerca de 700 personas de la industria hotelera sólo en Acapulco, y están en marcha los trabajos en Guadalajara, Tijuana y el Distrito Federal. Los hoteles que más han participado son hoteles como Grupo Accord, Camino Real y el Hotel Bristol.

En el sudeste asiático y otros destinos donde Accord tiene hoteles, ofrece empleo a los menores que son rescatados de la calle, para que sepan que pueden ganarse la vida como botones, recamareras, meseros o cualquier otro empleo relacionado con la actividad de esta cadena de origen francés.

Señaló que Infantia está en negociaciones con una línea aérea para que difundan una campaña de sensibilización a su pasajeros, al igual que ocurre en otros países como Costa Rica y Brasil, quienes en colaboración con empresas como Lufthansa y AirFrance proyectan videos de tan sólo 30 segundos en los que se invita a los turistas a disfrutar de esos destinos, pero en los que al mismo tiempo se advierte que mantener relaciones sexuales con menores es un delito y se castiga con cárcel.

«En esos países no les da miedo que los turistas sepan que hay niños víctimas de explotación sexual y hacen todos los esfuerzos posibles por combatirla. La respuesta de los pasajeros ha sido positiva; apoyan las campañas y el trabajo conjunto».

En cambio, dijo, en México no ha sido posible siquiera establecer una cita con el secretario Rodolfo Elizondo; «no hemos conseguido que nos escuche y muchos menos que se involucre en el tema de la prevención, que es lo que le correspondería».

Explicó que las secretarías o ministerios de Turismo de todo el mundo tienen campañas de prevención o inhibición del delito basadas en carteles, trípticos, folletos que incluyen frases como «abusar de un menor es robarle el alma», o «nuestros niños son la mayor riqueza».

Algunas de esas campañas son de difusión masiva y en otras se entrega a los viajeros la información en las agencias de viajes, como ocurre en México, al ingresar al país elegido como destino o al instalarse en el hotel.

Al respecto el director de Mejora Regulatoria de Sectur, Carlos Mainero, señaló que la explotación sexual de niños y niñas en el turismo se produce en zonas marginales de los centros turísticos, por lo que a pesar de que los hoteleros tengan códigos de ética, como ocurre con las grandes cadenas, o los afiliados a la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles (AMHM), es todavía más difícil que Sectur intervenga ya que los establecimientos donde se comete este ilícito no son del tipo con los que la dependencia tiene contacto.

A pesar de que la Sectur reconoció tener una participación marginal en el combate y prevención de la explotación sexual infantil, tiene entre sus planes poner en marcha un programa de sensibilización para los involucrados en el sector.