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«Un momento de alivio»

Fuentes: Rebelión

São Paulo, 14/07/05.- Momentos de alivio en la crisis política que atormenta desde hace semanas al gobierno Lula y, más todavía, al Partido de los Trabajadores. Para el lector habitual de los periódicos ese «momento de alivio» que hasta editoriales reconocen ya se hace evidente desde el inicio de la semana por la caída de […]

São Paulo, 14/07/05.- Momentos de alivio en la crisis política que atormenta desde hace semanas al gobierno Lula y, más todavía, al Partido de los Trabajadores. Para el lector habitual de los periódicos ese «momento de alivio» que hasta editoriales reconocen ya se hace evidente desde el inicio de la semana por la caída de tensión e «informaciones». La detención el último viernes de un asesor del diputado Guimarães, hermano del todavía presidente del PT, José Genoino, puso la guinda y, según parece, el límite.

El susodicho cargaba 100.000 dólares embutidos en los calzoncillos y 200.000 reales más en una bolsa. Esperpéntico, el hecho precipitó la dimisión de Genuino. Con él, son cuatro los dirigentes del PT apartados como consecuencia de la crisis de las «mensualidades» extras que, según acusaciones no comprobadas todavía, habrían sido pagadas a diputados de la base del gobierno para que votasen favorablemente en el Parlamento.

El fin de semana, como en tantas casas, limpieza y renovación también en el PT y el gobierno. Mientras Lula ultimaba la formación del nuevo ministerio, en el partido del presidente de la República, un nuevo y flamante equipo sustituía a los acusados en la cúpula de la organización.

La renovación del equipo ministerial fortalece el lado más conservador del gobierno Lula. De un lado, porque como resultado de la caída de José Dirceu, identificado como el cerebro del equipo de Lula y defensor de una política menos «ortodoxa» y favorecedora del capital financiero que la que ha venido realizando el gobierno, quien se ha fortalecido dentro del gobierno y, específicamente, en el grupo más cercano a Lula, es el neoliberal ministro de Hacienda, Antonio Palocci. Del otro, porque quien ha ganado espacio han sido partidos de centro, el contorsionista PMDB (que ha estado en todos los gobierno desde 1985), y, si todavía aceptase, de derecha, el Partido Progresista.

La reforma ha tenido también algún guiño para los movimientos sociales. Se mantiene, hasta el día de hoy por lo menos, el ministro Miguel Rosseto, de Desarrollo Agrario, la ministra Marina da Silva, de Medio Ambiente, y, novedad, la cartera de Trabajo ha sido ocupada por el hasta antes de ayer presidente de la Central Única de los Trabajadores-CUT, Luiz Marinho. La Presidencia mantendrá abiertos canales de diálogo con los movimientos sociales. Es, de hecho, marca de este gobierno esa relación estrecha con aquéllos. Nada indica, sin embargo, que, del mismo modo que hasta hoy nada ocurrió, eso vaya a comportar cambios en la política económica.

La renovación de la cúpula del PT, en combinación con la anterior, pone en evidencia la voluntad de recuperarse del grave deterioro sufrido estas semanas y, al mismo tiempo, ofrecer la imagen de un nuevo período para el partido. De los cuatro nuevos, tres son ministros de alto perfil y que han realizado una gestión considerada mayoritariamente como exitosa. Humberto Costa deja Salud para asumir la secretaría de Comunicación, Ricardo Berzoini deja Trabajo para asumir la secretaría general, y Tarso Genro deja Educación para presidir el partido en esta «nueva fase». El cuarto, José Pimentel, diputado federal, asume la Tesorería.

El mismo día de la detención del asesor antes citado, que imposibilitó la continuidad de Genuino en la presidencia del PT. Tarso Genro, que ya estaba siendo indicado para el cargo, apuntaba la justificación de la necesidad del cambio en un artículo de opinión publicado por un diario paulistano. El partido no tenía una «agenda necesaria que pudiese contribuir con el gobierno en lo que se refiere a las propuestas de transformación de la realidad brasileña». Aunque en el plano programático se avanzó en relación al gobierno anterior, continúa, «no conseguimos una alternativa que despertase los mejores sentimientos de solidaridad y humanismo, vetados por el economicismo neoliberal. Avanzamos, pero quedamos parados a mitad de camino: no entre el progresismo y la socialdemocracia, sino entre el progresismo moderado y el neoliberalismo dotado de falsa modernidad».

Por esas razones, concluye, el PT habría «sometido» su programa «al relativismo del mercado financiero». De ahí vendrían los problemas y la crisis actual, se desprende del texto, pues a continuación señala las siguientes propuestas: «(…) el PT debe reformarse profundamente, investigando, por medio de sus instancias internas»; y además: «Necesitamos en el PT, de una reforma política, programática y de métodos de dirección para reasumir las responsabilidades con Brasil y con la democracia».

No debe faltarle razón a Genro. Claro que a esta altura del campeonato llegar a esa conclusión, después de tanta discusión y debate, encuentros, seminarios y congresos, gobiernos municipales y estatales y un sin fin de experiencias en políticas públicas… hasta pudiera parecer excusa de mal pagador.

Ya como presidente del partido y en su primera entrevista a un medio informativo de la capital paulista, Genro afirma que el momento que vive el PT es «dramático» y que marca un «límite». Añade que «si no supiésemos responder a esa cuestión, esa notable experiencia democrática y progresista -que es el PT- podría ser desconstituida». Plantea la necesidad de «reorganizar los mecanismos internos», reconocer los «errores políticos», verificar las «ilegalidades, si las hubo, y lavar la ropa sucia fuera de casa. Públicamente.»

Discursos a parte, sectores de la llamada «izquierda petista» no están nada contentos ni con la manera en que se hizo la reestructuración de la dirección ni con las personas elegidas. Nuevamente, denuncian, los miembros de la tendencia mayoritaria se habría reunido a parte, discutido y decidido, para después comunicárselo al Directorio Nacional.

Aun con esas críticas, al cambiar su dirección, como afirma el sociólogo Emir Sader, el PT «ganó una nueva oportunidad, tal vez la última, de rescatar su bella trayectoria histórica». Pero, añade, «sólo existe una salida positiva de la crisis», y ésta «pasa por la reafirmación de la izquierda con perfil y características propias», «reconociendo el agotamiento de la política económica» actual y «abriendo el debate sobre una plataforma de izquierda». En esto, coincide con los sectores críticos del partido.

Después de lo visto, parece que se amplia, al menos en el PT y áreas próximas, el consenso sobre la necesidad de abrir una nueva etapa, como el propio Genro apunta y las áreas críticas del partido, los movimientos sociales y sectores de la intelectualidad progresista reclaman. Y no es cualquier cosa, además, que el presidente del partido apunte explícitamente la relación entre línea política y programática y los eventuales casos de corrupción o falta de ética. El proceso de elecciones directas (PED) de las direcciones del partido en todos los niveles (nacional, estatal y municipal), ya en curso y que finaliza el 18 de septiembre puede ser la gran oportunidad, «tal vez la última», como dice Sader.

De todos modos, y para que nadie se anime demasiado, no se puede perder de vista la ya señalada reforma conservadora del gobierno que, como mínimo, mantendrá la actual línea económica de ajuste fiscal. Si Genro no va de farol y tiene escondido algún as en la manga, lo que vendría es una situación de contradicción fuerte entre la línea del gobierno, donde el PT tiene mayoría, al menos en el número de miembros, y la del propio partido.

Hoy por hoy, sin embargo, ese escenario parece poco probable. Aunque, hay varias cuentas pendientes a corto y medio plazo que van a ser decisivas. Principalmente, la responsabilidad o no de los dirigentes bajo acusación. Simultáneamente, hay un agotamiento y desencanto de parte importante de la militancia que difícilmente pueda resolverse con parches o maquillajes.

En contra de los que quieren cambio, sin embargo, un elemento de fuerza para la «línea-gobierno»: sorpresivamente, el miércoles 13 de julio, fueron publicados los resultados de una encuesta de opinión sobre valoración popular del presidente Lula y su gobierno, según la cual lejos de caer la credibilidad de Lula, ésta se recupera y avanza en poco más de dos puntos porcentuales entre mayo y julio. La valoración del gobierno se mantiene estable.