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Un mundial con protestas ciudadanas, resultados inesperados y mucho fútbol táctico (y en algunas ocasiones bonito)

Fuentes: Rebelión

Lo esencial de este Mundial 2014: haber sido probablemente el mundial de fútbol con mayor número de protestas ciudadanas, con mayor y decidida presencia de movimientos sociales críticos. Con miles de razones por supuesto. Y eso a pesar de que las grandes transnacionales y sus televisiones han intentado por todos los medios (que son muchos) […]

Lo esencial de este Mundial 2014: haber sido probablemente el mundial de fútbol con mayor número de protestas ciudadanas, con mayor y decidida presencia de movimientos sociales críticos. Con miles de razones por supuesto. Y eso a pesar de que las grandes transnacionales y sus televisiones han intentado por todos los medios (que son muchos) que en el espectador medio habitara la desinformación, el desconocimiento y la simple y vieja alienación (que está en todos nosotros por supuesto).

Tampoco las espacios generales de información han ayudado. Al hablar del Mundial, sin olvidarme de gloriosas excepciones, fútbol, fútbol, sólo fútbol. Lo esperable; lo esperado; lo de siempre.

Había motivos para la crítica ciudadana. No han sido para menos las movilizaciones. Sin olvidar las muertes obreras en el asfalto y en los trabajos de construcción y reparación, se habla de unos U$S 11.500 millones. Este es el importe total de la factura para el Estado brasileño por todos los estadios, construcciones, infraestructuras, mejora de metros, carreteras, etc. Algunos de estos trabajos (con urgencia, sin seguridad laboral, a toque de pito FIFA) servirán para mejorar la vida de las gentes (el metro en San Pablo, por ejemplo); otras no, en absoluto. Lujos innecesarios para «un acontecimiento mundial» donde la FIFA y las grandes corporaciones han sacado tajada.

La derrota de Brasil en semifinales probablemente haya aniquilado algunos negocios programados. No es imposible que ex presidente del Barça, el del fichaje-estafa de Neymar, estuviera en varios de esas «iniciativas emprendedoras». Ya lo estuvo en su momento.

En el momento en que escribo no se han celebrado los últimos encuentros. Ni el Holanda-Brasil ni el Alemania-Argentina.

Brasil llega tocada-muy-tocada desde luego. No es para menos. El partido que jugó con Alemania no fue el mejor de su historia. Más bien lo contrario. Tampoco era fácil: dos de sus mejores jugadores no pudieron jugar y las normas y esquemas de Scolari no han abonado un juego creativo e imaginativo. Brasil no era Brasil.

A pesar de ello, sin olvidar el 1-7, el primer gol alemán no hubiera subido al marcador seguramente con la presencia de Thiago Silva en el campo. No puedo asegurar nada del segundo pero, tras él, Brasil desconectó, nunca se había visto una cosa similar. Nunca. En los diez minutos siguientes sólo hubo un equipo jugando en el campo. Fueron tres, en apenas diez minutos, pero pudieron ser más.

Nada que objetar a la victoria alemana (Alemania hizo probablemente el mejor partido de su historia) pero, para ser justos, Brasil no jugó mal en los primeros minutos de juego. Tampoco en los primeros quince de la segunda parte. El portero alemán salvó lo que no era fácil salvar.

Holanda hizo un gran partido cuando jugó con España (que hizo uno de sus peores partidos) y ha hecho también alguna cosa más de interés. Pero ha ido a menos, ha ido disminuyendo su pegada y su fútbol. Todo o mucho parece depender de Robben.

Puede pasar cualquier cosa. ¿Mi pronóstico? Holanda, pero no por goleada. Y acaso con prórroga.

En la final, Alemania parece favorita. No lo parece, es favorita. Jugaron como pocas veces se ha visto en la primera parte de su partido contra Brasil. Recordaban el equipo brasileño del Mundial de 1982, en aquel partido inolvidable (que perdieron!) contra Italia (con mayor seguridad defensiva, en el caso alemán).

No es imposible, pues, que a pesar de que un jugador argentino está haciendo un mundial enorme, inesperado, impensable incluso teniendo en cuenta el juego del Barça la liga pasada, hablo de Mascherano por supuesto, Alemania pueda imponerse con relativa facilidad. Veremos. La defensa argentina está jugando mejor que bien y Messi puede desear y tener una noche gloriosa, un punto esencial, a recordar por todos, en su carrera. Nunca se sabe. Le queda un Mundial, tal vez dos.

¿Y el deseo? Aquí no tengo ninguna duda. Con todos mis respetos hacia los jugadores alemanes, que desde luego han hecho un grandísimo mundial, espero-deseo que pierda Alemania. Por aquello de la Merkel, el euro aniquilador, el Imperio alemán, la derechización generalizada, el creerse en algunos casos cercanos al übermensch, por (es decir, contra) el «Deutschland über alles» y, sobre todo, porque parte del juego alemán ha bebido de una figura tan nefasta para la ciudadanía de aquí, y de muchos otros lugares del mundo, como Herr Josep Guardiola, un neoliberal de tomo y lomo que ha defendido la peor cara de Qatar y aquí, entre nosotros, el independentismo menos social que uno pueda imaginarse. El que se levanta molt d’hora, molt d’hora i treballa molt, molt i molt. Eso sí, de joven, en público, recitaba los versos de un poeta obrero, militante del PSUC, el partido de los comunistas en Cataluña. Hablo de Miquel Martí i Pol. ¡Qué locuras que hacen los jóvenes!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.