«En Etiopía, unas 12,6 millones de personas necesitan asistencia alimentariaà» «Donantes han prometido lo suficiente para satisfacer alrededor de 82 por ciento de las necesidades de alimentos, pero sólo han entregado 54 por cientoà» ¿Suena familiar? Esta advertencia fue lanzada hace tres años por la Red de Sistemas de Alerta Temprana contra la Hambruna (FEWS […]
«En Etiopía, unas 12,6 millones de personas necesitan asistencia alimentariaà» «Donantes han prometido lo suficiente para satisfacer alrededor de 82 por ciento de las necesidades de alimentos, pero sólo han entregado 54 por cientoà» ¿Suena familiar?
Esta advertencia fue lanzada hace tres años por la Red de Sistemas de Alerta Temprana contra la Hambruna (FEWS NET, por sus siglas en inglés). ¿Adivinen qué? Etiopía apareció otra vez este año en la lista de «emergencias actuales» de FEWS NET junto a Chad, Somalia y Zimbabwe.
En un informe sobre Etiopía divulgado el 24 de febrero, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala que «unas 15 millones de personas sufren inseguridad alimentaria transitoria o crónica»
De éstas, entre cinco y seis millones padecen una inseguridad alimentaria crónica (esto es, «personas que perdieron la capacidad de producir o comprar lo suficiente para satisfacer sus necesidades alimentarias anuales incluso bajo condiciones climáticas y de mercado normales»), y los 10 millones restantes son vulnerables, «con una débil resistencia a cualquier impacto», dice la FAO.
Según Oxfam Internacional, una confederación de organizaciones contra la pobreza, más de 850 millones de personas sufren hambre crónica. ¿Etiopía está condenada a sufrir hambre con regularidad? ¿Hay otros países en esa situación?
«Abundancia, no escasez, describe mejor el suministro mundial de alimentos», señalaba un documento de 1998 titulado «12 Myths About Hunger» («12 mitos sobre el hambre»), publicado por Food First/Institute for Food and Development Policy (Alimentos Primero/Instituto para Políticas de Alimentación y Desarrollo), organización no gubernamental con sede en Estados Unidos.
«Incluso los países más ‘hambrientos’ tienen suficiente comida para todos sus habitantes en este mismo momento. Muchos son exportadores netos de alimentos y de otros productos agrícolas», añadía.
Uno podría hablar sobre las contradicciones del hambre. Por ejemplo, en Nigeria, Brasil o Bolivia, abundantes recursos alimenticios coexisten con bolsones de pobreza. Mientras Costa Rica tiene sólo la mitad de las hectáreas cultivadas por persona de Honduras, los costarricenses tienen una expectativa de vida 11 años mayor que los hondureños.
En Etiopía, la cosecha en 2005 de cereales y legumbres –que incluye guisantes y judías– fue calificada por la FAO y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), ambas agencias de la Organización de las Naciones Unidas, de «muy buena», y en 2006 el país tiene un pequeño excedente exportable.
«A pesar de esta positiva situación general, gran número de personas, sobre todo las dedicadas al pastoreo en el sudeste de Etiopía, afrontan las condiciones previas al hambre debido a que fallaron las lluvias estacionales», dijo un grupo de expertos de la FAO en una entrevista por correo electrónico **.
Asimismo, otro informe publicado por la FAO en diciembre señalaba que Sudáfrica tuvo una cosecha récord de maíz de 12,4 millones de toneladas. Sin embargo, la agencia acotó: «La inseguridad alimentaria en el sur de África es de gran preocupaciónà Cerca de 12 millones de personas, principalmente en Zimbabwe y Malawi, necesitan asistencia alimentaria de emergencia».
Según la FAO, el excedente de maíz en Sudáfrica, de más de cuatro millones de toneladas, es más que suficiente para cubrir el déficit en el resto de los países de la región.
Entonces, ¿por qué las personas mueren de malnutrición y hambre?
Las pesadillas malthusianas de crecimiento poblacional geométrico combinado con un agotamiento de suministros no se han materializado. La población mundial ha llegado a los 6.400 millones de habitantes, seis veces más que cuando el economista británico Thomas Malthus publicó su «Ensayo sobre el principio de la población» en 1798. Pero Malthus subestimó la capacidad humana para explotar recursos de manera cada vez más eficiente.
Lo que la humanidad no hace tan bien es ser justa: la mayoría de los especialistas y organizaciones dedicadas a la lucha contra el hambre, sin importar cuán diferentes enfoques tengan, señalan a la desigualdad como la principal causa subyacente.
El premio Nobel de Economía indio Amartya Sen afirmó que la ausencia de derechos, más que de alimentos, era la principal causa del hambre en países pobres.
También para Food First, las hambrunas son el resultado de «subyacentes desigualdades que privan a las personas, en especial a las mujeres pobres, de oportunidades económicas y de seguridad».
«El rápido crecimiento poblacional y el hambre son endémicas para sociedades donde la propiedad de tierras, los empleos, la educación, la atención médica y la seguridad social para los adultos mayores están más allá del alcance de la mayoría de las personas», indicó la organización.
La FAO señala que «ésta es una cuestión de distribución desigual, pobreza y limitado acceso físico y económico a la comida por grandes segmentos de la población».
Los desastres provocados por el hombre juegan un papel cada vez más importante. Según, el PMA, «desde 1992, la proporción de crisis alimentarias de corto y largo plazo que pueden ser atribuidas a causas humanas se han más que duplicado, pasando de 15 por ciento a más de 35 por ciento».
Los conflictos bélicos desplazan a millones de personas de sus hogares, causando algunas de las peores emergencias de hambre en el mundo, dice el PMA en un informe disponible en su sitio web.
En la guerra, la comida a veces se convierte en un arma: los soldados intentan privar de alimentos a sus oponentes confiscando cosechas y ganado. Campos y pozos de agua son con frecuencia contaminados o destruidos durante las guerras para obligar a los granjeros a abandonar su tierra.
Una hambruna es un proceso complejo, no un acontecimiento único y abrupto. Los precios de los alimentos se disparan, las familias venden sus propiedades y algunas de ellas migran. Mientras el hambre crece, los sistemas de salud colapsan, la condición física de los individuos desmejora y las personas comienzan a morir de malnutrición y enfermedades.
Veamos lo que sucede en Etiopía. A pesar de las ventajas para las familias agricultoras, los altos precios de los cereales «afectarán negativamente a los hogares más pobres, que son compradores netos de granos», alerta la FAO.
En consecuencia, «un significativo número de hogares vulnerables permanecerán en gran parte en inseguridad alimentaria y dependerán de la asistencia humanitaria en 2006».
Consultada sobre cómo la crisis alimentaria en el Cuerno de África se compara con la situación en Zimbabwe, la FAO contestó que, «a pesar de que ésta no es la única crisis alimentaria en África, se puede decir que (la situación en el Cuerno de África) es actualmente la más dramática, debido al número de personas afectadas y a su difícil situación alimentaria».
No obstante, la crisis en Zimbabwe es más complicada. «La producción total de cereal ha caído sin cesar, de más de tres millones de toneladas en 1996 a unas 80.000 en 2005. Ésta es una disminución estructural coincidente con los actuales cambios en la tenencia de la tierra y el general deterioro económico en ese país».
El presidente Robert Mugabe ha entregado gran parte de la tierra de labranza de Zimbabwe a amigos no interesados en el cultivo. Sus políticas arruinaron la economía y dejaron poco combustible diesel para el funcionamiento de los tractores. La inflación se acercó a 900 por ciento en marzo.
Por otra parte, la crisis alimentaria en África austral ocurre en medio de la peor epidemia mundial del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida). Sin la comida suficiente, las personas infectadas con VIH (virus de inmunodeficiencia adquirida, causante del sida) generalmente desarrollan más rápido la enfermedad y mueren.
«La mayor crisis humanitaria hoy no ocurre en Pakistán (país azotado por un devastador terremoto en octubre pasado), la región (asiática) afectada por el tsunami (en diciembre de 2004) o (la occidental sudanesa de) Darfur. Es la desintegración gradual de las estructuras sociales en África austral», dijo en octubre el director ejecutivo del PMA, James Morris.
La causa inmediata del hambre es el propagado fracaso de los cultivos, resultante de las sequías o de la guerra civil. «Pero no toda sequía o falla en los cultivos ha derivado en una hambruna. Los países que están bien preparados para manejar la crisis logran proteger a sus poblaciones vulnerables», señala la FAO.
Los expertos de esa agencia de la ONU hacen referencia al trabajo de Amartya Sen: «Las sociedades democráticas por lo general mitigan las crisis de inseguridad alimentaria y evitan dificultades para su población. Hay que destacar la importancia de la comunicación y el hecho de que el riesgo de una hambruna aparece debido a una respuesta insuficiente a una alerta temprana».
Sen señaló en un artículo publicado por el periódico británico The Observer en 2002: «En los países democráticos, incluso los más pobres, la supervivencia de los gobiernos puede verse amenazada por el hambre, ya que las elecciones no son fáciles de ganar luego de las hambrunas. No es sencillo resistir las críticas de partidos de oposición y de periódicos. Es por eso que el hambre no ocurre en países democráticos».
*Miren Gutiérrez es editora jefa de IPS.
** El grupo de expertos de la FAO que contribuyó a contestar las preguntas de IPS incluye a Kisan R. Gunjal, funcionario de emergencia alimentaria de la FAO, y el economista Shukri Ahmed, del Sistema Mundial de Información y Alerta).