A escasos un mes y tres días de las pasadas elecciones, parece estar claro que este gobierno, es mas de lo mismo. No podía ser de otra manera, un reciclaje de ministros, una concentración de poder en manos del madurismo, que marcan una continuidad que, para mal del país, nos sigue llevando a los límites […]
A escasos un mes y tres días de las pasadas elecciones, parece estar claro que este gobierno, es mas de lo mismo. No podía ser de otra manera, un reciclaje de ministros, una concentración de poder en manos del madurismo, que marcan una continuidad que, para mal del país, nos sigue llevando a los límites de lo insoportable. Sin embargo, la consigna del madurismo y su extensa red comunicacional, así como, la instauración de la censura que impide señalar algo distinto, habla de un «nuevo comienzo».
Ya no hay chance, ni este gobierno es nuevo, ni hay tiempo para dar otra oportunidad a una dirección que ha fracasado. El costo que ha tenido que pagar el pueblo, y todo el país, ha sido muy alto. Todo está muy mal.
Este período de gobiernos del madurismo, ha sido el peor de nuestra historia contemporánea. Ese es un triste «récord» que marcará nuestro futuro.
Ha resultado en una tragedia para el país y para buena parte de las mayorías nacionales, que el gobierno que sucediera a la muerte del Comandante Chávez, fuera capaz de, en su nombre, destruir en tan poco tiempo, los elementos de estabilidad y las fortalezas que teníamos como sociedad, la Patria que todos soñamos.
La situación actual, no tiene nada que ver con lo que las fuerzas patriotas y progresistas, queríamos como futuro para nuestro país, ni tiene nada que ver con la plataforma programática, ni ideológica, de quienes nos agrupamos y movilizamos bajo las banderas del Chavismo, de la Revolución Bolivariana.
Ha sido una gran estafa, un fraude, lo que este gobierno, y en particular, el madurismo, ha hecho, con el poder que el Comandante Chávez le confiara y con el respaldo que, unitariamente todas las fuerzas Chavistas, le dimos a esa decisión del Comandante.
Se configuró en torno al presidente, un círculo de poder motivado por una gran ambición, unas ansias de controlarlo todo, un grupo que actúa bajo una lógica de «pranato», donde se abusa de la buena fe del Chavismo, para avanzar en el control de todos los espacios del Estado, sus instituciones, empresas, organizaciones.
Pero lo controlaron todo, para destruirlo. Hoy, si alzamos la vista, sólo vemos ruinas, caminos truncados. Vemos a una PDVSA acabada, destrozada por el afán de poder y lucro del madurismo; empresas básicas paralizadas; cientos de empresas del Estado cerradas u operando a su mínima capacidad, listas para ser vendidas o cedidas.
De los programas sociales, sólo se observan muecas desesperadas, en medio de una situación social que se deteriora aceleradamente. Las pocas Misiones que quedan o sobreviven, únicamente son utilizadas para actos proselitistas. Son las ruinas de un proyecto.
Ni hablar de las instituciones del Estado, los ministerios: desmantelados, incapaces de hacer frente a la crisis, en un ambiente de «sálvese quien pueda» y una camada de oportunistas, a los que no les tiembla el pulso a la hora de destruir todo lo hecho anteriormente.
Los Poderes Públicos, presionados por el madurismo, severamente cuestionados, instrumentos de poder al servicio de uno o varios de los grupos que sostienen, al costo que sea, esta situación. Un Ministerio Público que viola permanentemente la Constitución, los derechos fundamentales de los ciudadanos, convertido en inquisidor a nombre del madurismo, con un Fiscal con severos problemas de todo orden, incapaz de dar equilibrio a la justicia. Estas actuaciones, también quedarán para la historia.
La irresponsabilidad, indolencia y crueldad, son características resaltantes del madurismo en este período. Se ha actuado con la mas absoluta irresponsabilidad en el manejo de los asuntos del Estado, del gobierno. Ahora resulta que es una «virtud» no haber estudiado, no investigar, no trabajar, improvisar. Todo es una chanza, una «jodedera», una flojera, una incapacidad manifiesta para gobernar un país tan complejo y tan asediado desde siempre, como es el nuestro. Un país petrolero, con una economía periférica, absolutamente dependiente, con una endémica debilidad institucional, y un pueblo noble y mayoritariamente pobre, que ha sido engañado una y otra vez. Así, cada vez que cae uno de sus líderes, viene un período de retroceso e infamia. Pasó con Bolívar, con Zamora y ahora, con Chávez.
Ha sido una dirección indolente, no le importa nada. La economía está destrozada, y no es solo por la llamada «guerra económica» que se ha convertido en un artificio propagandístico para echarle la culpa a otros, de su incompetencia; ni por las sucesivas e interminables «conspiraciones», o acusaciones de «corrupción», contra todas las personas o instituciones que les interesa destruir, utilizando la «judicialización de la política» como instrumento de persecución, encarcelamiento y desprestigio de sus rivales o sus temores; la economía está destrozada, señores, por su incapacidad de conducir el país. Esta situación calamitosa tiene, en gran medida, que ver mas con su falta de preparación, conocimiento, prepotencia e improvisación, y porque han privado los negocios de los grupos de poder por encima del interés colectivo.
Han manejado la economía, con unos criterios absurdos, a fuerza de «clichés», de «lugares comunes», como si estuvieran dirigiendo un país de mentira, desconociendo todas las leyes de la economía, desechando todas las experiencias previas; rodeado de unos «asesores» extranjeros que no tienen idea, lo que ha quedado más que demostrado, de nuestras realidades, características, contradicciones y problemas. Son «asesores» que vienen a ensayar sus teorías con nosotros, asesores que traen el negocio armado, oportunistas de todo tipo que vienen a venderle «espejitos» al gobierno, como el famoso «petro», que luego resultan en estruendosos fracasos, uno tras otro.
El hecho real, cierto, es que le han impuesto al pueblo de Venezuela, un «paquetazo» que sería la envidia de cualquier gobierno neoliberal, sólo que, sin ningún propósito macroeconómico. La hiperinflación, la escalada de precios, la especulación, la escasez de todo tipo de productos, de medicamentos, la entrega de los recursos naturales: oro y petróleo; la desigualdad, la concentración de capitales, la especulación financiera y monetaria, la corrupción, la pobreza, la exclusión, la inequidad, la violencia, todas éstas son características de un gobierno neoliberal. Éste es un mal gobierno de derecha, autoritario, con una pésima gestión del país, con resultados que han convertido la vida de los venezolanos, en una tragedia diaria. El país del absurdo.
La crueldad es una de las manifestaciones mas dañinas del madurismo, una condición del «pranato» político. La cantidad de jóvenes que se han ido del país; los grupos disgregados, acabando con lo más valioso de la sociedad, con su núcleo fundamental: la familia; los niños en la calle; la pobreza; el tratamiento y la tortura física y psicológica a la que han sido sometidos los presos por razones políticas; ni hablar de la crueldad de dejar encerrados a los presos comunes y algunos familiares en un incendio en medio de un motín con el lamentable resultado de mas de 60 muertos quemados; los más de cien muertos (de todos los bandos) por la confrontación política; el atropello que hace el propio presidente a nuestros líderes comunales, en público, en los actos en los que los llaman y utilizan para aparentar que se trata de un gobierno para el pueblo, ellos, humildes pero dignos, inteligentes y valientes en sus intervenciones, humillándolos en televisión; la situación de deterioro del país; nuestros jóvenes en el exterior, haciendo lo que sea para sobrevivir; los cientos de trabajadores de PDVSA obligados a tomar todas las vacaciones que nunca tomaron por haberse dedicado por años y en cuerpo y alma a su trabajo, para, al regreso, entregarles su despido, de un monto como si hubiera sido «justificado» y, por supuesto, obviando las jubilaciones correspondientes; las destituciones de funcionarios en el exterior, luego de haber obviado el pago de hasta ocho meses de sus respectivos salarios, sin reintegros ni intereses, sin gastos siquiera de la repatriación; y mucho menos, los enfermos crónicos muriendo por falta de medicamentos; no existe farmacia extranjera que no conozca el problema venezolano, quienes, una vez obtenida su medicina por la caridad de alguien de afuera, deben luchar con una Aduana que absurdamente los decomisan sin importar que una vida dependa de ello; el resurgimiento de enfermedades erradicadas; los niños de los pueblos indígenas, los que buscan en la basura, los que esperan afuera de los restaurantes para pedir comida; los campamentos de venezolanos en la frontera con Brasil, los que por miles cruzan a pié la frontera: nada los conmueve, los llama a la reflexión. Incluso los atacan, consideran «traidores «y desean «que no vuelvan», a quien escapa del país para poder subsistir.
El madurismo es extraño, pareciera que se moviera en otro ámbito espiritual, distinto al nuestro, al de nuestro pueblo. Es capaz de mentir, perseguir, hacer daño, entregar compañeros, dejar solos y a «su suerte» a nuestros muchachos, pactar con el enemigo a escondidas, dejando de lado cualquier atisbo de consideración humana.
Como es un gobierno que se sabe débil y sin autoridad, ha recurrido a todas las formas de control social inimaginables. Tienen el control directo o por coacción de los medios de comunicación. Los han adquirido con dineros públicos (ellos lo saben, yo lo sé), han amenazado a los periodistas, vetan informaciones (en mi caso, no hay periodista o medio de comunicación nacional de cualquier tendencia, si aún existen distintas, que se arriesgue a entrevistarme: al principio, fueron muchos los programas cortados para transmitir música, entrevistas que por haber sido previamente «aprobadas desde arriba» eran sustituidas por una cadena nacional improvisada), ocultan lo que pasa en el país.
Directores y periodistas de prestigio se han subordinado a esta posición, pero no sólo ellos, sino que las voces críticas de lo que podrían ser la «fuerzas morales» del país, en el sentido que le daba José Ingenieros al término, sencillamente callan; otros, han mutado a una actitud que no deja de ser una mueca, sobre todo, en animadores de televisión, políticos y periodistas, otrora reconocidos por su valor y actitud crítica.
El «Carnet de la Patria», las Cajas «Clap», los innumerables «bonos», son un reflejo del deterioro de la economía; la incapacidad del Estado para proteger a sus ciudadanos; garantizar los medios de vida, pero a la vez, se han convertido, en instrumentos de control social que a los «genios electorales» del madurismo, les resulta de mucha utilidad para manipular la voluntad política de nuestra gente, destruyendo de forma masiva la conciencia del pueblo. No teníamos por qué haber llegado a esta situación, a este deterioro.
Recuerdo, durante la campaña de 2006, la molestia y preocupación del Presidente Chávez por el concepto de la «tarjeta mi negra», que era una oferta de la oposición. El Comandante me argumentaba que ese tipo de mecanismos iba dirigido a estimular el egoísmo del pueblo; fracturaba el ideario del bien común, del concepto de distribución de la renta petrolera a través de mecanismos y programas que transformaran esos recursos en educación, salud, conocimiento, trabajo, alimentación, en vez de promover que esos recursos fueran apropiados por los mecanismos de especulación financiera que seguían intactos. Era lo que discutíamos en aquel momento, era una propuesta completamente distinta a la que el tenía de cómo distribuir la renta petrolera. Es lo que hay ahora con el «carnet de la patria», pero a un nivel mas perverso del que planteó la oposición, pues se ha convertido además en un mecanismo de chantaje y amenaza directa al pueblo mas necesitado, el que sobrevive, destruyendo la conciencia y las razones por las cuales apoyar una posición política favorable a la Revolución. Se les dice: yo te doy la comida, tu me das tu voto. «Dando y dando». Se hablará a favor del «carnet de la patria», alegando que es una forma en que el pueblo recibe alimentos, dado que hay escasez, pero por qué no se señala que nunca antes fue necesario ese sistema en nuestro país, que tales ausencias no existían, puesto que el gobierno era capaz de garantizar el suministro oportuno de los requerimientos de la población.
Las «Cajas Clap», aunque conllevan mucho trabajo y voluntarismo de parte de los compañeros y organizaciones que hacen la tarea, es una muestra de que colapsaron todas las cadenas de distribución de alimentos, que justamente se reforzaron a partir de los episodios de desabastecimiento de 2007, es decir, que colapsó la Misión Alimentación, las Casas de Alimentación, los programas de comedores y alimentación escolar, las cadenas públicas de distribución.
El hecho de que sea una caja con productos importados, de mala calidad, demuestra todos los días, que el gobierno no puede garantizar ni siquiera la producción de los rubros básicos de alimentación, que hay grupos del madurismo que están haciendo grandes negocios con la importación, distribución y desvío de estos productos, como ya han aparecido casos, pero además, someter al pueblo a la ruleta del «Clap», a su obtención de acuerdo con su posición política, como fue declarado por todos los voceros del madurismo durante la «campaña» electoral, no es sino una vergüenza y un descaro politiquero, que deja en «pañales» las conductas de AD-Copei.
Claro, mientras el pueblo va de un sitio a otro buscando comida, haciendo colas, sacándose carnets, no puede darse cuenta de los orígenes de su problema, y ante la posibilidad de perder las dádivas, se atemoriza, sometiéndose y acepando el chantaje, para poder llevar alimentos a sus hogares. Así, afloran las conductas mas irracionales y egoístas en esta guerra de pueblo contra pueblo, de «sálvese quien pueda», de las salidas individuales.
La hiperinflación y la escalada de precios pulverizan todas estas iniciativas en segundos, así como, los sucesivos aumentos de sueldos y bonos. No quiere entender el gobierno, o probablemente, le conviene no hacer nada para mantener la matriz mediática de «guerra económica», que lo que se ha fortalecido es el capitalismo puro, salvaje, atrasado, ante la incapacidad del gobierno de conducir la economía, no se entiende que esos mecanismos especulativos y que se apropian del trabajo actúan de inmediato, porque no hay un Estado, ni una política capaz de hacerle frente. Y no se trata sólo de reprimir, ni meter presos, se trata de establecer una política coherente que pueda controlar estos fenómenos, y que se entienda sobre qué escenario y condiciones, sobre qué sistema se está actuando.
Mientras la hiperinflación se estima que a final de año sobrepasará números nunca vistos en la Región, ni en el mundo (otro «récord» de este período), el «asesor estrella» del madurismo sostiene que la inflación «no existe», que es un «invento». Para este mismo «asesor», en Venezuela, el petróleo no es un factor determinante para la economía, ¡tamaña barbaridad!
La realidad está demostrando la falsedad de todas estas «teorías», sólo qué, al final, ¡este señor volverá a su país, y el nuestro quedará destrozado! La culpa es de quien lo trajo, le paga, lo escucha y ha hecho de lado todo el pensamiento económico existente en Venezuela, que, por cierto, es bastante amplio y calificado.
A propósito de esto, hace exactamente cuatro años, que le propusimos al presidente (cuando digo le propusimos, es porque era el trabajo de un amplio equipo económico, con bastantes fortalezas y capacidades), un conjunto de medidas económicas que incluía la convergencia cambiaria hacia un solo tipo de cambio de tan solo ¡25 bolívares por dólar!, que era el precio de indiferencia con Cúcuta; una política monetaria BCV-Min.Finanzas-PDVSA, para «pulverizar» el paralelo que lo logró bajar de ¡95 bolívares por dólar a 53 bolívares por dólar!; una estrategia de apoyo internacional para sostener una política de equilibrios fiscales; un sistema de precios que detuviera a tiempo el problema del «desacato» que se estaba generando en el país; producíamos tres millones de barriles de petróleo al día, nuestras refinerías abastecían el mercado interno y exportábamos productos; desde PDVSA entregamos al CENCOEX ¡45 mil millones de dólares! para establecer una estrategia de pagos a importadores, líneas aéreas, servicios telefónicos, suplidores y prestadores de servicios al Estado, previa auditoría, revisiones y obtener compromisos reales de mantener operaciones; le propusimos una estrategia de manejo de deuda, para lograr una extensión de plazos, «aplanando» el servicio de deuda, puesto que, las condiciones macroeconómicas estaban cambiando; planteamos unificar todos los Fondos y reservas para integrarlas en la Cuenta de Reservas del BCV; también vender Citgo, pero manteniendo los contratos de suministro de petróleo a largo plazo; aliviar la situación financiera de PDVSA con una nueva tasa de venta de los dólares al BCV, PDVSA estaba obligada a vender los dólares al BCV a la tasa de 6 bolívares por dólar, pero pagaba todos sus costos y gastos a los privados al costo del paralelo, valor con el que ellos fijaban sus facturas; una reforma Fiscal para lograr que el Sistema Financiero, la banca, pagara impuestos; una política de apoyo a los sectores productivos por rubros estratégicos con una política de suministro de insumos de forma directa; una política de concentrar atención y apoyo a los sectores básicos, marcadores y multiplicadores del Producto Interno Bruto; una política de despliegue informativo en el país y el exterior para explicar el Plan, cosa que logramos hacer en Londres con un resultado muy positivo en cuanto a la revalorización del valor de nuestros bonos; una organización y gestión distinta de todas las empresas del Estado, por un sistema de Conglomerados o Corporaciones, para que no existiera intercambio mercantil entre las empresas públicas, sino que se impusiera el «Sistema Presupuestario de Financiamiento», entre otras medidas.
No fuimos escuchados, el madurismo respondió que yo «tenía mucho poder», que «quería ser presidente», que no te «reconocen» Nico, que «asume tú la conducción de PDVSA» y que «nuestros muchachos de confianza» la manejen, para Tí, «lo que tú quieras hacer», «tú eres el jefe». Insensatos, lo hicieron. No hicieron nada de lo propuesto. Sólo alcancé a explicarlo al Congreso del PSUV y a algunos sectores productivos. Fue una ofensiva truncada, traicionada, por el propio alto mando del madurismo. Hoy vemos los resultados y si comparamos los índices económicos de ese año, con lo que tenemos hoy día, si comparamos la situación social de nuestro pueblo, del país, es fácil darse cuenta que ¡las decisiones del madurismo han sido un desastre!
El gobierno vive del «tuiter», de la «tendencia», creen que con eso ya despacharon un tema. Recuerdo que al instante que yo presenté mi renuncia al cargo de Embajador ante la ONU, ellos activaron las etiquetas y «memes» de «tuiter», calificándome de «traidor». Luego, «de la nada», para justificar la toma de toda PDVSA, en todos sus ámbitos vinieron las persecuciones, los ataques, la difamación, el uso de mi nombre para justificar su fracaso. Yo he podido irme de mil formas, he podido convocar una rueda de prensa en la ONU y hacer lo que han hecho tantos, he podido quedarme en cualquier otro país de la Región (todos me ofrecieron apoyo), he podido instalarme en los canales internacionales que históricamente han sido hostiles al Chavismo, he podido pedir asilo en cualquier país hostil, pero nó.
Yo soy Chavista, es lo que soy, el Ministro de Chávez, un venezolano patriota, comprometido con una posición de izquierda, revolucionaria. He trabajado toda mi vida de forma honesta, ingeniero mecánico de la Universidad de Los Andes, vengo de trabajar en la vieja PDVSA a la que renuncié por la entrega que estaban haciendo del petróleo, vengo de trabajar en el sector privado, siempre en el área petrolera, nacional e internacional, luego serví al Estado por más de 14 años. Provengo de una familia venezolana, de profesionales, de padre y madre economistas, Ucevistas, comprometidos con la revolución, íntegros, que siempre arriesgaron todo por los principios que les dan sentido a la vida, que me han inculcado desde niño, junto a mis hermanos.
Es lo que he sido y seré toda mi vida y seré. Jamás me voy a transformar en algo distinto, a pesar de todas las duras circunstancias por las que he debido pasar y la situación que vivo ahora mismo, exiliado, perseguido en mi país, vilipendiado, afectados mi nombre, mi honor y reputación, acusado e impedido de volver a mi patria, con mi pueblo, mis queridos trabajadores, mis afectos, con todos mis derechos conculcados por un gobierno cada vez mas intolerante y autoritario.
Yo seguiré haciendo política, de la forma que pueda, fiel a mis principios, contribuyendo con mis posiciones en este momento tan difícil y de tanta infamia, señalando lo que nadie se atreve a decir en estos momentos de temor y persecución, preparándome junto a mis equipos de compañeros, para cuando llegue el momento de volver, cuando se me permita estar libre por las calles nuevamente, contribuyendo con la reconstrucción de la Patria.
Por esto, el madurismo teme, me persigue, No entiendo cómo sí pueden hablar con la oposición, la oposición golpista, políticos y representantes de gobiernos hostiles al país, liberan prisioneros de todo tipo: desde supuestos «jefes de inteligencia» extranjeros, hasta responsables de las «guarimbas», instigadores de «poner guayas» asesinas. Si tienen la «amplitud» y disposición de establecer diálogos y escuchar tan atentos a los banqueros y empresarios, si reactivan el «grupo Boston» y se toman fotos, se estrechan manos, entonces ¿Por qué son tan intolerantes con los revolucionarios? ¿Por qué nos acusan, persiguen, descalifican, meten presos a los ex ministros de Chávez?, ¿Por qué se nos persigue a los que seguimos y seguiremos en el campo de la revolución?, la respuesta parece ser obvia: le temen más a los Chavistas que a la oposición o gobiernos de cualquier tipo. Quieren borrar del escenario político a los que insistimos en una conducción distinta del país desde una perspectiva Chavista y revolucionaria.
Pero a estos señores del madurismo, se les acabó el tiempo. No puede haber un nuevo comienzo, mientras ellos sigan controlando el Poder en el país. No hay manera de que cambien, de que sean capaces de resolver la profunda crisis de la que ellos mismos son responsables.
Se impone la necesidad de que el liderazgo que aún queda de pasos importantes en el Congreso del PSUV, en la Asamblea Nacional Constituyente, ahora con nuevo Presidente, en las Fuerzas Armadas Bolivarianas y más allá del campo Chavista, en todo el país, en toda la sociedad.
Se impone una profunda reflexión y valor para dar el paso histórico de restablecer la unidad de los Chavistas, los patriotas, que volvamos los exiliados, que cese la persecución, de convocar a los patriotas, a los mejores. Háganse a un lado las pequeñas revanchas, los odios, los temores. Pongámonos en situación real, el país necesita que hagamos algo ahora, no hay más tiempo. Nuestra Constitución brinda todas las posibilidades, se escribió siempre dejando abierta la posibilidad de que el Poder Originario, que reside en el pueblo, sea el dueño de su propio destino.
Es un tema que hay que discutir, exigir que se discuta y tomar un curso de acción en el marco de la Constitución. Yo estaré allí, ofreciendo toda mi fuerza y conocimiento, mi experiencia para este proceso necesario de rescate del país.
Hoy 24 de junio se celebran 197 años de la Batalla de Carabobo, acción militar llena de heroísmo y sacrificio que selló la Independencia de nuestra Patria y que colmó de gloria a las armas del Ejército Patriota, dirigido por el mismo Libertador Simón Bolívar, en el campo inmortal. Día de nuestro Ejército Nacional Bolivariano, a quien envío mi respeto y admiración permanente, garantes de nuestra soberanía y conquistas sociales, asiento moral y ético del Movimiento Bolivariano y del pensamiento de Bolívar. Con Chávez siempre, ¡Venceremos!
El autor es ex-embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante la ONU. Ex-ministro de Energía y Minas y expresidente de empresa pública Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) hasta el año 2014.