Las febriles correrías bursátiles que sacuden a las grandes potencias, posicionan mejor a los países emergentes. El economista argentino Alfredo Zaiat explicó cómo el escenario puede ser positivo para el Mercosur.
El febril cimbronazo que sacude al sistema financiero internacional, se presenta como una nueva oportunidad para el Mercosur y la región.
Esto es porque, salvo Brasil -la gran potencia económica del Bloque-, el resto de los países está menos expuestos a las secuelas del derrumbe del castillo que hoy se desploma sobre los cerebros del capitalismo global, con epicentro en Estados Unidos.
Las recetas y las inalcanzables metas de los defensores del libre mercado, no hicieron otra cosa que hundir cada vez más a los países denominados «emergentes» que -paradójicamente- por estar fuera del circuito financiero especulativo y no tener el privilegio de pertenecer al «Primer Mundo», hoy son testigos de las perversas maniobras de salvataje de las corporaciones.
El mundo estrena el siglo XXI con la caída de la ilusión capitalista, en el marco de una crisis que sin dudas es más compleja que las que la precedieron, porque es producto de la falta de regulación del Estado y la expansión descontrolada de las entidades financieras.
Consultado por APM, Alfredo Zaiat, Licenciado en Economía y Jefe de la sección economía del diario argentino Página/12, reflexionó sobre el nuevo escenario que se abre a partir del descalabro del sistema y el impacto que puede tener para el Mercado Común del Sur (Mercosur).
A su criterio, «la crisis financiera internacional tiene un primer impacto fuerte que hay que medir más por el lado comercial que por el lado financiero», pensando en términos regionales.
En referencia a la situación específica de Argentina, el especialista consideró que si bien el país no se encuentra en el peor lugar para recibir las eventuales esquirlas de la explosión, eso no significa que no deba tomar medidas para fortalecer sus defensas y prepararse para un contexto internacional que tendrá, inevitablemente, aristas adversas.
En ese sentido, puntualizó que «Argentina, por una virtud que muchos presentan como un defecto, quedó fuera del flujo de capitales especulativos, y por ende, no está sufriendo esas fugas violentas que se están produciendo en otros países, como por ejemplo Brasil, que ya tuvo que poner 23 mil millones de sus reservas -un poco más del 10 por ciento del total-, para tratar de contener una crisis financiera de proporciones».
Por eso, para Zaiat, las consecuencias se sentirán más en la faz comercial que en la estrictamente financiera: «por el lado del comercio exterior es donde uno puede observar aspectos a tener en cuenta, porque hay recesión en Estados Unidos y en Europa; mientras que China tiene una leve desaceleración (aunque sigue con niveles de crecimiento elevados), lo que le va a generar excedentes de producción que -como no puede colocar en los países desarrollados- va a tratar de colocar en otros mercados, entre ellos Argentina».
Lo cierto es que Argentina, por estar al margen del movimiento de capitales especulativos, no espera recibir más que repercusiones de las fatídicas correrías bursátiles.
Distinto es el escenario en Brasil, que sí atraviesa una crisis financiera importante y que, según el entrevistado, «va a tener una desaceleración fuerte del crecimiento».
Si Brasil llega a un estado de recesión, seguramente Argentina se verá perjudicada, por cuánto «le vendería menos a su principal socio comercial del Mercosur y tendría el riesgo de un ingreso de los excedentes de producción brasileña» en su territorio.
Sin embargo, el oscuro presente de las economías centrales, puede traducirse en un horizonte positivo para los países del Mercosur si tienen la habilidad de articular acciones.
Al respecto, Zaiat subrayó la necesidad de que «la región empiece a tener una política de coordinación y complementación con una agenda propia», que luego puede ser tenida en cuenta para lo que se vislumbra como el surgimiento de «una nueva estructura financiera internacional».
Este nuevo paradigma en el funcionamiento del capitalismo que sobrevendrá, si bien «va a ser pensado por los países desarrollados en función de sus propios intereses, como líderes de la región, Argentina y Brasil deben llevar su propia agenda en función de los intereses de la economía del Bloque, la sustentabilidad macroeconómica de los países y fundamentalmente exigiendo control al movimiento de capitales especulativos que son un potente perturbador macroeconómico», enfatizó el experto.
En ese marco, reiteró que los países que conforman el Mercosur, sobre todo Brasil y Argentina como cabeza del Bloque, «deben trabajar en marcos de confianza y con paciencia para la coordinación y complementación de las economías».
Para ello, no deberían dejar de atenderse las llamadas asimetrías, así como también «las dificultades temporales o coyunturales que pueda tener» cada uno de los Estados, atento a sus particularidades.
«Es claro que Argentina tiene que ser paciente frente a la crisis financiera internacional y Brasil tiene que ser paciente para no transferir esa crisis a su socio que es Argentina a través de la faz comercial», manifestó Zaiat.
Sea como sea, la cuestión de la crisis ya está en la agenda de los países de América del Sur. Muestra de ello es la reunión a la que convocó el gobierno brasileño, a todos los ministros de Economía y titulares de los Bancos Centrales del Mercosur, precisamente para discutir estrategias para afrontar lo que vendrá.
El encuentro, planteado como la VII Reunión Extraordinaria del Consejo del Mercado Común del Sur, se realizará el lunes 27 de octubre en el Palacio de Itamaraty, en Brasilia, y fueron convocados los países miembros (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay), Venezuela y los asociados (Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú).
Zaiat consideró que esta cumbre es una primera instancia de diálogo para avanzar en la elaboración de «una agenda propia para tratar de equilibrar un poco la relación asimétrica» que existe entre las potencias económicas del mundo y la región.
En cuanto al rumbo que tomará Estados Unidos como protagonista principal de la crisis, los pronósticos no son demasiado alentadores, en el sentido de que se vaya a dar un giro- en términos conceptuales- respecto de la matriz ideológica que le da sustento al libremercadismo.
«Soy escéptico sobre grandes transformaciones que puedan realizarse», admitió el economista, reflexionando sobre un eventual triunfo del candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Barack Obama.
Al respecto, agregó que «no se ven matices muy profundos», aunque reconoció que «prefiero que gane Obama, no por un interés o una preferencia personal, sino porque creo que va a ser mejor para el mundo que gane un demócrata, ante lo que ya se conoce sería la continuidad de Bush con McCain» en la Casa Blanca.
De cualquier manera, con Obama o con McCain, «el fundamentalismo de mercado y el poder financiero de Estados Unidos sigue vivito y coleando, ahora está golpeado pero lo que está haciendo el gobierno de Bush es rescatarlo y finalmente va a quedar uno más concentrado», sostuvo Zaiat.
A su juicio «tampoco se vislumbra que en el Partido Demócrata (al que pertenece Obama) exista una corriente para cambiar la lógica de funcionamiento de la economía estadounidense como la economía mundial».
«Pese a eso, después de lo que fue esta experiencia trágica del Partido Republicano con Bush a la cabeza durante estos últimos 8 años, prefiero que gane Obama, porque sé que va a ser mejor para la región y para el mundo», concluyó Alfredo Zaiat en declaraciones exclusivas a APM.