En mayo del 2011 explota el brote «E.coli», ocasionando la muerte de al menos cuarenta personas y más de un millar de infectados, centralizándose la mayoría de casos en Alemania. Debido a que se responsabilizó a España como origen del brote epidémico, todo ello sin pruebas algunas, se originó una crisis social, económica e institucional […]
En mayo del 2011 explota el brote «E.coli», ocasionando la muerte de al menos cuarenta personas y más de un millar de infectados, centralizándose la mayoría de casos en Alemania. Debido a que se responsabilizó a España como origen del brote epidémico, todo ello sin pruebas algunas, se originó una crisis social, económica e institucional entre las autoridades alemanas y españolas, conocida como la «crisis del pepino».
Los daños causados por la nefasta gestión de las autoridades alemanas, acusando a los campos de cultivo españoles, han sido enormes. Si se consultan diferentes fuentes para cuantificar monetariamente las lesiones ocasionadas al sector agrícola, comprobamos como las pérdidas pueden variar entre 200 millones de euros diarios, como reivindican diferentes asociaciones de agricultores, a 80 millones en total que será la cuantía que reclame el Gobierno de España frente a la Unión Europea.
La demanda que hará España no incluirá determinados perjuicios. En palabras del ministro de trabajo, -a quien conocí en unas jornadas sobre el mercado laboral organizadas por la Universidad Menendez Pelayo, mostrando en aquel entonces, unas orientaciones diferentes a las exhibidas en la actual reforma del convenio de negociación colectiva-, «…la crisis del pepino ha influido en los recientes datos del paro». Las flamantes cifras del desempleo en junio, apuntan al agrícola como el único sector en el que no ha disminuido, aumentando un 3,03%. Con cifras de otra naturaleza, son 4.125 vidas que han pasado a engordar las listas del INEM.
Otro destrozo, ha sido el deslustre de la imagen de los productos agrícolas que no guardan relación alguna con el pepino. Como mención, según Freshuelva, Asaja, COAG y UPA confirma ron en su momento, la cancelación de pedidos, el bloqueo de camiones onubenses y el cierre de fronteras a los productos que procedían de Huelva -ciruelas, melocotones, frutos rojos y del bosque-. En el caso de esta provincia y según estas asociaciones, los pedidos cayeron un 40%.
Después de todo lo sucedido, habría que preguntarse, ¿porqué un simple producto como el pepino puede provocar unas pérdidas de 200 millones de euros diarios?, ¿porqué, según datos oficiales, ha facturado 4.125 personas al desempleo?, y ¿porqué, la «crisis del pepino» ha hecho saltar las alarmas poniendo en jaque a las administraciones alemanas y españolas?
Para las señalar las principales victimas no hay duda, han sido los más de cuarenta muertos y miles de infectados, punto y aparte.
Aún así, Andalucía ha padecido las mayores consecuencias de la infame gestión por parte del Gobierno alemán.
Para esclarecer las cuestiones planteadas, tendríamos que retrotraernos mucho antes de 1986, pero es a partir de éste año, en el cual el Reino de España se adhesiona a la Unión Europea, cuando Andalucía consolida e intensifica la «especialización» en el sector agroalimentario global. Cambiando o combinando sus puntos fuertes, «las suecas en la playa» y la «Huerta de Europa».
Disfrutando de la denominación Objetivo 1, Andalucía habrá recibido desde 1986, alrededor de 70.000 millones de euros en ayudas públicas provenientes de la Unión Europea,-incorporando el periodo 2007-201
Andalucía, situada en el sur de España, es la región más poblada -8.5 millones de personas censadas- y más extensa. La contribución al total de la población española ronda el 20%, y su aportación al PIB nacional es del 13%. Es una de las economías más abiertas y expuestas del mundo, con una tasa de apertura del 80%, configurando su sector exterior con un 60% para las importaciones y un 40% para las exportaciones. Para consumar el cuadro, cerca del 30% de desempleo existente en toda España se concentra en esta región.
Técnicamente, Andalucía está «especializada» en el sector primario y agroalimentario, ya que su participación en el volumen total de la producción española y europea, supera a su propia cuota de población en ambos espacios. Es decir, cuando la porción de producción en alguna actividad supera la contribución de su población en ese mismo entorno, hablamos de «especialización productiva».
Pues bien, la participación del producto andaluz en el sector primario español roza el 25% del total, y cerca del 4% de la zona euro. Ambos porcentajes, son superiores a la participación de la población andaluza, con un 20% y un 2,5% respectivamente.
El sector agroalimentario representa el 40% de todas las exportaciones de la balanza comercial andaluza. Son dos las únicas provincias -Sevilla y Almería-, las que acometen más de la mitad del total de las exportaciones del sector agroalimentario andaluz, próximo al 55%. Un caso extremo es Almería, con un 8% de la población Andaluza, exporta el 28% del total agroalimentario y acoge el 21% de la inmigración total de la región.
El 95% de las exportaciones andaluzas en el sector son aceites y hortofrutícolas, representando ambas el 70% de las exportaciones españolas para estos productos,-es decir, que siete de cada diez pepinos exportados por España son andaluces-. El 80% del sector agroalimentario andaluz, tiene como receptor la Unión Europea, Alemania el mayor comprador con un 15%, seguido de Francia con un 14% e Italia con un 12%.
Aproximadamente una de cada tres personas ocupadas por el sector agroalimentario en España -30%-, están localizadas en la región andaluza, entretanto, Cataluña no alcanza el 16% de la ocupación total del sector español.
Pese a esta «especialización», Andalucía tiene una producción por persona-ocupada en las ramas primarias que escasamente alcanza los 20.000 euros anuales, mientras que la media nacional sobrepasa los 40.000 euros, siendo de 45.000 euros la producción media de un trabajador en el sector primario de Cataluña, sin ser ésta una región «especializada».
Del stock total de Inversión Extranjera Directa que ha recibido España entre el periodo 1993-2009, Andalucía ha recogido el 2,4% del conjunto, en tanto, que para el sector agroalimentario ha recepcionado el 18% de la IED hecha en España.
Entonces: ¿Porqué?
Porque Andalucía, únicamente se presenta «especializada» en actividades de escasa o ninguna transformación del producto y pobre valor añadido, definiéndose en las redes globales como una «economía extractiva», refugiando su competitividad en la venta de recursos naturales y alejándose de las economías basadas en el conocimiento.
Porque Andalucía, únicamente se presenta «especializada» en un par, a lo más tres, de productos agroalimentarios -aceites y hortofrutícolas-, no en todo el sector que es muy amplio y tiene muchas oportunidades de transformación y creación de valor. El añadido de valor se hace fuera.
Porque Andalucía, únicamente se presenta «especializada» a través de dos o tres localizaciones, -Sevilla y Almería- que acoge más de la mitad de las exportaciones, con escasos efectos distributivos sobre todo el territorio. Por tanto, señalar todo el territorio Andaluz como «especializado» es un error.
Porque Andalucía, únicamente se presenta «especializada» a través de destinar abundante mano de obra barata, -incluida la inmigración no registrada-. Basada en grandes volúmenes de producción y no en alta productividad, como muestra la producción por persona-ocupada. Comprensible, visto desde las innovaciones que se le pudiera hacer a un pepino.
Porque Andalucía, únicamente se presenta «especializada» a conveniencia de un puñado de socios comerciales, casi la totalidad de ellos en la Unión Europea, haciéndola tremendamente dependiente y sensible a las variaciones de éstas demandas.
Y porque a Andalucía, le indujeron con esos 70.000 millones de euros una «especialización» para que únicamente le dieran … por donde más amargan los pepinos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.