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SUCRE

Un poco de azúcar en un mundo de amargura

Fuentes: Memoire des luttes

Traducido para Rebelión por Caty R.

En menos de un año, la Alianza Bolivariana de los Pueblos de América (ALBA-TCP) ha concebido y puesto en marcha un sistema regional de compensación de pagos, el SUCRE*, asociado a un valor de cambio común del mismo nombre. El mecanismo empezará a operar en 2010.

 Enfrentadas a la decrepitud de un modelo económico que muy pronto será insostenible, las autoridades económicas internacionales se limitan a mantenerlo bajo perfusión y buscan en vano las recetas necesarias para reactivar un crecimiento deprimido. Se puede ver en los esfuerzos, ampliamente difundidos en los medios de comunicación, de los Premios Nobel Joseph Stiglitz y Amyarta Sen, dirigidos a «repensar», o más bien a «recalcular», el desarrollo, expresando una cierta propensión universitaria a difuminar las urgencias de la recesión actual. Un enfoque igual de estéril que la promesa de algunos, en vísperas de una enésima cumbre del «G-cualquier cosa», de «refundar el capitalismo».

No es de extrañar el interés de las élites económicas y políticas del mundo por mantener el statu quo. Sobre todo cuando argumentan que la defensa del libre comercio, garantía de la intensidad de los intercambios mundiales, es necesaria para preservar el nivel de vida de los occidentales. Sin embargo, las máscaras caen cuando diecisiete de los veinte países que condenan conjuntamente el proteccionismo se apresuran a proteger sus economías nacionales y sus aparatos industriales: el discurso económico del G20 es claramente engañoso. Tan engañoso como el señorío de Estados Unidos, que relanza su economía dejando caer el billete verde y continúa, de esa forma, chupando las riquezas del resto del mundo.

En el sur la crisis no es nueva, y lo único que hace es exacerbar tres de sus grandes problemas:

– La asimetría, por un lado, entre los centros tecnológicos de alto valor añadido del norte y, por el otro, entre los países del sur, condenados a ser los primeros abastecedores de productos básicos, lo que les priva de la posibilidad de satisfacer sus necesidades fundamentales.

– La extrema dificultad para los Estados del sur de desarrollar aparatos productivos sólidos que contribuyan a la creación de empleos dignos y al bienestar de sus poblaciones. Otra consecuencia, una más, de las recetas neoliberales de crecimiento basado en las exportaciones.

– Y finalmente, la cortapisa monetaria recién soltada por el FMI, que para amortiguar las incoherencias de un mundo intoxicado de dólares mal repartidos, recientemente ha optado por una atribución generalizada de derechos de tiradas especiales (DTS). Derechos que, cuando se liquidan, nos reenvían rápidamente a las negociaciones de las políticas con un FMI remozado gracias a los «favores» artificiales del G20.

Enfrentándose a la pretendida resignación de los pueblos a seguir padeciendo lo insostenible, y a manera de respuesta modesta, pero muy concreta, a esos tres tumores que corroen las economías del sur, el ALBA (1) ha creado, el 16 de octubre pasado, el Sistema Unitario de Compensación Regional de pagos (SUCRE) (2), durante su séptima Cumbre de jefes de Estado.

Ese mecanismo empezará por compensar los flujos comerciales, todavía modestos, (3) entre Bolivia, Ecuador, Venezuela, Nicaragua y Cuba. El SUCRE se emancipará así simbólicamente de otros sistemas internacionales de pagos utilizando un valor de cambio común, el sucre. Como anteriormente el ecu en Europa, el sucre estará compuesto por una cesta de monedas nacionales. Inicialmente sólo servirá para la compensación entre bancos centrales de los valores de los flujos de comercio internacional, y no para las transferencias de capital. Sin embargo, esos sucres sólo serán virtuales, puesto que cada unidad emitida y atribuida a un país tendrá como contrapartida su equivalente en moneda nacional, depositada en el Consejo Monetario Regional, órgano supremo del SUCRE.

Se trata de una manera original de utilizar menos el dólar en los cambios entre países próximos y amigos. Queda que los inicios del sistema se verán afectados, inevitablemente, por la omnipresencia de la divisa que sirve de referencia para convertir las monedas nacionales entre ellas y que constituye siempre el medio de pago de los agentes comerciales; y queda también que la unidad de reserva se imponga en los bancos centrales. Después cada semestre de operaciones efectuadas en sucres será necesario, pues, que los bancos centrales conviertan sus partidas en dólares, con el fin de oxigenar sus balanzas de pagos. Esta operación será también, y sobre todo, una forma de mantener una política de emisión fija, garantía de confianza contra eventuales riesgos de especulación.

A medida que el comercio intrarregional se intensifique, el sucre ganará en peso y credibilidad. Espaciando progresivamente en el tiempo las liquidaciones en dólares, se podrá establecer un medio de pago alternativo interno del ALBA, incluso extendiéndolo a los servicios o también utilizándolo con otros bloques monetarios en construcción.

Emanciparse del dólar implica que las autoridades comerciales de los países miembros del SUCRE cumplen el compromiso de consolidar sus relaciones comerciales… De lo que derivan los dos objetivos a corto y medio plazo:

– En primer lugar, una expansión equilibrada del comercio. Las primeras cifras serán simbólicas: no sobrepasarán el equivalente a 1.000 millones de dólares, con el fin de probar el sistema sin riesgos. Progresivamente, esas cantidades se ampliarán. Aunque en la actualidad sean insignificantes, será suficiente el crecimiento al ritmo de los intercambios de los últimos años (del 17 al 26% por año desde 2005) para convertirse en consistentes. La particularidad del SUCRE será, en primer lugar, responder a las necesidades fundamentales de los países miembros y favorecer el comercio «complementario», reafirmando así el papel del Estado en la planificación de los intercambios;

– La inversión cruzada entre países miembros, centrada en la consolidación de sus aparatos productivos y la aplicación del principio de solidaridad entre excedentarios y deficitarios crónicos (4). Se trata de interesar a unos en el desarrollo de los otros con el fin de reducir las asimetrías comerciales y productivas.

Si el sistema se pone en marcha correctamente, entonces, a finales del año 2010 -y es en todo caso lo que desean los presidentes de los Estados miembros- la transformación de una fracción de las posiciones deficitarias en inversiones productivas podría empezar a concretizar los esfuerzos comunes dirigidos a consolidar el potencial productivo de las naciones ricas en recursos y mano de obra. El intermediario de esas operaciones cruzadas será el Fondo de Reserva y de Convergencia Comercial (FRCC) que, a la manera de la Cámara Central de Compensación, será gestionado por el banco del ALBA (5).

La orquestación de esos esfuerzos complementarios será competencia del Consejo Monetario Regional, el CMR, que a diferencia de un banco central supranacional, no se limitará a uno o dos objetivos macroeconómicos ni se conformará con emitir las orientaciones de política económica supranacional. El CMR definirá las variables y parámetros del sistema de pagos, de la moneda, y servirá de transmisor en materia de información comercial y de política de inversión.

Quedan muchos «peros», ciertamente, y grandes esfuerzos que hacer más allá de la instalación del sistema en 2010. Pero ya cinco firmas presidenciales dan todo su peso a los primeros gramos de SUCRE depositados en el plato de una economía real y constructiva. Frente a la arrogancia académica y el amargo proyecto de hegemonías que no serán eternas…

* El título es un juego de palabras con el vocablo «sucre», que en francés significa «azúcar» y en español es el nombre de la nueva organización y la moneda del ALBA.

(1) El ALBA, La Alianza Bolivariana de los Pueblos de América nació en diciembre de 2004 como reacción simbólica al ALCA, conocido en francés con el nombre de ZLEA (Zona de Libre Cambio de las Américas). El ALCA se enterró definitivamente en la Cumbre de las Américas celebrada en Mar del Plata (Argentina) en noviembre de 2005 en presencia de George Bush. El presidente boliviano Evo Morales, propuso añadir al acrónimo del ALBA la mención TCP (Tratado de Comercio de los Pueblos), como reacción directa a los tratados de libre comercio (TCL), que no son más que las versiones bilaterales de un ALCA desacreditado.

(2) En referencia al nombre del Libertador José Antonio de Sucre, y a la antigua moneda de Ecuador, cuya economía se «dolarizó» en el año 2000. Leer: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=84211

(3) Actualmente, el volumen de los intercambios intrarregio nales entre miembros del SUCRE representa apenas el 5% de su comercio global.

(4) Una idea desarrollada por John Maynard Keynes en el plano que le oponía al de Harry Dexter White, jefe de la delegación estadounidense en la conferencia de Bretton Woods.

(5) El Banco del ALBA dispone de estatuto jurídico desde septiembre de 2009.

Fuente: http://www.medelu.org/spip.php?article285