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Entrevista con Pascual Serrano, editor de Rebelión y nuevo Premio "Pensar a Contracorriente"

«Un premio como este nos ayuda a sentir que nuestras causas son compartidas»

Fuentes: La Jiribilla

El intelectual y periodista español Pascual Serrano fue el ganador del concurso de ensayo Pensar a Contracorriente con su obra «Violencia y medios de comunicación«. Avalado por una extensa obra periodística, Pascual es reconocido en Cuba y el extranjero por sus escritos en Rebelión y por su libro ―presentado en la XV Feria del Libro […]

El intelectual y periodista español Pascual Serrano fue el ganador del concurso de ensayo Pensar a Contracorriente con su obra «Violencia y medios de comunicación«. Avalado por una extensa obra periodística, Pascual es reconocido en Cuba y el extranjero por sus escritos en Rebelión y por su libro ―presentado en la XV Feria del Libro de La Habana― Juego sucio, un divertido y certero análisis de las verdaderas intenciones que se mueven en los trasfondos de la gran prensa española. En Pascual se juntan el periodista de escritura veloz y el observador sagaz que con apenas una mirada descubre las esencias ocultas del mundo cognoscible. Con el ensayo premiado en Pensar a Contracorriente, Pascual ha vuelto sobre su gran obsesión, la relación entre los medios y la sociedad en sus más diversos ámbitos, abordando particularmente la presencia de la violencia y los hilos que la mueven dentro de los medios masivos.

Esta entrevista tuvo lugar vía e-mail, horas después de que el jurado ―integrado por Pablo González Casanova, Eric Toussaint, Carmen Bohórquez Morán, Gianni Vattimo y Eliades Acosta― revelara los resultados del concurso.

La relación de Pascual con los medios masivos ha ido más allá de la mera práctica del periodismo para volcarse en reflexiones y críticas ―recordemos su libro Juego sucio y este ensayo ahora premiado―, ¿por qué insiste tanto en la deconstrucción del andamiaje de los grandes medios?

Tienes toda la razón, insisto en eso. Creo que nuestro objetivo en la búsqueda de un nuevo orden mediático más justo, equitativo, honesto y al servicio de los pueblos requiere de dos componentes: el primero, desarrollar un nuevo modelo comunicacional basado en esos valores, pero también intentar alumbrar al público sobre la verdad de lo que hay detrás del modelo ahora dominante. Son dos procesos que debemos abordar de forma simultánea, aunque he de reconocer que el segundo es más fácil porque la impudicia de los grandes es absoluta.

Ha formado parte del corazón de dos grandes proyectos de información alternativa: Rebelión y Telesur, ¿cuáles serían los resultados de la comparación entre ambos y que los diferenciaría de los medios tradicionales?

  Ambos tienen como elemento común el nacer con vocación de servir a un modelo informativo ajeno al mercado, al negocio; en una expresión, ajeno al orden neoliberal, y, al mismo tiempo, basarse en principios y valores humanísticos. Y se diferencian en algo muy importante. Rebelión es un medio que surge desde abajo y desde la indigencia de apoyos institucionales. Y eso no es un mérito de Rebelión, es un demérito de las instituciones de los países ricos que no han apostado por medios comunitarios surgidos de iniciativas ciudadanas. Y es entonces cuando gobiernos dignos como los que integran Telesur han vuelto a demostrarle al mundo que otro mundo es posible, liderando un medio que se fundamenta en principios similares a los de Rebelión, pero ahora con instituciones y gobiernos que apuestan por ellos y los apoyan.

A grandes rasgos, ¿cuáles serían los temas esenciales presentes en el ensayo «Violencia y medios de comunicación» ganador del concurso Pensar a Contracorriente?

Yo diría que tres. Intentar demostrar que, en contra de ese aparente mensaje de paz que dicen abanderar los medios, en muchas ocasiones, son esos medios los que fomentan, planean, apoyan y planifican enfrentamientos étnicos, culturales o simplemente invasiones imperialistas. En segundo lugar abrir un debate sobre la legitimidad de quienes ahora tienen el acceso privilegiado a esos medios para poder expresarse. Y, por último, una reflexión sobre el uso político que se le da en los medios de comunicación al término violencia.

¿Cómo valoraría el concurso Pensar a Contracorriente que celebra ya su cuarta edición, y cuáles fueron sus primeras reacciones al conocer el resultado del premio?

Creo que los premios valen en función de la legitimidad de quien los concede. Por eso el Premio Pensar a Contracorriente es para mí de un valor extraordinario, porque procede de un país que ha hecho de la cultura su principal bandera, y que, además, convoca un premio fundamentando en algo tan necesario como reconocer y difundir el pensamiento crítico, sin más limitaciones temáticas. Sobre mi primera reacción, yo creo que fue emoción y, por qué no decirlo, incredulidad. No me podía imaginar que entre tantos trabajos magníficos de autores tan valiosos, hayan seleccionado el mío. Si además, lo hace un jurado de la talla que integraba esta edición, aun sentía más vértigo. Pero lo bonito es comprobar que Pensar a contracorriente tiene muchos defensores y muy valiosos. He dicho en alguna ocasión que quienes somos conscientes de que proponemos modelos enfrentados al dominante, podemos correr el peligro de sentirnos «perros verdes», es decir, seres extraños, minoritarios, inadaptados. Un premio como este nos ayuda a sentir que nuestras causas son compartidas, y eso es fundamental.

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