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La presencia de China en Irak

Un tigre agazapado sacude la economía estadounidense Heather Wokusch

Fuentes: CommonDreams.org

Traducido por Elier Martínez y revisado por Mabel Rivas del Equipo de Traductores de Rebelión y Cubadebate.

Las oportunidades se multiplican en la medida en que se aprovechan. – Sun Tzu, escritor y estratega militar chino, c. 544-496 AC.

Es posible que Bush y Cheney declaren «misión cumplida» ahora que el Gabinete iraquí ha aprobado el anteproyecto de una ley petrolera que garantiza a las compañías extranjeras acceso sin precedentes a los yacimientos del país.

Pero Beijing es el que está riendo mejor.

La semana pasada, funcionarios de la empresa petrolera china llegaron a Bagdad con el objetivo de reactivar los contratos de la época de Hussein para la explotación del petróleo iraquí, concretamente, el yacimiento petrolífico Ahdab de la región centromeridional del Iraq. Ya se están negociando cientos de millones de dólares y la reducción de la deuda del Iraq con China.

No se suponía que fuese así. Los Estados Unidos desempeñaron una importante función en la elaboración de la ley petrolera propuesta del Iraq, con sus escandalosos acuerdos a largo plazo que permiten que empresas petroleras extranjeras saqueen el recurso más preciado de la nación. Sin embargo, a pesar de la «inversión» de los Estados Unidos de más de 35 000 efectivos muertos o heridos y más de 400 000 millones de dólares para asegurarse el acceso exclusivo al petróleo del Iraq, China está lista para firmar el primer contrato importante.

Además, China anunció recientemente sus planes de reordenar estratégicamente sus fondos especiales en divisas por valor de un billón de dólares. En lugar de seguir dependiendo de los bonos del Tesoro de los Estados Unidos, que conceden relativamente pocos rendimientos y se corre el riesgo de la depreciación del dólar, se espera que Beijing se adueñe cada vez más de los recursos naturales y los bienes energéticos por todo el mundo.

No es de extrañar que China esté abandonando a los Estado Unidos, que en la actualidad enfrenta una deuda nacional de casi nueve billones de dólares, deuda que crece a un ritmo de 2 040 millones de dólares diariamente. La burbuja inmobiliaria no preferencial amenaza con aumentar los acreedores y disminuir el consumo en los Estados Unidos, mientras que la tasa de ahorros de los estadounidenses cayó a la impactante cifra negativa de 1% en 2006, el nivel más bajo desde la Gran Depresión.

Si bien no es interés de China que se produzca un colapso económico en los Estados Unidos, tampoco le conviene apuntalarlo con el dólar indefinidamente, en especial si deja de ser la moneda de transacción para el petróleo. Ahora bien, el peligro radica en que si China se despoja de los dólares en serio, otros países seguirán su ejemplo. Las desastrosas políticas fiscales del gobierno de Bush, por no mencionar la falta se transparencia con respecto a la información sobre el suministro de dinero, ya han provocado que internacionalmente los bancos centrales comiencen discretamente a procurar otras monedas distintas del dólar.

El auge inevitable de China se predijo en un informe al Consejo Nacional de Inteligencia en 2005, que advertía: «De la misma manera en que los comentaristas se refieren al siglo XX como el ‘siglo estadounidense’, el siglo XXI tal vez sea considerado como el momento en que le toca brillar a Asia, con el liderazgo de China y la India. La combinación de un elevado crecimiento económico sostenido, la expansión de las capacidades militares y sus grandes poblaciones, será la causa raigal del rápido aumento previsto del poderío económico y militar en ambos países.»

Lo que trae a colación un posible ataque de los Estados Unidos contra el Irán. A finales de 2004, los gobiernos de Beijing y Teherán firmaron acuerdos valorados en hasta 100 000 millones de dólares para que China explote y compre el petróleo y el gas iraní. Tras un ataque militar de los Estados Unidos contra el país, esos contratos podrían quedar en entredicho.

Empero, como una vez dijera el afamado estratega militar Sun Tzu: «Jamás se ha visto una guerra prolongada que haya beneficiado a un país.» En cambio, aconsejó esperar pacientemente a que el enemigo se autodestruya para abalanzarse a cosechar las ganancias, plan eficaz para Beijing durante el mandato de Bush.

Heather Wokusch es la autora de The Progressives’ Handbook: Get the Facts and Make a Difference Now, Tomos I y II y se pueden obtener en su sitio: www.heatherwokusch.com. También puede ver a Heather en http://www.youtube.com/heatherwokusch.