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Reseña del libro 69 razones para no trabajar demasiado

Un torpedo dirigido contra la línea de flotación del artefacto ideológico del capitalismo

Fuentes: El viejo Topo/Rebelión

En plena explosión de las cifras del desempleo, debidas a una crisis que no ha sido originada por la población trabajadora, Ediciones Viejo Topo lanza un libro con un título y un contenido verdaderamente rompedor: 69 Razones para no trabajar demasiado. No es un elogio de la vagancia, pues, como nos avisa el autor, el […]

En plena explosión de las cifras del desempleo, debidas a una crisis que no ha sido originada por la población trabajadora, Ediciones Viejo Topo lanza un libro con un título y un contenido verdaderamente rompedor: 69 Razones para no trabajar demasiado. No es un elogio de la vagancia, pues, como nos avisa el autor, el Ciudadano Pérez, hay poco de frivolidad en la propuesta de trabajar menos. 

Pese a su honda solera filosófica, la tesis de trabajar menos parecía políticamente poco apropiada mientras estuvo vigente la promesa de crear un Estado del Bienestar. Sin embargo, la contrapartida que se ofrece hoy a cambio del esfuerzo laboral es precariedad creciente en el empleo, despido libre, contratos basura, salarios que rayan en el insulto, servicios públicos de salud deteriorados e incertidumbre en las pensiones de jubilación. En esas condiciones, entregar nuestra vida al trabajo por cuenta ajena parece cosa de tontos: vive para tí solo, si pudieres, pues sólo para tí, si mueres, mueres, advierte Quevedo.

Pese a los cuentos inventados por los ideólogos del sistema, el trabajo por cuenta ajena no otorga carta de ciudadanía. No puede hacerlo por la sencilla razón de que ningún ordenamiento constitucional vigente reconoce el acceso al trabajo como un derecho de obligatoria provisión. Un ciudadano puede exigir que las autoridades del Estado protejan su seguridad personal o su salud. Pero no existen vías jurídicas para exigir una colocación dentro del artefacto social del empleo. Para evitar desórdenes sociales, los gobiernos intentan favorecer lo que eufemísticamente denominan «creación de empleo». O sea, la contratación de trabajadores por parte de los empresarios. Pero éstos, a la vez que propietarios de los medios de producción, manejan también los mandos del artefacto empleador. En consecuencia, nadie podrá trabajar sin permiso de otro, como observó Karl Marx. Mientras el capitalismo perdure, los seres humanos no tenemos la menor obligación ética de sacrificar el corto tiempo de nuestra existencia en aras de un sistema injusto.

Razones para no trabajar demasiado las hay seguramente por miles. En este librito se presenta una breve selección que recoge lo que filósofos y pensadores de diversas épocas han dicho sobre lo que el impagable Paul Lafargue denominó «el vicio del trabajo». Para entender el concepto es preciso leer a maestros del pensamiento como Sócrates, Epicuro, Séneca, Tomás Moro, Henry D. Thoreau o Bertrand Russell, entre otros. El autor piensa que, si una mayoría de ciudadanos leyese a estos maestros y actuara en consecuencia, posiblemente el capitalismo caería sin necesidad de revoluciones. El experimento vale la pena. Esta guía de lectura va dedicada a quienes se atrevan a intentarlo.

69 Razones para no trabajar demasiado es la más reciente producción del Ciudadano Pérez, veterano autor de herramientas para la acción tales como Manual Práctico para la Desobediencia Civil (1994) Itoiz: de la desobediencia civil al ecosabotaje (1996) Política para los muertos civiles (1997) Crítica de la labor pura (1998) Rebelión en la sociedad civil (1999) Diccionario del Paro y otras miserias de la Globalización (2002) Manual del Manifestante (2005).

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Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.