La derrota electoral del PT en Porto Alegre, ciudad administrada por el partido durante 16 años, puede ser vista como un símbolo del resultado general del segundo turno para el PT. Fue una enorme derrota, sentida por millares de activistas de izquierda, de trabajadores petistas que a lo largo de sus vidas estuvieron en oposición […]
La derrota electoral del PT en Porto Alegre, ciudad administrada por el partido durante 16 años, puede ser vista como un símbolo del resultado general del segundo turno para el PT. Fue una enorme derrota, sentida por millares de activistas de izquierda, de trabajadores petistas que a lo largo de sus vidas estuvieron en oposición al neoliberalismo. Tal derrota se explica, en primer lugar, porque una parte considerable de la población de la capital gaucha votó en protesta contra el gobierno Lula, cuyas promesas en la campaña electoral eran de cambios y llegando al gobierno aplicó el mismo recetario de FHC.
Lamentablemente, la antidemocrática legislación electoral impidió al P-SOL participar de estas elecciones municipales de 2004. Nuestros militantes, a pesar de este déficit, ejercieron su derecho democrático de votar. Una parte expresiva votando por Raul Pont y otra franja importante anulando el voto.
La candidatura de Fogaça fue la representación más acabada de la derecha tradicional de la ciudad. Millares votaron por él como votarían por cualquiera para castigar al PT comandado por Lula, que terminó gobernando con los mismos que siempre gobernaron, atendiendo los intereses de banqueros, de grandes empresarios, de terratenientes y atacando los intereses del pueblo trabajador y de la independencia nacional. Es por estas razones que es un grave error atribuir la derrota electoral del PT a un giro a la derecha de la mayoría de los electores de Porto Alegre.
Vale destacar también que después de 16 años gobernando Porto Alegre, el PT de la ciudad no tuvo humildad para enfrentar la prueba de las urnas. En primer lugar, por más que en la vida interna del PT se sepa que Raul Pont expresa críticas puntuales importantes al gobierno Lula, su campaña fue de defensa e identidad absoluta con el gobierno federal. Parece mentira, pero el propio Foro Social Mundial nos ofreció un ejemplo de esta postura acrítica. El PT usó los programas de radio y televisión para atacar las declaraciones de Fogaça que intentaba minimizar la importancia del Foro. Era un ataque justo hecho por el PT de Porto Alegre, anfitrión de este evento fundamental para la lucha contra la globalización capitalista por tres veces seguida. Pocos días después, el presidente Lula da una declaración en los mismos términos de Fogaça. Raul Pont tuvo que limitarse a interpretarla de modo favorable, como si fuese un debate legítimo. !Cuánta diferencia con la campaña de Luizianne en Fortaleza, que apenas ganó en el primer turno -y fue confirmada en el segundo- apareció como una candidatura rebelde con el PT, que no era bien vista por la cúpula del gobierno federal.
En segundo lugar, la falta de contacto mayor con el pueblo, identificado por millares como la arrogancia petista, se vivió a través de la tentativa de vender la idea de que Porto Alegre está muy bien y se pondrá mejor. Apenas al final de la campaña, con el evidente fortalecimiento del discurso de cambio hecho por la oposición, es que la campaña de Raul empezó a reconocer tímidamente que muchas cosas necesitaban ser hechas. Pero a pesar de ello, siguió con la campaña de que Porto Alegre es feliz con el PT.
Es cierto que adoramos Porto Alegre. Se trata de una ciudad amada por su pueblo, en la cual, a pesar del desmonte de los ajustes capitalistas, algunos progresos importantes fueron realizados a lo largo de los últimos 16 años. Pero los progresos logrados no consiguieron detener el deterioro general del nivel de vida. El desempleo, el congelamiento salarial, el deterioro de la salud, consecuencias del ajuste antipopular que el gobierno Lula no solo mantuvo sino que ha profundizado. Solamente quien no tiene desempleados en la familia y no necesita de la salud pública puede decir que Porto Alegre está cada vez mejor con el PT.
No, Porto Alegre, como el resto Brasil, está peor, con su pueblo pasando más y más dificultades. Por eso un sector importante del pueblo pobre votó contra el PT en el segundo turno. El partido del presidente Lula fue derrotado en Porto Alegre, São Paulo, Santos, Curitiba, Maringá, Goiás y Belém, y otras dos ciudades gauchas importantes como Pelotas y Caxias. A esto se le suman las derrotas en el primer turno en ciudades decisivas como fue el caso de Rio de Janeiro.
De esta forma, se ha confirmado el análisis ya hecho de que en el primer turno se había expresado una ruptura con el PT. Esto se confirmó y fortaleció en el segundo turno. Eso no significa que el PT no siga encabezando uno de los bloques políticos que disputan la hegemonía en el campo burgués. La victoria del PSDB en São Paulo confirma a este partido como el jefe del otro bloque que es competidor pero no antagónico.
Finalmente, se refuerza con estas elecciones la imperiosa necesidad de una alternativa de izquierda. Los partidos burgueses consiguieron, en parte, canalizar electoralmente el descontento con el PT. Aunque no se pueda decir que el electorado ésta dando un giro político a la derecha, es evidente que la votación de las municipales en los dos turnos son expresión de la confusión política actual que afecta la conciencia de sectores de la población. Pero sobre todo, es expresión de la absoluta ausencia de una alternativa de izquierda que pueda entrar en la disputa para intentar contraponerse tanto al PT, convertido al social liberalismo como a las alternativas tradicionales de la burguesía.
Por eso estamos en el desafío de la construcción del P-SOL. Nuestro partido es un proyecto abierto, un proceso en construcción para buscar aglutinar a la izquierda socialista. En este marco la apuesta es construir un polo de atracción para todos los militantes que quieren seguir levantando las banderas de la lucha socialista.
Frente a los resultados de estas elecciones, y para encarar ese desafío, se evidencia la necesidad de construir una alternativa electoral para 2006. El P-SOL está en la lucha por ser parte activa de esta construcción. Antes de eso, sin embargo, estaremos en las calles tratando de impulsar los debates sobre el reagrupación de la izquierda socialista y de discutir el programa necesario para enfrentar la crisis brasileña. Estaremos impulsando, apoyando y participando de las luchas del pueblo trabajador, enfrentando los planes antipopulares del gobierno Lula, Rigotto y Fogaça. En estas luchas esperamos estar juntos, independientemente de la opción partidaria, con millares de combatientes que a lo largo de los años estuvimos juntos enfrentando el neoliberalismo inaugurado por Collor y que continúa hasta hoy.
1º de noviembre, 2004