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“¡Esto de parte de las viudas, los huérfanos y de los muertos en Iraq!”

Un zapato para el emperador

Fuentes: Asia Times

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Al fin y al cabo, el presidente George W Bush terminó por encontrar sus armas de destrucción masiva en Iraq.

Munthather al-Zaidi, de 28 años, corresponsal en Bagdad del canal satelital independiente al-Baghdadiya, basado en El Cairo, contrario a la ocupación y al sectarismo, fue quien envió a Bush «un beso de despedida del pueblo iraquí» mediante un par volador de zapatos de tamaño 10, y logró instantáneamente un estatus de héroe popular en toda la nación árabe y en «los Internets» (autoría Bush). Fue un gesto simple, gráficamente impecable, que llevó a buen término no sólo la última visita ultra-secreta de Bush a Iraq (una conferencia de prensa con su títere ocasional, el primer ministro Nuri al-Maliki) pero logró resumir toda la tragedia iraquí. No sorprende que ahora se le apode «el nuevo Saladino» en todo el mundo árabe.

Desde ahora, tres imágenes históricas resumirán para siempre la tragedia iraquí generada por el gobierno de Bush: el ardid publicitario de la «Misión Cumplida» de Bush frente al puerto de San Diego; la escena del «espantapájaros negro» torturado en Abu Ghraib; y el beso de despedida con suelas de cuero de Iraq al hombre que destruyó ese país. El derribo de la estatua de Sadam en la Plaza Firdous de Bagdad el 9 de abril de 2003, no fue otra cosa que un evento escenificado para las redes de televisión de EE.UU.

Al-Zaidi llamó a todo dar a Bush, en árabe: ya kalb («tú, perro»), lo que ahora se ha convertido en un legendario epíteto en Youtube, ampliamente interpretado en todo el mundo como un insulto para los perros, ya que a pesar de todos sus ladridos no se juntan y lanzan guerras preventivas que causan más de 1 millón de muertes y desplazan a más de 4 millones de personas.

Antes de ser derribado por agentes de los servicios secretos de EE.UU. e iraquíes, al-Zaidi alcanzó a gritar: «Esto de parte de las viudas, los huérfanos y de los muertos en Iraq,» – una respuesta objetiva, periodística, a las mentiras que acababa de soportar de parte de Bush, quien en sus comentarios preparados sermoneó sobre el «éxito» del Acuerdo de Estatus de Fuerzas (SOFA) recientemente aprobado por el parlamento,» un «éxito» atribuido por Bush a la «oleada» de tropas.

Para que conste, el SOFA, negociado después de ocho meses extremadamente turbulentos, estatuye que los militares de EE.UU. deben retirarse totalmente de Iraq hasta diciembre de 2011 (una línea de tiempo real, siempre rechazada por el campo de Bush): no quedarán en el país bases militares; y los militares de EE.UU. no pueden utilizar Iraq para atacar a Irán o a otros. A efectos prácticos – y por cierto salvo una inexorable presión del Pentágono sobre el presidente electo Barack Obama – la guerra/ocupación neocolonial de Bush habrá terminado a fines de 2011. La Casa Blanca de Bush se mostró tan triunfante con este «éxito» que ni siquiera publicó una copia del SOFA en inglés.

La abrumadora mayoría de los iraquíes suníes y chiíes (pero no los kurdos) quieren que termine la ocupación – igual que al-Zaidi. Antes de lanzar sus misiles con suelas de cuero, al-Zaidi ciertamente pensó en el verdadero legado de Bush en Iraq, que incluye a cientos de miles de muertos y «desaparecidos», más de 4 millones de desplazados internos y externos, un 70% de desempleo, falta de electricidad, falta de agua potable, una epidemia de cólera, la balcanización de Bagdad – una colección destartalada, peligrosa, de guetos suníes y chiíes separados por altos muros contra explosiones – y la cleptocracia terriblemente incompetente que se llama parlamento iraquí.

Todos son culpables

Sus zapatos también dieron metafóricamente en el inmenso ejército del gobierno de Bush de asesores, analistas, aduladores, políticos, diplomáticos, generales, burócratas de la ONU, empresarios, payasos de los «derechos humanos», escritorzuelos de los medios y logreros surtidos que posibilitaron la tragedia iraquí. Sus zapatos dejaron en ridículo a la opinión pública de EE.UU., que en su abrumadora mayoría condonó la invasión y ocupación de 2003 y sólo se volvió contra ellas cuando los hechos en el terreno y la horrible carnicería continua aclararon que se trataba de una guerra «en la que no se puede vencer.»

Por su parte, los medios corporativos de EE.UU., con inanidad previsible – o más bien como aún más evidencia de su cobardía en el enfrentamiento con el gobierno de Bush – prefirió concentrarse interminablemente en los reflejos felinos de Bush («Vi su suela») cuando esquivó los zapatos voladores de al-Zaidi.

Previsiblemente, por si fuera poco, y por lo tanto amplificando su ya formidable impacto, la televisión iraquí

al-Sharqiya informó que para todos los efectos prácticos al-Zaidi está siendo torturado en Camp Cropper – la siniestra, amplia, prisión del aeropuerto de Bagdad controlada por EE.UU. Su hermano mayor, Dargham, dijo a la BBC que tiene una mano quebrada, costillas quebradas, un ojo herido y que sufre de sangrados internos. Al-Sharquiya también menciona señales de tortura en sus muslos y de un brazo derecho inmovilizado. Al-Sharqiya tiene experiencia de primera mano al respecto – acaba de perder a cuatro periodistas que desvelaron, e informaron sobre, torturas generalizadas en prisiones de la Zona Verde.

Antes de que el acto de al-Zaidi se convirtiera en una sensación global en Internet el lunes pasado, la presentadora de noticias de Al-Jazeera, Layla Al-Sheikhly, fue la única que informó correctamente el domingo; otras redes árabes – preocupadas de no herir los sentimientos estadounidenses – cortaron el crucial trozo de «tú, perro.» Asad AbuKhalil, profesor de política en la State University de California, Stanislaus, y editor del blog Angry Arab, dijo sarcásticamente: «El colega habría preferido huevos podridos y tomates si hubieran sido tan fáciles de pasar por los estrictos controles de seguridad como… zapatos.»

Como informaron ampliamente en el mundo árabe, al-Zaidi se graduó en periodismo en la Universidad de Bagdad, fue miembro activo de la Unión de Estudiantes Iraquíes antes de la invasión y se ha opuesto siempre a la ocupación. Después de la graduación, trabajó para el periódico al-Qasim al-Mushterek, un diario iraquí fundado después de la invasión, luego en el canal satelital al-Diyar, y finalmente entró al canal satelital al-Baghdadiya. El que pueda haber sido técnicamente «izquierdista» es irrelevante; su acto ha sido saludado en todo Iraq y en la nación árabe (después de todo, Iraq es considerado por los árabes como el flanco oriental de la nación árabe) por suníes y chiíes, laicos e islamistas por igual. Ya fue secuestrado y torturado antes – por una milicia chií.

La movilización por la liberación de al-Zaidi antes de que sea sometido a simulacros de asfixia hasta matarlo es esencial. El canal árabe al-Jazeera informó que hasta 100 abogados árabes se han presentado como voluntarios para defenderlo. Protestas callejeras contra su detención han tenido lugar en Bagdad, Mosul, en Faluya suní y en Nassiriya chií. Técnicamente, está siendo «investigado» por el comando militar a cargo de la seguridad de Bagdad, dirigido por el siniestro Mowaffaq al-Rubaie, asesor de seguridad nacional de Iraq. Puede enfrentar acusaciones de insultos a un dirigente extranjero, así como a Maliki, que estaba junto a Bush – y recibir una pena máxima de dos años en la cárcel.

Lo hice a mi manera

Comparad los zapatos que volaron hacia Bush con los últimos paroxismos de Bush – su «Operación Legado» realizada por orden suya por el Maquiavelo texano Karl Rove (compuesta de una lista de dos páginas de temas de conversación que ahora son repetidos interminablemente por funcionarios del gobierno saliente de Bush a medios corporativos ingenuos). En su lugar, una preselección para «Operación Legado» de la vida real debería incluir todos los aspectos de la doctrina Bush («¿En qué sentido, Charlie?», como diría Sara «Barracuda» Palin): la destrucción de Afganistán e Iraq, con la opción de incursiones ilegales en las áreas tribales de Pakistán y un ataque preventivo contra Irán; la normalización total de la tortura – y la subcontratación de la tortura – como «valor estadounidense»; un déficit nacional monstruoso que significa la bancarrota nacional; la destrucción de la economía de EE.UU.; y un Estado policial represivo que espía a sus ciudadanos – que hace trizas la constitución y la Declaración de Derechos.

Sólo unos pocos días antes del acto de al-Zaidi, el presidente electo Barack Obama prometió, en una entrevista publicada en el Chicago Tribune y en Los Angeles Times: «Tenemos una oportunidad única para reiniciar la imagen de EE.UU. en todo el mundo y también en el mundo musulmán en particular… Así que tenemos que aprovecharla.»

Si Obama realmente quiere aprovechar la «oportunidad» y «reiniciar» la imagen de EE.UU., debe convencer al mundo musulmán de que EE.UU. renunciará a las guerras preventivas contra países musulmanes; que dejará de satanizarlos; que renunciará al estúpido y equivocado concepto de «islamofascismo»; que practicará una política exterior equitativa; y que no tolerará la limpieza étnica a cámara lenta de los palestinos por el Estado de Israel. Podría comenzar por un discurso en Bagdad. No por una presentación ultra-secreta al estilo de Bush en una base militar o en la Zona Verde, sino mediante un discurso de la vida real, al aire libre en Bagdad, por ejemplo en la Plaza Firdous.

Hasta entonces, lo que le quedará a EE.UU. será un centelleo de justicia poética que seguirá brillando en la era después de todo lo demás: un pequeño emperador que se agazapa detrás de un atril para esquivar un zapato volador.

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Pepe Escobar es autor de «Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War» (Nimble Books, 2007) y «Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge.» Para contactos: [email protected].

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http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/JL18Ak02.html