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Reseña de La distancia del presente. Auge y crisis de la democracia española (2010-2020), de Daniel Bernabé, Madrid: Akal, 2020, 397 páginas.

Una aproximación (documentada y crítica) a nuestra historia reciente

Fuentes: Rebelión

En su último ensayo, Cómo ser anticapitalista en el siglo XXI, Erik Olin Wright recuerda un cartel de finales de la década de los años 70: una trabajadora apoyada en una valla con un pie de foto que dice: “conciencia de clase es saber en qué lado de la valla estás; análisis de clase es descubrir quién está ahí contigo”.

La distancia del presente ayuda también a saber de qué lado estamos y quienes están o dicen estar con nosotros. Bernabé lo expresa así: “Además de un ejercicio de crónica del pasado reciente, La distancia pretende ser una herramienta para averiguar por qué somos como somos, qué nos ha hecho llegar hasta aquí con los personajes, tendencias e ideas que conforman nuestro presente social y político: la arquitectura profunda de la actualidad solo se puede entender acudiendo a los planos de de los años precedentes” (pp. 341-342). Mal citando a Lenin: once años de nuestra historia reciente comprimidos en unas 400 páginas.

No es necesario presentar con detalle al autor. Escritor además de periodista, suele colaborar en medios como La Marea, RT, Público y Cuarto Poder. Ha publicado dos libros de relatos, De derrotas y victorias y Trayecto en noche cerrada, y es autor del más que exitoso e influyenteensayo, polémico también,La trampa de la diversidad. Cómo el neoliberalismo fragmentó la identidad de la clase trabajadora.

Son doce los capítulos de La distancia del presente.Los siguientes: 0. La distancia (sintetiza la década anterior). 1. Descalabro (2010). 2. Indignación (2011). 3. Protesta (2012). 4. Corrupción (2013). 5. Ensoñación (2014). 6. Asalto (2015). 7. Expurgo (2016). 8. Procés (2017). 9. Destitución (2018). 10. In extremis (2019). Coda: Pandemia (2020). Un capítulo por año, conexcelente elección de los títulos (también en el caso del título del libro). Aunque esté prohibido prohibir, prohibido saltarse la coda.

Un crítico tan agudo como Miguel Muñiz ha apuntado lo esencial: La distancia del presente es un libro necesario y ambicioso, ha comentado el colaborador de mientras tanto. Necesario porque “implica reflexión, voluntad de orientar al lector superando el griterío informativo (casi caos), impuesto por la coyuntura cotidiana, un griterío que ha marcado diez años claves en la historia de este país (2010-2020)”. Un griterío, nada inocente, que busca (y consigue la mayor parte de las veces) “embotar la sensibilidad del público receptor, mediante la acumulación de escándalos (de corrupción y de otros tipos), sensacionalismos, rumores, informaciones contradictorias, tuits, vocerío de ‘opinadores”. Libro necesario, pues, porque aporta perspectiva. También ambicioso, prosigue Muñiz, “por la aplicación concreta de la teoría contenida en La trampa de la diversidad. A estas alturas, y en gran medida gracias a esa obra de Bernabé, sabemos que la trampa de la diversidad es la trampa de la identidad, que uno de los éxitos del neoliberalismo ha sido reducir/vehicular casi todos los conflictos en clave identitaria, levantando muros entre ellos.”

Yo no lo diría mejor. Suscribo, pues, las palabras de Muñiz. Algunas observaciones complementarias:

1. Sin saber si la consulta QR a la que se alude en la página 5 añade otros elementos, todas las notas del libro están ubicadas al final (pp. 383-395). Creo que hubiera sido mejor dividirlas y colocarlas al final de cada capítulo o incluso al pie de página. Todasson breves. Salvo dos notas clásicas (referencias a libros de Vázquez Montalbán y Lucía Gómez Lobato), el resto son enlaces electrónicos.

2. Hubiera sido útil un índice nominal.

3. En el capítulo 0, Bernabé señala “Que en las últimas elecciones de 2019 la práctica totalidad de los grandes partidos que concurrieron a las urnas llevaban la palabra España en sus eslóganes de campaña es el corolario exitoso de aquel proceso [del aznarista]”. Esta, añade, “no era la idea original impulsada por Zapatero, la recuperación de un país en líneas cívicas, sino la constatación de que el españolismo reaccionario ha calado hasta lo más profundo del imaginario colectivo”.  Tengo alguna duda sobre este calado en profundidad (y general se presupone) del españolismo reaccionario en el imaginario colectivo. Sea como fuere, ese hacer político-electoral, cambiando España por Cataluña, es práctica habitual en .Cat desde prácticamente 1980. No es flor de un día ni de una década, es ‘natural’ en estas coordenadas geográficas. Con una diferencia: casi nadie osa hablar de catanalismo reaccionario.

4. En el capítulo I, Descalabro, se hace referencia al Estatut de 2006 (una nefasta idea de Pasqual Maragall según muchos, yo entre ellos) y a su aprobación por la ciudadanía. No hubiera estado de más señalar los porcentajes de participación y aceptación, y el interés real que despertó la reforma.

El intento de agresión a Montilla al que alude Bernabé no fue ni muchos una acción general. La autoría, como se recuerda, tiene apellidos: un colectivo secesionista, nada espontáneo por lo demás.

No es la primera vez por supuesto. Recordemos lo sucedido en el Parlament de Cataluña cuando la querella (parada) contra Jordi Pujol por asunto Banca Catalana. Véase Jordi Amat, El hijo del chófer, Barcelona: Tusquets, 2020.

5. Afirma Bernabé en el capítulo 2 que en “la izquierda es aún anatema decir que entre Reagan y el “prohibido prohibir” había una fina línea que los teóricos del libre mercado y sus técnicos de venta supieron aprovechar para transformar el odio a la organización moderna en el monstruo desregulador que condujo a la crisis de 2008”, acontecimiento realmente fundacional del siglo XXI tras sus inicios bélicos y terroristas en su opinión. No estoy seguro que esa línea fina existiera. Distinto es que los teóricos del (falsamente) libre mercado la construyeran con esmero. El ‘prohibido prohibir’ del 68 tenía otras connotaciones. No fue anarcocapitalismo, inicialmente fue otra cosa.

6. En una confesión autocrítica altamente significativa, que honra al autor, señala éste: “Parte de la izquierda, a la cual me sumé en su momento, creyó ver en la independencia de Cataluña el último clavo en el ataúd del llamado Régimen del 78, cuando no fue más que un electroshock que lo devolvió a la vida y que, además, trajo a un nuevo actor a esta historia: la ultraderecha” (p. 247). Los interrogantes: ¿qué hizo posible que la izquierda pensara en estos términos?, ¿ha superado esa parte de la izquierda a la que alude esa confusión o seguimos en ella? Añade Bernabé posteriormente: “Aún seguimos al borde de ese precipicio, posiblemente incluso más cerca de despeñarnos que en 2017. No solo los independentistas buscaron aquel choque” (p. 253). ¿Quién más? ¿El PP? Si fue así, no le ha resultado hasta el momento muy rentable. Tiene razón cuando relaciona los desmanes del nacional-secesionismo con el auge de la ultraderecha.

7. Capítulo 9, Destitución: “A principios de mayo de 2018, Ediciones Akal lanzó un libro titulado La trampa de la diversidad, cuyo autor es quien les está contando esta historia”. Resulta como poco extraño referirse a uno mismo, prosigue, “como protagonista de los sucesos que se enmarcan en estos años, pero a su vez creo que es menester hablar de un libro que puso patas arriba a la izquierda española y que en el momento en que estas páginas se escriben ha vendido más de diez ediciones y 15.000 ejemplares, algo muy poco usual en un ensayo político” (p. 278). No estoy seguro de que el libro pusiera patas arriba a la izquierda española. ¡Ojalá hubiera sido así!. Sí estoy (casi)seguro, en cambio, de que resulta extraño referirse a uno mismo en los términos en que lo hace DB.

8. En las calles barcelonesas, escribe Bernabé, “hubo verdadera violencia sostenida durante varios días [tras la sentencia del TS]. Violencia por parte de los cuerpos policiales, con actuaciones cuestionables que se recogieron en cientos de vídeos” (p. 328). Hubo, sin duda, esas actuaciones cuestionables (muy minoritarias), pero no hay atisbo de duda de que la violencia de aquellas jornadas estuvo protagonizada por otros actores (con ayudas no confesadas para la ocasión), partidarios todos ellos del “contra peor, mejor”, convencidos de que a ellos, en el seu país, no les tose nadie. Son los amos y son muy suyos. La calle, creen falsamente, es suya. Lo han vuelto a demostrar estos días pasados, con el caso Hasél.

9. La mayoría de los peores acontecimientos que recoge esta historia, escribe finalmente Bernabé, “llevan nombres y apellidos, la mayoría de los mejores carecen de ellos: los conseguimos entre todos” (p. 382). No entre todos, pero sí entre muchos. Estos años han sido años de esperanza, de lucha, de resistencia. Y también de decepción en algunos momentos. Y de mucha desazón en otros, en .Cat sobre todo. Aquí mucha gente se ha sentido sola y desamparada. Y por los suyos, por la izquierda, que no se han comportado como tales. Por si hubiera alguna duda: léanse los resultados y la abstención del 14F.

Unas breves observaciones finales: dudo si Bernabé da la importancia que tiene a lo largo de estas 400 páginas al hecho de que el gobierno de la Generalitat estuvo durante unos 30 y tantos años (incluidos los años en la sombra ylos de las lecciones de ética) en manos de la famiglia Pujol-Ferrusola. En la época que narra Bernabé, en manos de políticos profesionales, que han reconocido ser discípulos suyos, dirigiendo gobiernos (decían: de los mejores) de extrema derecha neoliberal. Mas, Mas-Colell, Puigdemont “el Vivales”, Torra, son algunos de ellos. Todos muy bien remunerados por cierto. Tampoco fue baladí el intento secesionista de impedir la reunión del gobierno español en Barcelona a finales de 2018. Referencias más detalladas a las fuerzas económicas que mueven muchos hilos no hubieran estado de más.

Pero, ciertamente, no se puede hablar de todo y a nadie se le puede criticar por no hacerlo.

Me dejo muchas cosas en el tintero. Otra prueba más del interés del libro de Bernabé. Miguel Muñiz tituló así la reseña a la que he hecho referencia: “Es necesario leerlo y luego reflexionar”. Estoy con él. Si se lee en seminarios, intercambiando ideas, argumentos y recuerdos, mejor aún.