Queridos amigos de Espai Marx: acabo de leer en La Vanguardia el texto semanal, sabatino, de Gregorio Morán sobre Craxi. En un momento dado se refiere, de pasada, a la influencia de la cultura italiana en Cataluña, y se detiene en Giulia Adinolfi y Manolo Sacristán. Hace sobre ellos varias breves -y elogiosas- referencias. La […]
Queridos amigos de Espai Marx:
acabo de leer en La Vanguardia el texto semanal, sabatino, de Gregorio Morán sobre Craxi. En un momento dado se refiere, de pasada, a la influencia de la cultura italiana en Cataluña, y se detiene en Giulia Adinolfi y Manolo Sacristán. Hace sobre ellos varias breves -y elogiosas- referencias.
La primera, y sin ir más lejos, considerarlos el marxismo catalán, y, junto a otros, cita Barral, causa del refinamiento cultural de la izquierda catalana. Eso es verdad. Las dos cosas: eran de Cataluña y ayudaron a que la cultura en Cataluña -en Barcelona, y hasta donde irradiara su influencia a través del partido-, el pensar, fuera mejor. Ellos fueron militantes del PSUC, partido de ámbito catalán. Se agradece que se indique eso, su compromiso con su sociedad, ahora que para ser catalán hay que proclamar el amor sin límites al pan con tomate.
Añade luego otros dos matices, que son los que me gustaría comentar, y matizar. No sé, con todo, si mi opinión tendrá interés para alguien -«alguienes»- más que para los viejos del lugar… De hecho uno de los matices es lo que me ha llevado durante años a nunca sentirme capacitado para opinar, por falta de determinadas lecturas, y por lo escaso de los recuerdos sobre los que me baso, ecos de opiniones que solo son ecos de frases aisladas, y hora, que tengo ciertas lecturas hechas me da todavía más pereza entrar en el tema, por respeto en primer lugar a estos dos grandes maestros nuestros, en segundo lugar, porque no sé qué utilidad puede tener, pues su obra y su legado no son «frecuentados» -la ruptura es tan honda que para personas un poco más jóvenes que los viejos del lugar estos personajes son ya nombres sin cuerpo intelectual, iconos de personas de vida ejemplar, como mucho- y por último, porque, como muy bien sabe y ha experimentado Salvador [López Arnal] en carne propia, e pericoloso sporgersi a la finestra.
Dice el periodista que sin la influencia de Giulia no se podría entender la interpretación de Gramsci que hacía Sacristán. Yo tengo una opinión -un barrunto- viejo, y es que había matices y hasta conceptos diferenciales. Seguramente una interpretación, la de Manolo -me permito lo que nunca me consiento, decir «Manolo» en lugar de Manuel sacristán- estaba fundamentada más desde la recepción analítica, menos referida a las culturas existentes, a la antropología del individuo, etc, (y se podría ver el distanciamiento sobre el historicismo de Gramsci), la insistencia más sobre el momento científico -que es la insistencia sobre la dirección externa, pues es el partido el que puede poner la ciencia- y la de Giulia más «croceana» y hegeliana, tal como lo era el marxismo italiano; el del hegeliano Labriola, que formó en el marxismo -que conocía- a Croce, y el de Gramsci y Togliatti, que eran universitarios de un país cuyo gran filósofo era Benedetto Croce, un gran hegeliano. Labriola, es el gran difusor del marxismo en Italia y su texto sobre el manifiesto no tiene desperdicio. Togliatti… tradujo 150 páginas de la Fenomenología del Espíritu. Esta otra lectura está más basada en la actividad que la cultura popular podía generar desde sus propios recursos. Más abocada a discutir contra los elementos culturales existentes retrógrados -«crítica»- y a propulsar los progresistas y a tratar de que los propios protagonistas, desde su cultura y su racionalidad práctica crearan nuevas prácticas y nuevas ideas: «marxismo cultural», por decir algo…y sé que soy burdo con Sacristán. Sacristán aceptó y defendió la iniciativa del contrato laboral para funcionarios -esto va dentro de una vieja lucha de masas- no porque la ciencia científica se lo soplara al oído, no porque el comité universitario decidiera que dada la coyuntura internacional, y habida cuenta de la coyuntura económica y teniendo en cuenta la situación del régimen, y considerando que …esa era «la fetén» científica, sino porque en una asamblea de nivel estatal del movimiento de pnns celebrada en Granada esa había sido la propuesta surgida…
Un recuerdo: en cierta ocasión yo le pedí a Giulia que me aconsejara lecturas para hacerme con el marxismo. Ella me recomendó, tras pensarlo unos días: de Marx, desde luego, el Manifiesto, Miseria de la filosofía y la Introducción larga a la Contribución a la crítica de la economía política. De Gramsci, la Antología hecha por «Manolo». Además, dos de los capítulos de Historia y conciencia de clase, de Lukacs, «Qué es el marxismo ortodoxo» y «Consciencia de clase» -este último, lo recuerdo menos, creo que era este- y el capítulo 5 de la Fenomenología del espíritu de Hegel.
Como podemos comprender los viejos, Lukács y Hegel no hubiesen sido lecturas propuestas por Manolo como introducción. Desde luego, ella lo había hablado con Sacristán, y por eso me dijo que lo había hablado con «Manolo» y que él le había dicho que yo no usara la traducción de Roces de la Fenomenología, sino que me recomendaba la francesa de Jean Hipolyte. Precisamente el saber que para comprender cosas sobre el pensamiento de Giulia debería haber leído la Fenomenología, y que no lo había hecho, es lo que me ha mantenido prudente a la hora de hablar sobre lo que pensaba Giulia. Sólo una vez escribí una nota por invitación de Salvador, y lo hice porque me parecía que la imagen que se estaba elaborando de Giulia como una protofeminista de nuestros días, y no como una comunista marxista gramsciana, revolucionaria, como la persona, de su época y vida, formada, casi cría, en la Resistenza, era demasiado intragable. Creo haber atinado y haber hecho bien, mejor dicho, sigo pensándolo ahora, a la luz de lo que con tanto trabajo y sudor descubro y leo ahora. Porque es ahora cuando cumplo con una vieja recomendación de una maestra, y no cuando debí hacerlo. La de leerme la cosa de Hegel
Giulia había estudiado en el Instituto Croce con una beca; me parece que era algo de filología, pero en la institución que Croce había creado, y que dirigía o controlaba, porque aún estaba vivo. Por lo menos, ella lo había visto y lo recordaba -cabe que lo hubiese visto antes de su beca, pero creo que lo que decía se refería al periodo de su beca-; recordaba que tenía un hosco aspecto de «búho», escrutador y silencioso tras sus gafas. Giulia había estado trabajando de maestra -creo, o de alfabetizadora- en el campo, y se admiraba de las maravillosas culturas campesinas que había allí. Recuerdo su expresión admirativa, casi sensual, al recordarlo, mordiéndose el labio, al hablar de lo ricas que eran esas culturas. Es cierto que por entonces Sacristán había introducido nuevos elementos, había ya traducido su libro sobre Gerónimo, pero no puedo encontrar en su prólogo, en el que se insiste en las culturas como forma de resistencia, pero no encuentro esa honda apreciación admirada, casi sensual, casi propia de antropólogo, o sea, de Gramsci, que tenía Giulia.
Y un día, Giulia me sugirió que por qué no inventábamos la leyenda de los Comuneros. Que en Italia habían inventado la de las ciudades medievales democráticas porque el fascismo se había apropiado del mito de Roma. Quedé sin respuesta y muy chocado. Eso era muy «poco científico». De haber leído más sabría que el ser humano se autoelige en el pasado que desea, pero esa idea tiene nombre de corriente: marxismo hegeliano. No creo que las propuestas de Giulia fuesen exactamente idénticas a las que hubiese podido hacerme Sacristán. Recuerdo que el libro de Ginzburg El queso y los gusanos le asombraba y subyugaba: pensar es vivir y actuar. Se practica según se piensa. Para mí era un libro de análisis ideológico, ella lo leía en otra clave muy política, que me resultaba inalcanzable. También esa idea de que el pensar es la vida y la praxis tiene nombre de corriente
Sobre la constitución: ella votó sí en el referéndum. Un sí exento de extremismos memos. Sin embargo, no sé si fue acertada la opción de Giulia…que fue la mía. Si a toro pasado, pienso que no fue acertado votar.. Quizá echo a la tinta las culpas de lo que no es resultado de eso sino de la entrega y liquidación del partido, del pactismo que seguía, del institucionalismo galopante de la desmovilización…puede entonces, que yo me equivoque ahora…
En fin, quería compartir con vosotros estas impresiones. Que seguro, son de utilidad, como mucho, moderada. Pero ahí van, las envío porque quedan entre nosotros. Timeo danaos et dona ferentes.
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