El torneo que acordaron el gobierno de Jair Bolsonaro y la Conmebol tiene futuro incierto. Crecen los rumores de boicot de la selección brasileña acompañada por los demás equipos. El militar presidente sigue acumulando repudios y al certamen más antiguo del mundo ya lo rebautizaron la Copa de la Muerte. Grupos de hinchas organizados anunciaron que marcharán a los estadios si se realiza.
Adolf Hitler utilizaba las motos como arma de propaganda mientras planificaba la llamada Solución Final. La BMW Rennsport 255 Kompressor alemana era su preferida. Georg Schorsch Meier ganó por primera vez la carrera TT Senior en la isla de Man al comando de una. Corría 1939 y ese bastión del motociclismo inglés había perdido el invicto. Jair Bolsonaro se compró una Honda NC 750X azul en noviembre de 2019 con la que pasea por Brasil camino al medio millón de muertos por Covid-19. El Führer organizó los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 porque sabía cuánto le podía aportar el deporte en su ascenso al primer lugar del podio entre los genocidas. El militar ultraderechista está por recibir su segunda Copa América en dos años porque tiene la manzana rodeada por la pandemia que alimentó con su discurso negacionista.
Hay una banalización del mal -como la definió Hannah Arendt- en cada mise en scène que monta a su paso el presidente más medieval del siglo XXI. La ahora rebautizada Copa Coronavirus o Copa de la Muerte es al decir del prestigioso científico brasileño Miguel Nicolelis “como que si en Roma estando en llamas, Nerón hubiese querido organizar un juego de fútbol en el Coliseo para celebrar”. En eso está Mito, como lo llama su feligresía más exaltada en los templos y movilizaciones a que convoca el motoquero de la gripezinha. El torneo que Bolsonaro aceptó organizar tiene fecha de arranque –el 13 de junio– pero no se sabe si comenzará y tampoco si llegará al final.
Las estadísticas sanitarias de Brasil son las de un interminable campo santo. El viernes el país sumaba 470.842 muertos y desde que empezó la pandemia 16.841.408 de contagiados. Pero hay datos adicionales que aleccionan sobre el negacionismo de Bolsonaro. El 4 de mayo la Sociedad Brasileña de Pediatría (SBP) y el Ministerio de Salud informaron que ya eran más de mil los niños y adolescentes fallecidos. Para esa fecha, Argentina estaba firme en la organización de la Copa, Colombia empezaba a declinar su candidatura y Brasil ni se mencionaba como alternativa. También resultaba impensado imaginar un dibujo de Neymar haciendo jueguito sobre calaveras como si estuviera en el Coliseo Romano. Así fue ilustrado un artículo de Sergio Kraselis en la página jornalistaslivres.org que llama a boicotear el torneo.
El Frente Nacional del Fútbol Popular (FNFP) es un espacio integrado por torcedores (hinchas) de diferentes clubes brasileños. Conviven en él los grupos Antifa del Flamengo y Fluminense de Río de Janeiro, el Colectivo Democracia Corinthiana, la Fuerza Femenina Colorada del Inter de Porto Alegre, la Democracia Santacruzense de Recife y la Resistencia Azul Popular del Cruzeiro entre muchos otros. El 13 de junio se inaugurará la que bautizaron “Cepa América” y llaman a protestar en las puertas de los estadios “por esta brutal falta de respeto a las familias y víctimas del Covid-19”. Estos grupos más de una vez demostraron su capacidad de convocatoria. Unas 51 organizaciones furtboleras firmaron hace pocos años un manifiesto que circuló en grupos de WhatsApp, páginas de Facebook y portales de izquierda. También participaron en movilizaciones contra Bolsonaro en distintas ciudades.
La Conmebol, por cuestiones obvias, le teme mucho más al abandono del torneo que puedan anunciar los jugadores de la selección brasileña. Es más: crece la sensación de un boicot en acuerdo con los futbolistas de los demás países. Los locales se pronunciarán el martes después del partido con Paraguay por las Eliminatorias. El capitán Casemiro lo confirmó en el estadio Beira Río de Porto Alegre cuando terminó el 2 a 0 contra Ecuador: “Tite explicó cuál era la situación. Lo que dije, como capitán y líder de los jugadores, confirmo que fue exactamente eso. Estamos posicionados. Pero hablaremos en el momento oportuno”.
Si se confirmara la versión cada vez más escuchada de la posible renuncia del entrenador – a quien los más alucinados trolls del presidente ultraderechista vinculan con el PT -, sería otro problema para la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) que preside Rogério Caboclo. El dirigente y aliado político de Bolsonaro pasa días complicados por una denuncia de acoso sexual y bullying. La presentó en la Justicia una empleada de la CBF. Esta Copa que distraería los esfuerzos para llevar a Bolsonaro hacia el Impeachment, a Caboclo también le valdría una tregua cuando se multiplican los pedidos para que renuncie.
La inauguración del torneo ya garantiza protestas de torcidas organizadas en diferentes ciudades. Es cierto que se jugará en apenas cuatro (Brasilia, Río de Janeiro, Cuiabá y Goiás, todas gobernadas por partidarios o aliados del presidente) pero los espacios de hinchas son dinámicos y creativos, están conectados entre sí. Nunca los intimidó ni alguna derrota circunstancial. Al contrario. En mayo de 2018 y antes de un partido contra Independiente por la Copa Libertadores, el Timao de San Pablo preparó un homenaje a Sócrates, crack de la selección y emblema de la Democracia Corinthiana. La Conmebol le prohibió que usara una camiseta con el reconocimiento a esa lucha contra la dictadura brasileña. Lejos de frenarlos, los hinchas siguieron creciendo en su organización desde abajo.
El periodista Rodrigo Capelo con más de 111 mil seguidores en Twitter es un especialista en deporte y negocios. De una investigación que realizó se desprende que la politización de los hinchas brasileños ha crecido en simultáneo con el compromiso electoral que toman en sus clubes. Inter, Bahía y Gremio lideran por segundo año consecutivo el ranking de instituciones más transparentes en el manejo de sus finanzas.
Dice Resistencia Azul Popular del Cruzeiro sobre el estudio de Capelo: “No por casualidad, son los tres clubes con mayor número de votantes del país, todos con más de 10.000 en las últimas elecciones. Además, los tres clubes adoptan la elección proporcional de pizarras para el consejo deliberativo, lo que favorece la representación de diferentes grupos y la independencia de la junta ejecutiva”.
La Conmebol, la FIFA y otras organizaciones internacionales como el Comité Olímpico no son receptivas a este tipo de demandas democráticas, como tampoco a las consecuencias de la pandemia ni a sus olas sucesivas. Al revés, la Confederación Sudamericana le agradeció a Brasil que le abriera “las puertas del país”. Un país devastado por las víctimas fatales que acumula y gobernado por un – ahora – arrepentido de la cloroquina. Ya es demasiado tarde. Borges tenía razón cuando escribía: “la muerte me desgasta, incesante”.
Las diez selecciones sudamericanas recibieron el apoyo de la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (FIFPRO). Cada jugador “que decida rechazar la convocatoria y no participar en el torneo en base a sus preocupaciones respecto a salud y seguridad” debe tener la posibilidad de hacerlo “sin temor a ser sancionado” señaló en un comunicado. Walter Casagrande, ex integrante del seleccionado verdeamarelho y comentarista del canal Rede Globo agregó desde Brasil: “Necesitamos la vacuna y no la Copa América”.
VOCES CRÍTICAS LLEGAN DESDE BRASIL
En Brasil son muchas las voces de protesta contra la decisión del gobierno que aceptó la precipitada organización de la Copa América. Una diputada federal, un militante de los Derechos Humanos, un politólogo y tres periodistas fueron consultados por Derribando Muros sobre el evento que tiene como socios políticos y comerciales a Jair Bolsonaro y la Conmebol.
María do Rosario (diputada federal del PT): “Brasil es el país con mayor número de muertes diarias porque el COVID-19 y uno de los más atrasados, proporcionalmente a la población, en la vacunación. Celebrar la Copa América pone en riesgo a más personas. El respaldo del gobierno brasileño tiene dos razones: una, a Bolsonaro no le importa el número de muertes y dos, su gobierno se enfrenta a una grave crisis y tratará de utilizar el fútbol para desviar la atención y crear un clima nacionalista de derecha, como hizo la dictadura con el Mundial de 1970. Es una receta vieja”.
Juliano Corbellini (doctor en Ciencias Políticas): “Es absolutamente consistente con la lógica del gobierno de Bolsonaro que se alimenta del conflicto, para lo cual ideologizar el debate en todos los ámbitos de la sociedad es parte de su estrategia. Luego está la historia de la cloroquina, ahora el técnico Tite está siendo acusado de simpatizar con el PT. El gobierno tiene una narrativa sobre no haber detenido al país, sobre mantenerlo funcionando, que es la narrativa de la que espera recuperarse el próximo año, así que creo que hay coherencia con esto de la Copa América”.
Jair Krischke (Movimiento de Justicia y DDHH de Brasil): “Es otra de las barbaridades de Bolsonaro. Cualquier cosa que se refiera al Covid-19, es una oportunidad para los disparates del presidente. Los jugadores de la selección de Brasil se encuentraron en Porto Alegre para jugar contra Ecuador y por lo que sé, decidieron por unanimidad no participar de la Copa de la Muerte. Pretenden tornar pública lá decisión el martes, después del juego con Paraguay”.
Lúcio de Castro (historiador y periodista de la Agencia Sportlight): “La llegada de la Copa América a Brasil en este momento es una traducción perfecta del rostro de un gobierno que está transformando al país en un paria mundial. No solo por el evidente problema de salud y los riesgos, sino también por los aspectos simbólicos de esta absurda decisión. Con casi 500 mil muertos, víctimas de una elección deliberada de genocidio, de alguien que no se molestó en responder a las demandas de una vacuna pero que inmediatamente se dobló a la Conmebol, muestra la absoluta falta de empatía y humanidad del presidente. Por si todo esto fuera poco, queda otra pregunta: una vez más – y esta historia la conocemos bien en nuestro continente-, se intenta crear una cortina de humo a través del fútbol, en un momento en que la gente vuelve a estar en las calles contra Jair Bolsonaro”.
Juca Kfouri (periodista deportivo de Folha de Sao Paulo, autorizó la reproducción de un tramo de su columna sobre la “Cova América”, como él mismo la llama): “¿Cómo definir el acto repugnante de aceptar hacer en Brasil un torneo que argentinos y colombianos tuvieron a bien abandonar a pesar de que estaban con todo pronto para recibirlo? ¿Por qué albergar nueve selecciones sudamericanas, nuevas cepas, dividir recursos y atenciones que deberían estar destinadas al combate de la pandemia en un momento en que el Covid recrudece y el país marcha acelerado hacia las 500 mil muertes? No puede ser obra de una persona cuerda, en pleno dominio de sus facultades mentales, más de alguien que precisa ser prohibido y con urgencia”.
Eduardo Reina (periodista, autor del libro Cautiverio sin fin sobre el secuestro de niños durante la extensa dictadura brasileña): “El pedido de la Conmebol al gobierno federal, prontamente aceptado por el presidente Bolsonaro, causó sorpresa en gran parte del país. Pero exaltó a los brasileños que apoyan ciegamente al presidente. La decisión demuestra una clara superposición de lo político-electoral, es decir, el interés personal de Bolsonaro, con lo que realmente necesitan los brasileños en este momento, cuando el número de muertos por Covid en todo el país superó los 470.000 muertos. No hay suficientes vacunas para todos los brasileños que todavía sufren de precariedad en la atención médica y la falta de medicinas y equipos, así como de oxígeno, en muchos hospitales. Las acciones muy populistas de Bolsonaro se asemejan a las del dictador Emílio Garrastazu Médici, uno de los presidentes generales más sanguinarios durante la dictadura militar, que adoptó el lema Brasil Adelante”.
Fuente: https://gustavojveiga.wordpress.com/2021/06/06/una-copa-america-con-el-virus-del-negacionismo/