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Una crítica marxista al SIMADI

Fuentes: Rebelión

El Sistema Marginal de Divisas (SIMADI) nació a mediados de febrero de 2015 con dos objetivos, el primero contrarrestar al mercado negro de divisas a través de un tipo de cambio parecido a este pero legal y el segundo fue a través de este tipo de cambio atractivo para los productores incentivar la producción nacional […]

El Sistema Marginal de Divisas (SIMADI) nació a mediados de febrero de 2015 con dos objetivos, el primero contrarrestar al mercado negro de divisas a través de un tipo de cambio parecido a este pero legal y el segundo fue a través de este tipo de cambio atractivo para los productores incentivar la producción nacional y las exportaciones.

 

En este artículo nos limitaremos a explicar el fracaso del segundo objetivo ya que en el primero existe más o menos una respuesta general y hemos visto los resultados desastrosos en los últimos días. Aparte de pretender competir con el mercado negro sin una suficiente oferta de dólares por parte del estado, también se tropezó con la especulación generada por la publicación de una tasa ficticia a través de un portal, fijada de forma arbitraria sin ningún sustento científico, vale acotar que hasta compañeros estudiantes de los últimos semestres de la carrera de economía de la UCV, creen en esta falacia cosa que nos deja muy mal parados a nivel académico y ni hablar del resto de la sociedad que utiliza este marcador para todo.

 

Ahora sí vamos a lo que nos compete, con respecto al objetivo de incentivar producción nacional y las exportaciones, citaremos las palabras de Pérez Abad Presidente de Fedeindustria: » Estamos en una nueva fase donde cambió la estructura productiva del país, que dará paso al nacimiento de nuevos emprendimientos, para depender menos de las importaciones. Venezuela se va a enrumbar hacia el desarrollo sostenible y productivo»

 

Esto parece un regreso a la política del desarrollismo cepalino y de sustitución de importaciones que se implementó en Venezuela desde la época de postguerra y en la época del boom petrolero de la década de los 70’s. Esta política de sustitución de importaciones se basó en mantener un tipo de cambio sobrevaluado que permitiera la importación de maquinarias y equipos para las empresas, a través del estado con el fin de mejorar sus técnicas productivas, política que en cierta medida fortaleció a la burguesía nacional y en muchos casos a las transnacionales.

 

Esta política de sustitución de importaciones también estaba acompañada de barreras arancelarias, que trataban de garantizarle el mercado a los productos nacionales haciendo más caros los productos importados.

 

Pero este proteccionismo por parte del estado que cedía dólares baratos a la burguesía, otorgaba subsidios, colocaba barreras arancelarias a los productos importados, entre otros. Y la ineficiencia de la burguesía nacional, que producía a precios más altos que los precios del mercado mundial debido a su baja productividad con respecto a los países desarrollados, lo que hacía prácticamente imposible las exportaciones de las ramas donde no se tienen ventajas competitivas, hacían que el proletariado terminara pagando más por las mercancías y la clase dueña de los medios de producción se enriqueciera a costa de esta otra clase social desprovista de los medios de producción.

 

La relación capital/trabajo en Venezuela en el periodo 1968-1995 se ubicó en un promedio de 8,74% de crecimiento anual, mientras que en Estados Unidos en el mismo periodo fue un promedio de 2,5% de crecimiento anual. Es decir, el modelo colapsa, porque la importación de maquinaria y tecnologías tiene su origen en una fuente Exógena (la renta petrolera) que no se corresponde con el crecimiento del mercado nacional y por ende de los salarios. Así, al traer maquinaria y producir mercancías, sucede una sobreacumulación, en la cual se producen mercancías que no hallan salida, por la estreches del mercado interno y por la baja productividad y eficiencia en la producción que le impide exportar, lo cual los precipita a la debacle.

 

Todo esto hace que esta política termine siendo un fracaso ya que la dinámica de la acumulación capitalista en Venezuela presenta una particularidad, no se basa en la competencia (como en cualquier economía desarrollada o en vías de ello), sino que se basa únicamente en la captación de renta.

 

Este hecho queda demostrado con la tasa de ganancia para la economía venezolana descontando la renta petrolera, dicha tasa para en el periodo 1968-1997 presenta un promedio de -4,18%, siendo negativa casi todos los años.

 

Esto nos indica que sin el proteccionismo del estado (renta petrolera) antes explicado, la burguesía nacional produciría a perdidas, por lo tanto de allí se sustrae su ineficiencia para competir en el mercado mundial y que su fin último no la es la competencia en el mercado nacional sino más bien es captar la mayor cantidad de renta posible en detrimento de los trabajadores.

 

 

Daniel Ramírez Pérez es Estudiante de Economía UCV

Miembro del Círculo de Economía Crítica y Alternativa «Noel Rodríguez»

http://economiacriticavenezuela.blogspot.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.