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Brasil y el BRIC

Una hegemonía cuestionada

Fuentes: Rebelión

Si la situación económica de Estados Unidos se perfilaba problemática desde agosto de 2007, el proceso durante los primeros meses de 2008 confirmó las peores tendencias. Pero no sólo es la economía la que está en crisis; los efectos sociales se están haciendo sentir profundamente, poniendo todos los indicadores en rojo. Asimismo la hegemonía incontestada […]

Si la situación económica de Estados Unidos se perfilaba problemática desde agosto de 2007, el proceso durante los primeros meses de 2008 confirmó las peores tendencias. Pero no sólo es la economía la que está en crisis; los efectos sociales se están haciendo sentir profundamente, poniendo todos los indicadores en rojo. Asimismo la hegemonía incontestada de Estados Unidos esta siendo puesta en entredicho por los países del BRIC -Brasil, Rusia, India y China- sin que Washington pueda contestar a sus avances, en una coyuntura inimaginable no hace mucho. CRISIS ECONOMICA, CRISIS SOCIAL.

Si tomamos el nivel de «implosiones financieras», o sea las instituciones que entraron en quiebra o cesaron sus operaciones en el mercado hipotecario, desde marzo de 2006 a marzo de 2008 resulta que «implosionó» una financiera cada tres días, pero si hacemos el mismo calculo desde agosto de 2007 -cuando la crisis efectivamente comenzó- a marzo actual, el resultado es que entra en graves dificultades o en quiebra una financiera hipotecaria cada 48 horas. A continuación, la crisis arrastró hasta los bancos más importantes, el más notorio fue Bearns Stern con su quiebra multimillonaria y su venta a precio de remate, y se encuentran desfinanciados el Citigroup, Bank of America, y Leheman Brothers y decenas de instituciones financieras europeas.

El remedio fue inyectar cientos de miles de millones de dólares al sistema, aunque la solución en realidad no fue eficaz, por el contrario agudizó las contradicciones del capitalismo financiero. Bernake decidió olvidar la inflación y salvar los bancos. En consecuencia los bonos norteamericanos sufrirán bajas significativas que la FED no podrá atender, salvo que resuelva cambiar de política de salvataje, lo que no es probable. La salida masiva de los inversores de bonos tendría consecuencias imprevisibles y, además, sería el producto de una estrategia que tampoco serviría para rescatar el sistema financiero. Efectivamente, mientras la Reserva Federal (FED) sueña con una crisis de liquidez, la realidad va por otro camino, pues el sistema financiero yanqui se enfrenta a una grave crisis de capitalización. Dinero hay en abundancia el problema es que nadie reconoce la quiebra como lo que es: una crisis de insolvencia de activos provocada por el endeudamiento especulativo y en esa situación nadie presta un céntimo barato para reconformar los capitales perdidos, entonces el vaciamiento de las instituciones financieras entró en estado casi terminal. Un dato ejemplifica lo que decimos; el valor de todos los instrumentos de papel comercializados supera por tres a uno el valor subyacente de los activos con base en los que son emitidos. O sea, por cada dólar que los bancos tienen en su caja fuerte, emiten tres bonos, en conclusión dos tercios de los papeles volcados al mercado global no están respaldados. Tarde o temprano la debacle debía producirse. Quizá un buen modelo sea la quiebra del fondo de inversión del Carlyle Group -propiedad de las familias Bush y Bin Laden- que tenía una proporción de emisión de hipotecas y bonos respecto de sus activos de 36 a 1. Carlyle emitió 35 veces más de lo que podía respaldar. Y así podríamos seguir con varios ejemplos más entre las 244 financieras hipotecarias que ya «implosionaron» en Estados Unidos al 29 de marzo, más las decenas que tienen las alarmas y las luces rojas encendidas. Desde el 11 de marzo el promedio de acciones transadas en bolsa descendió a 24 millones de acciones por día, cuando en el periodo junio del 2007 y enero del 2008 fue de 35 millones de acciones diarias. Diversos analistas sostienen que la bolsa perderá el 40% de su valor de capitalización para cuando se estabilice… algún día. American Express es la demostración de una empresa prestigiosa con problemas. Perdió 4,53% en su cotización en bolsa después de que Merrill Lynch cambiaria la calificación de sus papeles de «neutral» a «vender». Goldman Sachs pronosticó que las pérdidas globales alcanzarán 1.2 billones de dólares y que las firmas de Wall Street representarán cerca de 40 por ciento del total. La consecuencia a esta coyuntura es directa; la OCDE pronosticó que la economía norteamericana tendrá un crecimiento nulo en la primera mitad de 2008. De manera que las quiebras de todo tipo de empresas, financieras o no, estarán en los titulares por los próximos meses. Tras haber alimentado el auge, ahora la Reserva Federal no puede impedir el descenso. Si intensifica demasiado la continua expansión monetaria, no impedirá una depresión profunda, sino que, al contrario, podría crear estanflación: inflación junto con contracción económica. Y muy probablemente otros titulares de prensa comiencen a hablar de la crisis social.

Naturalmente, las repercusiones en la sociedad norteamericana comenzaron a hacerse sentir, lo que también tendrá consecuencias económicas. En primer lugar, la semana pasada la crisis contagió las hipotecas «Atl-A», o sea las otorgadas a las clases medias; el incumplimiento alcanzó 10% en febrero, una suba de 14% respecto a enero. Tal como había previsto James Kenett Galbraith en 2007 «es la primera vez que en forma integral una crisis afecta a la clase media estadounidense. Es más difícil de manejar y más desafiante, debido al tamaño de la economía de Estados Unidos. Se conocen los instrumentos para manejarla, son factibles, pero no se sabe en estos momentos si van a ser efectivos». Y la clase media junto con los sectores populares norteamericanos comenzaron a sentir los golpes.

Naomi Klein sostiene que ha terminado el sueño neoconservador de construir «una sociedad de propietarios» lo que tiene efectos directos en la percepción que los norteamericanos tienen de su propia realidad. Así, durante la cima de la «revolución conservadora» sólo el 26 por ciento de los estadounidenses le dijo a los encuestadores que vivían en una sociedad dividida entre «los que tienen» y «los que no tienen». Setenta y uno por ciento rechazaban por completo la idea de clase. Hoy, crisis mediante, 48 por ciento dice que vive en una sociedad dividida entre «los que tienen» y «los que no tienen», casi el doble de la cifra de 1988. Sólo 45 por ciento se identifica como parte de «los que tienen». Quizá las cifras muestren el fracaso ideológico de intentar crear una sociedad donde todos, de alguna manera, tuvieran una propiedad que defender. El capitalismo se encargó de destruir la teoría conservadora.

La crisis social se visualiza por la crisis hipotecaria, pero en realidad es el resultado de un largo ciclo de deterioro que desde 2001 disminuyó los salarios de los yanquis pobres. Según las cifras oficiales existen en Estados Unidos 37 millones de pobres, 12.7% de la población, y un 5.1% de desocupados, -siete millones de personas- pero los analistas coinciden en que las cifras reales deben ser mucho más altas, pues los datos no incluyen a los ilegales, a los partimes y a los trabajadores zafrales. En el sector privado hubo una disminución de 101 mil puestos de trabajo. De 274 sectores industriales, 45.6 por ciento agregaron empleos el mes pasado, esto es el menor porcentaje desde agosto de 2003. En enero, de 84 industrias manufactureras, solo el 31 por ciento contrató más empleados. Globalmente, el sector manufacturero tuvo una disminución de 52 mil empleos, la mayor en cinco años. La construcción tuvo una pérdida neta de 34 mil empleos; los servicios en todo el sector privado recortaron 12 mil empleos, a lo que hay que agregar pérdidas de 34 mil en el comercio minorista y 28 mil en los servicios de empleados temporarios. En el sector financiero, fuera de Wall Street, se perdieron 52.500 puestos de trabajo y se prevé que cuando la crisis impacte en Nueva York el empleo en el sector financiero neoyorquino podría bajar hasta un 15%, según la consultora William Thompson. No debemos olvidar que en Estados Unidos hay una estrecha correlación entre la tasa de desempleo y las suspensiones de pagos en los últimos 25 años.

En esta situación, el consumo decayó. El 36% del dinero disponible de la gente se destina solamente a comprar comida, pagar la electricidad y la atención médica; es el porcentaje más alto desde que se comenzó a llevar esa estadística en 1960, según Merrill Lynch. El 54% de los restaurantes bajaron sus ventas; la gente se da menos gustos. La brecha entre ricos y pobres aumentó: el 20 por ciento más rico de la población recibió 50,1 por ciento del ingreso total. El cinco por ciento más rico fue el único sector que disfrutó un aumento de su ingreso real en la segunda mitad de 2007. El del restante 95 por ciento se mantuvo o cayó. El gasto de los consumidores estadounidenses aumentó un ligero 0.1 por ciento en febrero, el repunte más bajo desde septiembre de 2006, según el Departamento de Comercio. Varios economistas señalaron que la debilidad en el consumo, que representa dos terceras partes del Producto Bruto Interno estadounidense, es una de las señales más preocupantes de la marcha económica del país.

Asimismo los planificadores sociales dicen que nunca recibieron tantas llamadas de personas con hijos que volvieron a vivir con sus padres luego de quedarse sin trabajo o simplemente para ahorrar el dinero de una vivienda. La pérdida de las casas llegó a niveles críticos. En setiembre de 2007 más de 5 millones de viviendas fueron puestas a la venta. Por vez primera en diez años bajaron sus precios, y se dispararon los intereses. Más de dos millones de norteamericanos han perdido sus casas, hay más de 500 mil millones de dólares acumulados en morosidad. En total, aún restan 3.6 millones de hipotecas impagas lo que afecta a 14.4 millones de personas. La situación puede llegar a ser explosiva, por eso la advertencia de Bernake: «Detrás de estas estadísticas inquietantes hay familias que enfrentan tribulaciones personales y financieras, y vecindarios que pueden desestabilizarse por las ejecuciones hipotecarias». Y ese es, quizá, el mayor temor, «la desestabilización de vecindarios», los estallidos sociales. Tengamos en cuenta, además, que el congreso de Estados Unidos aprobó en 2003 una ley que dificulta a las personas de bajos ingresos declararse en bancarrota para evitar las deudas. Hay que pagar o pagar.

Robert Manning es el mayor experto en deuda de los consumidores y en tarjetas de crédito en los Estados Unidos. A principios de marzo informó que «con la recesión de 2001, rentas y salarios declinan, pero en el quinquenio 2001-2005 el valor medio de los inmuebles en las áreas metropolitanas se duplica. Lo que se ha dado es una tremenda disrupción del papel de los ingresos como motor del crecimiento económico, cuyas consecuencias son graves y de momento incalculables. Tampoco es previsible la manera de reparar todo esto. En sustancia, hemos asistido a una redistribución masiva de la riqueza de la clase media a los muy ricos».

La situación se tornó dramática. El historiador Howard Zinn informa que muchas de las expropiaciones hipotecarias implican, también, robarle a la gente los muebles, los electrodomésticos y todo lo que hay dentro de las casas. En consecuencia, algunas personas comenzaron a quemar sus casas con la esperanza de zafar de las deudas. La caída de los precios de las viviendas hizo que su valor actual no cubra completamente las hipotecas, de manera que aunque los endeudados paguen vendiendo su propiedad seguirán atados a los bancos indefinidamente. Suponen algunos que cobrando el seguro por incendio podrían saldar la deuda, pero las aseguradoras tienen los recursos técnicos para desenmascarar los fraudes. Varios estadounidenses se han visto frente al juez en varios puntos del país, como Michigan o California donde los «incendios» se duplicaron. Fue peor el ‘remedio’ que la enfermedad. Las sentencias dejan a los acusados en libertad condicional, pero con un mayor número de deudas a sus espaldas, más los costes del juicio y sin la vivienda que les servía para avalar sus créditos. Quizá atendiendo a esta situación y a las tensiones sociales que se empiezan a vislumbrar, el gobierno de Bush intenta instrumentar un plan de rescate a los endeudados, donde se prevé «perdonar» parte de la deuda y que el estado se haga cargo de la refinanciación junto con los bancos. Pero para lograrlo Washington deberá sortear la resistencia de las inmobiliarias, de los bancos que no podrán hacerse cargo de las refinanciaciones porque están técnicamente quebrados y de los especuladores que están comprando inmuebles a precio de remate.

Si la recesión continúa por dos años, como varios analistas sostienen, la crisis social en los Estados Unidos aumentará.

LOS EFECTOS GLOBALES. EL NUEVO PAPEL DE BRASIL.

Sin duda el BRIC está aprovechando la crisis norteamericana para afirmarse y desconectarse de la hegemonía de Estados Unidos y Brasil nos importa especialmente.

Las primeras señales de los últimos meses son promisorias y pueden ser los primeros síntomas de la desconexión y de la emergencia de una potencia regional lo que tendrá efectos de largo plazo para todos nosotros. Veamos los últimos análisis y acontecimientos.

Llama la atención que América Economía, una revista que no se caracteriza por su «izquierdismo», solo tenga loas hacia Brasil y más aún, sostiene que su economía está «blindada» ante la crisis global que desató Estados Unidos. De hecho, los analistas apuestan a una variación del PBI en torno al 4,5% a 5%, lo cual, sostiene, es muy bueno para el historial brasileño. Y las inversiones siguen al alza y el Bovespa mantiene la expectativa de llegar a los 65.000 a 70.000 puntos para fin de año mientras que las multinacionales brasileñas pasaron a la ofensiva en los últimos dos años. Vale ya es la segunda minera del mundo; la siderúrgica Gerdau compró Chaparral en Estados Unidos; Embraer batió récord de ventas con su nueva línea de aviones ejecutivos, y el frigorífico JBS Friboi pasó a ser el mayor productor mundial de carnes al comprar la estadounidense Swift. Y a tal grado es la avanzada frigorífica brasileña que el senado de Estados Unidos pidió que se revise «con cuidado» la oferta del frigorífico JBS para comprar los frigoríficos Smithfield y Nacional Beef Paking, pues de no andar con pies de plomo el JBS se quedaría con el mayor frigorífico norteamericano, informa el Wall Street Journal. Y ni que hablar de los bancos. Bradesco e Itaú, ya lideran en todas las Américas (séptimo y noveno según ranking de Economática), llegando cerca de íconos del capitalismo como JPMorgan Chase, el quebrado Citigroup y Goldman Sachs. Debemos agregar, sintéticamente, los éxitos de PETROBRAS, transformada en una de las empresas petroleras con mayores reservas del mundo. Para tener un breve panorama de que Brasil es una potencia, un nuevo jugador global en expansión, asociado al BRIC y con una nueva estrategia internacional y regional, vale la pena detallar algunos datos más:

Es la décima economía mundial.

Tienen más de 200 millones de cabezas de ganado, 140 más que la Argentina.

Hoy, el 40% del mercado de las carnes en el mundo es manejado por empresas brasileñas.

Era, veremos luego por qué, la octava bolsa mundial por volumen, que en los últimos 5 años creció el 1600 % y que en el primer semestre de 2007 alcanzó el 10% de las emisiones de acciones a nivel global.

Sus exportaciones ascienden a 137.000 millones de dólares, más del doble que hace cuatro años.

En la década del 40, todo el PBI de América latina sumado, incluido el de Brasil, era igual al de la Argentina; hoy el de Brasil es cuatro veces más grande que el argentino.

Podría lograr en 2008 el «investment grade», la calificación de las principales evaluadoras de riesgo del mundo y que establece que no hay obstáculo alguno para las inversiones, lo que lo llevaría de cabeza a integrar la OCDE.

Tiene un desarrollado programa espacial, lo que le permite posicionarse en un área donde hasta ahora solo jugaban las principales potencias.

Es fácil suponer que lo anterior más la crisis de EEUU tiene inevitables efectos políticos, que en los últimos meses se han acelerado principalmente gracias a la crisis entre Ecuador y Colombia desatada el 1º de marzo. Efectivamente, llama la atención que dos días antes de la invasión de Colombia sobre territorio ecuatoriano Brasil haya anunciado su intención de crear una unión militar sudamericana, que cuenta con el apoyo de Argentina, Chile, Venezuela, Ecuador, Paraguay y Uruguay, sin los yanquis, claro…

Cuando se comenzaba a concretar el proyecto, la crisis colombo-ecuatoriana precipitó un escenario que fue muy bien aprovechado. La OEA con la presencia de EEUU mostró una vez más su inoperancia y Brasil anunció que esta crisis la resolverían los latinoamericanos «solos». ¿Dónde? En la reunión del Grupo de Río de Janeiro y vale la pena tener en cuenta el nombre. La reunión de Santo Domingo contradijo claramente el principio norteamericano de extraterritorialidad, refirmó las soberanías, le puso un límite a Colombia y a EEUU y la Casa Blanca nada pudo hacer. No fue casual que se escucharan voces muy claras llamando a transformar al Grupo de Río en una organización política latinoamericana, sin europeos como las cumbres iberoamericanas y sin Estados Unidos ni Canadá, como es la OEA. Por primera vez en la historia reciente de América Latina la crisis se solucionó sin la intervención, ni siquiera con la participación de Washington y fue Brasil claramente el gestor del entramado diplomático que puso a Uribe y a Estados Unidos entre la espada y la pared. El éxito fue total. Y a renglón seguido Itamaratí retomó la ofensiva, casi de manera irrespetuosa.

El 21 de marzo el diario La Jornada de México informaba que la entrevista entre el Ministro de Defensa brasileño Nelson Jobim y el Secretario de Defensa norteamericano Robert Gates terminó de una forma histórica. Jobim informó a Gates sobre la iniciativa de defensa sudamericana y cuando el Secretario de Estado le preguntó ¿qué podemos hacer nosotros?, Jobim respondió: «manténganse al margen. Es algo que está haciendo Sudamérica». Y para peor, en una breve conferencia de prensa precisó: «dejé muy claro que la iniciativa es nuestra» y que el objetivo fundamental es que América del Sur tenga un foro «para poder hablar fuerte», pues «el continente precisa pensar en grande». Impensable pocos años atrás. Y luego, Lula dio lo que quizá sea la bofetada simbólica más grande.

El 27 de marzo Bush estaba muy enojado con Lula, según lo supo el presidente brasileño por boca del Primer Ministro británico, Gordon Brown. No era para menos, un día antes Lula y Bush habían conversado telefónicamente sobre la crisis subprime y el brasileño según sus propias palabras, paternalmente advirtió: «Yo le dije a Bush: el problema es el siguiente hijo mío, nosotros estuvimos 26 años sin crecer. ¿Ahora vienes a estorbarnos? Resuelve tu crisis». Sin duda la insolente superioridad del brasileño fue inesperada y sorprendente para el mandatario imperial, lo que con el agregado de una casi orden ofrecida en un tono paternal, muestra a las claras que hay cosas que están cambiando en el mundo y tal vez más rápido de lo que esperamos.

Y tanto es así que la región se enfrentará a cambios radicales, pues además de la conformación de una unidad de defensa, el comercio variará de moneda. El 18 de marzo Brasil y Argentina decidieron reemplazar desde 1º agosto el dólar en sus negocios por sus propias unidades monetarias, y ambos ministerios de economía aclararon sintéticamente que el uso del dólar perjudica sus economías y declararon que al usar la unidad monetaria de sus países disminuirán los gastos de los intercambios comerciales de las empresas. Brasil avanza en la nueva hegemonía global policéntrica aprovechando esta peculiar coyuntura que le regala la crisis norteamericana y pasa a ocupar, además, un nuevo espacio en el mundo financiero. El 26 de marzo América Economía anunció que las brasileñas Bovespa Holding S.A y Bolsa de Mercadorias & Futuros S.A. confirmaron la integración de sus actividades, con lo que se crea la segunda mayor bolsa de las Américas, cuyo nombre provisorio es Nova Bolsa. Y un dato más, la Nova Bolsa de São Paulo será la tercera del mundo detrás de las de Frankfurt y Chicago.

Utilizando la crisis económica yanqui y su efecto inmediato en la perdida de hegemonía, Brasil avanzó además ganando espacio comercial frente a un Estados Unidos en franca caída. Recordemos que la ronda de Doha de 2004 en Cancún terminó sin pena ni gloria y más grave aún, con la retirada de los africanos y de Brasil liderando el grupo de los 22, poco dispuestos a aceptar los chantajes de Washington para que abrieran sus economías sin contraparte. Hoy parece que todo cambió.

Roberto Carvalho de Azevedo, el negociador jefe de Brasil en la OMC anunció el 25 de marzo a Edición I, que el acuerdo ahora «está al alcance de la mano» debido al súbito cambio de posición de Estados Unidos, jaqueado económicamente por la crisis subprime, oportunidad que Brasil no desaprovechó. Según Azevedo, «Los protagonistas claves de la Ronda de Doha han pasado de repetir sus posiciones establecidas a buscar soluciones activamente y acercar las diferencias entre los miembros», lo que Brasil sabrá aprovechar muy bien.

Mientras tanto, del otro lado del Atlántico Sarkozy y Gordon Brown acordaban la iniciativa de reestructurar el Consejo de Seguridad de la ONU, habilitando el ingreso de Alemania, Japón, India, un representante africano y Brasil. «Nuestro miembro del BRIC», Brasil, es un claro e inevitable jugador global, una potencia con intereses económicos, financieros, estratégicos y productivos muy claros. Es el único país latinoamericano que pertenece al «club espacial» y que ha desarrollado áreas básicas de tecnología para su desarrollo autárquico. Es uno de los nuevos «motores» del crecimiento mundial y, por lo que hemos visto, sabe aprovechar su nuevo papel proyectándose como una nueva potencia, donde en la lucha por el control de su propio «espacio» está dispuesto a llegar a la competencia directa con Estados Unidos, aprovechando, además, la debilidad de un imperio que no encuentra salidas a su crisis económica, financiera y social. La hegemonía de Estados Unidos está siendo duramente cuestionada, el tiempo dirá qué quedará de ella.