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Una humilde reflexión con Citas

Fuentes: Aporrea

Quisiera comenzar este artículo citando una frase emitida por Pepe Mujica en la serie de documentales «Presidentes de Latinoamérica»: «¡No es la América que soñó el Che Guevara! Pero, sí es una América muy distinta a la que había. Creo que esta es una América parturienta y que está construyendo cosas. Va a tener sus […]

Quisiera comenzar este artículo citando una frase emitida por Pepe Mujica en la serie de documentales «Presidentes de Latinoamérica»:

«¡No es la América que soñó el Che Guevara! Pero, sí es una América muy distinta a la que había. Creo que esta es una América parturienta y que está construyendo cosas. Va a tener sus contradicciones y tiene la dignidad de acercarse a sí misma… …Seguramente, nuestras expectativas y nuestros sueños son mayores que nuestra capacidad para realizar. Pero, creo que se está haciendo una siembra importantísima en todas partes y hay mucha más solidaridad entre nosotros que antes. Hemos vivido demasiado tiempo de espaldas unos a los otros. Estamos llenos de incomprensiones; nuestras derechas son más apátridas, siguen mirando a Europa y al norte. Pero, bueno, estamos en un momento muy fermental y vale la pena defenderlo con intensidad. Y, sobre todo, como nadie tiene una receta definitiva no existe dogmatismo. No existe un modelo consagrado, esta es la receta. No caemos en aquel disparate, está todo hecho, tenemos que copiar… No, no… No está todo hecho, no tenemos que copiar un carajo, tenemos que inventar de acuerdo a nuestra realidad»

Pepe Mujica / «Presidentes de Latinoamérica»

Tengo la manía de interpretar los quiebres históricos por sus circunstancias y el contexto en que se originan los eventos. El Chile de Allende, por ejemplo: Fidel, en un discurso memorable en noviembre de 1971 en Chile, habla de aprender del hecho insólito de una revolución que se estaba efectuando por la vía pacífica. Sin embargo, dos años después Allende cae mediante un golpe de estado cruento y es asesinado.

En mi opinión, dos son las razones fundamentales que provocan la caída de este experimento inédito que trató de conformar un gobierno popular en América Latina a través por la vía política:

Primero, el protectorado hegemónico norteamericano en el hemisferio que originaría las más despiadadas dictaduras en nuestro continente y, segundo, el ambiguo y dogmático comportamiento de la izquierda latinoamericana. Chile, no escapó a lo que le sucedió en Bolivia al Comandante Ernesto Che Guevara; incipiente conformación de uno, dos, tres Vietnam que produjeran la revolución continental. Mario Monje, quien fue secretario del Partido Comunista Boliviano, igual que los sectores de la izquierda radical chilena no entendieron que, por encima de las diferencias y los personalismos, había un objetivo común.

Oscar Waiss, en su libro «Allende ¿Reformista o Revolucionario?», indica lo siguiente:

«Como presidente de la república, transforma el programa en acción e impone cambios profundos en las estructuras económicas y sociales, iniciándose un periodo que Fidel Castro definió como el «proceso revolucionario chileno»; eso significa que, manteniéndose aún el Estado burgués y las estructuras capitalistas, se impulsaba una transformación profunda encaminada a volcar todo el poder hacia las capas pobres de la población. Fue así como el gobierno popular aceleró la reforma agraria destruyendo la base social de la oligarquía terrateniente, expropió sin pagar indemnización alguna los minerales del cobre que estaban en poder de empresas multinacionales, arrasó con los monopolios y estableció el área social de la economía, nacionalizó los bancos comerciales, socializó el crédito y ejerció, en sus relaciones internacionales, su absoluta soberanía.»

Y agrega dos cosas muy importantes:

«Un pequeño sector de la ultraizquierda coincide con el diario El Mercurio en la difamación organizada sobre Allende. Se trata, generalmente, de jóvenes burgueses de buena familia que se sienten llamados por la divina providencia a la gran tarea de hacer una revolución y otorgarle sus resultados a la gran masa popular, como regalo generoso. Debemos hacerle el honor de reconocer que su diatriba se inició en vida del mandatario y que llegaron a convertirse, en pleno período del gobierno popular, en un obstáculo que se sumaba a los levantados por las fuerzas contrarrevolucionarias.

Otro sector de la ultraizquierda, que no contribuyó precisamente al respaldo unitario que el gobierno popular requería, ha resuelto apoderarse del recuerdo de Allende para utilizarlo como bandera de posiciones que él jamás compartió. Resulta que hoy es ejemplar el hombre al que denunciaban, en vida, como socialdemócrata y reformista. Ahora se dicen sus seguidores a pesar de que, durante los tres años de su gobierno, no cesaron de hostigarlo.»

Oscar Waiss / Allende ¿Reformista o Revolucionario?

Luego de Chile, habrán otros experimentos; algunos que no lograron sustentarse, caso Nicaragua; otros más románticos que fueron aplastados sin misericordia, como Grenada. La era Reagan fue bestial, sino que lo diga el pueblo salvadoreño. La tecnología armamentista norteamericana, la Escuela de las Américas y los esbirros de la mafia cubano americana de Miami, hacían uso y abuso de su poder en cada foco insurreccional latinoamericano y las dictaduras pseudo-democráticas, como el pacto de Punto Fijo lograron «domesticar» a nuestra izquierda, garantizando su legitimación con la presencia de los «domesticados» en las elecciones… Y cae la Unión Soviética. Solo Cuba quedaba como ejemplo digno en todo el hemisferio (disculpen el coitus interruptus histórico, pero quiero hablar de otra vaina y éstas son solo referencias y citas que se van a ir repitiendo).

A finales de los años 70, inicios de los 80, muchos teóricos e intelectuales de nuestra izquierda construían y destruían el mundo en la idílica y bohemia Sabana Grande, generalmente, frente a un trago de ron que era subvencionado por una beca del gobierno que tanto se criticaba; Fundayacucho o alguna institución cultural que los domesticó. Pura saliva y lengua. No estoy descalificando a nadie, pero sí estoy aclarando que eran muy pocos moralmente irreprochables que terminaron en el ostracismo, presos o asesinados por los aparatos represivos que parieron el SIFA y la DIGEPOL. Otros, degeneraron, formaron partidos, partiditos y grupitos que, somos testigos de ello, culminaron aplaudiendo a Carmona el 12 de abril de 2002. Y, debo finalmente honrar a aquellos que sobrevivieron y se atrevieron a soñar de nuevo cuando el Comandante Chávez apareció aquel 4 de febrero de 1992. Pero, hay otros que no aprendieron de la historia.

Aquí se habló de «hiperliderazgo», de «militarista», de «reformista», cuántos análisis adversos al Comandante Chávez no se hicieron mientras él iba avanzando, cosa que no ocurrió jamás con la izquierda que pactó su rendición con Rafael Caldera y que terminó formando parte de su último gabinete ministerial. Más bien, deberían mostrar agradecimiento a Chávez, porque les permitió robar cinco años más antes de llegar la Revolución Bolivariana al poder en 1998.

Chávez fue el presidente más atacado, vilipendiado y, pongo énfasis, más criticado por tirios y troyanos. Es decir, por aquellos y por nosotros. Sin embargo, pacientemente, fue convirtiéndose en punto de confluencia de todas las corrientes de izquierda del mundo y es, quizás, el artífice principal del desbaratamiento de la tesis del «fin del mundo» que el neoliberalismo trató de imponer con el economista Francis Fukuyama después de la caída de la Unión Soviética.

Recientemente, acabo de leer un artículo que me paró los pelos de punta. En ese artículo se culpa a Chávez y a Maduro de ser los culpables de la fuga de divisas ocurrida en los últimos quince años y hasta se atreve a hacer una comparación, nada más y nada menos que de la Revolución Bolivariana con la IV República. No pretendo ocultar los errores que se pudieron cometer estos últimos años. Decía el Che que no sería «Honesto ni revolucionario tapar nuestros errores». Pero, semejante comparación no es, parafraseando al Che, ni honesta ni revolucionaria. Hasta me atrevo a decir que fue de mala fe. Lo que expresa Waiss es común en nuestra izquierda. Quienes adversaron tímidamente al Comandante Chávez en vida y hasta lo llegaron a descalificar por tropero, militar y hasta bruto, ahora se visten de chavistas con una facilidad asombrosa. Hasta pretenden convertirse en voceros e intérpretes del chavismo.

¿A quién beneficia esta opinión personal? «La anarquía es democracia podrida», reza una canción de Buena Fe. Hacer este tipo de aproximaciones al análisis apocalíptico, donde ya no hay más nada qué hacer, donde nada sirve, donde cualquier acción emprendida por la Revolución sencillamente no sirve, incluso a veinticuatro horas de promulgarse cualquier decreto, ley o acto destinado a defendernos de la enorme capacidad que tiene y siempre ha tenido el imperialismo norteamericano y sus adláteres, es un suicidio o, sencillamente, una acción premeditada y conducente a aglutinar el descontento que existe y reconocemos, pero de consecuencias impredecibles, peligrosísimas y, ojalá, no estén respondiendo a estímulos que desconocen sus autores.

Javier Biardeau escribió recientemente en su último artículo lo siguiente:

«Este es un llamado a los que se ven tentados a asumir caminos de desaliento, de debilitamiento, desmoralización y que se han hecho vulnerables a operaciones divisivas con relativa facilidad. Hay quienes tienen como objetivo borrar de un plumazo los logros alcanzados por la revolución bolivariana en materia social y sobre todo, derribar la médula del legado de Chávez en su planteamiento de profundización de la ciudadanía, justicia e inclusión social»

Javier Biardeau / Mensaje para quienes dicen defender «el legado de Chávez» / Aporrea 03.12.14

Chávez llegó al poder por la vía pacífica. Se repetía un proceso similar al de Chile, con la excepción de que la historia había avanzado, las condiciones lo permitieron y, sobre todo, porque en medio del ensayo y error, del axioma Robinsoniano «ni calco, ni copia, o inventamos o erramos» y la figura gigantesca de Bolívar, más una confluencia de todas las corrientes de izquierda, nos confirmaron que se podía despertar a la América insurrecta, rebelde y revolucionaria. Chávez y Fidel, fueron los artífices.

Ahora, no es poca cosa lo que se ha avanzado. Sin embargo, vivimos en un país que pretende ser socialista y con la enorme contradicción de querer construirlo en medio de un sistema capitalista. Y no es de ahora. Esa contradicción la venimos arrastrando desde que la Revolución Bolivariana llegó al poder.

Chávez nos advirtió en más de una oportunidad que esta revolución, acaso la verían nuestros hijos o nuestros nietos. Desconocer que tenemos enormes debilidades; que tenemos a un aparato burocrático intacto heredado de la IV república; que ese aparato burocrático atenta contra cualquier acción revolucionaria que pretenda modificar su modus vivendi; que es una lucha permanente que no da tregua; que tenemos casi genéticos el síndrome del capitalismo en la sangre de nuestro pueblo; que es una revolución cultural que exige cambios profundos en nuestra conducta, en nuestra cotidianidad; que existen, ¡existen!, unos medios de comunicación bombardeando día y noche, sin pausa, la psiquis de nuestro pueblo. Ahora, ¿a qué conduce la descalificación permanente de todo lo que se hace o no se hace, porque yo y nada más que yo lo digo, lo afirmo y lo reafirmo?

En el primer congreso fundacional del PSUV llevado a cabo en el Cuartel San Carlos, en enero de 2008, Chávez advertía sobre la actitud cómoda del «Anti Poder». Llegar al poder, pero no ejercerlo. Convertirse en críticos permanentes del poder aun estando en nuestras manos. Es muy fácil, decía, criticar. Pero, lo realmente difícil es participar, transformar, construir; incluso fallar para rehacer lo andado y recomenzar. Más difícil aun, reconocer que nos equivocamos y hacer de la unidad un bloque indestructible. Es terrible la manera en que nos hacemos daño.

Cito a Atilio Borón en entrevista reciente:

«El problema que tiene esa izquierda dogmática es que tiene una concepción teológica de la revolución; es una cuestión de mirar la revolución como un sistema que cae y que de manera mágica se transforma a la sociedad capitalista en post capitalista, o sea, no comprenden lo que es la dialéctica de los procesos revolucionarios.

Primera cuestión, ninguna revolución comienza con una revolución, empieza siempre con un proceso de reforma. Piensa en el 26 de Julio, Fidel lo dice, nuestro programa era un democrático reformista y punto, nada más; que después la dialéctica de la lucha de clases se va radicalizando. Pero, Fidel, el 26 de Julio como movimiento no tenía como objetivo la instauración de una Cuba socialista. Lo dice él, no es mi interpretación entre línes. El único marxista era Che Guevara. Raul un poco más cerca del Che, pero el mismo Fidel no lo era. Y sin embargo, la dialéctica transforma el proceso que tenía objetivos muy limitados, compatibles con la preservación de un orden burgués en un proceso revolucionario y ¿cómo comienza la revolución rusa? ¿cuál era la consigna de la revolución rusa? «Pan, tierra y paz». Esto fue la genialidad de Lenin, que a partir de ahí, se podía desencadenar un proceso que, eventualmente pudiera llegar a una revolución socialista.

Estas son las visiones que no están presentes en estos sectores que piensan en la revolución como una especie de momento de revelación, la historia se revela en el sentido cristiano y esa revelación te hace pasar del capitalismo al comunismo, un acto revolucionario. Bueno, eso no existe. Entonces, no entendieron lo de Chávez, que esto no quiere decir que ineluctablemente el proceso termine en el socialismo. Pero, por lo menos se están dando ciertas condiciones que apuntan en esa dirección»

Atilio Borón

Quien se crea libre de pecado que tire la primera piedra. ¿Quién posee la verdad? ¿Tenemos derecho a atentar contra nosotros mismos y poner en riesgo lo que le costó la vida al Comandante Chávez? A ver: ¿Cuántos de nosotros somos capaces realmente de dar la vida por la revolución? ¿Cuántos de nosotros somos capaces de empuñar un fusil en un momento de caos, de golpe, de agresión imperial, pasar de las palabras a la acción directa para defender la Revolución Bolivariana? Perdonen lo crudo de la siguiente pregunta, pero: ¿Cuántos son capaces de tener los cojones que tuvo Chávez quien, a sabiendas del riesgo que implicaba esa última campaña heroica, ¡riesgo de vida!, se lanzó a la calle a garantizar la continuidad del proceso? No estoy emplazando a nadie, pero en situaciones difíciles, en las de riesgo, en las que la confusión te pone a escoger, he visto a más de uno esconderse y temblar de cobardía. Es muy fácil hacer del verbo un fusil de incoherencias, pero muy difícil que se transformen en ideas para la victoria.

¿Alguien se ha preguntado cuáles son los riesgos de enfrentar al imperialismo norteamericano y pretender salir ileso? ¿Alguien se ha detenido a pensar en la cantidad de intereses asesinos que estamos enfrentando? Me da risa cuando veo una denuncia de hackeo de un twitter o la amenaza de un loquito de las redes y recuerdo que por estas tierras anduvo Posada Carriles, alias «Comisario Basilio», reventando vientres de madres embarazadas para «acabar con la simiente del comunismo» o tirando desde un helicóptero a un campesino que no quiso delatar a un cimarrón. Comparar a la V república con la IV es, simplemente, un exabrupto, una simpleza imperdonable, un análisis personalista que solo busca alimentar el egocentrismo, porque yo y nada más que yo tengo la razón.

Hago una pregunta más: ¿Cuántos de nosotros seríamos capaces de dejar esa vaina de alimentar el ego y entender que tenemos la responsabilidad de vencer, jamás de dividir y empezar por cambiar nosotros mismos? El tema de fondo es cultural.

El 8 de diciembre de 2012, el Comandante Chávez dio una orden:

«si algo ocurriera, repito, que me inhabilitara de alguna manera, Nicolás Maduro no sólo en esa situación debe concluir, como manda la Constitución, el período; sino que mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que -en ese escenario que obligaría a convocar como manda la Constitución de nuevo a elecciones presidenciales- ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela»

Hugo Chávez / palacio de Miraflores 08.12.12

Atilio Borón señaló recientemente algo que comparto plenamente. El Comandante Chávez no dio esa orden por carambola o halada de los pelos. Con esa orden garantizaba la continuidad del proceso revolucionario. Se hacía necesario garantizar que la anarquía no hiciera metástasis en la revolución y culmináramos siendo víctimas de nuestras diferencias, que las hay, pero al final hay un objetivo común y un enemigo común que nos une. El objetivo: la Patria Socialista. El enemigo: El imperialismo y sus representantes, la oligarquía apátrida.

Cito nuevamente a Pepe Mujica:

«Tenemos esta contradicción: Están los muy racionales, que en el fondo se pasaron para el capitalismo y creen que hay que irlo remendando y sacándole las virutas más groseras que tienen. Son buenos compañeros y tienen sus razones. Después, están los radicales impermeables, ¡No pasó nada en el mundo! Te propinan el programa de hace setenta años como si no hubiera pasado nada en el mundo, inermes, tienen piel de hipopótamo y te meten el esquema… Y después estamos, en el medio, otra barra lleno de dudas que no conciliamos con el capitalismo y con estos tampoco, porque esa película ya la vimos y estamos en la búsqueda»

Pepe Mujica / «Presidentes del Latinoamérica»

Maduro acaba de aprobar unas leyes para la defensa del salario en las que involucra al pueblo para que asuma su responsabilidad como sujeto revolucionario contralor y vigilante de la economía, de los servicios y de la actividad política y social que hagan aquellos que fueron electos para ser nuestros voceros o aquellos que tienen el deber de asumir su responsabilidad como líderes del proceso. También es una herramienta que nos permite enfrentar la guerra económica que ha propiciado una hiperinflación dañina y perversa en contra del pueblo. Vamos a asumir esa tarea y a involucrarnos directamente con el poder popular ¿La crítica? ¡Bienvenida sea! Pero, hay que tomar los espacios, trabajar con los consejos comunales, con las comunas, con las comunidades, a hacer el cambio cultural e ideológico que precisa nuestro pueblo y poder trascender. Chávez, 02 de junio de 2007:

«Por eso, es que voy a valerme del pensamiento, de algunas de las ideas de ese gran pensador revolucionario italiano, Antonio Gramsci, para hacer una reflexión sobre el momento que estamos viviendo». «Una verdadera crisis histórica ocurre cuando hay algo que está muriendo pero no termina de morir y al mismo tiempo hay algo que está naciendo pero tampoco termina de nacer». «En el tiempo y en espacio donde esto ocurre, ahí se presenta una auténtica crisis orgánica, crisis histórica, crisis total». «Aquí en Venezuela no lo olvidemos, desde hace varios años estamos en una verdadera crisis orgánica, una verdadera crisis gramsciana, una crisis histórica. Lo que está muriendo se niega a morir y todavía no termina de morir y lo que está naciendo tampoco ha terminado de nacer». «Estamos en el epicentro de la crisis, buena parte de los años por venir formarán parte de esa crisis histórica hasta que no muera definitivamente la IV República y nazca plenamente la V, la República socialista y bolivariana de Venezuela».

No es solo un trabajo que se debe ejercer desde el PSUV; también el poder popular nace de la organización que desde abajo blinde la lucha revolucionaria, inventando o errando, pero avanzando siempre.

Veo, con mucha preocupación esa especie de revolucionómetro aplicado a todo lo que significa una antítesis a la cartilla y al dogma. Revolucionarios más revolucionarios que Maduro, pero que en la práctica no asumen su responsabilidad más allá de la teoría. Ciertamente, no hay revolución sin teoría revolucionaria. Pero, a las puertas de unas elecciones parlamentarias y de la posibilidad de un revocatorio, la unidad es determinante para la defensa de la revolución. Atilio Borón, de nuevo, advierte que el imperialismo viene por todo y eso no lo pongo en duda. A más debilitamiento de nuestras fuerzas, mayor posibilidad de ser derrotados. El Estado debe y tiene que asumir su responsabilidad. Pero, igual nosotros debemos asumir nuestra responsabilidad. No me debilita el llamado a la unidad. Al contrario, me fortalece, porque si en algo confío es en la fortaleza que tiene este pueblo para reclamar los derechos que le entregó Chávez y asume su responsabilidad cuando percibe que le han sido vulnerados.

He conocido la soberbia, la he percibido tan cerca que me ha enseñado a responder con moral y dignidad. La disciplina va de la mano con la razón.

Mario Silva García

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Fuente: http://www.aporrea.org/actualidad/a199307.html