Los habitantes de Brixton consideran que la «libra de Brixton» es un gesto contra la globalización y el despilfarro energético Brixton pertenece a las ‘transition towns’, hermandad que reivindica un entorno más localista
Brixton es un barrio londinense con fuerte personalidad, de eso no cabe duda. Es multirracial y muy diverso, además de capital afrocaribeña de Gran Bretaña, y también de la marihuana. Tiene uno de los índices de delincuencia y posesión de armas más elevados del país; es la base de violentas bandas juveniles y de su mezquita salió Robert Reid, el terrorista que, con una bomba en el zapato, intentó hacer estallar un avión.
Brixton no ha convocado un referéndum independentista como Arenys de Munt, pero ha afirmado su vocación localista con la emisión de su propia moneda, la libra de Brixton, en cuyos billetes aparecen los rostros de celebridades que han nacido o vivido en el barrio como el cantante David Bowie, el activista por los derechos civiles Olive Morris, los ex primeros ministros John Major y Harold MacMillan, y el medioambientalista James Lovelock.
Brixton es la última y más espectacular de las transition towns,esa hermandad de comunidades que combate el cambio climático y la escasez de petróleo con comercio a pequeña escala, consumo de productos locales y puestos de trabajo para los locales. Nacida hace cuatro años en Kinsale (condado de Cork, Irlanda), la asociación se ha extendido aEE. UU., Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Italia y Chile.
Los habitantes de Brixton -una cuarta parte son negros de origen caribeño o africano- se muestran divididos sobre si se trata de un paso pionero en la lucha contra la globalización o de una tontería supina. «¡Vaya chorrada! -exclama Ben Euell, prototipo de los escépticos, que tiene un puesto de fruta en el mercado-. O sea, que nosotros vamos a cambiar el mundo desafiando los intereses de los gobiernos y las grandes corporaciones. Los nuevos billetes son dinero de Monopoly, sólo sirven para jugar».
Pero otros se lo han tomado muy en serio y en los escaparates de tiendas de discos de vinilo de segunda mano, peluquerías y chiringuitos de chucherías aparecen carteles que anuncian: «Se aceptan las libras de Brixton». La teoría es que la emisión de una moneda propia, que sólo se puede gastar en los comercios afiliados y que vale lo mismo que la libra esterlina, favorece el consumo local en tiendas pequeñas, frente a los supermercados, y a la vez supone un gesto contra la globalización y el despilfarro energético. La filosofía básica de las transition towns es que la producción mundial de petróleo ha alcanzado su punto álgido y a partir de ahora va a ser más caro y escaso.
Ya que los visitantes de otros barrios no quieren quedarse con la divisa local, hay cajeros, como el de Electric Avenue (llamada así porque fue la primera de la zona con luz eléctrica), que cambian los billetes por esterlinas puras y duras, con el sello real y la cara de Isabel.